Zaniah Neshmet
Los Invictos
Vive como si tu libertad dependiera de ello
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Post by Zaniah Neshmet on Feb 1, 2018 1:30:09 GMT
Sabía que las catástrofes no se limitaban a suceder solo una vez, los rugidos, gritos, aullidos y jadeos de la calle, e incluso dentro de los enormes muros del castillo de aquellos arcanos incapaces de controlar sus instintos se lo recordaban. La luz rojiza de la luna bañó el cuerpo de la mujer en tonos rojizos que descendieron hasta el negro, debido a su vestido oscuro y la penumbra de su habitación. Niwre se encontraba sentado en la cama, observando con ojos abiertos y atentos a las puertas de el cuarto de su ama, todos esos chillidos de los arcanos que buscaban refugio dentro de las mazmorras de Lysander Velfast le ponían los pelos de punta.
―Sería bueno ir por algunas flores de la Luna roja ―Habló Zaniah, acercándose a Niwre con un botecito de vidrio con un líquido tan rojo como la sangre a casi a punto de acabar ―Es lo único bueno que se puede sacar de estas fechas. ―Acomodó algunas cosas dentro de su cinturón: Algunos polvos y piedras explosivas, gemas ardientes de draconia… Zaniah tomó el pañuelo de Eerie, ese de color rosado con un bordado de un unicornio de color morado oscuro. Acarició la tela con la yema de sus dedos enguantados, casi pudiendo sentir el aroma a césped, ceniza y magia que el unicornio siempre emanó. Soltó un suspiro, guardándolo dentro de uno de los bolsillos de su cinturón.
A punto de salir, Niwre se puso de pie, acercándose a Zaniah, casi impidiéndole su salida de la habitación.
―¿Qué? ―Zaniah se quejó, cruzándose de brazos. El shapeshifter movió las manos y los dedos en señales específicas, aquella que ella misma le había enseñado ―¿Quieres ir tú a buscar las flores? Niwre, ya se que es peligroso hacerlo, pero… ―Niwre señaló el cuerpo de la mujer, su pie, sus manos ―Ya sé que a penas me he curado gracias a las lágrimas que conseguiste, pero… si… hiciste un buen trabajo… ―Soltó un resoplido, tomándose la frente con dos dedos sin poder evitar que el arcano le siguiera insistiendo―Bien, está bien, está bien ―Levantó ambas manos en señal de rendición ―Ve tú por las flores.
Niwre le sonrió, recibiendo una bolsita de cuero forrada de un material suave por dentro para el cuidado de los pétalos, el muchacho lo amarró al cinturón, siendo cubierto por una capa de color negro para evitar que llamara demasiado la atención. El shapeshifter agitó la mano, despidiéndose de la mujer, desapareciendo por la puerta de el cuarto.
Zaniah negó con la cabeza. “Si eso lo hace feliz…” Pensó la arconte mientras salía de la oscura habitación para dirigirse al pasillo en camino hacia la biblioteca. Sabía que estaría bien.
La mujer siguió su camino, observando con algo de preocupación lo vacío de su alrededor.
―Todas las serpientes deben estar atendiendo a los arcanos preocupados por su transformación ―Pensó en voz alta, mientras continuaba su camino hacia la biblioteca Velfast. Mientras sus pasos eran lo único que resonaba en la soledad de los muros tapizados, de pronto, sus orejas emplumadas se levantaron, casi esponjándose, como cuando percibían la advertencia, el peligro… Zaniah miró hacia atrás, pero no había nadie.
¿Por qué entonces… la sensación no desaparecía?
Siguió caminando, mirando con desdén las puertas de cada habitación que pasaba, no sabía el por qué, o el cómo, pero algo dentro de ella, extrañamente la conectaba con lo que sea que estuviera soltando dicha aura de advertencia. Su curiosidad tan solo incrementaba por cada paso que daba.
Buscando la fuente de la discordia.
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Post by Sven Velfast on Feb 14, 2018 4:09:55 GMT
Aislamiento y soledad total era todo lo que acompañaba al ahora vampiro neonato desde había un puñado de semanas. Sven, ahora orgullosamente luciendo el apellido Velfast, se había adjudicado la tarea de apartarse hasta que tuviese la capacidad de controlar sus urgencias y necesidades fisiológicas sin representar un peligro para las líneas y bienes de su maestro. Salvo la desafortunada visita de Evangeline e Ivka, y su deber en reunir a aquellos bajo el movimiento de Los Invictos, nulas eran las veces que había abandonado su habitación. Sus confidentes eran criadas menores cuyo rol mayormente era de alimentarlo en sangre, donde algunas inclusive llegaron a perder la vida. Aunque se mantenía al margen de cuanta noticia y dato innecesario que lo conectara con el resto de mundo en su proceso de aprendizaje, tenía en mente la Luna Roja, por lo que aseguró su cuarto de forma que lo contuviera cuando perdiese la cordura. Encerrado con libros y pergaminos, se sumió en su propio mundo de estudio, empedernido en recuperar el auto control que tanto lo marcaba en su antigua carne perecedera. La lectura y la investigación le otorgaban pistas e información invaluable sobre su propia raza, aunque habían ciertas incógnitas que abrían la puerta a la incertidumbre. El regalo oscuro brindaba distintos dones, mas era imposible adivinar cuáles. Poco a poco los descubriría, eso era cierto. Sin embargo, el estar encerrado de aquella manera lo robaba de la noción del tiempo, lo cual podía decirse que fue un error fatal para el veterano. Desprevenido de la visita el astro carmesí, la fuerza del mismo lo sacudió hasta la última fibra de su ser, añadida a la dieta restringida con la que se mantenía para su entrenamiento de abstinencia. De un parpadeo a otro, sus visión de distorsionó y obscureció, consecuente a su cuerpo que pareció transmutarse de forma sumamente dolorosa en una figura distorsionada. Su raciocinio se hundió en la completa oscuridad, y lo único que prevaleció fue una voraz sed, junto con la necesidad innata de destruir y devorar cuanto se cruzara en su vista. No podía pensar, mucho menos controlarse. Todo aquello fluyó con un natural caos que conllevó a la destrucción de cuanto se encontrase en el recinto. Rugidos guturales fluyeron de su garganta, desvistiendo chillidos y sonidos infernales que podían asemejar el mismo averno. El dolor de su primera transformación lo llevó a agitarse y azotarse contra las paredes, retumbando en su alargada figura contra los muros de piedra recubiertos en madera y tapices ahora arruinados. Bastaba decir que los libros y pergaminos sufrieron el mismo destino, siendo muy pocos los que quedaron atrapados entre los escombros de aquella furia bestial. El cuerpo de Sven se había liberado en una forma grotesca, luciendo una tez áspera y pálida, aunque rayando en un rojizo enfermizo. Su espalda se cubrió en vello grueso y punzante, y sus extremidades se deformaron en formas monstruosas. Su rostro era obsceno, tal cual formado de pesadillas colectivas de gente atormentada, portando hileras de afilados dientes y un maxilar extra que exponenciaba el impacto de tan tétrica cara. Todo dentro suyo se encontraba en completo caos, gritando, batallando. Si hubiese alguna alma desafortunada cruzando aquel pasillo, era indudable que escucharía el infierno desatado en aquellas estrechas paredes.
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Zaniah Neshmet
Los Invictos
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Post by Zaniah Neshmet on Feb 18, 2018 22:40:02 GMT
El pasillo parecía ser más oscuro conforme caminaba, mientras que, la extraña sensación de muerte aumentaba, como si aquella parte de el castillo estuviera impregnado con pedazos de almas que habían quedados suspendidas debido a una muerte tormentosa y horrible. Zaniah miró por la ventana, afuera, observó a algunos arcanos caminar por la calle listos para cualquier ataque que pudiera pasar. Zaniah llevó los dedos a su pecho, como si aquel fuera un tipo de brújula incrustada en su corazón como una daga filosa.
Un poderoso estruendo sacó de sus pensamientos a la arconte, haciendo que tuviera que voltearse de pronto, llevando de manera inconsciente su mano a donde estaba su espadín. Para su buena fortuna, debido a los sucesos tan grotescos fuera del castillo, y que, ahora la morada Velfast era acreedora de arcanos incontrolables, le era permitido cargar su espada bajo su propia responsabilidad.
Los gritos guturales, rugidos y golpes pronto parecieron sacudir las paredes del castillo, ¿Algún ser de oscuridad había logrado infiltrarse? ¿Cómo? La sensación punzante en su pecho la guio hasta una puerta cerrada, de donde los alaridos parecían provenir. No recordaba algún sirviente o morador de el castillo a parte de el Lord Velfast que perteneciera a la oscuridad.
Ahora comprendió la sensación a muerte en el pasillo… Nada bueno había ocurrido en ese lugar.
Tragó saliva mientras lentamente desenfundaba la espada, produciendo un brillo especial debido al hierro ansioso por probar carne ajena. Llevó su mano enguantada al picaporte y lo movió con suma lentitud, para su sorpresa, el seguro no estaba puesto.
¿Sería aquella una buena o mala señal?
Zaniah empujó la puerta, sumiendo a la arconte en una profunda oscuridad mientras apretaba el mango de la espada contra sus dedos, la madera hizo un chillido agudo conforme la puerta era abierta, la misma iluminación en el pasillo delineó algunas de las cosas que perecían dentro de aquel lugar, parecía ser una habitación como cualquier otra del castillo, algunos libros, decoraciones e indumentaria estaban tirados por doquier, las paredes rasgadas, la cama completamente destruida como si algo o alguien le hubiera caído encima. La mujer se acercó al lugar, manteniendo su mirada hacia una pila de libros, se acercó a la pared, acariciando con sus dedos la rasgadura del material; arañazos, de una criatura demasiado grande. No había cuerpos o sangre reciente, lo cual se le hizo demasiado extraño.
Volteó hacia atrás cuando sintió que la puerta pareció rechinar con todos los sentidos alertas, pero no había nadie más que la poca luz que entraba a la habitación. Aún así, todo estaba demasiado oscuro.
―¿Dónde estás? ―Susurró con un tono grave en su voz.
La arconte miró a todos lados de manera tranquila, con el arma en mano y las orejas emplumadas moviéndose con cautela. Su corazón palpitaba desmesuradamente contra su pecho, como si quisiera advertirle de algo.
No hay que temerle a la oscuridad. Solo a lo que puede esconderse en ella.
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Post by Sven Velfast on Feb 19, 2018 0:13:52 GMT
Su ser consciente y lógico había sido absolutamente subyugado por su instinto bestial. El llamado de la luna roja y el asedio de una sanguinaria hambre, lo llevaron a ser rehén de sus instintos, obedeciendo ciegamente a su llamado neonato primal. Al momento en que la lucha entre razón y caos cesó, un sutil ruido se hizo presente a los oídos del vampiro liberado- pasos, seguidos del rechine del picaporte y la puerta. Ante ello, como acto reflejo saltó hacia el techo, haciendo uso de su agilidad innata y su habilidad para permanecer en una posición ajena a la gravedad, y esconder su presencia en la absoluta oscuridad de esa habitación. Con una vista aguda y adepta, la bestia observó a su víctima adentrarse en el recinto, una cabellera rojiza que parecía punzar su pecho con una familiaridad que en otra ocasión hubiese tenido la oportunidad de discernir y comprender. En ese momento se mantuvo acechante, silencioso, buscando el momento óptimo para asaltar a la arcana. Sus fauces salivaban en exceso, lo cual provocaba que susodicho líquido saliera de su quijada en forma de gotas hacia el suelo, cuyo ruido era suprimido al caer en algunos pergaminos y libros de portadas suaves. La voz de la mujercilla se hizo presente, haciendo una pregunta que denotaba que conocía de su presencia, mas ignoraba su posición en aquel momento. Tal cual un depredador en el umbral de su casa, los músculos de su cara se encogieron, permitiendo que una gota de saliva cayera, aunque esta vez sobre un libro de tapa dura, provocando un sonido opaco y pesado. Aquel libro era apenas y tocado por la luz pobre de velas del pasillo que se atrevían a entrar en la morada de aquel arcano hecho monstruo. Si una inspección más profunda era dada sobre el artículo, se podía notar que era un objeto que había tomado Sven sin permiso la noche del castigo que le había proporcionado a la arconte. Una burda coincidencia que probablemente podría convertirse en una fúnebre distracción. Acomodando sus patas y sus garras, unos ruidos muy tenues fueron provocados por su agarre contra la piedra, desnudados únicamente por el silencio de ultratumba que en ese momento se vivía. Un rugido gutural reventó en el pequeño cuarto, estremeciendo a los débiles de cuerpo y mente. Sven anunció su ataque, queriendo ver el rostro de sorpresa y terror en su víctima antes de lanzarse a su presa con la intención de desmenuzarla y consumirla a la primera abertura que le permitiese.
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Zaniah Neshmet
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Post by Zaniah Neshmet on Feb 19, 2018 0:49:52 GMT
El ambiente cada vez se volvía mas pesado conforme la arconte hurgaba entre aquella deshecha habitación, aquel sonido hueco hizo que la arconte volteara hacia atrás de pronto, levantando su espada con fiereza. Al no ver a nadie, notó un extraño líquido sobre la tapa de un libro aún intacto, se acercó a éste, llevando su dedo a la gota de saliva, la cual se pegó contra sus dedos enguantados, la portada del libro se le hizo extrañamente familiar, por lo que la abrió rápidamente, dejando ver una página de escrituras, la cual, podría jugar por todo lo que tenía que era de su propiedad.
¿Qué demonios estaba pasando? Dejó el pergamino dentro del libro, pues aquello no era lo más importante en ese momento, aunque no iba a negar que todo aquello resultaba de cierta manera perturbador. Frotó sus dedos donde aún conservaba la saliva de Sven, no volteó hacia arriba, tan solo mantuvo su mirada fijamente hacia un punto perdido en la habitación, su respiración se entrecortó mientras el corazón le latía con fuerza. La saliva que tragó se sintió como si se hubiese comido una piedra, y con movimientos sumamente lentos, tanteó sus dedos alrededor de la espada.
Un gruñido salvaje le indicó que sus sospechas eran ciertas, cerró los ojos, entreabriendo los labios para dejar entrar el aire que sus pulmones no alcanzaban a llenar, moviendo su mano alrededor del libro, cuando lo tomó con fuerza, fue cuando volteó hacia arriba, haciendo un salto hacia atrás. La escena grotesca que se plasmaba en el techo llamó extrañamente la atención de la arconte, aquella criatura, escondida en la oscuridad, donde tan solo sus ojos brillantes se dejaban entrever en la penumbra, resultaba ser una escena aterradora y amenazante, esperando a que la víctima lo viera a los ojos para despedazarlo con sus propias garras.
Zaniah le lanzó el libro con todas sus fuerzas, no con intención de lastimarlo, lo cual sabía que era imposible; solo para desviarlo por escasos segundos de su ataque, en cuanto el libro voló de su mano, la mujer comenzó a correr fuera de la pila de libros, deslizándose bajo un pequeño espacio que quedaba sin destruir bajo la cama.
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Post by Sven Velfast on Mar 5, 2018 5:49:27 GMT
La bestia medía a la arconte de pies a cabeza. No obstante, al saltar, el libro que lanzó la arcana en su dirección se estrelló contra su rostro sirvió efectivamente de distracción, haciendo que aterrizara en una pared contigua para sacudirse y retomar la figura de la contraria. Al volver a afilar la vista, la mujer se "había esfumado" mas el olor de la misma continuaba muy presente en la habitación. El instinto dictaba que aún seguía ahí, y debido a que practicamente todo estaba deshecho en ruinas salvo unos cuantos muebles golpeados, era lógico hasta para un animal asediado por sus instintos el asumir que se hallaba escondido en alguno de los mismos.
Sven descendió hasta el piso y se postró en dos patas, caminando pesadamente con una respiración agitada hacia un ropero. Con una garra atacó violentamente el mobiliario, partiéndolo en pedazos junto a lo que el mismo contenía. No había nada más que ropa. Aquello lo enfureció, por lo que lanzó otro ataque, esta vez hacia un pequeño sofá maltratado en la cercanía. Lo destrozó sin mucho esfuerzo, nuevamente denotando que no había nadie ahí. Su frustración crecía, pero el proceso de eliminación culminaba- la cama era el único mueble que podía albergar un escondite suficiente para una criatura, por lo que clavó su mirada allí.
Conforme daba sus pasos en dirección al objeto, algo fuera de la escena se hizo presente; una arcana vistiendo ropas de sirvienta denotando su status de criada, se hizo ver conforme tímidamente cruzaba el pasillo. Era difícil escoger un adjetivo denigrante para titular su torpeza de aquel momento, sumada a la mala suerte de haberse aparecido en una situación tan terrible. La mujer se congeló al momento en que observó a Sven, y él mismo se clavó en la misma, olvidando por completo a la arconte que se escondía en la habitación.
Antes que la empleada pudiese reaccionar, el vástago saltó hacia la misma. Asediado por la tremenda sed que lo acosaba y la locura de la luna, no podía darse el lujo de demorarse a analizar nada. Un tumbo fuerte y contundente se escuchó en contra de la pared del pasillo, al momento que el vampiro saliera disparado de la habitación hacia la mujer que estrellaría contra la superficie a sus espaldas. Abrió sus fauces a lo que daba su mandíbula y clavó un mordisco en el cuello de la víctima, abarcando casi que completamente de hombro a cuello.
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Zaniah Neshmet
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Post by Zaniah Neshmet on Mar 6, 2018 5:01:00 GMT
La oscuridad bajo la cama fue mucho más escalofriante y sofocante, pues bajo la madera destrozada, se sentía atrapada, como un ratón que había caído en la trampa perfecta. Jamás le gustaron los lugares encerrados, aquellos donde se pudiera escuchar su propia respiración o los latidos de su corazón, llegando a ser mucho más estresante que el monstruo buscándola. Zaniah cerró los ojos, intentando calmar sus jadeos mientras cerraba la boca con todas sus fuerzas para evitar emitir cualquier sonido, el primer estruendo hizo que su cuerpo saltara de manera inconsciente por mera conservación, mientras su corazón golpeaba con fuerza su pecho, esperando que el ser de la oscuridad no fuera capaz de escucharlo.
Cuando al fin el silencio se hizo presente, la mujer no se atrevió a hacer ningún sonido, mantuvo su vista fija en la madera que casi le rozaba la nariz, aguantando por algunos segundos la respiración. Estaba demasiado expuesta en esa posición: Boca arriba sin la posibilidad de moverse con libertad, con la mano en el mango de la espada, pero sin poder alzarla para defenderse. Escuchó el crujir de la cama mientras los pasos se iban acercando. Algunas gotas de sudor se extendieron por su frente, hasta que de pronto, el gruñido se alejó poco a poco, en conjunto con un grito ahogado que desapareció entre el crujir de los huesos y el golpe del pasillo. Zaniah aprovechó el momento, arrastrándose hacia atrás hasta que fue libre de nuevo, tomó aire, agradeciendo la frescura a su alrededor a comparación con los escombros.
Se escondió tras la cama, intentando observar qué es lo que estaba pasando, pero tan solo pudo ver el cuerpo monstruoso moviéndose de un lado a otro, masticando la carne que pobremente había pasado por ahí. Pudo notar algo de sangre en el pulcro tono de la alfombra.
Estaba claro que no debía quedarse allí por mucho tiempo.
¿Cómo había llegado hasta aquí aquel ser? ¿Había escapado? ¿Pero haber pasado tanto tiempo fuera de los oídos de las serpientes? Le parecía algo imposible.
Se hizo algunos pasos hacia atrás, y aprovechando la distracción del pobre cuerpo extraño de la sirvienta, comenzó a correr hacia él, sacando su espada. No negó que pensó en atravesarle el corazón por la espalda, pero si era un arcano que había escapado de las mazmorras, podría traerle consecuencias graves, así que sacó aquellos pensamientos de su cabeza. Zaniah dio un salto, pasando de largo el cuerpo del arcano, llegando a hacerle un pequeño rasguño en la espalda cuando el filo de la espada pasó por su piel, tan solo para llamar su atención. La mujer rodó por el suelo, levantándose al instante, mostrando el brillo de su espada. ―¿Tienes hambre? ―Le retó, mostrando una sonrisa mientras se ponía de pie. ―¿Por qué no terminas lo que empezaste? ―Al decir aquello, se dio la media vuelta, y comenzó a correr.
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