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Post by Hiro Genshukuna on Feb 1, 2018 2:53:21 GMT
En el cielo, brillante y solitaria, la luna sangrienta auguraba las más terribles pesadillas concebibles por los habitantes de la tranquila isla. El ominoso anuncio venía ya hacía tiempo, y ese crudo atardecer, donde Hiro, el Rakshasa comenzó a distinguir el tinte carmesí en la luz, fue cuando luego de hablar mediante la tableta arcana con su camarada, Aagron, el dragón, decidió ponerse en marcha junto a él para proteger en lo que creían.
Habiendo elegido a su discípulo de más confianza, un joven Querubín en forma sellada, de atractivas facciones blancas y apariencia tranquila, el león marchó con toda prisa desde su dojo, en Shangri Lax, hacia la ciudadela. Por donde iban los seguía aquel atormentador cielo sangriento, ya fuese por la jungla o por el gran lago. Se sentía la intranquilidad, se sentía la presión, y Hiro no lograba concentrarse.
Se reuniría con Aagron en la entrada norte de la Ciudadela, por lo que habría de cruzar los plantíos para evitar el peligroso cruce de la intersección del río. Se detuvo a revisar el mapa en la tableta, y averiguar si su camarada estaba al llegar. "Espero llegar a tiempo... Pero el viento no es favorable" Murmuró mirando el cielo.
Aún no se daba cuenta que algo los acechaba.
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Aagron
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Post by Aagron on Feb 1, 2018 22:15:36 GMT
Fue poco luego, que el dragón se encontró con él.
Aagron, sentía que debía tomar la responsabilidad de proteger a aquellos en Mirovia de las amenazas que se alzaban. Su orgullo como guerrero se lo decía, su espíritu también; sentía en ese momento que cada fibra de su cuerpo podría servir como escudo para la gente que lo necesitara. Viniendo del bosque de las hadas a velocidades de vértigo, el dragón decidió que era momento de aminorar el paso por mera precaución cuando las pequeñas casas de los plantíos empezaron a verse no muy lejos. Ahí había gente que podría estar necesitando ayuda o guía durante la luna roja, no le cabía duda.
Y hubo silencio, silencio sepulcral por un buen rato hasta que empezó a escuchar el ruido metálico que provocaba una armadura. El dragón se acercó.
Y lo que sintió no fue ni más ni menos que alivio cuando reconoció al Rakshasa que algunos metros más allá, portaba la armadura que esta vez brillaba en carmín con la luz de la luna.
—Hiro —lo saludó. Aagron una vez lo tuvo delante realizó una corta reverencia— Es bueno saber que sigues en pie bajo la tormenta —comentó. Sus ojos entonces se dirigieron a los del sabio Arcano.
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Post by Hiro Genshukuna on Feb 1, 2018 23:09:00 GMT
Aves volaban buscando refugios de la luz. No era la primera luna roja que se posaba sobre Mirovia. Definitivamente no sería la última tampoco.
El Rakshasa y su discípulo habían seguido avanzando a paso seguro por el camino que se formaba entre los campos de cultivo, y donde días pasados habían Arcanos trabajando la tierra, hoy tan sólo había desolación. Hiro había leído en la tableta Arcana sobre la aparición en muchos sectores de criaturas de ceniza, y estaba preparado para enfrentarles.
Una voz familiar lo sacó de su trance. Una voz que representaba la fuerza de el viejo mundo, y la esperanza del nuevo. Volteó y realizó un námaste, juntando sus palmas cerca de su frente, en señal de respeto. Se inclinó bajando casi en noventa grados, y al subir, respondió el saludo de su camarada. "Mientras el viento sople, estaré de pié, Shree Aagron. Y mientras tenga un aliento que exhalar, defenderé esta tierra." En su mirada se veía determinación, se veía convicción. Su espesa melena reflejaba destellos rojos, al igual que su armadura. La luz de aquella luna escarlata volvía mucho más imponente al Arcano.
"Éste es mi mejor discípulo, Jeaga. Vamos, Aagron. Vamos y cumplamos nuestro destino." El viento comenzó a soplar, moviendo las espigas de trigo de los campos, y trayendo hacia los tres guerreros un aroma peculiar. Un olor a desesperanza y caos. "He visto muchísimas lunas rojas en mi vida, pero esta se siente más ominosa, mas hostil. El viento venía anunciando esto hacía mucho tiempo, y no supe escucharlo." Hizo una breve pausa y miró fijamente al dragón. Estiró su pata izquierda y exclamó. "Ayúdame, Aagron, a enmendar mi ignorancia. Protejamos Mirovia de las garras de la oscuridad."
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Post by Aagron on Feb 4, 2018 0:27:24 GMT
Aagron sintió aún más alivio cuando su camarada respondió de aquella manera. El dragón no llegó a sonreír, pero su postura, antes algo encorvada se terminó por enderezar totalmente. Realizó una breve inclinación de cabeza hacia Jerga, el muchacho se veía capaz y digno de que Hiro le llamara de tal manera; el muchacho podía tener por lo menos una buena cantidad de camino recorrido en lo que a ganarse el respeto de Aagron significaba.
De nuevo observó a Hiro, El dragón prestó atención a sus palabras, palabras que parecían provenir de lo más profundo del espíritu. El guerrero lo sabía, había vivido lo suficiente para saber como se escuchaba aquello, como incluso la calma parecía rugir como si se tratara del ojo del huracán, tan tranquilo y sin embargo poderoso al mismo tiempo por el simple hecho de ser capaz de escucharse. Él subió la cabeza al momento en que el gran Rakshasa le tendió la pata, la tomó sin dudarlo con ambas manos, con fuerza. La determinación hizo presencia en los ojos verdes de Aagron al hablar.
—Hemos ignorado lo que podría pasar, los dos hemos pecado de descuido —corrigió, el dragón no había podido prever lo que ahora ocurría por más que las señales hubieran estado ante sus ojos. Estaba frustrado por ello, estaba frustrado por ello y también dispuesto a arreglarlo— Que sea entonces esta larga noche, la noche en la que purguemos nuestros errores y también la maldad que pueda azotar estas tierras. Hiro, mi hermano, ofréceme tu sabiduría, yo te daré mi fuerza; juntos defenderemos esta tierra de lo impensable.
Convicción era lo que se podía sentir en sus palabras, era lo que expresaba. El dragón mostraba pasión genuina cuando de defender a los suyos se trataba. Morir protegiendo a los suyos era algo a lo que seguro estaba dispuesto, y su forma de demostrarlo era justamente esa: protegiendo a la gente que habitaba esa tierra.
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Post by Hiro Genshukuna on Feb 4, 2018 3:35:55 GMT
Convicción. Esa era la definición que encasillaba a Aagron y a Hiro unidos. Se podía ver en su mirada la determinación que tenían de proteger en lo que creían y cuidar lo que valoraban. Hiro alzó la mirada para observar la lúgubre luna, sintiendo el viento soplar aullando por sangre. "Shree Aagron. En la tableta Arcana se habla de dos amenazas principalmente. La primera, son los monstruos de la ceniza. Segundo, los Arcanos que el fulgurante carmesí vuelve irracionales." Giró la mirada hacia su discípulo y asintió con seriedad. No era momento de sonrisas, no era tampoco momento de dudar. Giró sobre sus patas y comenzó a caminar a paso firme hacia la ciudadela. Podía verla en el horizonte, más apresurarse podía ser fatal. Su armadura tintineaba al ritmo de sus pesados pasos. Hoy era una de esas noches donde quería atraer la atención, donde el ruido causado por su coraza, aquello que otros Rakashas no entendían por que llevaba encima, sería benéfico. Cada ser de la ceniza que atrajera hacia si era uno que no atacaría un inocente. "Aagron. Así como el río fluye siempre hacia el mar, donde más agua hay, creo que las criaturas de ceniza convergerán donde más Arcanos se encuentren reunidos." No quería admitirlo, pero el rojo fulgor nublaba sus pensamiento. Donde ayer había paz, hoy había intranquilidad. "Shree Aagron, Jeaga. A ambos realizo mi vaada. Por lo que representa el Segador Blanco, lucharé con todas mis fuerzas hoy. A la luna, aunque no se vea igual que cada noche, también realizo mi vaada. Y al viento. Y a Mirovia."Y en ese mismo momento, el campo de trigo junto a ellos comenzó a arder en fuego y humo.
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Post by Aagron on Feb 8, 2018 20:11:10 GMT
Aagron escuchó las palabras de Hiro en un silencio que lejano de la incomodidad, estaba cargado del respeto mutuo. El dragón caminó junto al enorme Rakshasa, ya preparaba su arma quitando la tela con la que solía cubrirla. Si, era cierto, los movimientos de las criaturas de ceniza eran tan predecibles como las grandes catástrofes que resultaban ser terremotos y erupciones, ambas ocurrían sin aviso previo; pero había una lógica en sus palabras, no sabía que tanto funcionaría, pero había que tratar.
El ruido de la armadura de Hiro era lo único que perturbaba el silencio en esos momentos, Aagron caminaba cerca atento a los alrededores y listo para cualquier ataque. Jeaga caminada al otro lado del Rakshasa igual de alerta. Los pasos sobre la tierra eran pesados, resonaban
Cuando el campo empezó a arder, aquello fue para Aagron un interruptor de encendido. Él Buscó su balance de forma instantánea. Guardia alta y cuerpo listo. El guerrero demostraba como cada fibra estaba preparada para atacar, nunca para huir. Estaba seguro de que lo que fuera que estuviera tras el fuego, no era para nada amigable.
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Post by Hiro Genshukuna on Feb 9, 2018 2:55:44 GMT
Fuego. De entre todos los elementos, el menos predecible y el más incontrolable.
Rápidamente, Hiro y su discípulo sacaron sus lanzas y adoptaron una postura de combate. Hiro tomando con ambas patas la lanza y sosteniéndola cómo si fuese una hoz lista para cortar el trigo. Jeaga clavó la punta en la tierra, también tomando el asta con ambas manos.
El Rakshasa estaba habituado a luchar sólo, pero bajo estas circunstancias, buscó tomar balance de tal forma de no estorbar a Aagron en su propio estilo. Le dedicó una mirada al dragón, y luego nuevamente hacia el campo en llamas. Con firmeza y lleno de valor, se mantuvo estoico esperando lo que sea que hubiese causado las llamas.
Tan sólo esperaba que lo que fuese que hubiese quemado ese campo no estuviese dentro de las llamas. O peor, alguien que no tenía nada que ver con el asunto. Apretó la lanza con fuerza y volvió a mirar a Aagron. "El viento esparcirá este fuego, y si quien lo causó no se está quemando junto con él, es posible que el viento reciba la ayuda del autor del incendio. ¿Cual crees que debería ser nuestro proceder, Aagron?" En su mirada se podía apreciar el profundo respeto que le tenía a aquel arcano, y Hiro escucharía a Aagron sin dudar.
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Post by Aagron on Feb 11, 2018 0:05:31 GMT
"¿Cual crees que debería ser nuestro proceder, Aagron?"
Eso lo había tomado desprevenido. Aagron alzó sus ojos a la imponente figura del Rakshasa. Él era capaz de reconocer que solía actuar por mero instinto, no por lógica. Lo que dijera su espíritu era aquello a lo que hacía caso. Casi nunca a su cerebro por más que este gritara muchas veces. Aagron sacudió la cabeza, su mirada se fijó en las llamas. El viento, era verdad, el fuego se dispersaría y haría su paso en los plantíos mientras el viento soplara sin ahogarlo. No tenía mucho que hacer contra aquello. Pero, había algo que sí sabía. No podría decir que fuera lo más eficaz, pero era de lo poco que podría hacer.
—Jeaga —sus ojos se dirigieron al aprendiz de Hiro— Necesitamos Arcanos que traigan agua, también apoyo aéreo; un arcano volador capaz de generar vacío con su vuelo sería espléndido; el viento sofocaría el fuego. Hiro, Quien sea que provoque este incendio, está quemando la ceba para la próxima temporada, hay que pararle los pies. —tragó grueso, pronto sentía presión en su pecho, sus manos se apretaron en la empuñadura de su arma ¿Cuanto había pasado desde que había liderado a un grupo?
Al primero lo había llevado a la desgracia, apenas lo recordaba pero el dolor allí seguía.
Al segundo, lo había hecho pasar por tantas penurias que difícilmente se perdonaría por ello.
No los condenaría a ellos, ¿Verdad?
Pero no podía dejar tampoco que ello le venciera.
Aagron cargó hacia las llamas. Arma en mano, su cuerpo resistiría en calor por un buen rato, su piel de acero lo haría. El mejor escudo que poseía era él mismo. Aagron se abría paso cortando la ceba que ardía; aquello que ya era ceniza no podría volver a quemarse, ni encenderse nuevamente. Era poco eficaz, si, pero tenía que hacer algo cuanto menos. El dragón avanzaba a donde se podría decir, era el origen del fuego. No estaba preparado para lo que vería, no.
La vista le robó el aliento al valiente guerrero cuya piel ya resentida por el fuego, sudaba en búsqueda de mantener tal asedio ígneo fuera.
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Post by Hiro Genshukuna on Feb 13, 2018 4:00:27 GMT
Hiro siguió sin titubear a Aagron en su intento de aplacar las llamas cortando la cosecha. Jeaga hizo un námaste hacia Aagron y salió corriendo a buscar ayuda en los alrededores. "Aagron" murmuró el Rakshasa. "Crees en la resistencia? En los invictos? O en los así llamados grises?" Preguntó sin darle mucho rodeo al asunto. Estaba a su lado, hombro con hombro, y el calor pronto calentaría su armadura hasta niveles insoportables. Pero por lo mismo, tenía que saber en qué creía su tan estimado compañero. Mirovia necesitaba decisión, necesitaba quienes pelearan por ella.
Esta era una prueba simplemente, una prueba de fuego, de forma muy literal. El cielo rojo cómo la sangre, y la tierra roja cómo el fuego. Eran augurios tan nefastos cómo peligrosos.
El Rakshasa seguía segando el cereal, con su objetivo claro, con su mente y corazón alineados. Miró hacia su camarada y asintió brevemente con la cabeza. Tras la cortina de fuego, se escuchó un chirrido escalofriante. "Estoy contigo, Aagron"
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Aagron
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Post by Aagron on Feb 18, 2018 21:55:05 GMT
—creo en aquellos que deseen proteger a su tierra —fue su respuesta ante el cuestionamiento del Rakshasa. Aquel ruido, un chirrido casi como el del metal frotándose contra mental, el cuerpo del dragón se detuvo y la puta de su arma apuntó directamente al lugar en donde aquel sonido se había originado. Rígido, dispuesto a cargar. Tragó grueso.— No confío en Velfast, no por los rumores sino por la reputación que tiene la tierra en la que domina —uno, respiró profundo— La alcaldesa ha sido a mi parecer una líder sensata, un balance entre un guerrero y una figura política; algo a lo que muchos somos tan distantes como el cielo de la tierra —dos. Reafirmó sus manos en la empuñadura— los grises... pueden ser sabios desconocidos o tontos que simplemente beben té mirando como todos son arrastrados por un huracán. No puedo decir que me agraden o me den asco; justo como su posición: están en el medio.
Tres
Una vez mas el chirrido infernal se hizo presente, ante ellos la figura del monstruo de cenizas se alzó. La cabeza siendo reconocible por el brillo rojo que ambos ojos despedían se alzó por encima del fuego; el cuerpo, podría describirse como esquelético, extenso, e increíblemente negro por más que los alrededores estuvieran fuertemente iluminados. La criatura movió la enorme cabeza, un lado, luego otro... ambos arcanos fueron capturados por su campo de visión en muy poco tiempo
Y en menos tiempo aún, esta criatura dispuso su persecución hacia ellos.
Aagron mostró los dientes. Estaba esperando, una apertura, cualquier cosa que les sirviera para simplemente atacar de frente. No había nada. No había nada y sin embargo, gritó lo único que le vino a la cabeza "¡Hay que mantenerle aquí!" había sido su grito. Él no estaba seguro de cuanto poder tendría una sola criatura de ceniza, no sabía cuanto de éste poder pudiera contrarrestar o resistir. El dragón, solo podía tener fé en que sus acciones no fueran las equivocadas
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Post by Hiro Genshukuna on Feb 19, 2018 0:19:11 GMT
Cada sonido le ayudaba al Rakshasa a recordar el por qué se encontraba aquí. El por qué peleaba. Las palabras de Aagron eran tan estimulantes cómo rayos del cálido sol de verano.
Si, defender a Mirovia. Así cómo él mismo había defendido sus tierras, su cultura, de los humanos. ¿Era defensa en realidad? Por años, recorrió las tierras manchándola con sangre, tomando venganza, segando decenas de vidas por cada Arcano que falleció. Hoy era todo diferente. No había una venganza que tomar, y más que cobrar la cuenta, Hiro quería proteger la tierra antes de tener que recordar lo que significaba "Venganza" para él.
Pero ahora, aquí, importaba tan sólo asegurarse que esta criatura proveniente de las pesadillas más crudas de los Arcanos, no cobrara ninguna vida. Empuñando su lanza cómo si de una guadaña se tratase, se puso al lado de Aagron, ni un centímetro más atrás ni adelante. Alzó la voz y con todo ese sentimiento que llevaba dentro, rugió. Rugió con fuerza buscando frenar el avance de la criatura. Luego, con ese mismo tono, diferente a su calma usual, musitó: "Vamos a derribarle. No se que tan fuerte sea, pero hasta la montaña sucumbe si sabes donde atacar".
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Aagron
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Post by Aagron on Mar 4, 2018 23:35:11 GMT
Aquel ser, arrastraba el largo cuerpo como si se tratara de una cobra alzando lentamente la cabeza. Aagron contuvo el aliento, el aire era pesado, demasiado. El dragón rugió y se abalanzó con toda la voluntad que era capaz de manifestar en su cuerpo. Mantenerle en las llamas era prioridad, había que derribarle de ser posible. Con la Hsu Quandao, propinó el primer golpe directo a lo que creía, era el cuello. Su arma entonces se calentó con excesiva velocidad, el metal de la hoja, gracias al cielo era resistente para no deformarse, sin embargo, se mostró en mero rojo vivo. Luego de aquel primer golpe Aagron tuvo que soltar el arma y arrojarla a otro lado, enfrentarse a ese ser sería más complicado de lo que esperaba, más aún cuando parecía tener ventaja de terreno en aquel lugar encendido en llamas como si del infierno se tratara.
Con sus puños al frente la criatura atacó, fue un giro rápido, como un coletazo, lo que se dirigió al dragón que por poco había logrado esquivar y retroceder preparándose para el siguiente golpe ¿cómo enfrentarse sin terminar gravemente quemado? Aquel cuerpo no tenía la resistencia para...
La suave piel de su cuerpo sellado no, pero las escamas del dragón que albergaba dentro si.
Mostró los dientes con rabia, maldición. De transformarse su habilidad para pelear se vería reducida, además de que entrar en su forma liberada sería un desperdicio de energía total... Podría intentar entrar en Fated...
Si, era su mejor opción.
Enterró los ojos en su adversario, esa era su presa, el enemigo que debía detener en ese momento con las manos desnudas. Cerró los puños y en un parpadeo volvió a la carga. "Concéntrate" Se repetía. Pronto, diversas escamas empezaron a surgir por sus brazos, sus nudillos fueron cubiertos por el rojo brillantes que ahora con las vivas llamas del fuego resaltaba como si fueran rubíes. Las zarpas del dragón se hicieron presentes a ultimo momento cuando con su fuerza apenas liberada soltó un golpe directo a las grandes mandíbulas que el monstruo mostraba. Sintió su mano arder como el infierno mismo, su forma era inconsistente, pero aún así, sus escamas resistieron el calor, la piel de acero del arcano lo resistió, y él rugió con fuerza. Las cosas empezaban a igualarse.
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Lumina
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Post by Lumina on Mar 11, 2018 9:05:54 GMT
Estaba loca, eso podía ser el primer pensamiento que tuviera luego de aquel encuentro, había salido de una batalla para meterse en otra, ni siquiera ella sabía cómo había cruzado intacta el bosque “Seguramente no queda ninguno allí…” Sería lo más lógico, eso o que sencillamente tenia de su lado las bendiciones de los dioses, en cuanto salió de aquella penumbra y sus pies tocaron el suelo de los plantíos acelero el paso aún más, volar aunque ciertamente le hubiera dado más velocidad habría sido un blanco fácil, ya era llamativa de por sí, blanca cual copo de nieve, alta, delgada, resaltaba en especial en lugares así, llenos de penumbra y con la sangre invadiendo el ambiente, seguramente por eso aquel joven la vio, alcanzándola, pudo divisarlo correctamente luego de unos momentos, un joven en las cercanías, y a lo lejos una columna de humo que resaltaba entre el cielo rojizo, no tardo mucho para que el joven la divisara y se acercara con una clara misión, pedir ayuda, y había sido una difícil decisión, estaba tan cerca de esa casa…Tan cerca… Pero si el fuego se salía de control entonces, por más que la casa estuviera segura no habría sentido, todo quedaría en ruinas, todo el trabajo, la comida en sí, frunció el ceño, debía confiar en que su pequeña estaría bien “Ya no es una niña…” Resonó en su mente mientras pedía indicaciones, según lo que le había explicado el joven Lumina serviría para apagar el fuego, con el tamaño que tenía en su forma verdadera esperaba hacerlo al menos; su ruta cambio ligeramente
La energía que recorría su cuerpo aun persistía, aunque sus ropas no eran las mejores para un combate, la ropa negra era más bien para un luto, un funeral…Pero el manto de la muerte ya comenzaba a cubrir la isla, podía sentirlo, su alma temblar una vez más, apretó los labios apresurando más sus paso, no era momento de desgastarse, la mochila rebotaba contra su espalda, agradecía solo haber ido con equipaje ligero; No paso demasiado tiempo para que pudiera empezar a sentir la alza de temperatura, el olor de los cultivos ardiendo, los restos, la destrucción, detuvo progresivamente su paso para tomar aire, veía las llamas, veía las dos siluetas, debían ser los arcanos de los que el muchacho hablo, respiro profundo, aún estaba algo lejos de ellos y no podía gritar, no hasta poder respirar, cubrió su boca como pudo, inhalar el humo sería un problema. Pero el problema no era el fuego solamente, vio a una criatura tan oscura como el abismo, amenazante, con sus ojos sobre ambos arcanos, la batalla había comenzado, debía ayudarles de alguna forma, para eso había venido
Tomo del bolsillo en su espalda aquella vara metálica, la que siempre la acompañaba, su fiel compañera, con solo mover la zona correcta se revelo por completo el arma, una lanza dorada, con la poca energía que le quedaba en esos momentos solo tenía un tiro, se alisto, mirando a la oscuridad, no podía saber dónde estaba la cabeza, entre el humo y la baja de energía que ahora hacia estragos en ella era complejo, rogaba a los dioses por un tiro certero, o al menos, uno que facilitara el combate, apoyo su arma y una potente luz emano de esta, disparo proyectando aquella intensa y pura luz, no había acertado, pero el enemigo retrocedió, chillando, era el momento de atacar, la distracción había servido
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Post by Hiro Genshukuna on Mar 23, 2018 3:23:10 GMT
Con firmeza Hiro llevó sus patas a las garras metálicas que colgaban a sus lados y las tomó. Las hizo chocar la una contra la otra y se abalanzó sobre la criatura para darle un respiro a Aagron. Su armadura se calentaría tal cómo el arma del dragón si no tenía cuidado, pero su estilo de combate le permitiría mantener las distancias y aprovechar que cargaba consigo varias armas. Propinó un zarpazo que hizo retroceder al demonio, y cuando este iba a contraatacar un proyectil de luz cruzó el humo y repelió por unos instantes a la bestia.
No había tiempo para voltearse a ver quien había lanzado el ataque, por lo que aprovechó para presionar hacia adelante. Zarpazo tras zarpazo buscaba hacer retroceder a la criatura, pero por más que atacaba, no parecía dañarla en realidad. Sólo estaba comprando tiempo, pero sabiendo que si se detenía probablemente sería alcanzado por la furia ardiente de su contrincante, se mantuvo en la ofensiva. "Aagron!" Gruñó. "No creo poder asestarle un golpe definitivo! Te daré todo el tiempo que pueda para que encuentres su punto débil!" Sonaba agitado, sonaba lleno del vigor que sólo una batalla podía generar en un guerrero como era él. Un zarpazo más y al girar, el león sacó su tridente de su espalda y lo apuntó hacia la criatura. Sus garras se habían deformado con el intenso calor, pero no había tiempo de lamentarse.
Jeaga, su aprendiz había vuelto corriendo a ayudar con la batalla. Lanza en mano, alcanzó a Aagron y empezó a rodear a la criatura buscando el ángulo para asestar un buen golpe. "Señor Aagron, traje ayuda. Me alegra haber llegado a tiempo" Musitó mientras el calor del lugar no hacía más que crecer.
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Aagron
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Post by Aagron on Apr 15, 2018 17:52:39 GMT
Tiempo, necesitaba tiempo. Su arma era inservible y sus niños habían demostrado ser mas eficaces contra la criatura de lo que lo era el metal, sin embargo era más arriesgado. Vio a Hiro avanzar, los dos puntos rojos que formaban los ojos de la criatura retrocedieron cuando un destello cruzó el cielo, de no venir de su espalda el dragón hubiera quedado siego, y la luz momentánea le hizo sentir de algún modo revitalizado. Si, el sol volvería a salir luego de aquella pesadilla, amanecería una vez más y para cuando el sol saliera a relucir su luz con orgullo, aquel monstruo que tenía frente a él sería mero polvo inerte.
Los ojos de la criatura nuevamente estaban en movimiento, el ser mostraba aturdimiento al momento de intentar perseguir o atacar a alguno de los presentes. Jeaga llegó entonces, Aagron asintió en su dirección
Apretó los puños de nuevo. Las escamas seguían ahí, su concentración también. Sus ojos se afilaron cuando una vez más, se dispuso a ir a la carga contra la enorme criatura. Hiro estaba justo delante, la armadura del Rakshasa era plenamente visible entre el fuego, podía utilizar aquello a su favor.
–¡Hiro! —exclamó, un aviso corto antes de proceder a la siguiente acción.
El dragón se impulsó desde el suelo, y luego también usó el hombro de su compañero como apoyo para alzarse en el aire. La altura necesaria para preparar un segundo golpe. Sus manos se juntaron tras su cabeza y fue cuestión de momentos, para que cual mazo, los puños cerrados se enterraran entre los dos puntos rojos. Hubo algo sólido allí, un golpe certero y duro que obligó a la criatura a bajar la cabeza. Contra las cenizas de los cultivos ya calcinados, de nuevo en aturdimiento la criatura intentó retroceder ante el fuerte golpe que había dado justo en la cabeza.
La cabeza era su punto débil, y la tenía baja ¡Era su oportunidad!
—¡AHORA! —gritó de nuevo. Un golpe más debería bastar ¡Un golpe más!
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