E4: Don't mess with the Beast (Abierto 2/2)

Iba a lanzarse a su compañero pero el fuerte empujón la hicieron soltar un fuerte grito de dolor, empezó a temblar por el mismo y miró al Lycan aferrándose al suelo con miedo, tratando de evitar ser arrastrada... Aunque fue en vano, observó en cámara lenta la mandíbula d la bestia abrirse, la saliva tibia cayendo sobre su muslo y de repente el grito que anunciaba el dolor que le provocaba aquella fuerte mordida, sintiendo como sus ojos se nublaban en lágrimas por el dolor , pero al menos el primer mordisco había sido solo su carne, por lo que golpeó el piso varias veces y antes de que el Lycan diera un segundo bocado lanzó un par de bola de fuego directo hacia su hocico mientras se echaba hacia atrás jadeando del dolor puro.

Se arrastró hacia un árbol y miró su pierna ensangrentada y la carne viva y luego miró al otro kitsune pidiéndole ayuda con la mirada, necesitaba un plan para que ambos salieron de allí pero no podía hacerlo sola, necesitaba al muchacho. Llamaradas salieron de la palma de su mano y acercó el fuego a su pierna cauterizando la herida nuevamente, está vez gritando con mucha más fuerza, sintiendo como toda su garganta se lastimaba y el fuego hacía su trabajo. -...Solo quiero ayudarte... Lo haces... Mucho más difícil...- Se levantó con dificultad recostada del árbol, clavando sus garras a éste. -...Ya no puedo más... No por demasiado- Jadeó un poco y trató de mantener el equilibrio, mientras desarrollaba el plan en su mente mientras las lágrimas de dolor inundaban sus mejillas, sintiendo el ardor recorrer la pierna que había sido lastimada y su corazón bombear con fuerza una y otra vez.

Nuevamente ese sabor extasiante, mucho más que el anterior invadía todos sus sentidos. El sabor de la sangre y de la carne de la kitsune era realmente delicioso, algo a lo que podía acostumbrarse sin duda. Quería dar otro mordisco, probar más de aquel sabor, pero las bolas de fuego se lo negaron por completo, dejándolo aturdido tan solo unos instantes y dándole tiempo de retroceder unos pocos centímetros, aunque claro, eso no funcionaria por mucho tiempo. Agito la cabeza para lograr espabilarse un poco de las llamas que habían golpeado su hocico, para así mirar como la kitsune trataba su herida con su propio fuego aunque eso era una solución bastante temporal. No tardo más en gruñir para acercarse nuevamente a donde ella estaba, apenas y escuchando sus palabras, solo quería devorarla, pero algo interrumpió eso, algo no quiso que el acto de carnicería del licántropo se diera. El muchacho no tardo en atacarlo como si quisiera darle tiempo a la mujer que a duras penas se ponía de pie. Las uñas del kitsune se clavaron en sus ojos causando un rugido, más que de dolor, uno de total furia, una furia generada al ser interrumpido en medio de su alimento.

Al cabo de unos momentos, el agarre fue débil y el kitsune no tardo en caer al suelo, lloroso... Débil, resignado. El licántropo se volteo furioso a verlo, gruñéndole casi en la cara mientras se acercaba. Aquella criatura lo había interrumpido, y eso... Lo había sentenciado. Sus fauces se abrieron de inmediato, y en cuestión de segundos, los filosos dientes del lycan se clavaron en la costilla del kitsune, alcanzando su abdomen y su espalda, apretando y causando que la sangre salpicara. No tardo en levantarlo en esa posición, saboreándolo y volteándose a la mujer para que viera como su ''salvador'' estaba en esa situación. Lo impulso con la cabeza para arrojarlo violentamente al árbol, chocando contra este, y mirando a ambos kitsunes, preparándose para atacar y acabar por fin con ambas presas.

Aquel apretón hacia que el Chico perdiera mucha sangre, y aquel golpe contra el árbol le hacía rodar al lado de la Kitsune, no podía reaccionar, aquel ataque había sido tan rápido que Ush ni siquiera tuvo tiempo de dar algún grito de dolor. Sus ojos habían perdido su brillo, su mirada era opaca, su cuerpo ya no era capaz de hacer ningún movimiento. Aquel apretón había dejado en esta crítico al chico haciendo que este perdiera mucha sangre, no tenía ninguna expresión en su rostro… su luz se estaba apagando.


Respirando con dificultad intentaba posar su mirada en la chica, poco y nada veía, las lágrimas no lo dejaban divisar. Sus labios estaban secos, y su cuerpo devastado. Al pasar unos minutos sus lagrimas se habían secado, el dolor había pasado ser parte de él, las acciones pasaban ante su mirada lentamente escuchando aquella melodía que entonaba dulcemente la chica. Alzo sus orejas con cuidado, dando una pequeña sonrisa comenzó a acompañarle en su canto. El Kitsune conocía aquella canción, era una de las muchas que cantaba con su madre. Su voz se entrecortaba y poco a poco el chico dejo de hilar las frases, tomando más tiempo en que una tonada llena de tristeza y dolor saliera de sus labios.

… Silencio absoluto… la llama del chico se había extinguido, dejando su cuerpo inerte en el suelo, sus ojos lentamente se cerraron y un leve suspiro final salía. No estaba muerto, pero iba en camino si no le hacían reaccionar rápido.