Raymond Clive
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"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Feb 6, 2018 19:37:39 GMT
El licántropo, fue lento y silencioso en su andar por la habitación. e dirigía hacia Diana, harían varias horas de que le hubiera dicho por la tableta que necesitaba hablar con ella. Se anunció con respeto antes de sentarse, su espalda tronó al hacerlo. Raymond tristemente se estaba poniendo viejo, si, lo suficiente para decir que estaba rebasando la edad promedio de esperanza de vida para un licántropo cuando al menos, los que él conoció en su tierra difícilmente llegaban a superar los doscientos diez años que ya había vivido él. Por más que luchara, por más que hiciera lo posible para no dejar entrever ante nadie sus debilidades, su cuerpo constantemente le jugaba malas pasadas, el desorden de sueño que con el tiempo había mermado gracias a las infusiones que tomaba en las noches y ahora descansaba más corrido y más extenso, más no era capaz de mantener aquello constant. Observó a la beta, y luego ajustó su postura para no estar más erguido que ella, había mucho a lo que quería hacer mención en ese instante, había mucho que deseaba preguntar, decir, ofrecer. Pero Primero lo primero. Tenerle a Diana más confianza que a cualquier otro ser vivo no fue, era, o sería nunca motivo de excusa para faltarle el respeto y olvidar su lugar o deber. Tomó aire, luego habló Lo que mencionó, fue un pequeño y breve recuento de sucesos, algo que según su perspectiva era bueno para evitar dejar algún cabo suelto o pasar las cosas por alto. El hombre fue objetivo Al hablar de los sucesos y temas de mayor rigor, lo que más hubiera llamado su atención los dos días de ausencia de ambos líderes, los días en los que él se había asegurado de llevarles comida o asegurarse de que alguien más lo hubiera hecho. Entre lo importante, estaba lo ocurrido con Wolfeimer, el solo mencionarlo por encima, lo puso tenso, rígido, Raymond de no ser objetivo habría soltado tanta blasfemia conociera hacia el muchacho. Pasó de tema entonces; mencionó a aquellos que en ausencia de ambos líderes por aquellos dos días, habían ayudado a mantener la unión y el orden recordando las reglas que ya habían, Shinaja'e estaba entre ellos, no se mencionó a si mismo considerando que solo había hecho lo correcto. En un momento así, la manada había puesto cada diferencia a un lado, en un momento así, en una situación crítica, habían logrado poner los problemas internos a un lado para mantenerse unidos como hermanos y hermanas. Y fue una vez terminado el reporte que se aclaró la garganta. Miró a Diana con atención, esperando que algún movimiento le autorizara el dejar de lado su deber y poder tocar otro tema que le preocupaba,. Todos, seguramente todos estaban buscando soltar sus preocupaciones con alguien, y no le sorprendería que para la mayoría, ese pozo de confianza fuera Diana. Sabía de aquellos que le llamaban "madre" y era que no iba a negar que el carácter de Diana había sido protector y maternal desde que la conocía, ahora, luego del nacimiento de los cachorros, aquello se había fortalecido junto a sus precauciones y cuidados hacia aquellos fuera de los suyos; lo podía percibir. Pero seguía preocupándose por ella. Le conocía, y sabía que sería capaz de mantener sus problemas dentro, pero le apreciaba lo suficiente también para estar dispuesto a ser su soporte si ella lo necesitaba; Diana era lo que él podría llamar su hermana fácilmente, después de todo. Al demonio, no podía callárselo —¿Hay algo que pueda hacer por ti?—preguntó luego de un breve silencio, su objetividad se desvaneció poco a poco cuando se mostró preocupado ante ella. — No lo sé, uh... buscar comida, montar guardia, buscarte algo de tomar, alguna otra cosa... —de nuevo silencio, Raymond tragó grueso antes de realizar un último ofrecimiento que de parte de él sin dudas sonaría extraño por lo poco común que era escucharlo de su parte — ¿Un abrazo, quizá?Realmente estaba preocupado por ella, era algo que ya no podía esconder, y fue luego de soltar todo lo que tenía en la cabeza que se preguntó si había sido demasiado apresurado o intrusivo. Ya había lanzado la piedra, no escondería la mano.
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Diana
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Post by Diana on Feb 11, 2018 2:29:02 GMT
No esperaba la llegada de Raymond aquella noche; había dispuesto de una de las habitaciones de uso general para los inquilinos y despejar su mente. Poco tiempo antes había tenido una conversación con Jundel que sólo la había preocupado más de lo que ya estaba pero aún a pesar de ello, debía darse tiempo para escuchar al mayor de la manada. Le tenía confianza y respuesto por su buena disposición y sobre todo experiencia. Sentada frente a él, con los ojos cansados y las prendas apenas cubriéndole la desnudez, mantenía los oídos dispuestos para atender a lo que fuese que tenía que decirle.
Algunas cosas las sabía y otras le llegaban como sorpresa pero se sentía tranquila de que hubieran miembros siempre dispuestos a brindar apoyo en su ausencia, en especial en tiempos en los que su atención se veía dividida entre la manada y su familia. Debería agradecerle con propiedad a Shinaja'e en la primera oportunidad. -Gracias Raymond- respondió a su reporte, pensando que eso era todo lo que le diría, sin embargo, lo notó distinto, como si algo le quemara la garganta. Apenas estaba por preguntarle pero la preocupación del otro fue más puntual que la suya. Diana se mantuvo silenciosa por momentos, siendo testigo de las reacciones del otro hasta que fue lo último lo que terminó por quebrarla. Comenzó a reír, no por burla, sino porque la situación le parecía tan... ajena a la realidad. -¿Un abrazo?- preguntó de manera retórica mientras su postura se relajaba un poco, permitiéndose apoyar las manos sobre los descansa-brazos de la silla de madera. -Me temo que eso no aminorará las situaciones que me aquejan pero aprecio tu lealtad y sobre todo tu amistad, Raymond-. Su voz era serena y su sonrisa, aunque se encontraba entre un mar de perturbaciones que se manifestaban en su mirada, era sincera.
Podía confiar en él, lo sabía bien. Depositar sus angustias aunque fuese durante esa noche en un viejo amigo. Respiró profundo, agachando un poco la cabeza, dejando por un instante su posición y permitirse ser la mujer vulnerable que era en aquél momento. -Sólo... escúchame- dijo, levantando la mirada para encontrarse con la de él. No estaba segura si debía atreverse a incomodarlo con sus problemas, pero debía despejar la mente de la incertidumbre y al menos encontrar consejo en alguien, antes de dar con una solución, sobre todo a un problema que de momento no creía que era prudente dejar caer sobre Fauce.
-Los cambios me han tenido nerviosa... y eso sumándolo a la aparición del errante ante nuestra manada... Sigo sin comprender el por qué pero me temo que Fauce no está diciéndome toda la verdad- se mordió el interior de la mejilla, desviando la mirada hacia el pasillo que daba a su habitación. Esperaba que el alfa estuviera dormido y no escuchando la conversación. Se puso de pie, haciéndole una seña para que la siguiera al primer piso. El lugar estaba apenas iluminado por lo que un paso en falso podía causar algún tropiezo. La vieja goblin, dueña de la posada al reconocerla le saludó con un gesto de mano, despegando los ojos de una buena cantidad de mirvos que reposaba sobre la madera de la mesa. Diana sólo sonrió, tomando camino hacia la puerta de la entrada. La abrió, para tomar camino por la Ciudadela; era ya de madrugada y no habían arcanos a la redonda por lo que se sintió libre de hablar con mayor soltura. -Dudo que Black Stag le haya perdonado la vida por bondad... hay algo que aún no me cuadra del todo-. Su andar continuó hasta dar con una banca alejada de la posada, cerca de la glorieta central de la ciudad. Tomó asiento, dejando un espacio para que el mayor se sentara a su lado. -Además... Jundel ha cometido una falta que me temo ha puesto en riesgo su sanidad y probablemente su vida... y tal vez... la nuestra-. Su mirada se encontraba perdida, al frente, como si estuviera recapitulando a su propia consciencia los pesares de su alma.
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Raymond Clive
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"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Feb 12, 2018 5:36:47 GMT
La risa de Diana se escuchó para él sumamente amarga, era cierto, un simple abrazo no haría la gran cosa, algo tan básico como eso, no podría borrar penas de un guantazo, nada podía hacerlo. Él lo sabía bien y sin embargo había querido probar. Raymond sin embargo sonrió, su sonrisa fue tan breve y suave que simplemente, había sido un parpadeo de diferencia entre su formación y nueva desaparición. Raymond sabía que sonreír no era lo suyo, que le daba un aspecto absurdo y casi aterrador cuando lo hacía. Sus ojos, volvieron a centrare en ella cuando le pidió que simplemente escuchara.
Si, eso, definitivamente estaba entre las cosas que podía hacer.
La primera frase, realmente no le sorprendió, Raymond si bien no podría decir que realmente conocía a Fauce, tampoco era que no llevara todos los años que llevaba en la mañana para saber algo sobre su líder. A ojos de Raymond, Fauce siempre había sido un hombre que no mentía, pero que de considerarlo necesario para mantener a los suyos a salvo, no dudaría en esconder un par de cosas. Abrió la boca solo un poco para hablar, la cerró al ver a Diana voltearse hacia la habitación; él hizo lo mismo. Cierto, no estaban solos, aquel recinto estaba repleto de lobos que bien podrían escuchar de estar despiertos; Fauce entre ellos, y si Diana no se lo decía abiertamente al Alfa, debía existir un motivo quizá más grande que el amor que sin dudas ella sentía hacia el líder de la manada, hacia el hombre al que Raymond se había jurado permanecer tan fiel como un perro. Fueran cuales fueran las circunstancias, respetaba las razones de cada uno.
Una vez fuera, dejó el silencio lo inundara. Raymond usaba ese momento para prepararse mentalmente para cualquier cosa que ella pudiera decirle, prepararse para ser quizá un poco más sensible. Le vio frenar, sentarse; él hizo lo mismo cuando notó que el espacio restante era para que él lo usara. Raymond guardó silencio por unos instantes más, le dejó explayarse a gusto y él aguardó a que le cediera un espacio para que él hiciera lo mismo.
—Realmente, la presencia de ese ser ante nosotros aquella noche, no podría estar más lejana a una mera coincidencia. —aseguró— sin embargo, razones para perdonarle la vida a Fauce... Realmente, yo, considerándome un mero subordinado veo muchas, demasiadas; ninguna que a un ser como Black Stag le pueda interesar... —de pronto tragó grueso, su pecho se sintió súbitamente pesado y su garganta se cerró al pronunciar aquellas dos palabras que conformaban el nombre del heraldo de la muerte. Mostró dientes al vacío por un instante y respirando profundo, logró proseguir— Siempre, insistiré en el hecho de que en todos los años que han pasado y en los que faltan por venir, nunca llegaré a conocer a ese hombre la mitad de bien que lo haces tú ahora. —aseguró luego— pero que incluso tú pienses algo así... me confirma que no son ideas mías, el sentirle un poco más distante de lo que de por si es.
Entonces, la mención de Jundel hizo mella en su cabeza
Sabía que en el pasado el muchacho había sido irracional, pero luego del incidente del minotauro lo veía más serio ¿Qué habría hecho ésta vez? Aquel chico, se estaba ganando su confianza a un buen ritmo; ni muy rápido, ni muy lento, se estaba ganando su puesto debidamente; todo lo contrario a Wolfeimer, quien a su parecer, el solo intentar lo volvía un estorbo mayor.
—¿Puedo preguntar de qué se trata aquello? Podría mantener un ojo abierto al respecto...
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Diana
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Post by Diana on Feb 12, 2018 7:51:54 GMT
Tardó unos minutos en mirarle. Dejó que las palabras le entraran a los oídos, concordando con ellas en silencio. El viento se sentía frío pero el clima era la menor de sus preocupaciones en aquél momento. Cubrió más su pecho, apenas cubierta por una delgada bata que no daba más que para censurar su piel morena pero dentro de ella existía una tormenta más extenuante que las inclemencias que comenzaban a presentarse en el aire alrededor de ellos. Suspiró profundamente, dejando caer un poco la cabeza, al igual que sus párpados. Como si pudiera aislarse de sus problemas al negarse de mirar su entorno.
No podía decir que se alegraba de que Raymond pensara igual que ella, pero eso le brindaba cierta validación a su intuición. En efecto, no había razón por la cuál el errante tomara especial interés y piedad por el líder de la manada... al menos no por lo que conocía de él. El tema de Fauce era importante, sí, pero de momento, consideró prudente informarle a su compañero de la otra cuestión... Jundel. Se cruzó de brazos, tomando una postura más tensa. Sólo pensarlo le irritaba, le brindaba una frustración por más de una razón. -Se ha metido en asuntos que van más allá de su entendimiento; me temo que se trate de magia negra-. Soltó aquello sin tapujos ni consideración a ser delicada por ello. En parte por su gran decepción y molestia y por otro lado porque no había forma de decirlo con sutileza. -A raíz de su imprudencia, ha tenido pesadillas y encuentros con criaturas de ceniza... al parecer durante sus sueños-. Se llevó una mano a la sien, tratando de no dejarse llevar por el ira.
-No creo que sea prudente decírselo a Fauce... su corazón está débil y no deseo acortar su oportunidad de estar con nosotros por el descuido de un cachorro descarriado-. No hubo ternura en sus palabras; estaba impaciente y sobre todo, preocupada... No detestaba a Jundel pero temía que sus descuidos fueran a causar una ruptura en la manada. No podía permitir que eso ocurriera. -Los eventos se han colocado ante nosotros en el peor de los momentos... Admito que hemos estado ausentes... estos últimos meses han sido difíciles y no tienes idea lo mucho que agradezco que se unan para llenar ese vacío- declaró. -Si bien, jamás hemos descuidado nuestras labores... la llegada de los cachorros ha eclipsado nuestras prioridades. Me siento inadecuada, por no haber notado el descuido de Jundel... de no haber detectado en su conducta alguna señal que pudiera prevenir esto. No es cualquier cosa... tiene marcas en el cuerpo-. Frunció el ceño al recordar las heridas del lobo para después, agitar suavemente la cabeza. Reprobaba la situación por completo.
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Raymond Clive
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Post by Raymond Clive on Feb 14, 2018 1:08:18 GMT
Magia negra.
La sola mención de aquello lo puso rígido, tensó hasta el último músculo existente en su cuerpo. Raymond, en su momento, había visto cómo la magia negra retorcía mentes y corrompía cuerpos, eso solo por mencionar una de las pocas cosas que era capaz de recordar al respecto. Él en aquel entonces estaba atado, incapaz de moverse, no había mucho que pudiera haber visto, tampoco mucho que pudiera haber recuperado en su memoria de aquellos años, pero reconocía que de ser así, era algo de lo que debía preocuparse. Su mirada cayó en Diana nuevamente, lo que antes era toda su atención parecía ser poco para él. Pronto el resto de las preocupaciones de la beta empezaron a surgir también. Él se despojó del abrigo que siempre llevaba encima y se lo tendió sin prisas. Entendería si lo rechazaba.
—Ustedes, tienen sus prioridades claras —le aseguró con convicción. Una de sus manos encontró su sitio en el hombro de la mujer y sus ojos esta vez se habían dirigido directo a los de ella— Sería extraño, y hasta preocupante que nos pusieran a nosotros por encima de su propia sangre. No es algo por lo que frustrarse o culparse, es algo tan natural como respirar, y se supone que nosotros debemos ser capaces de mantenernos en los límites sin que ustedes anden persiguiéndonos a cada segundo. —culminó. Ella no era culpable de que Jundel se hubiera descuidado, y tampoco era como que el nacimiento de los cachorros le hubiera quitado "el poder de estar en todos lados a la vez" algo que, siendo realistas, nadie en existencia era capaz de lograr. Raymond conocía bien al muchacho, conocía su corazón de oro y sabía que muchas veces los corazones más nobles podían pecar de tontos; era cierto que el muchacho en el pasado había sido problemático, luego del evento del minotauro había mantenido un ojo abierto en su dirección, y realmente lo había notado mucho más serio y a ralla de lo que jamás hubiera esperado. Sin embargo, una metida de pata como la que Diana describía... no, no era algo que se pudiera pasar por alto, había que tratarlo.
Pero incluso si así era...
—Déjame tomar responsabilidad de esto —pidió— Si ocurrió durante mi guardia, tengo parte de la culpa por no haberlo notado en el momento que debía notarlo.
Raymond bajó la cabeza. No era secreto para nadie que el viejo licántropo solía darse a la tarea de cuidar a la manada tanto como su puesto se lo permitía. Era el primero en despertar por las mañanas y chequear los alrededores; el último en comer, en entrar a la guarida al caer la noche, en dormir cuando hacía tal cosa como aquello (lo cual, a no ser que contara todas las cabezas que debían haber, ni siquiera intentaba si su cuerpo le permitía permanecer despierto unas pocas horas más). Quizá se tomaba demasiadas molestias para ser un simple miembro, por más tiempo que llevara no era un deber que se le hubiera asignado formalmente en ningún momento, pero lo hacía por que quería, porque aunque no lo pareciera, apreciaba a los miembros de la tormenta. Y también, porque en parte, siendo el más viejo, también consideraba que en cierta medida era su responsabilidad velar por los más jóvenes.
Su mano, firme en el hombro de la mujer se retiró lentamente. El hombre miró al cielo pensativo por momentos y luego pasó sus manos por los rubios cabellos en su propia cabeza. Si, ahora había más que podría hacer. Entendía el porqué ella quería mantener a Fauce fuera de aquello, el alfa quizá no se encontraba totalmente recuperado en aquel momento, y lo que menos había que hacer era ponerlo de los nervios. Entendía eso y lo respetaba. Sus ojos, enfocados en las estrellas que el cielo dejaba a plena vista,
—Mantendré un ojo abierto al respecto, si te trae tranquilidad —le aseguró— Puedo hacer eso cuanto menos.
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Diana
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Post by Diana on Feb 26, 2018 22:34:40 GMT
De momento no se encontró con la mirada de Raymond. Lo escuchaba... incrédula a sus palabras. No podía sacudirse la responsabilidad y culpa que sentía. Sí, sabía que su prioridad ahora eran sus cachorros pero se hallaba en una posición en la cual no podía separarse de la manada. Muchos la veían como una madre y ella a ellos como si fueran sus hijos. No era tan sencillo separar los lazos de sangre con los del corazón y espíritu. Sus palabras de consuelo, por alguna razón, le hacían sentir un vacío mayor. Que tuviera ese nivel de confianza y fé... le aterraba decepcionarlo, no sólo a él sino al resto de la manada. Tomó el abrigo, para cubrirse mejor, sin reaccionar de inmediato y agradecerle por el gesto. No era extraño que esos cuidados vinieran del resto de los lobos. La manada se valía de la intimidad con la que todos se trataban. Giró el rostro para verle, una vez que tomara voluntad para dar seguimiento al asunto. Alzó suavemente el cuello, tomando en cuenta sus palabras y considerándolas por un instante, antes de contestarle.
Necesitaba apoyo pero no quería atreverse a perturbar a Fauce con ello. No porque no fuera importante pero porque su salud estaba comprometida. No había otro miembro en quien confiara más que en Raymond; le tomaría la palabra. Tomó la mano del mayor, aquella que había estado apoyada sobre su hombro. -Gracias- suspiró, bajando la mirada. Sentía vergüenza, se sentía indigna, pero era importante... sabía que de no aceptar su ayuda terminaría tomando todas las responsabilidades y agobiándose por los problemas que terminarían por ser muchos para sus dos manos.
-Lamento que sientas la necesidad de intervenir... pero es importante... Presiento que, ahora más que nunca, no deben de haber fracturas en nuestra manada... Algo está por ocurrir-. No se atrevía ni a pensar qué, pero tantos cambios, tanto desajuste no podía ser por nada bueno. -Ni siquiera he podido comprender lo ocurrido con Fauce... cada vez es más complejo todo-. Aquello se le escapó; Diana siempre era reservada con sus inquietudes pero estaba vulnerable, y su temor tomaba control de su prudencia en ratos.
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Raymond Clive
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Post by Raymond Clive on Mar 3, 2018 20:41:32 GMT
Diana sin duda estaba en su borde.
Raymond podía recordar una buena cantidad de veces que la beta había estado preocupada. Si, pero en ninguna de aquellas ocaciones la situación ea tan crítica, y en ninguna había visto a la mujer en un estado como en el que ahora le veía: distante, como si su cuerpo estuviera allí pero su mente no. Le dolía, le dolía ver que ella era en efecto la más afectada de todos por la situación ¿Cómo no podría serlo? El propio Raymond aún sentía el corazón en la garganta cada vez que recordaba que Fauce pudo haber muerto justo frente a él. Mentiría si dijera que no le afectaba, mentiría si dijera que era ciego a los problemas de la manada, mentiría si dijera que todo estaría bien...
Las manos de Diana tomaron la suya. El licántropo miró el gesto casi incrédulo, sus ojos primero miraron las manos de la fémina y luego buscaron los ojos verdes de la misma atónitos; ninguno de los movimientos fue brusco al hacerlo, pero no los encontraría en tanto ella bajaba la mirada. Estiró los labios hacia atrás, no en irritación, sino en preocupación, escuchando cada una de sus palabras, desde el "Gracias" hasta las preocupaciones que le compartía nuevamente. Él ajustó el agarre lentamente, intentando de esa forma recordarle que ahí se encontraba, para ella, para Fauce, para toda la manada de hacer falta y que su cuerpo sería un escudo de ser necesario.
No, un escudo no era lo que ella necesitaba.
En ese momento, lo necesario era un pilar.
Comprendiendo sus palabras, dejó que el silencio reinara un momento. No había nada que él pudiera decirle sin sonar insensible o insolente. Su honestidad muchas veces se llevaba por delante cosas tan básicas como lo era el tacto, por ello pensó con cuidado, y en el menor tiempo posible en qué decir, cómo decirlo, incluso en su cabeza se imaginó las situaciones; seguía siendo duro quizá.
—Tienes razón, hay que evitar las fracturas a toda costa. —habló de nuevo— Por el bien de todos, hay que entender que no estamos luchando en soledad... Estamos aquí para apoyarnos mutuamente. —tragó grueso. Estaba ignorando todo lo que su cabeza le había dicho que hiciera ¿Por qué?— Por eso... Gracias, gracias a ti por dejar esta confianza sobre mis hombros —prosiguió—. Por eso. Por eso y por tantas otras cosas. Gracias a ti, Diana.
Estaba honrado sin dudas, pero no podía dejar que aquello se le subiera a la cabeza. Todo aquello que se había vuelto una maraña de emociones que para él era difícil de manejar, se disolvió en gratitud. Gratitud por creer en él y por haber cedido al menos un problema que con el tiempo, quizá sería demasiado para que ella manipulara; le conocía, y sabía que existían veces en donde la propia Diana podía ser más testaruda que el fiero alfa de la manada, que ella le diera la confianza con respecto a aquel problema, además de honrarle, le aliviaba.
Era algo menos que pudiera perturbar los sueños de la Beta. Aunque no fuera cercano a la mitad ni por asomo, estaba feliz de poder ayudarle.
—No te defraudaré —añadió de pronto— lo prometo.
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Diana
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Post by Diana on Mar 6, 2018 22:18:19 GMT
Diana suspiró profundo, sintiendo algo de alivio. Le angustiaba lo que depositar su confianza podría representar para Fauce que era tan orgulloso, principalmente por su compromiso tan arraigado de ser él quien protegiera a la manada, porque eso era lo que había prometido. Volvió nuevamente a mirar al frente, perdiéndose en el empedrado de las calles, soltándose del tacto del otro. -Sabes que no es de mi agrado pedir ayuda- recalcó. La manada lo sabía bien, ella, como el alfa, se tomaba su posición con seriedad y honor. Pero veía ahora a la manada tan diferente incluso distante que era imposible partirse en pedazos para prevenir una crisis. -No deseo cargarte más de lo que puedes manejar; dime, ¿tú estás bien?- preguntó de pronto, percatándose de que pudo haber sido desconsiderado de su parte arrojar una responsabilidad así sin siquiera saber sobre sus asuntos.
Lo miró de nuevo; tal vez era terquedad por la edad pero sabía que Raymond también se reservaba frustraciones personales. Sus intercambios eran generalmente respecto a asuntos de la manada y no tanto de cuestiones privadas. Con todo lo ocurrido dentro de la manada, los límites de la autoridad parecían hacerse más borrosos. Se preguntaba si debería reforzar su posición; imponerse más como beta y asegurar el bienestar de todos aunque le costara todo...
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Raymond Clive
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Post by Raymond Clive on Mar 7, 2018 20:27:37 GMT
"Sabes bien que no es de mi agrado pedir ayuda" Si, era algo que con el pasar de los años había aprendido por buenos y malos ratos.
Raymond, al ver que ella lo soltaba regresó ambas manos al frente, apoyando los codos en las rodillas entrelazó los dedos y luego dejó la barbilla reposar contra los nudillos. Esperaba que ahora reinara el silencio, calmar las ideas para plantearse cierta el cómo proceder al respecto con la tarea que se le había sido confiada. Sin embargo, aunque no le extrañaba que Diana hubiera hecho tal pregunta, por primera vez en largo tiempo, no sabía exactamente que contestarle. En una situación normal, su respuesta hubiera sido "Nada que pueda considerar importante. Estoy bien", pero los eventos ya distaban de normales. Raymond, luego de muchos años ejerciendo una constante labor plenamente voluntaria y fiel de servicio para con la manada, más allá de lo que distinguía claridad empezaba a sentir algo en lo más profundo de su cabeza, y quizá de su pecho. ¿Su alma alzándose luego de décadas moribundas, quizá? Esperaba no fuera el caso y de serlo, la mantendría a ralla para evitar que esta interfiriese con su deber.
Suspiró. Ésta vez fue él quien no se atrevió a mirarle. Del mismo modo en que Diana confiaba en él, Raymond podía decir que Diana era la persona en la que más había confiado en toda su vida. No sabría decir si incluso confiaba en ella más que en el propio Fauce, quizá no se atrevía a pensar en ello tampoco. Una mano se centró en su pecho, el licántropo sintió bajo la palma el palpitar de su propio viejo corazón. Reflexionó la pregunta "¿Estás bien todavía, anciano?" Se repitió. Y luego de respirar profundo, Raymond si bien titubeante al no saber como expresarse, habló con toda la honestidad que lo caracterizaba.
Se le daba mal hablar de si mismo, pero al menos lo intentó
—realmente... No lo sé —inició— De un tiempo para acá, he empezado a sentirme inconforme conmigo mismo. Siento que lo que hago no basta, cuando hasta haría unos meses me sentía pleno con ello... —realizó una pausa, se miró las manos. Cinco dedos en cada una, una cicatriz en cada muñeca, Las conocía sumamente bien, si, pero en ese momento las observaba como si se tratara de un niño pequeño tratando de descifrar su funcionamiento. Las cerró lentamente en dos puños— No lo entiendo, simplemente. Quizá era algo que estaba allí desde hace tiempo y solo lo ignoraba, quizá la vejez empieza a pasarme factura y me cuesta respirar cuando pienso en todo lo que ocurre. No lo sé, quizá la mayoría, incluso Rohde, quien más me lo ha repetido, han tenido razón todos estos años.
Suspiró, cerró ambas manos en puños "Parecieras estar luchando solo cuando no es así" Aquello era lo que la mujer le había repetido hasta el cansancio y seguía repitiendo sin cesar cada vez que le veía en un estado de cansancio deplorable, en otras palabras- casi a diario.
—Aún así... me niego a que algo meramente emocional me tumbe y me prohiba cumplir con lo que me corresponde y un poco más —concluyó enderezando un poco su espalda, tanto como pudiera sin estar más erguido que ella. De mostrar su forma lupina, posiblemente sus orejas estarían alzadas, el pelaje del cuello también, como si de púas se tratara. Una agresión contra el estorbo que representaban sus emociones para él.— me niego a que mi egoísmo me vuelva ciego a los problemas más grandes. No pienso dejar que algo tan pasajero como mis emociones me distraigan.
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Diana
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Post by Diana on Mar 10, 2018 0:49:07 GMT
Diana suspiró profundamente, desviando la mirda nuevamente. Movió la cabeza, negando las palabras de Raymond. Respetaba sus puntos de vista y más tratándose de cosas personales, además de que, comprendía que la edad lo hacía alguien sabio que no hablaba por hablar pero no podía quedarse sin darle su opinión respecto a lo que acababa de decir. -Viniendo de mí es difícil de creer; estoy consciente de mi terquedad y de mi rechazo a la idea de desbordar mis emociones y problemas en los demás. Pero... tal cual se hace con un resfriado, se debe de hacer con la enfermedad del corazón y el espíritu- dijo, mirando apenas de reojo a Raymond antes de continuar. -No es egoísmo, pero no puedes perderte por completo por los demás... Porque entonces, realmente, no estás ahí- lo último lo dijo en un susurro.
-Sólo tú sabrás lo que atraviesa tu mente pero no lo ignores de aquí en adelante- dijo determinada. -Puede llegar a ser hasta irresponsable- apretó la mandíbula al decir esto. Sabía que ella solía caer en estas palabras que mencionaba pero decirlo en voz alta le ayudaba también a reforzar estos consejos en su mente y no caer en los mismos errores. Apoyó nuevamente la espalda sobre la banca. -Se nos va a acabar la vida más rápido así-.
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Raymond Clive
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Post by Raymond Clive on Mar 26, 2018 15:18:27 GMT
Raymond apreció las palabras de Diana por sobre todas las cosas en ese momento. El licántropo le miró con atención, su orgullo rechazaba tal verdad cuando él en su sensatez luchaba por incrustar aquello en lo más hondo de su consciencia, pues sabía perfectamente bien toda la razón que había en esas palabras; ya lo sabía, ya sabía que era sumamente imprudente de su parte perderse por los demás, lo sabía pero no quería aceptarlo. Se contradecía de tantas maneras distintas en ese aspecto, que simplemente pensarlo demasiado le hacía doler la cabeza; su razón y su impulso iban en dos direcciones totalmente contrarias en realidad.
Sin embargo, lo último le causó cierta gracia, no porque fuera un chiste, si no por lo irónico que le resultaba. Diana hablando de quedarse sin vida cuando a su lado tenía un hombre que bien podría haberle cambiado los pañales o incluso ser fácilmente su bisabuelo; de hecho se preguntaba a si mismo cuanto le faltaba antes de estirar la pata, sabiendo que al menos entre sus progenitores, se sabía que el más anciano había llegado a los doscientos veintitrés. De pronto se sintió más viejo de lo que solía hacerlo, y realmente le hubiera gustado reír; nuevamente guardó silencio por mero respeto. El hombre lentamente se irguió entonces, su mirada fija en los actos de la mujer, sus expresiones y gestos. Se dio un poco más de libertad; él se irguió un poco más y dejó sus hombros finalmente caer como peso muerto en relativa relajación y sus ojos se fijaron en el cielo nocturno.
Era cierto, viniendo de ella era ciertamente un tanto complejo de procesar también; los dos pecaban de esconder tantas cosas dentro de si mismos, pecaban de mantenerse en silencio y actuar por su cuenta sin darse cuenta del daño que esto les hacía. Raymond mordió sus labios por un momento, se repitió las palabras de la beta una vez más "No puedes perderte por completo por los demás". Apretando la mandíbula respiró profundo en silencio, un silencio que quizá duró poco más de lo que sería necesario.
—Entonces hagamos algo también por nosotros mismos —propuso. Nuevamente le miró y esta vez le extendió la mano. Lo que le proponía lo hacía como amigo, no como subordinado; se dio un simple momento para desconectarse un poco, y actuar con mera libertad— tratemos de pensar en nosotros mismos antes de que nos perdamos ¿Si?
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Diana
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Post by Diana on Mar 30, 2018 2:16:52 GMT
Observó la mano de Raymond extendida frente a ella. Tal petición era difícil de aceptar; irónicamente después de lo que acababa de decirle, hallaba cierta resistencia para quedar en tal acuerdo pero finalmente, sostuvo la palma ajena entre la suya. -Haré el intento- respondió con una sonrisa apenas visible frente al rostro de su viejo amigo. Era difícil siquiera pensar en ponerse en tal postura; primero, antes que cualquier cosa o cualquier ser. ¿Podría con semejante capricho? -Supongo que... de alguna forma ya tomé tal camino-. Al momento en depositar su ser y vida en Fauce del Norte sus motivos eran ya personales donde los sentimientos se hicieron una prioridad. Tal acto culminó en tres hermosos cachorros que ahora la hacían chocar entre el deber y la sangre. Estrechó aún más la mano de Raymond mirándolo con una vulnerabilidad que pocas veces dejaba asomar en su rostro. -Dime... ¿Estás haciendo ya algo por ti mismo, Raymond?- preguntó genuinamente consternada.
Sabía poco de su pasado pero podía leer en las marcas de su rostro, los arrastres de su voz y el sometimiento de sus gestos que había dolor en su larga historia. Puntos donde el corazón se había quebrado; lo sabía de primera mano y por esa razón lograba identificarlo en otros que compartían tal sufrimiento. El mayor así como ella, se reservaba a sí mismo y proyectaba deber exclusivo a la manada. Su fragilidad y sentir eran invisibles para la mayoría; eran fugaces los momentos en los que Diana alguna vez había logrado verle el alma pura y sin máscaras. -Espero que así sea...-. Reforzó el tacto colocando su otra mano por encima, palpando suavemente en un gesto reconfortante pero a la vez preocupado.
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Raymond Clive
La Resistencia
"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Apr 3, 2018 22:27:18 GMT
Diana había aceptado.
Raymond podía entender que quizá no sería fácil, para ninguno el aceptar velar por el bien propio antes que el del resto. Pero era algo que ambos necesitaban, quizá con más urgencia de lo que quisieran admitir y eso era sin lugar a dudas un problema. El hombre a duras penas sonrió al verle tomar su mano; tomar ese compromiso, terminaría siendo bueno para ambos en un periodo de tiempo que de momento podían ignorar, desconocer, en incluso ser incapaces de ver. Pero habrían beneficios cuanto menos. Pero su sonrisa duró poco cuando en las expresiones de Diana, pudo haber jurado que le vería desplomarse en cualquier segundo; estrechó también la mano de la Beta cuando le sintió hacer lo mismo. Su agarre fue firme y seguro en cuestión de segundos o incluso menos. Raymond entonces escuchó lo que ella preguntaba.
Realmente, se podría preguntar mil veces; en ese instante no estaba seguro. El licántropo pareció haber dejado de respirar en los momentos que reflexionó aquella pregunta, del mismo modo en que ella cubrió su mano al final, Raymond nuevamente hizo lo mismo, vacilante quizá. Su rostro mostró pesar, pues le gustaría tener la respuesta a esa pregunta. Suspiró, bajó la cabeza lentamente hasta que su frente rozó los nudillos de la mujer.
—Yo también espero que sea así —fueron sus palabras. Decir que eran sinceras y claras era casi quedarse corto al respecto.
Y fue como si pronunciar eso, le quitara un peso invisible de los hombros.
Raymond lo sintió; sus hombros cansados lo sintieron y lo agradecieron inmensamente al relajarse, fue tal el cambio que el enorme Raymond pareció haberse reducido en su tamaño. El hombre respiró con soltura por primera vez en mucho tiempo, respiró con libertad antes de erguirse nuevamente. Tranquilidad fue lo que pudo verse en su rostro, lo que se pudo distinguir sin ningún tipo de problema o error. Raymond estaba tranquilo en aquellos momentos finalmente.
Si, Raymond quizá ya estaba haciendo algo por si mismo sin siquiera darse cuenta, sin siquiera intentarlo realmente.
—¿Deberíamos volver ahora, Diana? —cuestionó luego
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Diana
La Resistencia
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Post by Diana on Apr 4, 2018 2:22:17 GMT
Podía ver en Raymond disposición y tal vez motivación a un futuro mejor. Permitió que se diera ese gesto de apoyarse sobre sus manos porque finalmente, era un amigo, alguien en quien en ocasiones se apoyaba y se apoyó cuando no tenía la bondad y ternura que ahora recibía por parte de Fauce del Norte. Devolvió su mano a su regazo antes de llevarla hacia la piel que el hombre le había prestado anteriormente. Se la quitó de los hombros y entregó de vuelta. -Volvamos-. De pronto a la lejanía escuchó un llanto; apenas podía percibirse pero sabía bien que era de uno de los cachorros. Bajó la mirada y sonrió, oculta entre su largo cabello castaño. -Creo que están llamándome de vuelta-. Se levantó de la banca, esperando a que Raymond hiciera igual.
Se sentía un poco más relajada, con menos peso sobre los hombros. Aún así quedaban muchas dudas y muchos asuntos por arreglar. En la caminata de regreso, entre el silencio que cómodamente los rodeaba, Diana lo quebró agradeciéndole por su tiempo y por haberle prestado sus oídos. -Lo necesitaba- dijo, reafirmando lo que justamente le había dicho. No planeaba mantenerlo como un secreto de Fauce pero por ahora, se lo reservaría. Diana sentía que debía mantener cierta firmeza ante él, verse entera e inamovible ante las circunstancias y las revelaciones del errante pero por esa noche, se permitió ser vulnerable.
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Raymond Clive
La Resistencia
"¿Qué? ¿No tienes nada importante que decir? Entonces no estorbes"
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Post by Raymond Clive on Apr 5, 2018 23:25:09 GMT
Si, sin duda aquellos eran los cachorros llamando a su madre Raymond, una vez tuvo su abrigo de regreso, se lo colocó nuevamente sobre los hombros y lo ajustó con el broche sencillo en su lugar. Como si el tiempo hubiera recordado que no debía detenerse, las primeras luces del alba empezaron a asomar lejos hacia el Este cuando Raymond se puso de pie siguiendo a la Beta con diligencia. Sus pasos grandes se ajustaron para mantener su ritmo de manera instintiva, tranquila y natural. El silencio fue agradable, ni siquiera aquellos que ya salían apresurados a trabajar inmersos en su propio mundo parecían querer alzar la voz al llenar las calles lentamente. Raymond alzó la vista al cielo, lo único que no cambiaba de ninguna manera an aquel lugar que él consideraba sumamente laberíntico, simplemente no terminaría de acostumbrarse a la ciudadela nunca por más tiempo pasara. La voz de Diana nuevamente se hizo presente; una frase sencilla pero que fue más que suficiente para comunicarle que cuanto menos, si había podido ayudar. Raymond suspiró y se pasó una de sus grades manos por el cabello. Si, era notorio en el andar de la mujer que por lo menos algo menos pesaba en sus hombros. Nada de lo que había hecho había sido complejo o algo por lo que tuviera que sacrificarse, algo tan sencillo como lo había sido escucharle, charlar, bastó para que no solo ella, si no que también él se sintieran relativamente renovados. El viejo licántropo no dijo nada, guardó un silencio tranquilo por varios momentos; la fachada de la posada ya estaba a pocos pasos más cuando finalmente se dignó a hablar una vez más: —si... Yo también.
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