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Post by Regis Salvatore on Feb 7, 2018 1:59:13 GMT
Regis se había despojado de sus ropas antes de que la noche llegara. La celda era sumamente pequeña, estrecha para él, y aún más luego de haberse paseado por el gran salón del castillo Velfast. El vástago se sentía melancólico, recordaba bien las danzas en palacio, cada año se abrían las puertas y se recibían cientas y cientas de personas, todas vestidas para la ocasión, el gran salón principal, servía para la alta clase, la plaza era decorada y aquellos que vivían en lo más hondo eran bienvenidos para olvidar las distinciones por un rato. La música casi podía sonar en la cabeza de Regis, podía escucharla a lo lejos, un vals que podría bailar y bailar hasta que sus pies sangraran.
En el espacio tan pequeño en el que estaba, sin mucho más que hacer, el hombre extendió los brazos, y en efecto, se movió al ritmo de aquel vals que sonaba en su cabeza. Sabía que no era real, sabía que no había nadie con quien bailarlo, y sabía que quizá lo escuchaba por su cordura reduciéndose lentamente hasta el cero absoluto. Se mantuvo ocupado así, bailando con la sombra de una compañera inexistente cuando la luna empezaba a tomar, tarareó entonces. Sus manos temblaban y en su forzada sonrisa los brutales colmillos asomaban lentamente a medida que el resplandor carmesí se alzaba en el cielo.
Regis no podía luchar, su condición lo condenaba.
Pronto, el corazón suave se desvaneció, el rostro de Regis lo último que mostró fue miedo antes de que su figura se desfigurara, retorciera y abriera paso a un enorme murciélago, poco más de tres metros de alto era lo que el antes hombre tenía ahora, los colmillos relucían en rojo, los ojos buscaban presas. No tenía control alguno sobre sus propias acciones.
Sangre
No había bebido sangre en días. Necesitaba sangre. Y nada lo frenaría.
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Zaniah Neshmet
Los Invictos
Vive como si tu libertad dependiera de ello
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Post by Zaniah Neshmet on Feb 10, 2018 4:18:52 GMT
Aquellos días no le gustaban en absoluto, los rugidos, lloriqueos y jadeos de la ciudad no podían ser suficientes, pues dentro del castillo también se albergaba dicha agonía que caracterizaba la luna roja. Zaniah salía de la biblioteca, sin poder concentrarse en realidad. Tenía demasiadas cosas en la mente, además de que toda la tensión acumulada dentro de las paredes rocosas, dejaba a un lado los libros, el estudio y los viajes. La mujer caminó y caminó por los pasillos, tan solo perdiéndose entre ellos, alejándose lo más que podía de la tempestad, se recargó en una de las ventanas, mirando el exterior con una expresión de cansancio. No habían pasado demasiados días desde que la luna se mostró en el cielo y ya se sentía como si estuviera atrapada allí durante una eternidad. La mujer recargó su frente en el vidrio de la ventana, sabía que no podía salir, no a como acostumbraba al menos, sus heridas de acontecimientos pasados ya habían sanado casi por completo, pero eso no significaba que podía ponerse frente a frente con un ser de la oscuridad desatado en las afueras de Mirovia, dio varios golpecitos al vidrio con la frente con un resoplido de enfado.
Miró a la luna roja y la maldijo desde el fondo de sus pensamientos. A pesar de que el castillo era gigante, nunca se había sentido tan apretujada, ni siquiera había con quien conversar, pues los sirvientes estaban demasiado ocupados para atender otras cosas que no fueran los arcanos hambrientos de sangre. "Bueno, no es que sean muy platicadores de todos modos" Pensó mientras seguía su caminata por los largos pasillos completamente vacíos. Pasaba sus manos por las paredes, la decoración, todo. Hasta que topó con una estatua de un tipo de gárgola que miraba hacia el frente, su mano la acarició con cuidado, moviendo su pata hacia abajo por error, haciendo que una puerta se abriera de par en par. Zaniah se quedó parada en su lugar, mirando hacia atrás, miró la entrada, y sin pensarlo dos veces, se adentró a la oscuridad. Dio algunas vueltas hasta que logró llegar a aquellos pasillos que tan solo bajaban y bajaban, mientras que, conforme lo hacía, el sonido gutural de las criaturas de la oscuridad lograba escucharse cada vez que movía un pie en frente del otro.
No tardó demasiado en llegar a las mazmorras. Zaniah contempló el área con los ojos muy abiertos, a decir verdad, esperaba llegar a otra parte del castillo. Acarició con sus dedos las marcas del castigo anteriormente puesto por andar en lugares que no debería, frunció el ceño, dándose la media vuelta para regresar al castillo.
¿Por dónde había venido? Todo estaba demasiado oscuro.
―Demonios ―Comenzó a caminar, quedándose pegada a la pared para guiarse con el tacto de las rocas, los ojos brillosos de los arcanos de la oscuridad y el sonido de las criaturas, caminando por el largo y desastroso pasillo de aquellas habitaciones de musgo y hierro.
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Post by Regis Salvatore on Mar 3, 2018 13:40:38 GMT
Pasos, los podía escuchar, pasos lentos y pequeños resonaban por el oscuro pasillo. En aquella celda el vástago rugía con desesperación golpeando las paredes y la reja con su propio cuerpo; el eje de la misma se resentía y los tornillos que la mantenían en su sitio amenazaban con salir despedidos con cada golpe desesperado que se daba contra la entrada de aquel contenedor. Los pasos se alejaban, podía escucharlos, podía también sentir como en aquel infierno lleno de muertos vivientes y otros tantos seres, la pequeña figura a la que debían de pertenecer aquellos pasos desprendía un calor distinto. Un calor vivo ante todo lo que ahí se encontraba. Regis entonces, en su desesperación extendió las manos entre los barrotes. No llegaría lejos, sus extremidades eran muy grandes como para pasar.
Salir. Deseaba salir, salir y satisfacer el hambre creciente y la sed por igual. Sacudió los barrotes, los pernos rechinaron. Ahí estaba, podía verle
Fue un último intento necesario, para que usándose a si mismo como ariete la reja se desprendiera. Heridas asomaron por la cabeza, heridas que sanaron a un ritmo sumamente rápido, sin siquiera dejar una cicatriz. Estaba libre. Libre y ansioso. La bestia hizo gala de sus largos colmillos mostrándolos a cualquiera que pudiera verle, como si se tratara del Rey de aquel lugar. Podía avanzar, podía empezar a cazar su cena. Sus ojos se encontraron con la pequeña figura que haría poco había pasado frente a la celda. El vástago, aturdido por el golpe que él mismo se había propinado contra la reja y luego contra la dura pared de piedra. Rugió haciendo galas de los grandes colmillos y con pasos fuertes se dirigió hacia ella.
Su consciencia, hubiera gritado "no". Le hubiera reclamado y hubiera exigido que su cuerpo se detuviera. Pero no existía tal cosa en su mente ahora mismo. Los instintos más básicos se estaban manifestando en un torrente que simplemente no pararía mientras la luna carmesí estuviera ahí arriba. El deseo antinatural de alimento mundano, crudo; una necesidad como lo era la controlable ansia de enterrar los colmillos en la piel y carne de algún ser vivo podía mucho más que él en ese momento, podía mover su cuerpo a capricho y manipularlo como si de una marioneta se tratara. Si, era una marioneta de su propio instinto en ese momento.
No le gustaría saberlo al despertar...
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Zaniah Neshmet
Los Invictos
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Post by Zaniah Neshmet on Mar 6, 2018 5:16:33 GMT
Los alaridos pronto se hicieron presente, pero no le inmutó demasiado, sabía que los arcanos que preferían resguardarse ante la Luna roja y sus consecuencias pedían la ayuda de Lysander Velfast para poder esconderse bajo tierra y no derramar sangre innecesaria. Eso y el hecho de que era el único ser que poseía la sangre para alimentarlos, al menos en esa parte de las mazmorras, pues por más que buscó a algún otro sirviente con la voz o algún movimiento, no pudo encontrar a ninguno, lo cual se le hizo sumamente extraño.
Sus orejas se levantaron, advirtiendo de que algo se acercaba. Volteó hacia atrás, incapaz de ver a penas figuras de barrotes o piedras, hasta que un par de puntos rojizos se apreciaron entre tanta penumbra. Zaniah se quedó completamente quieta por unos segundos, manteniendo su mirada en aquellos ojos sedientos de sangre a la lejanía, dejando escuchar sus garras contra el suelo mohoso de las mazmorras, chasqueó la lengua, desenfundando su espada con suma lentitud. Se hizo hacia atrás, donde pudo sentir algunas cadenas resonando bajo sus pies, la mujer se quedó quieta, moviendo su espada entre sus dedos, mientras el pie derecho lo mantenía sobre las cadenas de hierro.
―Somos tú y yo ―Masculló la arcana, resignándose a la situación, mientras su espada pesaba sobre su mano derecha, lista para lo que venía. Todos los seres de la oscuridad a su alrededor guardaron profundo silencio, como si estuvieran observando un mórbido espectáculo.
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Post by Regis Salvatore on Mar 25, 2018 14:38:15 GMT
Cadenas, ella estaba pisando cadenas. El sonido llegó a sus oídos y el brillo de la espada alcanzó sus ojos cuando era desenfundada. Era un ser vivo, uno con sangre caliente corriendo sus venas y no un muerto andante como el resto de seres que gritaba, rugía o hasta lloraba tras las rejas. La larga lengua de la bestia paseó entonces entre los largos colmillos y sobre los labios; el lento avanzar sobre el suelo de piedra era pesado, torpe; obvios signos de que el vástago se sentía en un cuerpo que no era el suyo, un cuerpo que no era capaz de controlar a su antojo y que tampoco podía retenerse. Las garras del enorme murciélago hicieron ruido contra el empedrado del suelo cuando de un andar lento, emprendió carrera.
El silencio fue sublime a sus oídos por breves segundos; un tiempo tan efímero que sin lugar a dudas el último aliento de un muerto quizá hubiera sido más duradero
Pero no duró mucho, El arma alzada de la mujer lo dejó en alerta; no se lanzó contra ella directamente. La bestia evadió entonces el acero, la velocidad que mantenía le ayudó a impulsarse contra la pared, pasar por un costado y posicionarse detrás. Pero el poco control de su cuerpo por poco le hizo caer, y de hecho terminó más lejos de lo que hubiera querido; arrastró cadenas al regresar al suelo con estrépito, aterrizó con la misma gracia con la que aterrizaría un muerto en realidad, ¿y todo para qué? Una finta que había fracasado en todos los niveles posibles y ya no tendría la eficiencia que había esperado.
Aún así, hizo el intento; dirigió sus fauces a la mujer con todo el impulso que fue capaz de tener.
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Zaniah Neshmet
Los Invictos
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Post by Zaniah Neshmet on Mar 31, 2018 6:27:43 GMT
Lo único que pudo escuchar fue el gruñido que pasó sobre su cabeza, tan cercano que tuvo que agacharse por puro instinto a pesar de que no hubiese estado ni a un pelo de tocarla. Zaniah jadeó, mirando hacia atrás donde el gruñido había desaparecido por última vez. Abrió los ojos lo más que pudo, intentando que su vista se acostumbrara a la penumbra. Pero hasta ese momento, era presa de sus otros sentidos.
Escuchó que volvía de nuevo, escuchó las garras contra el suelo, y cuando sintió la respiración extasiada de sangre fresca, levantó el pie con rapidez, llevando las cadenas hacia el cuello de la bestia, para después saltar hacia un lado, estrellándose contra los barrotes de una jaula afortunadamente vacía. Zaniah respiró rápidamente, tomándose el brazo izquierdo, el cual había logrado ser rozado por uno de los colmillos de Regis. Sintió el líquido vital escurrir con timidez entre sus dedos, chasqueó la lengua, levantándose tan rápido como sus piernas eran capaz de hacer y corrió hacia adelante, tanteando las cadenas con la palma de sus dedos, al tomar algunas, y esperando haber atinado a su objetivo, se quitó el guante que protegía los dedos, dejando salir a respirar las marcas de sus manos, los cuales brillaron de color rojizo puro ante la libertad.
Zaniah apretó los dedos con fuerza alrededor de la cadena, sintiendo el hierro contra sus sentidos.
―Ignis ―Masculló en un tono casi susurrante mientras jalaba las cadenas apoyándose de uno de los barrotes. Al instante, las cadenas se prendieron fuego, llevando la llama rojiza hasta el cuerpo de la bestia, haciendo que Zaniah pudiera ver a su contrincante cara a cara debido a la luz que los separaba. Tiró las cadenas al suelo acomodándose el guante entre sus dedos de nuevo mientras el fuego lamía la piel del vástago. Sabía que aquello no iba a durar mucho tiempo…
Se dio la media vuelta para correr, intentando escapar de aquel horrible laberinto.
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Post by Regis Salvatore on Apr 26, 2018 0:44:56 GMT
Las fauces abiertas de la bestia, no atraparon a la mujer.
Estuvo cerca, tan cerca que pudo sentir por efímeros y gloriosos segundos el sabor de la sangre escurriendo entre sus colmillos. Pero no. No le había atrapado, había en su lugar mordido con fuerza las cadenas, había sacudido la cabeza y siseado al darse cuenta del terrible error que había cometido. El metal se enroscó en su cuello al haber sacudido la cabeza y sus ojos al instante siguiente se volvieron a enterrar en ella.
Podía olerle.
El olor de la sangre viva le causó cosquillas; la lengua de la bestia se paseó entre los colmillos limpiando lo poco que con su ataque había podido obtener. Su inmenso cuerpo se empezó a acercar; ella se retiró uno de los guantes…
“Ignis”
Algún lugar del subconsciente del vástago reconoció la palabra. La reconoció y simplemente la ignoró. De nuevo se estaba abalanzando contra ella… Hasta que las cadenas se prendieron en rojo vivo, hasta que sintió el fuego quemar y corroer su piel. El Vástago chilló, siseó, lanzó gruñidos y alaridos desesperados al aire al momento de sacudirse nuevamente con la intención de liberarse. Su presa huía y él en su desesperación a duras penas logró quitarse las cadenas de encima. La cicatrización empezó a trabajar entonces cerrando las heridas a la mayor velocidad que podía.
No podía dejar que se marchara.
Ya no solo hambriento, sino también furioso, su cacería se volvió más agresiva cuando siguiendo el rastro que dejaba el olor de la sangre, emprendió carrera tras ella
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Zaniah Neshmet
Los Invictos
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Post by Zaniah Neshmet on May 15, 2018 16:38:05 GMT
No sabía si la pequeña victoria le causaba felicidad o preocupación, Zaniah gruñó cuando sintió aquel pellizco de dolor en su brazo mientras las gotitas traicioneras carmesíes no dejaban de salir de la herida. Dio una vuelta brusca en una esquina, y arrancando el cravat de su cuello, lo amarró alrededor del brazo, haciendo un torniquete, al menos para evitar que el olor se esparciera por toda la mazmorra. Se puso de pie de nuevo, quedándose en completo silencio por algunos segundos para escuchar atentamente, las pisadas del ser se acercaban con ferocidad. Zaniah se mantuvo quieta, con una mano sobre su barbilla. ¿Qué podía hacer? Los pasillos eran demasiado oscuros y confusos para intentar adivinar cual era la salida correcta, necesitaba más tiempo.
Zaniah quitó el torniquete, y apretando sus dedos alrededor de la herida, la sangre brotó, haciendo que manchara su mano de rojo intenso, se acercó a la pared de piedra y comenzó a restregar sus dedos contra la pared, manchándola de sangre. Hizo lo mismo con otras dos, y un poco el suelo, y al último, después de haberse aplicado la tela contra la piel para cubrir la herida se cortó la palma de la mano con una piedra filosa que se había encontrado allí. Dibujando en el suelo algo.
Se quedó arrodillada entre la oscuridad, en completo silencio, esperando que la bestia oliera el rastro que ella misma había dejado. Era un riesgo demasiado grande utilizar la magia negra y su propio cuerpo para completar el lazo. Pero no tenía muchas opciones. Las marcas bajo sus guantes danzaron de alegría mientras las manos se teñían de negro.
Solo tiene que ser una distracción….
Respiró profundo, no sabiendo a quien temerle en esos momentos.
Y esperó…
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Post by Regis Salvatore on Jun 10, 2018 21:49:57 GMT
Los pasos de la bestia, no conocieron pausa alguna entre los pasillos interminables de las mazmorras. Le había perdido de vista; la mujer viva se había perdido muy muy lejos de su alcance, pero no podía haber salido del lugar, lo presentía. Su nariz se paseaba por el suelo, se alzaba al aire nuevamente y así en varias ocasiones; trataba de dar de nuevo con alguna señal, algún rastro. Realmente lo que fuera, por absurdo que pudiera ser.
Y pronto el olor de la sangre llenó nuevamente sus sentidos, lo embriagó. El avanzar se detuvo de pronto, como si le hubieran convertido en una estatua por mera obra de magia. El vástago, o lo que se mostraba de él, pudo sentir escalofríos subir por su espalda, una sensación quizá placentera. Algo hizo "click" en lo más hondo de su cabeza en ese momento turbia por la ansiedad de sangre, un pequeño detalle...
Era la primera vez que podía explayarse a gusto en una cacería, era la primera vez que no habían restricciones ni cadenas
Podría tomarse todo el tiempo que quisiera, y aún así, echó a correr nuevamente; su rugir se hizo escuchar por los pasillos. Estaba cerca, muy cerca. Finalmente sus ojos se clavaron en la figura de la mujer. No había andado en círculos. ¡Ahí estaba! ¡Cerca!
Podía saltarle al cuello de desearlo, podría matarle, saciar la sed que de algún modo parecía incluso aumentar, y estuvo a punto de hacerlo.
Algo, le hizo detenerse cuando estaba a solo metros de ella.
No sabía qué, pero estando a solo un salto de distancia del cuello de la mujer no se movió mas; su larga lengua se paseó entre los colmillos, el calor del su aliento se hizo notar. Gruñía, si, gruñía por algún motivo que su primitiva mente no lograba comprender. Había peligro, pero no podía verlo ni identificarlo, solo lo sentía.
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Zaniah Neshmet
Los Invictos
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Post by Zaniah Neshmet on Jul 3, 2018 23:42:59 GMT
Logró escuchar los sonidos de la bestia acercándose, mantuvo los ojos cerrados, susurrando palabras que se movían entre las paredes como un eco que amenazaba como un animal salvaje. Respiró hondo, sintiendo como la sangre dentro de su cuerpo hervía con intensidad y la magia negra.
Oh… Había olvidado ya esa sensación…
Sintió el aliento de la bestia contra su rostro mientras ésta se detenía antes de poder destrozarla con sus propios dientes, como si algo putrefacto emanara de la arconte. Zaniah abrió los ojos, el derecho quedaba completamente en blanco, mientras algunos símbolos decoraron su rostro y sus brazos, tres pales de alas manchadas de hollín salieron por su cabeza.
—¿Esperabas sangre pura? —El símbolo que había dibujado en el suelo comenzó a brillar, impidiendo que la criatura pudiera salir de allí, Zaniah apretó los dientes, mientras las venas se le coloreaban de color negro. Se puso de pie, apretando el puño con fuerza, de pronto, las líneas de sangre emanaron un fuego negro con morado intenso.
—Sangre por sangre, querido —Masculló la mujer en un tono ronco mientras se acercaba a Regis, atravesó el campo de fuerza, acomodando sus manos a cada lado del rostro de aquella bestia, y sacando la daga de su funda de la parte trasera de su cinturón, encajó con fuerza la daga en el brazo del vástago, doblándolo con fuerza para que la herida no cerrara con facilidad, pues Zaniah conocía el poder de los vampiros en regenerarse, apretó sus dedos contra la herida, llevando la sangre a sus labios para recuperar las fuerzas que había perdido, cerrando los ojos, sintiendo un poco los pensamientos de Regis entre los suyos debido a la magia que los rodeaba.
—Regis Salvatore —Pronunció en voz baja, indagando por unos segundos en sus recuerdos antes de que estos se esfumaran.—Es un gusto—Continuó, quedándose justo en frente de él, mirándolo fijamente con una sonrisa en los labios.
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