Post by Luna on Feb 14, 2018 2:56:51 GMT
Por varios días había rondado la Ciudadela, en un intento fracasado de encontrar al Soberano del Invierno. Semanas antes lo había ido a visitar al Templo pero no lo había encontrado... algunos, muy discretamente sugirieron que podía encontrarse en la Ciudadela o en Reapergate. Lo que sí era cierto era que nadie estaba seguro sobre su paradero y comenzaba a preocuparse. Durante su estadía había encontrado un puesto muy particular; no había comprendido bien la dinámica y con la esperanza de que esto pudiera ayudarla a encontrarlo, se inscribió a una actividad de la cual no tenía idea de qué venía y de la cual ya se había olvidado por completo.
Esa mañana encontró una nota en la habitación de la posada donde estaba quedándose con el nombre de Iphine Vorgel; sabía que se trataba de la alcaldesa de la Ciudadela pero no recordaba por qué es que había anotado su nombre (no lo había hecho pero era tan distraída que ni siquiera había reconocido que no era su propia letra). Había leído por medio de la tableta todo el asunto de La Resistencia, Los Invictos... tenía muchas preguntas pero aún deseaba mantenerse al margen. Curiosamente, teniendo ese papel en sus manos sintió una necesidad de ir en busca de la mujer, como si las dudas que tenían fueran a desbordarse de su boca en cualquier momento.
Llevaba ya media mañana buscando por todos lados, preguntando a todo al que se encontrara. Muchos le miraban extrañados por su vestimenta tan particular y su gran altura. Pero la sacerdotisa no reparaba en detalles como esos y seguía las pocas pistas que había recibido de algunos de los ciudadanos. Fue al fin que dio con el centro en donde se reunían los miembros de la Resistencia; muchas carpas aún seguían tendidas en la glorieta central y muchos arcanos se encontraban entregando carteles y brindando de información y toda persona que se acercara curiosa, cosa que pasó con ella, cuando un joven colocó un pedazo de papel en sus manos. -D-d-d-d-disculpa... se encuentra la alcadelsa I-i-i-phine?- preguntó, agachando la cabeza cada que su lengua comenzaba a fallarle. El arcano le indicó, apuntando con su dedo índice a la mujer que se encontraba bajo la sombra de una de las tiendas, atendiendo a un grupo de personas. Al verla, Luna experimentó una sensación extraña en el estómago... se sentía frío, como si el invierno se hubiera venido con ella desde el santuario.
A pesar de la repentina sensación, caminó hasta la gran mujer, con las manos entrelazadas y entre ellas, esa pequeña hoja de papel. Habían al menos unos ocho arcanos rodeándola, todos hablándole, compartiendo inquietudes con ella, y la mujer con su porte tan firme parecía escuchar con toda la disposición de atender a todos y cada uno de sus comentarios. Por alguna razón, la selkie sentía un magnetismo incontrolable hacia ella, como si sus ojos hubieran estado hechos para apreciar ese rostro. ¿Por qué? Deseaba hablarle pero le temblaba la mandíbula, a lo que sólo se quedó parada, observando mientras peleaba por su atención con el resto de los arcanos que se hallaban bajo la tienda.
Esa mañana encontró una nota en la habitación de la posada donde estaba quedándose con el nombre de Iphine Vorgel; sabía que se trataba de la alcaldesa de la Ciudadela pero no recordaba por qué es que había anotado su nombre (no lo había hecho pero era tan distraída que ni siquiera había reconocido que no era su propia letra). Había leído por medio de la tableta todo el asunto de La Resistencia, Los Invictos... tenía muchas preguntas pero aún deseaba mantenerse al margen. Curiosamente, teniendo ese papel en sus manos sintió una necesidad de ir en busca de la mujer, como si las dudas que tenían fueran a desbordarse de su boca en cualquier momento.
Llevaba ya media mañana buscando por todos lados, preguntando a todo al que se encontrara. Muchos le miraban extrañados por su vestimenta tan particular y su gran altura. Pero la sacerdotisa no reparaba en detalles como esos y seguía las pocas pistas que había recibido de algunos de los ciudadanos. Fue al fin que dio con el centro en donde se reunían los miembros de la Resistencia; muchas carpas aún seguían tendidas en la glorieta central y muchos arcanos se encontraban entregando carteles y brindando de información y toda persona que se acercara curiosa, cosa que pasó con ella, cuando un joven colocó un pedazo de papel en sus manos. -D-d-d-d-disculpa... se encuentra la alcadelsa I-i-i-phine?- preguntó, agachando la cabeza cada que su lengua comenzaba a fallarle. El arcano le indicó, apuntando con su dedo índice a la mujer que se encontraba bajo la sombra de una de las tiendas, atendiendo a un grupo de personas. Al verla, Luna experimentó una sensación extraña en el estómago... se sentía frío, como si el invierno se hubiera venido con ella desde el santuario.
A pesar de la repentina sensación, caminó hasta la gran mujer, con las manos entrelazadas y entre ellas, esa pequeña hoja de papel. Habían al menos unos ocho arcanos rodeándola, todos hablándole, compartiendo inquietudes con ella, y la mujer con su porte tan firme parecía escuchar con toda la disposición de atender a todos y cada uno de sus comentarios. Por alguna razón, la selkie sentía un magnetismo incontrolable hacia ella, como si sus ojos hubieran estado hechos para apreciar ese rostro. ¿Por qué? Deseaba hablarle pero le temblaba la mandíbula, a lo que sólo se quedó parada, observando mientras peleaba por su atención con el resto de los arcanos que se hallaban bajo la tienda.