Post by Deleted on Feb 25, 2018 6:26:13 GMT
Aquella noche procuraba ser lo más pacífica en el lúgubre Reapergate como ya era costumbre. Sombras por doquier, Las tenues luces de las farolas iluminando el camino, seres de la oscuridad transitando por su elemento, todo bastante normal… Excepto por ese halo de luz que irradiaba la zona residencial.
Si alguien se acercaba lo suficiente, podía observar como aquella luz era creada por una de las casas de la zona, más precisamente, la mansión Santori… completamente en llamas. Muy a pesar del sonido de la madera ardiendo y un par de estructuras desmoronándose, uno pensaría que, debido al lugar del que se hablaba, se podrían escuchar los gritos de los muchos niños rescatados por el clan… Pero no se escuchaba absolutamente nada.
El interior que aún se sostenía, estaba completamente plagado de humo, uno denso que apenas si dejaba ver lo que había delante de la nariz de uno. En medio de su oficina, vistiendo prendas completamente blancas y manchadas casi en su totalidad por sangre fresca, se encontraba el líder de los Santori. Las manos del vástago también estaban manchadas de sangre, pero ni una sola gota sobre sus labios, su mirada estaba perdida así como su mente y su cuerpo se notaba bastante demacrado.
No se sabía a ciencia cierta quién o que había comenzado el fuego, pero en ningún momento se hizo el esfuerzo por extinguir. Las llamas comenzaron a perpetrar la habitación, e Izark reaccionó esbozando media sonrisa en el rostro, al mismo tiempo que su mirada expresaba un profundo pesar. Camino lentamente hasta uno de sus sillones, frente a él, varios pictogramas enmarcados perfectamente en cristal y rodeados por un marco de madera oscura como su cabellera. Se sentó con las piernas abiertas y tomó uno por uno los retratos, su expresión cayó al pasar las imágenes, así como también un par de lágrimas por su rostro.
La cereza sobre el pastel llegó en cuanto se topó con un retrato demasiado antiguo, en él se hallaban él y su esposa en todo su esplendor, sosteniéndose el uno al otro y sonriendo ligeramente. El recordaba ese momento, recordaba el latido de su corazón y la sangre en el interior de sus mejillas haciéndola sonrojarse un poco, la recordaba y la extrañaba cada maldito segundo de su existencia. Conforme pasaba el tiempo las llamas se avivaban aún más, el humo ya no solo era denso, sino completamente negro, el hombre sostuvo aquel retrato sobre su pecho y aspiro aquel aire profundamente, llenando sus pulmones muertos y cerrando los ojos - Y así vida mía es como termina nuestra dicha, fue un honor servirte, amarte y reinar junto a ti , solo espero poder divisar tu esplendor desde abajo, en el infierno que me merezco- la habitación entera se prendió en llamas, la madera no soporto más y se vino abajo, así como toda la estructura de la residencia de un solo golpe…
Esa noche el humo inundó Reapergate demasiado tarde, esa noche varias lágrimas fueron derramadas pero ningún grito fue escuchado… Esa noche, Los Santori cerraron sus puertas al público necesitado… al menos en las tierras de Mirovia, Los Santori dejaron de existir.
Si alguien se acercaba lo suficiente, podía observar como aquella luz era creada por una de las casas de la zona, más precisamente, la mansión Santori… completamente en llamas. Muy a pesar del sonido de la madera ardiendo y un par de estructuras desmoronándose, uno pensaría que, debido al lugar del que se hablaba, se podrían escuchar los gritos de los muchos niños rescatados por el clan… Pero no se escuchaba absolutamente nada.
El interior que aún se sostenía, estaba completamente plagado de humo, uno denso que apenas si dejaba ver lo que había delante de la nariz de uno. En medio de su oficina, vistiendo prendas completamente blancas y manchadas casi en su totalidad por sangre fresca, se encontraba el líder de los Santori. Las manos del vástago también estaban manchadas de sangre, pero ni una sola gota sobre sus labios, su mirada estaba perdida así como su mente y su cuerpo se notaba bastante demacrado.
No se sabía a ciencia cierta quién o que había comenzado el fuego, pero en ningún momento se hizo el esfuerzo por extinguir. Las llamas comenzaron a perpetrar la habitación, e Izark reaccionó esbozando media sonrisa en el rostro, al mismo tiempo que su mirada expresaba un profundo pesar. Camino lentamente hasta uno de sus sillones, frente a él, varios pictogramas enmarcados perfectamente en cristal y rodeados por un marco de madera oscura como su cabellera. Se sentó con las piernas abiertas y tomó uno por uno los retratos, su expresión cayó al pasar las imágenes, así como también un par de lágrimas por su rostro.
La cereza sobre el pastel llegó en cuanto se topó con un retrato demasiado antiguo, en él se hallaban él y su esposa en todo su esplendor, sosteniéndose el uno al otro y sonriendo ligeramente. El recordaba ese momento, recordaba el latido de su corazón y la sangre en el interior de sus mejillas haciéndola sonrojarse un poco, la recordaba y la extrañaba cada maldito segundo de su existencia. Conforme pasaba el tiempo las llamas se avivaban aún más, el humo ya no solo era denso, sino completamente negro, el hombre sostuvo aquel retrato sobre su pecho y aspiro aquel aire profundamente, llenando sus pulmones muertos y cerrando los ojos - Y así vida mía es como termina nuestra dicha, fue un honor servirte, amarte y reinar junto a ti , solo espero poder divisar tu esplendor desde abajo, en el infierno que me merezco- la habitación entera se prendió en llamas, la madera no soporto más y se vino abajo, así como toda la estructura de la residencia de un solo golpe…
Esa noche el humo inundó Reapergate demasiado tarde, esa noche varias lágrimas fueron derramadas pero ningún grito fue escuchado… Esa noche, Los Santori cerraron sus puertas al público necesitado… al menos en las tierras de Mirovia, Los Santori dejaron de existir.