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Post by Mio Kuro on Mar 3, 2018 8:53:42 GMT
Su turno había terminado temprano, esta vez y gracias a los dioses no le había tocado trabajar directamente en el bar, solo realizar la limpieza en la parte superior de este, cambiar sabanas, cosas pequeñas pero que al parecer a él le tocaba, no se quejaba, al contrario, estaba más cómodo allí en tranquilidad que teniendo que limpiar con su “uniforme” puesto mientras aun podía entrar cualquiera por la puerta, rogaba, realmente rogaba que Frits jamás lo viera, que nunca tuviera el deseo de ir a verlo, tampoco creía que sintiera ese deseo, realmente ese no era ambiente para él, no quería imaginar que le sucedería allí, se ponía tenso de imaginarlo… Es verdad que Frits era muy amable y el solo hecho de imaginar a aquel muchacho y a alguno de los borrachos intentando propasarse con el cómo lo intentaban con su persona le hacía esponjar de solo pensarlo, respiro profundo para calmarse, no quería hacer alguna tontería o tropezar de nueva cuenta pro andar de distraído en divagaciones como esas; Paseaba por la ciudadela a paso relajado, no volvería aun a la tienda, Frits seguramente estaría elaborando sus perfumes y no quería crear algún desastre, sin contar que últimamente su nariz estaba algo sensible, seguramente se resfriaría, debía comprar ropa más abrigada “O que me dieran ropa que cubra más en el trabajo…” Frunció el ceño mientras acomodaba sus ropajes y seguía su camino, pensaba buscar algo de almorzar en el mercado, por lo que sus pies tomaron ese rumbo a paso suave, disfrutando de la vista a su alrededor
Algo llamo su atención, un puesto, una mujer, una querubín específicamente, se la quedó mirando unos momentos antes de atrever a acercarse finalmente, escuchando cada vez mejor lo que ofrecía, era sin dudas interesante, conocer personas nuevas, el solo quería amigos, no estaba interesado en sentimientos amorosos… “o eso creo…” sonrió a la arcana al escuchar el trato, las instrucciones, no era difícil, aunque el hecho de tener tantos años de pesadillas no le gustaba, con su suerte era algo a considerar, era optimista pero no iluso. Finalmente accedió, aceptando el trato y luego de aquello retirándose para que más arcanos pudieran participar de aquel curioso acto, se emocionó ¿Cómo sería? Era toda una nueva experiencia, recordaba las ordenes, el sabría cuando aquella persona apareciera, lo mejor era esperar en un solo lugar, pero el olor de la comida a su alrededor le atraía más aun, se relamió los labios cual gato y comenzó a buscar la fuente del exquisito aroma, no traía mucho, pero seguro le alcanzaba para alguna comida de paso, algo que fuera rápido para poder esperar a su nuevo amigo
Comió con prisa, disfrutando aquel caldo en una mesita cercana a la entrada por si debía reconocer a su amigo, se asomaba constantemente, ansioso, una extraña sensación recorría su cuerpo, seguramente efecto del trato
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Artax
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Post by Artax on Mar 3, 2018 15:43:59 GMT
Sinceramente a Artax no le faltaba encuentros de una noche, no era por presumido, pero cada cierto tiempo podía darse el lujo de escoger con quien pasaría la noche puesto que opciones le sobraban. Principalmente aquello se debía a su naturaleza como íncubo, la seducción era algo casi tan natural para él como lo era respirar. Sin embargo, comenzaba a pensar que posiblemente le faltaba más "aliados", porque la palabra "amigo", era demasiado íntimo para él. El íncubo no era una persona que se la pasaba rodeada de cercanos, mujeres sí, pero con alguien a quien confiar mucha de sus cosas, realmente no las tenía, también porque se le había pasado buena parte de su vida como nómada.
Por el tiempo que llevaba en la ciudadela, parecía un cómo sitio para echar raíces y posiblemente eso era lo que haría, así que esos "aliados" tenía que descubrirlos pronto. De momento estaba residenciada en la casa del dueño de la taberna, con quien había establecido una intrínseca relación comercial: él cantaba en su lugar y recibía dinero por ello. Así que se le era muy extraño como un día cercano a esa semana, había recibido sin previo aviso una poción y por lo que le había dejado entender, se trataba de una "poción de amor". Su corazón no le pertenecía nadie y realmente la única mujer a la cual le viera uso de aquello se trataría de Mitsuki; pero ya había sido un patán con ella y aún siendo como era Artax, no quería que los sentimientos de ella fuese manipulados con tal frialdad, Artax aún con lo manipulador que podría llegar a ser, prefería que cierta naturalidad surgiera de las situaciones. Así que lo mejor que podía hacer con aquella poción es venderla en el mercado, algún arcano desesperado podría servirle.
Recorrió varios locales, observando cuál sería su mejor postor, hasta que de pronto un querubín le propuso algo relacionado a esas fechas, algo con el amor y demás. Realmente, Artax no estaba interesado en participar, pero era tanta la insistencia de ese querubín que no tuvo que aceptar a regañadientes. Se le indicó un lugar en donde estaría la nueva persona a conocer y viendo que los dueños de los locales al no saber de la procedencia de su poción no querían hacer trato con él, por lo que se dispuso a ir a esa especie de "cita a ciegas" del querubín, (porque esa era la impresión que le daba todo ese juego aún a pesar de que Artax había especificado que no quería nada).
Cuando llegó al local, veía como habían muchas parejas a excepción de una mesa. Vio como un Kitsune estaba solo y al parecer por como pintaba la situación, era probable que estuviera esperando por él. No iba a ocultar cierta decepción, ya que prefería una chica, pero si aquel chico sería uno de sus primeros "aliados", quizá no estaba tan mal.
- Mmmm... ¿Estás esperando a alguien? - Dijo una vez cerca del Kitsune, para rectificar que fuese la persona. No quería pensar que estaba hablando con la persona equivocada.
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Post by Fiona Brennan on Mar 7, 2018 4:27:28 GMT
Caminando por el mercado, una sirena de largo cabello negro, piel pálida y ojos púrpura recorría con la mirada a la vez que cargaba con una canasta repleta de frutos y verduras. Aunque jamás había estado en el mercado de la Ciudadela debía admitir que era el lugar ideal para comprar todo aquello que escaseaba en las Tierras del Este y también para vender algunas cosas de valor que había encontrado explorando. Con paso seguro pero lento la joven cruzaba el lugar mientras observaba cierta acumulación de arcanos en cierto lugar. Habían muchos mesas y todos estaban sentados con las miradas perdidas y sonriendo muy tontamente el uno al otro, hablando de "los dioses saben que" y algunos tomándose de las manos. Fiona frunció el ceño y arrugó la nariz. Pues claro, eran esas épocas en las que el amor "flotaba en el aire"... épocas que a la sirena no le importaban en lo absoluto.
No se consideraba buena amando y nunca había encontrado el "verdadero amor" del que tanto hablan todos, aun así admiraba a aquellos que se atrevían a intentarlo y podían hacer que la relación funcionara. Con cierta precausión miró a su bolsillo y vió el delicado frasquito con líquido rosado que descansaba allí, listo para ser usado. No tenía ni idea de quién fue el chistoso que había depositado aquel misterioso brevaje en el portal de su hogar, pero claramente quería que hiciera algo con el, quizás... podría intentar hacer algo...
-¿¿P-pero que-?? - Estuvo tan concentrada en sus pensamientos que tropezó con una piedra y casi provoca que la sirena caiga al piso. De forma inmediata todos los frutos de la canasta cayeron y se dispersaron cerca de la mesa donde se encontraban el kitsune y del íncubo. -¡Por las mareas!- Exclamó a la vez que sus mejillas se volvían levemente rosadas. Con la rapidez que le permitían sus piernas corrió y tomó la canasta del suelo para luego recolectar los frutos que se habían desparramado cerca de aquel sitio.
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Post by Mio Kuro on Mar 13, 2018 7:48:09 GMT
El delicioso sabor de la comida hizo latir su corazón de felicidad y por supuesto, su estómago, se lamio los labios luego de un gran sorbo, casi acabando de comer, la idea de repetirlo era tentadora, pero la parte responsable de su conciencia lo estaba conteniendo, considerando no solo el dinero que traía, también la verdad sobre su estómago, nunca había sido de gran comer y debido a su situación pasada, su estómago no era capaz de recibir demasiado alimento, así que por más que su gula gritara por mas, debía declinar, pero volvería, pensaba en traer a Frits después; Una voz masculina le hizo salir de su pequeña burbuja, un relajo llego a su cuerpo, de seguro ese muchacho era quien estaba esperando, bajo el plato aun con parte de la comida en su interior, lo más delicioso lo esperaba, sonrió animado acomodándose en la silla para responder la pregunta –Efectivamente, soy Mio Kuro, es un placer, espero que podamos ser buenos amigos- un suave sonrojo se dejó ver en las mejillas del músico, acompañado de una voz entusiasta y esperanzada, antes de que pudiera terminar de ofrecerle la mano a su amigo sus instintos se agudizaron, obligándolo a voltear, una sirena en el piso y fruta hicieron evidente el escenario del kitsune –Dame un momento, siéntate, te invito a comer – ofreció con gesto amable mientras pasaba de forma algo torpe hasta la chica y recogía los frutos del suelo, acomodándolos de la mejor forma en su chaqueta vieja, gastada pero aun útil, sonrió cuando tuvo una buena cantidad, no se arriesgaría cargando más de la cuenta
-Ten- Le hablo con tono suave, esperando no asustarla, los intensos ojos verdes del joven buscaron la mirada ajena en un símbolo de confianza, mientras extendía sus manos, ofreciéndole la fruta que reposaba en la tela - ¿Te encuentras bien? ¿No está herida? - Interrogo con real preocupación –No te preocupes… el piso de aquí está algo extraño, yo también eh tropezado… aunque yo me tropiezo con todo- rio apenado y ayudando a meter la fruta en la cesta con cuidado, no deseaba que la fruta se estropeara con su torpeza –Listo… Me parece que es toda…- Comento mirando a su alrededor, fijándose debajo de las mesas, entre los pies de los arcanos que seguían en sus asuntos, el largo y esponjoso cabello violeta se movía junto con la cabeza de su dueño, quien luego le sonrió con gesto amable
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