Post by Hrosskell Throst on Mar 5, 2018 3:01:32 GMT
Hacía no mucho, Hrosskell había participado en un evento de manera relativamente "secreta", cuya índole radicaba en una especie de citas que conllevaba a que desconocidos se conocieran. El oni, muy a pesar de ser recio y torpe en general a la hora de interactuar con otros, sentía cierto entusiasmo con respecto a aquel encuentro. El gran arcano mantuvo escondido del resto de los de su clan su participación en dicho acontecimiento, y se excusó diciendo que tenía asuntos que atender en la ciudadela. El arcano esperó pacientemente recibir un mensaje que delatara la persona con la que se encontraría, hasta que finalmente en su tableta arcana se hizo lucir una notificación, la cual daba poca información al respecto, pero la suficiente para que el pelirrojo se pusiera manos a la obra.
Con antelación se había preparado, apartando de sus cristales más finos y sus confiables herramientas en una pequeña bolsa que cargaba en su cinturón. En otra bolsa llevó algunos bocadillos que había cocinado Hoko la noche anterior, y llenó una gran cantimplora de agua. Avisó mediante la misma forma en que fue comunicado que emprendería viaje al bosque de las hadas para consumar el encuentro, ya que aquella zona le parecía especialmente elegante y agradable como para encontrarse.
Pasaron algunos días, los cuales eran calculados dentro de sus planes para poder llegar hasta el mágico bosque, pero finalmente lo logró. Revisó su intinerario y notó que estaba a tiempo. La ansiedad lo empezó a plagar, pero intentó distraerse de aquella sensación conforme era guiado por algunas hadas hasta un pequeño claro repleto de flores, luciérnagas y una que otra lagunilla llena de agua azuloide que se veía etérea. Hrosskell era un hombre simple, cuyos recuerdos estan altamente plagados en violencia y horrores, por lo que observar parajes como aquellos era fascinante y refrescante para su alma.
Se sentó en una piedra recubierta de hojas, con cuidado de no estropear la fauna con sus pies o su gran figura, y esperó, revisando constantemente su Tableta Arcana en caso de que recibiera un mensaje para avisar de alguna circunstancia.
Con antelación se había preparado, apartando de sus cristales más finos y sus confiables herramientas en una pequeña bolsa que cargaba en su cinturón. En otra bolsa llevó algunos bocadillos que había cocinado Hoko la noche anterior, y llenó una gran cantimplora de agua. Avisó mediante la misma forma en que fue comunicado que emprendería viaje al bosque de las hadas para consumar el encuentro, ya que aquella zona le parecía especialmente elegante y agradable como para encontrarse.
Pasaron algunos días, los cuales eran calculados dentro de sus planes para poder llegar hasta el mágico bosque, pero finalmente lo logró. Revisó su intinerario y notó que estaba a tiempo. La ansiedad lo empezó a plagar, pero intentó distraerse de aquella sensación conforme era guiado por algunas hadas hasta un pequeño claro repleto de flores, luciérnagas y una que otra lagunilla llena de agua azuloide que se veía etérea. Hrosskell era un hombre simple, cuyos recuerdos estan altamente plagados en violencia y horrores, por lo que observar parajes como aquellos era fascinante y refrescante para su alma.
Se sentó en una piedra recubierta de hojas, con cuidado de no estropear la fauna con sus pies o su gran figura, y esperó, revisando constantemente su Tableta Arcana en caso de que recibiera un mensaje para avisar de alguna circunstancia.