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Post by Salem Exitium on Mar 16, 2018 5:36:56 GMT
Una ráfaga fría recorrió el final del bosque, como si buscara alertar a aquellos viajeros que quisieran adentrarse en la oscuridad que seguía adelante, el olor de la sangre ya no se sentía, el suelo solo era oscuro, húmedo por el frio de la época, la tierra del bosque se había vuelto fangosa, resbaladiza, pero se podía seguir caminando por allí sin problema, las ramas marcadas de arañazos y marcas de dudosa procedencia se veían en bastantes árboles, eso era lo que sus ojos observaban mientras terminaba de masticar aquel trozo de carne en su boca, degustándolo al máximo, recuperar su cordura había sido difícil, se había cegado de aquel apetito voraz al punto de no poder pensar con coherencia, malas decisiones, suspiro luego de tragar, dando un paso firme fuera del bosque al fin, un camino bastante silencioso, vacío, lo poco que había encontrado para divertirse no había supuesto un reto, no guardaría trofeos inútiles, pero si había degustado la carne de aquellos arcanos que ingenuos de su apariencia se habían acercado demasiado, si pudiera seguramente sentiría lastima de su final… No, no lo haría realmente. Respiro profundo aquel aire fresco nocturno, apreciando la hermosura de los rayos de luna rojos adornando con delicadeza todo a su alrededor, sonrió, reacomodándose la capucha para continuar su camino, explorando, divirtiéndose cual niño en una dulcería, decir que había rejuvenecido era poco
El lugar estaba en un silencio curioso, la mujer de seductores ojos naranjos como el fruto podría asegurar que estaba vacío, mas no debía confiarse en este pensamiento, camino de forma lenta hacia la entrada de Reapergate, mirando a su alrededor, aquella ciudad era sencillamente hermosa iluminada de esa forma, deseaba atesorar aquellas imágenes en su mente durante mucho tiempo, ya no necesitaba comer de momento, conservaba su mente en paz y duraría así una buena cantidad de horas. Camino por el lugar a paso lento ¿Hacia cuánto tiempo había venido? Lo medito unos segundos mientras tocaba las paredes, admiraba realmente la tétrica hermosura de sus edificaciones, le hacían recordar un poco a su hogar, a su amada madre, ella disfrutaría de aquel lugar, pero la isla no era para ella, no hubiera soportado el no tener algo más que hacer que solo leer o esperar algo interesante, suspiro reacomodándose la capa, el largo cabello se escapaba por la delantera de la femenina figura, su arma estaba acomodada en su espalda, lista de ser necesitada, envuelta en telas oscurecidas por la sangre, le gustaba ser cuidadosa con sus cosas y por supuesto, un arma en buenas condiciones era esencial en esos momentos, la había mandado a revisar por su herrera de confianza poco antes del evento, fue una decisión casualmente acertada, ya había visto la buena mano que tenía aquella mujer, había cortado huesos sin mucho esfuerzo ¿Quizás alguien la confundiría con la muerte? Seria curioso, divertido ciertamente
Era una ciudad desolada, las casas cerradas, sin luces dentro, todos debían de estar en el castillo Velfast, no se acercaría demasiado; sus zapatos producían un eco ahogado, acallado por el barro en estos, estaba tan silencioso que de seguro alguien podría escucharlo no muy lejos de su posición. Más temprano que tarde llego a una pequeña plaza con una fuente en medio, el agua de esta había sido teñida de rojo gracias a la Luna, y la escultura en la misma ya no brillaba con la intensidad normal, se sentó allí a reposar, revisar su bolso, sería un blanco llamativo, pero estaba alerta, seguramente no sería la única que vagara por aquel puerto, suspiro mirando su bolso, se había tomado el tiempo de quitar la sangre que lo había ensuciado, aún estaba húmedo, era normal, no hacia el suficiente viento como para que se secara adecuadamente
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Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
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Post by Denard Fantôme on Mar 18, 2018 18:04:12 GMT
Las arcadas dejaron de ser tan estruendosas cuando el líquido amarillento brotó de sus labios hasta que se engargoló entre los ladrillos y el suelo de piedra. Denard se recargaba en la pared con la ayuda de su hombro bueno, jadeando de manera pesada mientras sacaba un trapo blanco de su chaleco morado, afortunadamente intacto. Se limpió los labios aún con aquel sabor metálico y caliente que odiaba tanto. Sabía bien que, desde el incidente de la cabaña, nunca había vuelto a ser el mismo, pero no dudaba que algo más le había llegado a pasar, se sentía enfermo, perdido, con un pie cada vez más cerca de la muerte. Las medicinas que Boher le había regalado un tiempo atrás que ayudaban para los dolores no servían por mucho tiempo, pues el dolor intenso, los mareos y los vómitos volvían después de algunas horas de completa armonía, como si al fin pudiera salir del abismo solo para volver a caer.
Un líquido carmesí manchaba la tela del trapo. El detective chasqueó la lengua, arrojando el trapo lejos de su vista, dándose la media vuelta para alejarse del olor pútrido de aquel callejón donde las almas iban a desechar lo que no les servía. Su brazo no mostraba mejoría alguna, había asistido a varios doctores a pesar de que no le gustaba, cuando el tercero le recomendó que mejor se tomara algún veneno antes de que el brazo se pudriera, dejó de acudir en su ayuda. El dolor resultaba ser insoportable, pero no tanto como el odio que lo embargaba por dentro, Desdemona había aceptado el trato de un asesino para trabajar para él, no es que no dudara de ella, pues sabía que, a pesar de su indiferencia hacia las desgracias ajenas, la mujer tenía un orgullo que mantener, pero el hecho de que lo tuviera tan cerca… y de que él no pudiera hacer nada debido al trato por dejarlo vivir con el dolor eterno lo llenaba de cólera, una que desde hace años no tenía.
Denard se sentó en la calle, como un pobre mendigo cualquiera. Miró hacia arriba. En el cielo de Reapergate no se llegaban a admirar las estrellas.
―Perdóname ―Masculló en voz baja, cerrando los ojos ―Pero no puedo cumplir la promesa que te he hecho, amigo mío ―Miró hacia abajo, hacia sus propias manos enguantadas ―Todo el amor que vivía en mí, se fue junto con ellos y junto a ti.
Por ahora, solo le quedaba descubrir de quién se trataba aquel arcano con el que su compañera había llegado a hacer tratos, ¿Quién era? ¿A qué se dedicaba?
El dolor de su brazo le sacó de sus pensamientos, haciendo que el hombre apretara los dedos alrededor del área herida, apretando los dientes con un gruñido. Se puso de pie, vagando por la calle. ¿Por donde podía empezar? ¿A dónde podría ir? No podía pensar con claridad. Su cuerpo pareció moverse solo hasta que notó una figura a la distancia, sola entre la oscuridad. Tanto dolor y desesperación le habían hecho olvidar que la luna roja era parte del cielo nocturno.
Se quedó parado, con la mirada cansada y ojerosa hacia la mujer sentada en la fuente.
Siempre se podía comenzar por algo.
Caminó hacia ella, hasta que se sentó también, a una distancia segura.
―Noche tranquila, infierno seguro ―Habló primero, manteniendo su mirada en la distancia, mas de reojo, observando cada uno de los objetos que poseía.
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Post by Salem Exitium on Mar 26, 2018 0:44:09 GMT
Y entonces la quietud de aquella noche fue interrumpida por los ecos sordos de los pasos ajenos, la mujer salió de su trance solo para mirar la silueta del hombre cerca de ella, aun cubierta por aquella capa, el frio de la noche era una excusa perfecta, tal frio parecía haber congelado la escena, él no se movía, y ella aun con la cabeza baja solo subía sus enormes ojos ocultos para esperar el siguiente paso, mientras sus manos lentamente dejaban el bolso de lado luego de cerrarlo, el avanzo, sentándose, Salem lo volteo a mirar poco a poco, el viento y el olfato sensible de la dama hicieron que sintiera aquel aroma particular, aquel hombre no se veía en el mejor de los estados, eso era bastante evidente, más antes de que se preguntara algo la voz masculina rompió la burbuja de sepulcral silencio en aquella ciudad abandonada por la época, parecía no ser consciente de su alrededor o bien, solo era un cazador más, de aquellos que negaban su naturaleza pero que en estas fechas, asesinaban arcanos con tal de detenerlos. Sonrió debajo de aquella capa, mientras su apariencia cambiaba lentamente, una más agradable, una que no daba sospecha alguna de su verdadero ser, aquel rostro angelical de facciones suaves, casi aniñado, una damisela, una mujer seductora, sabía perfectamente como jugar cualquier papel que se propusiera y ahora, debía averiguar cuál era el correcto para obtener lo que deseaba, relamió discretamente sus labios, hacía tiempo no tenía una charla con una presa, y la desesperación que podía percibir junto a sus ojeras era algo delicioso, era otro tipo de delicia
-Eso es seguro… Aunque creo que hay infiernos peores que la tranquilidad…- una voz suave salió de los labios cereza de la dama quien se volteaba aún más para verlo, su largo cabello era lo único que él lograba divisar por la oscuridad de la noche, una silueta femenina evidentemente, una voz aterciopelada, agradable, sincera - ¿Ah tenido una mala noche? –Inquirió con un tono más suave, relajado, ordenando aquella tela que la cubría del frio nocturno – Se le ve cansado, de seguro ha tenido un largo viaje, no es bueno realmente viajar de noche, menos con este frio- Comento con tranquilidad – Debe ser importante su asunto – Fue la palabra final que salió de su boca, como un murmullo devorado por el entorno sombrío que emanaba por si sola aquella zona, el viento suave mecía los cabellos de la mujer, dejando que aquella brisa helada buscara zonas donde introducirse, arrebatando caprichosamente el calor que la ropa daba en los arcanos
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Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
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Post by Denard Fantôme on Apr 1, 2018 0:32:22 GMT
Nunca le gustaron las conversaciones amenas, mucho menos con extraños en medio de la noche. Pero su insaciable curiosidad por saber a quien se enfrentaba de vez en cuando hacía que rompiera sus propias reglas. Respiró profundo, sintiendo el aire gélido entrar a sus pulmones.
―Si, de seguro deben de haber algunos, al menos este es un lugar en el que puedes pensar primero ―Contestó mientras observaba a la mujer de reojo, observando cada una de las cosas que la damisela poseía. Armas, atuendo escotado, sonrisa de amabilidad, posiblemente falsa, cabello rizado rojizo, ojos penetrantes. Por un momento dudó que fuera un ser de oscuridad debido a la Luna Roja, a menos que tenga mucho control consigo misma… si no, ¿Por qué otra razón estaría tan tranquila en las calles de Reapergate en medio de las noches eternas de sangre?
Sabía de una organización que se escondía entre los muros de la ciudad oscura, le había costado hallar rastros por Mirovia sin el botón de plata, aunque el grabado sobre el objeto nunca se borraría de su mente. Varios arcanos tan solo se habían negado, otros, hablaban de desconocerlo, y muchos preferían ignorarlo o no hablar al respecto al temer por sus vidas. Los Cazadores. Así había escuchado a la mujer que había empezado todo esto…
―No, en realidad no ―Respondió de manera sincera, mientras metía su mano sana dentro del bolsillo de su gabardina, soltó un suspiro, mirando hacia ninguna parte. ―Noches difíciles, pero prefiero estar afuera que adentro, muy a pesar del caos. ―Volteó hacia ella en un tono tranquilo ―¿Puedo preguntar qué hace usted aquí afuera? ¿También prefiere el caos por encima de la paz?
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Post by Salem Exitium on Apr 7, 2018 6:49:12 GMT
Escucho atenta las palabras del hombre junto a ella, volteándose un poco más para verlo mejor, una apariencia tranquila, centrada, había algo en el rostro de aquel sujeto que se le hacía familiar ¿Le habría visto antes? ¿En dónde? ¿La ciudadela? ¿Algún bar? Por el olor que venía acompañándolo cuando lleno en primera instancia esa podría ser una probabilidad, una que quizás indagaría con más calma, por ahora se divertiría y aprovechando aquella coincidencia, buscar algo de información, en verdad no mentía cuando pensaba en la feliz coincidencia que era el encuentro, no cualquiera se atrevía a salir en aquella ciudad y a esas horas, bien podría ser solo un alma descarriada buscando una muerte involuntaria o… Alguien más interesante que eso, sonrió para sus adentros, observo al hombre mientras la veía de reojo, para Salem no le era difícil fingir aquellas emociones, lo había hecho muchas veces, un juego divertido en donde se arriesgaba más de lo que se podía apreciar a simple vista; Froto sus brazos en busca de calor, encogiéndose en su lugar para seguidamente negar con la cabeza luego de la interrogación hacia su persona, el motivo por el que estaba allí “Si tan solo supieras…” pensó cambiando su expresión por una de tristeza, casi un miedo, una expresión demasiado realista de su parte – No… Por el contrario, diría que busco lo contrario…- comento dando un suspiro y mirando hacia el cielo, era un cielo realmente hermoso –no deseo aburrirle con mis penurias, mas no sabe la alegría que me da ver un rostro…Bueno- Bajo la mirada nuevamente, frunciendo los labios carmesíes – Más amigable…- Bajo su mirada al suelo, aun abrazándose a sí misma y buscando calor – Se lo que piensa ¿Qué clase de idiota camina por el bosque con una catástrofe así alrededor? Bueno…tampoco es algo que haya elegido…-Se enderezo, manteniendo aquel rostro acongojado, suspiro, llevando una mano a su cabello para ordenarlo
-Nunca había venido por aquí… Mi hermano siempre decía que Reapergate no era un lugar para una chica torpe y distraída como yo… Que se aprovecharían de mi con facilidad- Se rio con desgano, mirándolo nuevamente – Pero me decía que era un lugar lindo por fuera… Él trabajaba aquí, en el mercado… Murió hace unos días… Exactamente el día en que todo esto empezó… - Se mordió los labios con tristeza, guardando silencio unos momentos- Lo…ellos lo… Esos tipos…- Inhalo, negando con la cabeza –Discúlpeme… No debería hablar de estas cosas, ni siquiera se su nombre- Se levantó con cuidado, ordenando sus ropas – ni siquiera sé si usted es alguien en quien debería confiar… ¿Cómo se confía en las personas ahora? Mi hermano confió en la gente equivocado y esos… esos… ni siquiera sé cómo llamarlos…- retuvo el aire, volteándose hacia su asiento para preparar sus cosas. Ante los ojos del pelinegro, aquella mujer solo era una víctima más de aquel macabro acontecimiento, y de algo más, Salem esperaba que picara el anzuelo, así al menos podría descartar las posibilidades, se sentiría decepcionada de haberse encontrado con un mero borracho, aunque su cuerpo no sería desperdiciado al final, deseaba jugar un poco ese papel nuevamente
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Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
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Post by Denard Fantôme on May 28, 2018 17:41:01 GMT
Las palabras de la mujer, cargadas de un dolor cercano lograron entrar a los oídos del detective. Una alarma se activó dentro de él, aquella que siempre lo mantenía alerta ante cualquier persona o acontecimiento, aquella que resonaba cuando las cosas no encajaban del todo, pero esa noche, ante esa mujer, le creyó, creyó cada una de sus palabras, el dolor de una muerte cercana lo cegaba, aquel corazón roto, desesperanzado y perdido no lo dejaba pensar con claridad, así que solo se acercó a ella, atraído por la mera tristeza que se reflejó en ella. Denard se atrevió a poner una mano en su espalda, sin atreverse a tocarla demasiado. ―Lo lamento ―Denard se quedó un momento en silencio ―No le estoy pidiendo que confíe en mí, señorita, pero a veces es bueno desahogarse en oídos extraños que nunca mas va a volver a ver, como un secreto que jamás será rebelado.
El hombre se quedó un momento junto a ella, y cuando se dispuso a retirarse para dejar sola a arcana, dispuesto a volver por donde vino, la alarma saltó en su pecho, algo, no supo qué, pero su mirada bajó, observando el brazo de la arcana de cabellos de fuego, pudo notar la cicatriz de una quemadura… otra clase de arcano no habría alcanzado a ver los precisos detalles de aquella quemadura, pues no era una cicatriz que se viera a primera vista. Pero ahí estaba. Denard podría jurar que era el símbolo de los cazadores.
Se quedó un momento en silencio, abriendo los ojos de par en par.
―Tú… ―No pudo decir mucho más, el dolor punzante de su brazo lo obligó a retroceder, incluso antes de tomar el arma escondida en la gabardina. El sudor frío se restregó contra su piel como gotas gélidas, jadeó, evitando el mareo e ignorando la sangre que se escapaba por la herida mal curada.
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Post by Salem Exitium on Jun 12, 2018 7:09:23 GMT
Era curioso como a veces la vida tenia malas pasadas, esta había sido la menos probable y aun así el escenario se desarrollaba frente a sus ojos, las expresiones que había actuado habían convencido al arcano, quien se acercó lo suficiente hacia ella como para poner una mano en su hombro, sentía el dolor escondido en esa palabra, en su forma de actuar, lo disfrutaría mientras tuviera control de la situación… Que lastima que su diversión no duro mucho más, bajo suavemente la mirada en la dirección en la que veían los ojos sorprendidos y desorbitados de su acompañante, en su brazo, entre los pliegues de tela, una pequeña zona rasgada de un combate anterior, un corte limpio, delgado, bastante revelador si se lo veía desde un Angulo especifico; La suave brisa que había mecido la tela que la cubría del frio, la ropa rasgada en un Angulo extraño y la inconfundible marca en su brazo sumado a una visión y quizás un poco de mala suerte se habían mezclado ¿Qué clase de escenario improbable era ese? De todas las formas en las que pensaba podía ser descubierta en sus viles mentiras, aquella no estaba ni por asomo dentro de las cercanas, pero siempre se puede aprender de situaciones así. Ahora tenía algo mucho más interesante en lo que pensar. Su boca se abrió ligeramente en un gesto de sorpresa tierno, burlón, hipócrita, no ocultaría lo extraño de la situación
“Tu” Era el monosílabo que había escapado entre el asombro de los labios masculinos antes de retroceder en dolor, una sensación familiar, sus sentidos volvían a encenderse ante el exquisito y familiar aroma metálico, pero este no era tan atractivo como lo había sido el del primer arcano que se cruzó en su camino, había algo que no estaba en su lugar y ella quería averiguarlo - ¿Yo? – contesto en un tono suave, mirando al hombre fijamente, él sabía algo, eso era más que obvio, sonrió, una sonrisa sádica que dejaba ver esos pequeños y diminutos agujeros en los costados de sus carnosos labios – Si… No, la mala suerte es tuya – Concluyo con una sonrisa ligera.
Su cuerpo se movió con una rapidez sobrehumana, en cosa de segundos su pie había impactado con violencia el rostro ajeno, lanzándole al suelo con estrepito, el preludio de una noche horrorosa, la mujer ya no oculto la sonrisa sádica en el dulce rostro, respiro profundo el aire de la noche. El afilado tacón de sus altos zapatos había dejado una marca en la barbilla ajena, pequeña pero profunda, las pequeñas gotas del líquido carmesí que la Baphomet ansiaba por ver adornar la piel ajena, pálida, sucia – Es una lástima en verdad… aunque si lo que pienso es correcto… tampoco es que te quedara mucho por hacer en esta vida ¿No? – Pregunto en un tono más serio, acercándose al hombre y pisando con fuerza el brazo que había observado era diferente, del que podía ver asomado el color de la vida, inmunda, agobiante, entrecerró los ojos, piso más fuerte sin llegar a clavar sus zapatos - No le estoy pidiendo que confíe en mí, pero a veces es bueno desahogarse en oídos extraños que nunca más va a volver a ver, como un secreto que jamás será rebelado – Repitió con una voz hipnótica, aterciopelada mientras los carnosos labios se movían al compás de las palabras, el cabello rojizo cual vino caía por los hombros femeninos y el contraste con la luz roja del astro nocturno solo podían ser relacionados con la muerte, un hermosa y horripilante termino
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