Dorja Tenzin
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Post by Dorja Tenzin on Mar 25, 2018 17:33:59 GMT
Un nuevo atardecer se cernía sobre el cielo de las tierras arcanas de Mirovia. Un lugar perfecto para todos aquellos que buscaban un nuevo inicio, un escape tal vez de todas las atrocidades de los humanos, de salvación para aquellos a punto de caer en consecuencia de sus propias acciones, y para otros simplemente una nueva aventura. Para Dorja Tenzin, era cada una de esas opciones y un poco más. Habían transcurrido algunos años desde tu llegada a Mirovia, pero no podías dejar que sentir una leve nostalgia a cada momento que el atardecer caia sobre las montañas de Shangri Lax.
A paso lento, con tu traje de monje en su lugar, tu báculo en tu espalda y el mayor peso de tu pasado sobre tu mente, andabas por los largos caminos que rodeaban el enorme Templo del Verano, lugar al que servías como soldado. La ironía de todo aquello se volvía evidente cuando trazos de tu pasado amenazaban con irrumpir la frágil paz que habías logrado mantener por tanto, pues ahora un protector de vidas inocentes, pero cuya trayectoria en su juventud estaba plagada de muerte de mujeres, niños, ancianos, hombres que luchaban por salvaguardar a sus familias. Uno a uno caían bajo tus garras en una ilusa e incomprensible búsqueda de oponentes dignos. Quizás ansiabas sentir la adrenalina de la batalla, tu sangre hervir en cada golpe y patada, o alcanzar la gloria al acabar con grandes oponentes... Ahora, cuando los años y décadas pasaron, debías enfrentar las acciones que habías realizado.
Al llegar a una de las planicies cercanas al Templo, solías tomar un descanso bajo uno de los árboles que se inclinaban levemente hacia la dirección de la montaña, como si tratase de escapar de aquel sitio, pero sin éxito. Bajo la sombra de sus hojas, el viento acariciaba tu pelaje y movía un poco las orbes oscuras que rodeaban tu cuerpo, otro recordatorio de tu estadía con los humanos. Aun te era dificil comprender como una generación entera pudiese olvidar las atrocidades que un ser terrenal pudiera cometer, y acogerle como uno de ellos para mostrarle el camino a la verdadera paz.
La paz interior era algo que aún te era esquiva, una luz que parecía alejarse a cada paso que daba, pero que tampoco desaparecía, en un extraño juego de gato y ratón (y no pudo evitar dejar salir una sonrisa ante la comparación tan irónica del asunto). Pero algo que si te acompañaba a cada paso de tu camino en estas nuevas tierras, era el entrenamiento por el cual atravesaste, reforzando mucho mas que tu cuerpo, tu mente. Y así, como antaño lo habías hecho, adoptas tu posición bajo el árbol, sacando de una pequeña bolsa a tu costado un pequeño instrumento de viento, dejando que las notas fluyeran con suavidad, dejando que tu mente comenzara a realizar aquel viaje por la memoria, para no olvidar jamás de donde habías venido, lo que habías hecho, pero más importante... Lo que habías aprendido en aquellas tierras que habían quedado atrás.
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Mitsuki Yuki
La Resistencia
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Post by Mitsuki Yuki on Mar 25, 2018 17:58:10 GMT
Shangri Lax, no se puede decir que se había convertido en uno de tus lugares favoritos y menos después de tal accidente, pero estaba bien, la jungla poseía la más frescas y deliciosas frutas que crecían en sus árboles y cualquier variedad de plantas curativas, era hermoso y perfecto, ese día, con toda la dificultad que podía representar ir a tan lejana distancia, lo hizo, necesitaba fruta fresca, además de las mismas platas medicinales para crear sus remedios contra enfermedades (Las cuales no eran comunes, solo eran utilizadas en caso de emergencia y para mantener el conocimiento fresco con la práctica) y sobretodo preparar esas mezclas pastosas para las heridas de sus muslos. El día había largo por su puesto, ya que había tenido que hacerlo todo a bastón, ya que una silla de ruedas de madera no era precisamente idónea para adentrarse en los lugares con más flora de Sangri Lax, pudo obtener cualquier clase de frutos y de plantas y ya para el atardecer sus 2 cestas estuvieron llenas, quiso partir pero sus piernas le pedían un merecido descanso, así que se dirigió como pudo al templo del verano para premiarse a sí misma por tal esfuerzo. Al llegar a la base del templo, maldijo las escaleras internamente, sus (Aún) lastimados muslos no iban a dar para tanto así que optó por echarse a descansar en uno de los árboles cercanos, mientras examinaba las frutas y plantas en sus cestas. Inmediatamente la dulce melodía de una flauta llenó sus largas orejas haciéndola embozar una amplia sonrisa, y sin preguntas, empezó a cantar con la melodía, deleitándose con está, relajándose a la sombra del árbol que gentilmente mecía sus hojas con le viento, como si danzara con la dulce melodía. |
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Dorja Tenzin
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Post by Dorja Tenzin on Mar 25, 2018 18:51:46 GMT
Una melodía ajena a tu instrumento hizo a tu mente volver hacia tu cuerpo, a la realidad que vivías, con un pequeño deseo de buscar el origen de aquella canción melodiosa que danzaba en el viento. Sin embargo, fue más fuerte el deseo de continuar aquel dueto anónimo entre árboles y hojas, por lo que solo volviste a cerrar tus ojos, manteniendo el flujo de música desde tu instrumento mientras tus otros sentidos se "movían" intentando descubrir más.
Sus orejas captaban la melodiosa y bella voz de una doncella, una cuyo tono jamás habías escuchado de ninguna talentosa humana jamás, y que el viento le movía hacia ti desde el este; tu nariz recibía el dulce aroma de frutas, flores y algo más, algo similar a un perfume pero cuya esencia era tan peculiar y diferente que no era como algo que hayas sentido antes. Tu mente empezó a dejarse llevar en aquel instante, solo dejando que la música fuera el único elemento en aquellas planicies.
Al acabar, dejaste que el viento se llevara los últimos vestigios de las notas finales, lentamente levantándote del árbol donde te encontrabas y te dispones a andar hacia el este, buscando con la mirada y ayudado por tu olfato, a la dueña de aquella hermosa canción que entre ambos habían construido. Tras unos minutos, logras ver una figura bajo uno de los árboles. Una silueta delineada por un traje peculiar, con un par de colas moviéndose con el viento y sus ojos cerrados. No podías negar que aquel aroma que provenía de la joven era levemente embriagante, pero decidiste no pensar demasiado en ello.
Con paso lento te acercas al árbol quedando a varios pasos de la joven sin decir nada por unos intentas, tratando de pensar en algo que decir y que no fuera algo negativo.
-Tienes una voz hermosa...... -Dices suavemente con una leve sonrisa en tu rostro, sosteniendo tu báculo en la mano derecha-
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Mitsuki Yuki
La Resistencia
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Post by Mitsuki Yuki on Mar 25, 2018 20:30:46 GMT
Al terminar la tonada, los instintos de la kitsune siguieron los ruidos inusuales, sus orejas se movían atentas en busca de algo, pero decidió jugar con ese sentimiento de misterio, se relajó en su sitio y dejo ambas cestas a un lado mientras la joven buscaba su bastón para levantarse del suelo con cierta dificultad. Al escuchar la voz masculina dejó escapara una sonrisa, descubriendo su rostro moviendo sus máscara a un lado, acercándose a paso lento hacia el rakasha y alzando la vista para observar mejor su rostro. -Muchas gracias es un alivio que te haya agradado mi voz, con eso de un dueto a ciegas, pero he de admitir que las notas de tu flauta son tan dulces y delicadas que me fue imposible no seguir la canción, tocas muy bien- Sonrió de forma gentil.
Rió suavemente y movió uno de sus mechones de cabello dorado hacia atrás mientras le miraba con curiosidad. -Creí que no habría nadie por la jungla a esta hora, quizás me atrasé más de lo debido por aquí- Rió con suavidad e hizo una torpe reverencia debido al bastón. -Mi nombre es Mitsuki, me temo que nunca había visto un Rakasha blanco- Se enderezó y señaló las cestas. -Quieres frutas? Están frescas de hoy- Lo miró fijamente por unos momentos, curiosa, como si lo hubiese visto antes en algún lugar antes, desvió la mirada por unos momentos y dejó que la brisa fresca jugara con sus ondulados cabellos mientras sus orejas se mantenían firmes y atentas hacia su acompañante.
Debía admitir que era ciertamente gratificante haber conseguido a alguien para conversar en su visita en Shagri Lax a pesar de que hubiese sido al final del día, cantar y escuchar música tan hermosa, lo hacia valer toda la pena mundo, especialmente con el tiempo que se la había pasado en su casa reposando esa tonta herida de sus muslo, necvesitaba algo así en definitiva.
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Dorja Tenzin
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Post by Dorja Tenzin on Mar 25, 2018 21:29:43 GMT
Escuchando sus palabras no puedes evitar sonreír un poco más, algo que no solías hacer pero que cuando sucedía era muy sincera. Asientes un poco ante sus palabras manteniendo el báculo detrás de ti.
-Agradezco de corazón sus cálidas palabras. Creo que yo fui el afortunado de poder acompañar mi melodía con su hermosa voz - Asientes levemente antes de dar una mirada a los alrededores- En cuanto a mi razón de este lugar.... Es muy simple la verdad. Soy un soldado del Templo y es mi guardia. Por tanto, es mi deber dar patrullajes por todo el area... Aunque un descanso siempre es merecido.
Tus ojos se pasearon un poco más por la Kitsune. Nunca habías tenido la oportunidad de ver una tan cerca en tu tiempo en la tierra, pero ahora parecía algo tan normal que no se sentía como una novedad. Al escuchar su presentación, juntas tus manos dejándolas al nivel de tu pecho, haciendo una leve reverencia. -Es un placer conocerla, señorita Mitsuki. Y me alegra que así sea, me temo que no soy una gran novedad aparte de mi color- Una leve risa se escapa de tus labios y vuelves a mirarle ante su ofrecimiento- Le agradezco de corazón, pero no es necesario. Comí hace una hora y debo esperar suficiente para la próxima. Sin embargo... -Tu semblante se vuelve un poco más serio- Espero no le moleste si le acompaño un poco más. Creo que será mucho mejor pasar este tiempo con buena compañía.... Por supuesto, esto si a usted no le molesta, Señorita Mitsuki
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Mitsuki Yuki
La Resistencia
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Post by Mitsuki Yuki on Mar 26, 2018 1:51:22 GMT
-Ah por favor sería un placer, pero sí me disculpa, necesito sentarme, mis piernas no dan más y estoy algo cansada, creo que recoger fruta todo el día no es mi fuerte- Rió suavemente cubriendo sus sonrosados labios con el dorso de la mano, dirigiéndose al arbol para recargarse en el y deslizarse hasta en el suelo mirando al rakasha a los ojos. -La verdad es que me has tomando tomando mi descanso y no he podido evitar seguir tu hermosa melodía, pero estoy exhausta-
Se movió a un lado limpiando el suelo. -Siéntate a mi lado y conversa conmigo, dime ¿Cuál es tu nombre? Siento que te he visto antes en alguna parte para ser honesta Rakasha- Sostuvo la fruta fresca en sus manos y sacó un pequeño cuchillo rústico hecho a mano para cortar el mango que sostenía en pequeñas tiras. -Un soldado tan enfocado en su trabajo debe siempre necesita un buen descanso, así que será mi placer que ese descanso valga la pena- Le sonrió permitiéndose sentarse y dejo que el olor a mango llenara ese pequeño espacio de la jungla, el clima era agradable y la tenue luz naranja del sol iluminaba con matices pasteles las hojas de los árboles y el suelo que se filtraban por los pequeño claros que los árboles gentilmente formaban, para permitir que las pequeñas flores y arbustos crecieran. Era uno de esos hermosos días que no cambiaría por nada y la verdad, escapar de la ciudadela, al parecer había sido una fantástica y fabulosa idea que le permitiría relajarse y olvidarse de sus deberes -La verdad buena compañía es mi deleite en días tan suaves como estos-
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