Post by Deleted on Apr 27, 2017 5:45:09 GMT
Nombre: Hgridmoddir, Madre de Tormentas
Género: Femenino
Edad: 287 Años
Raza: Draconido-Dragon
Corte: Sin Corte
Lugar de Residencia: Isla Gélida-Costa del norte de Mirovia
Ocupación: Ermitaña, Ocasional viajera de luto
Stats:
• Fuerza: ★★★★★
• Inteligencia: ★★★
• Social: ★
• Agilidad: ★
• Defensa: ★★
Habilidades raciales:
Aliento elemental - Trueno -El arcano puede generar y escupir de su garganta el elemento mencionado en cantidades limitadas de acuerdo a su edad/poder. Aquellos que producen esta clase de aliento deben tener cuidado del efecto de área que puede causar y que la puntería es variable dependiendo de la situación.
Piel de Acero. La piel de estos arcanos posee propiedades que los hace mucho más resistentes a heridas y magia más no inmunes. El poder de protección es proporcional a la edad del arcano.
Quijada extraordinaria. La presión que puede ejercer la mordida de este arcano es extremadamente poderosa, pudiendo perforar todo tipo de piel arcana y otros materiales.
Personalidad: Hosca, Absolutista, Protectiva, Orgullosa, Intransigente, Honorable, Comprometida
Historia: [TW: Muerte, Algo de PTDS]
Hgridmoddir era una Reina. O lo mas parecido a una reina que se permitía estando salvaje. Vivia en los acantilados de Skane, en una cueva en lo alto del acantilado, observando una pequeña ciudad portuaria de humanos. Desde joven, despues de reclamar ese lugar, echando a su hermana de un acantilado cercano, ya ejercía su poder sobre ellos, y los humanos la reverenciaban como su reina, o como su diosa, daba lo mismo para la dragona. Cada primavera le obsequiaban sus mejores vacas, y si ella lo encontraba insuficiente, sacaba unas cuantas ellas mismas de los campos, pues todo lo que ella alcanzaba en el vuelo era suyo. Cuando la tormenta arremetía en lo alto, ella se dejaba llevar por el viento, zurcando los cielos, jugando con los truenos, dirigiendo la tormenta. Pronto fue que los humanos le dieron un nombre que le parecio correcto: Hrigmoddir. La Madre de las Tormentas. Adoptándolo como suyo, llegó a la mayoría de edad, una dragona alta, resistente, y orgullosa, acostumbrada a comandar y a ser escuchada. Ya entonces era común que los humanos, antes de navegar a otras tierras, le dedicaran un sacrificio, y si ella encontraba lo suficientemente sabroso, o lo suficientemente interesante, los acompañaba en el altamar, devastando con truenos y garras incontables castillos y fortalezas, convirtiendose en la pesadilla de sus enemigos, y en el símbolo de guerra del pueblo que gobernaba. Cuando soplaba la tormenta, ella extendía sus alas, y desafiaba a las nubes, para apartarla de sus barcos, y luego, los humanos le daban las gracias con parte del botín que conseguía.
Conocía su lugar en el mundo, y lo disfrutaba. Todavía no habia comenzado la guerra contra los humanos a gran escala, era cosa de las tierras del sur, mientras que en el norte, los arcanos poderosos seguían disfrutando con impunidad.
En una de sus incursiones, descubrió a un dragón gris como la roca que anidaba no a mucha distancia. Sin durar mucho el cortejo se apareó con el, para luego abandonarlo, llevandose sus huevos para incubarlos. Segun Hgridmoddir, fue solamente un punto en su historia, un recuerdo de tinta, del que no recuerda ni el nombre. No, los realmente importantes fueron sus hijos: Tres huevos eclosionaron, las primeras dos fueron sus hijas, Hoggva, y Svinnr, dos dragonas que heredaron el temperamento de su madre, eclosionaron rápidamente, y crecíeron igual de rapido, buscando la independencia apenas pudieron volar. El Menor, Eldingdarg, sin embargo, fue mas apegado a su madre, y pronto esta se dedicó mas a el que a sus hijas. Cuando Hoggva y Svinnir ya habian pasado los cien años, Hgridmoddir decidió buscarles una vivienda digna de ellas, para luego, concentrarse en el pequeño Eldingdarg, que todavía no superaba los setenta años.
Quiza fue la crianza la que hizo que no se percatara que ya no entregaban tantos sacrificios, o que los campesinos se defendían cada vez mas de sus ataques, o que ahora habian murallas de piedra, y catapultas en el pequeño poblado. Hgridmoddir solo tenía ojos para su pequeño, y al final, esa fue su perdición.
Una noche volvía despues de una tormenta, cuando vio una columna de antorchas subiendo por el acantilado. Curioso, pueso los humanos habian ya hace mucho dejado de dar los sacrificios. La dragona voló al instante hacia su guarida, y al pasar, la reaccion de los humanos encendio su alerta: Estos estaban armados, y le disparaban con arcos grandes y largos intentando herirla. ¿¡Como se atrevían esas alimañanas a dañarla a ella!? los relámpagos que escapaban de su boca estaban llenos de indignación, sin embargo, no podía lidiar con ellos, no ahora, su hijo la necesitaba.
Cuando entró en su guarida, vio que habían cientos de humanos adentro, todos armados, algunos con redes, esperándola. ¿Que habian hecho con su hijo? Miro desesperada a los lados, y logró captar la sombra de Eldingdarg recortandose contra una pared, encadenado, peleando.
-¡MADRE! ¡HUYE!- Sono su rugido desesperado, antes de que los humanos se le tiraran encima. Pero Hgridmoddir no era una joven dragona desvalida, era una reina dragona, era la madre de las tormentas. Con un zarpazo rompio las mallas que le tiraban, mientras hacia llover trueno sobre los humanos. Corrió en busca de su cría, aplastando a los humanos a su paso
-HIJO! VOY POR TI! ¡ESTOY CONTIGO! - Gritaba, desesperada, adentrandose en la cueva. Tal era su turbacion que no se percató que habia un grupo de humanos en el techo de la cueva, esperando que pasara para saltar encima de ella. Por instinto, replegó sus alas, frenándose, lo que permitio que los humanos clavaran unas horribles lanzas de metal en su espalda y extremidades, una incluso le rozó el ojo y quedo clavada en las carnes de su mejilla. La dragona, adolorida, batió con la cola a estos humanos, pero el daño ya estaba hecho: las lanzas tenían unas cadenas de un metal negro y cruel, y decenas de humanos corrían para tomar cada cadena, y mantenerla en su lugar
-¡ELDINGARD!-el aullido de la madre hizo temblar la caverna, pero otro dolor se extendía a su par, aun mas temible y doloroso: Los gritos y rugidos de dolor de su cría. No hay nada mas temible que la furia de una madre, y pronto la mente de la dragona dejo de sentir el dolor de sus extremidades, de las lanzas que se clavaban en su vientre, y de las flechas que volaban hacia su rostro. Con un fuerte tirón, se soltó una de las lanzas traseras, el vil arma llevandose un pedazo de músculo y cartílago consigo, y luego con su cola golpeó a los que sujetaban su otra pata trasera. Se volvió descargando una andada de relámpagos, para comprar tiempo y liberar esas lanzas con su boca -¡RESISTE HIJO!
Sin embargo, el pobre dragón no tenía fuerzas para contestar a su madre. Ya no habian rugidos, sino aullidos, desgarradores aullidos que hacian mella en el corazón de la dragona. La furia se convirtió en la unica emocion, mientras miraba al grupo de humanos que quedaba enfrente. Saltó hacia adelante, ignorando las lanzas que apuntaban a su cuerpo, dejando que rasparan sus escamas, unas pocas, hundiendose en su carne, pues poco importaba si podía tenerlos al alcanze, y destrozarlos con una mordida. Apenas le quedaba energía para un trueno mas, y los descargó contra los que tenían atrapada su pata delantera izquierda, dejandola libre. Sin embargo, los humanos que tenian su extremidad restante agarrada, habian creado una especie de brazalete trenzado con sus cadenas, haciendo que fuera imposible sacarselo de un tirón. Intentó aplastar a algunos con su zarpa y su cola, pero no alcanzaba a todos. Caían, si, pero los que quedaban en pie aprovechaban el tiempo, y amarraron las cadenas a una de las estalagmitas de su guarida. El ultimo humano alcanzó a finalizar el nudo antes de que la cola lo aplastara, pero ya no habia nada que hacer: La estalactita era gruesa como el cuerpo de la dragona, y no podía ser rota a tiempo.
Los gritos de su hijo ya eran agónicos, la dragona sabía que no quedaba mucho tiempo. Empezó a morder desesperada el lazo, destrozando despues de unos segundos uno de los hilos de la trenza de cadenas, repitiendo el proceso enloquecida, ignorando sus heridas, ignorando su cansancio, ignorando el daño que se estaba haciendo en los colmillos, solo existía ella, el tiempo, y los gemidos agónicos de Eldingard.
Hasta que se hizo el silencio.
El corazón de Hrigdmoddir se detuvo
No
La sombra de su hijo no se veía recortada contra la pared de la caverna
Datos curiosos: Nunca ha usado su forma sellada, ni piensa usarla, la considera un símbolo de humanidad
- Es sumamente protectora con aquellos que considera cachorros, llegando a puntos inquebrantables.
- No tiene la pata delantera derecha
-De vez en cuando, despierta pensando que todavía esta rodeada de humanos, Aquellas pesadillas son seguidas con ella escapando hacia la tormenta mas cercana, descargando truenos si es que no encuentra una tormenta para crearla ella misma
Imagen complementaria:[On the making. pero mejor usen su imaginacion. Referencias: 6 metros a la cruz. 8 metros alas extendidas, 2 metros de cabeza, 12 metros de largo. Escamas blancas, Cola pinchuda, alas ennervadas, cicatrices en todo el vientre inferior, extremidades, cola y rostro, algunas en la espalda
Género: Femenino
Edad: 287 Años
Raza: Draconido-Dragon
Corte: Sin Corte
Lugar de Residencia: Isla Gélida-Costa del norte de Mirovia
Ocupación: Ermitaña, Ocasional viajera de luto
Stats:
• Fuerza: ★★★★★
• Inteligencia: ★★★
• Social: ★
• Agilidad: ★
• Defensa: ★★
Habilidades raciales:
Aliento elemental - Trueno -El arcano puede generar y escupir de su garganta el elemento mencionado en cantidades limitadas de acuerdo a su edad/poder. Aquellos que producen esta clase de aliento deben tener cuidado del efecto de área que puede causar y que la puntería es variable dependiendo de la situación.
Piel de Acero. La piel de estos arcanos posee propiedades que los hace mucho más resistentes a heridas y magia más no inmunes. El poder de protección es proporcional a la edad del arcano.
Quijada extraordinaria. La presión que puede ejercer la mordida de este arcano es extremadamente poderosa, pudiendo perforar todo tipo de piel arcana y otros materiales.
Personalidad: Hosca, Absolutista, Protectiva, Orgullosa, Intransigente, Honorable, Comprometida
Historia: [TW: Muerte, Algo de PTDS]
Hgridmoddir era una Reina. O lo mas parecido a una reina que se permitía estando salvaje. Vivia en los acantilados de Skane, en una cueva en lo alto del acantilado, observando una pequeña ciudad portuaria de humanos. Desde joven, despues de reclamar ese lugar, echando a su hermana de un acantilado cercano, ya ejercía su poder sobre ellos, y los humanos la reverenciaban como su reina, o como su diosa, daba lo mismo para la dragona. Cada primavera le obsequiaban sus mejores vacas, y si ella lo encontraba insuficiente, sacaba unas cuantas ellas mismas de los campos, pues todo lo que ella alcanzaba en el vuelo era suyo. Cuando la tormenta arremetía en lo alto, ella se dejaba llevar por el viento, zurcando los cielos, jugando con los truenos, dirigiendo la tormenta. Pronto fue que los humanos le dieron un nombre que le parecio correcto: Hrigmoddir. La Madre de las Tormentas. Adoptándolo como suyo, llegó a la mayoría de edad, una dragona alta, resistente, y orgullosa, acostumbrada a comandar y a ser escuchada. Ya entonces era común que los humanos, antes de navegar a otras tierras, le dedicaran un sacrificio, y si ella encontraba lo suficientemente sabroso, o lo suficientemente interesante, los acompañaba en el altamar, devastando con truenos y garras incontables castillos y fortalezas, convirtiendose en la pesadilla de sus enemigos, y en el símbolo de guerra del pueblo que gobernaba. Cuando soplaba la tormenta, ella extendía sus alas, y desafiaba a las nubes, para apartarla de sus barcos, y luego, los humanos le daban las gracias con parte del botín que conseguía.
Conocía su lugar en el mundo, y lo disfrutaba. Todavía no habia comenzado la guerra contra los humanos a gran escala, era cosa de las tierras del sur, mientras que en el norte, los arcanos poderosos seguían disfrutando con impunidad.
En una de sus incursiones, descubrió a un dragón gris como la roca que anidaba no a mucha distancia. Sin durar mucho el cortejo se apareó con el, para luego abandonarlo, llevandose sus huevos para incubarlos. Segun Hgridmoddir, fue solamente un punto en su historia, un recuerdo de tinta, del que no recuerda ni el nombre. No, los realmente importantes fueron sus hijos: Tres huevos eclosionaron, las primeras dos fueron sus hijas, Hoggva, y Svinnr, dos dragonas que heredaron el temperamento de su madre, eclosionaron rápidamente, y crecíeron igual de rapido, buscando la independencia apenas pudieron volar. El Menor, Eldingdarg, sin embargo, fue mas apegado a su madre, y pronto esta se dedicó mas a el que a sus hijas. Cuando Hoggva y Svinnir ya habian pasado los cien años, Hgridmoddir decidió buscarles una vivienda digna de ellas, para luego, concentrarse en el pequeño Eldingdarg, que todavía no superaba los setenta años.
Quiza fue la crianza la que hizo que no se percatara que ya no entregaban tantos sacrificios, o que los campesinos se defendían cada vez mas de sus ataques, o que ahora habian murallas de piedra, y catapultas en el pequeño poblado. Hgridmoddir solo tenía ojos para su pequeño, y al final, esa fue su perdición.
Una noche volvía despues de una tormenta, cuando vio una columna de antorchas subiendo por el acantilado. Curioso, pueso los humanos habian ya hace mucho dejado de dar los sacrificios. La dragona voló al instante hacia su guarida, y al pasar, la reaccion de los humanos encendio su alerta: Estos estaban armados, y le disparaban con arcos grandes y largos intentando herirla. ¿¡Como se atrevían esas alimañanas a dañarla a ella!? los relámpagos que escapaban de su boca estaban llenos de indignación, sin embargo, no podía lidiar con ellos, no ahora, su hijo la necesitaba.
Cuando entró en su guarida, vio que habían cientos de humanos adentro, todos armados, algunos con redes, esperándola. ¿Que habian hecho con su hijo? Miro desesperada a los lados, y logró captar la sombra de Eldingdarg recortandose contra una pared, encadenado, peleando.
-¡MADRE! ¡HUYE!- Sono su rugido desesperado, antes de que los humanos se le tiraran encima. Pero Hgridmoddir no era una joven dragona desvalida, era una reina dragona, era la madre de las tormentas. Con un zarpazo rompio las mallas que le tiraban, mientras hacia llover trueno sobre los humanos. Corrió en busca de su cría, aplastando a los humanos a su paso
-HIJO! VOY POR TI! ¡ESTOY CONTIGO! - Gritaba, desesperada, adentrandose en la cueva. Tal era su turbacion que no se percató que habia un grupo de humanos en el techo de la cueva, esperando que pasara para saltar encima de ella. Por instinto, replegó sus alas, frenándose, lo que permitio que los humanos clavaran unas horribles lanzas de metal en su espalda y extremidades, una incluso le rozó el ojo y quedo clavada en las carnes de su mejilla. La dragona, adolorida, batió con la cola a estos humanos, pero el daño ya estaba hecho: las lanzas tenían unas cadenas de un metal negro y cruel, y decenas de humanos corrían para tomar cada cadena, y mantenerla en su lugar
-¡ELDINGARD!-el aullido de la madre hizo temblar la caverna, pero otro dolor se extendía a su par, aun mas temible y doloroso: Los gritos y rugidos de dolor de su cría. No hay nada mas temible que la furia de una madre, y pronto la mente de la dragona dejo de sentir el dolor de sus extremidades, de las lanzas que se clavaban en su vientre, y de las flechas que volaban hacia su rostro. Con un fuerte tirón, se soltó una de las lanzas traseras, el vil arma llevandose un pedazo de músculo y cartílago consigo, y luego con su cola golpeó a los que sujetaban su otra pata trasera. Se volvió descargando una andada de relámpagos, para comprar tiempo y liberar esas lanzas con su boca -¡RESISTE HIJO!
Sin embargo, el pobre dragón no tenía fuerzas para contestar a su madre. Ya no habian rugidos, sino aullidos, desgarradores aullidos que hacian mella en el corazón de la dragona. La furia se convirtió en la unica emocion, mientras miraba al grupo de humanos que quedaba enfrente. Saltó hacia adelante, ignorando las lanzas que apuntaban a su cuerpo, dejando que rasparan sus escamas, unas pocas, hundiendose en su carne, pues poco importaba si podía tenerlos al alcanze, y destrozarlos con una mordida. Apenas le quedaba energía para un trueno mas, y los descargó contra los que tenían atrapada su pata delantera izquierda, dejandola libre. Sin embargo, los humanos que tenian su extremidad restante agarrada, habian creado una especie de brazalete trenzado con sus cadenas, haciendo que fuera imposible sacarselo de un tirón. Intentó aplastar a algunos con su zarpa y su cola, pero no alcanzaba a todos. Caían, si, pero los que quedaban en pie aprovechaban el tiempo, y amarraron las cadenas a una de las estalagmitas de su guarida. El ultimo humano alcanzó a finalizar el nudo antes de que la cola lo aplastara, pero ya no habia nada que hacer: La estalactita era gruesa como el cuerpo de la dragona, y no podía ser rota a tiempo.
Los gritos de su hijo ya eran agónicos, la dragona sabía que no quedaba mucho tiempo. Empezó a morder desesperada el lazo, destrozando despues de unos segundos uno de los hilos de la trenza de cadenas, repitiendo el proceso enloquecida, ignorando sus heridas, ignorando su cansancio, ignorando el daño que se estaba haciendo en los colmillos, solo existía ella, el tiempo, y los gemidos agónicos de Eldingard.
Hasta que se hizo el silencio.
El corazón de Hrigdmoddir se detuvo
No
La sombra de su hijo no se veía recortada contra la pared de la caverna
No...
La dragona misma se detuvo, absorbiendo la enormidad del momento, su cerebro, todavía sin procesar lo que estaba ocurriendo
Luego, su vida se convirtio en un frenesí de sangre y de venganza, los dias cubriendose unos encima de otros, la sangre dejando de tener importancia, las heridas, siendo lo unico que le recordaba que tenia una pizca de vida
Destrozaba, Mataba, Olvidaba
Solamente la guerra significaba algo, la venganza tenia un sentido, la torre de mierde caótica que permitía que se lavara de su mente el rostro de su hijo moribundo
Destruia, Depredaba, Saqueaba.
El Ragnarok habia llegado para ella, no quedaba mas que consagrarse a la muerte del mundo, a devorar y destruir, a esperar que cuando ya no haya ningun ser humano en el mundo, el dolor de su corazón haya sido lavado en sangre, ya no esperaba perdón ni redencion, estaba mas alla de ella, una asesina, una maquina de guerra. La inocencia no existía ante sus ojos, pues todos los humanos cargaban con la misma culpa, no importaba si tuvieran dos años, o veinte, la marca de la humanidad era la condenación. Su mente ya no registraba sucesos, o recuerdos claros, imágenes de aldeas ardiendo, pilas de cadáveres quemados, sangre fresca en su lengua, su sangre, la sangre de otros, no habia diferencia ya.
Y en medio del Ragnarok. Una voz que la salvaba del vacío.
"Hay un refugio, mas alla del mar. Mirovia. Podemos volver a forjar nuestras vidas. Familias y niños pueden renacer"
Una luz de esperanza
Familias y niños pueden renacer
Una isla para los naufragados.
Niños pueden renacer
Mirovia.
Habia Llegado
NOOOO!
Hgridmoddir no dejó que profanaran el cuerpo de su hijo. Esa noche, bañada en sangre y en muerte, lo cogió con las ultimas fuerzas que le quedaban, y lo arrojó al mar.El rugido enloquecido de la dragona agrieto tanto las paredes de la guarida como las de su mente. Como poseída, mordió su extremidad encadenada, hasta arrancarsela de cuajo por encima del codo. No sentía el dolor de su cuerpo, tan solo el dolor de su corazón, mientras volaba, dejando un rastro de sangre en la cueva. La mirada de la dragona se estaba desvaneciendo cuando llego al final. Cuando vio el cuerpo de su hijo, y dos humanos, encima de él, bañados en su sangre. El pequeño Eldingard yacía en el piso, los cortes y heridas cubriendo su cuerpo..su rostro....
Luego, su vida se convirtio en un frenesí de sangre y de venganza, los dias cubriendose unos encima de otros, la sangre dejando de tener importancia, las heridas, siendo lo unico que le recordaba que tenia una pizca de vida
Destrozaba, Mataba, Olvidaba
Solamente la guerra significaba algo, la venganza tenia un sentido, la torre de mierde caótica que permitía que se lavara de su mente el rostro de su hijo moribundo
Destruia, Depredaba, Saqueaba.
El Ragnarok habia llegado para ella, no quedaba mas que consagrarse a la muerte del mundo, a devorar y destruir, a esperar que cuando ya no haya ningun ser humano en el mundo, el dolor de su corazón haya sido lavado en sangre, ya no esperaba perdón ni redencion, estaba mas alla de ella, una asesina, una maquina de guerra. La inocencia no existía ante sus ojos, pues todos los humanos cargaban con la misma culpa, no importaba si tuvieran dos años, o veinte, la marca de la humanidad era la condenación. Su mente ya no registraba sucesos, o recuerdos claros, imágenes de aldeas ardiendo, pilas de cadáveres quemados, sangre fresca en su lengua, su sangre, la sangre de otros, no habia diferencia ya.
Y en medio del Ragnarok. Una voz que la salvaba del vacío.
"Hay un refugio, mas alla del mar. Mirovia. Podemos volver a forjar nuestras vidas. Familias y niños pueden renacer"
Una luz de esperanza
Familias y niños pueden renacer
Una isla para los naufragados.
Niños pueden renacer
Mirovia.
Habia Llegado
Datos curiosos: Nunca ha usado su forma sellada, ni piensa usarla, la considera un símbolo de humanidad
- Es sumamente protectora con aquellos que considera cachorros, llegando a puntos inquebrantables.
- No tiene la pata delantera derecha
-De vez en cuando, despierta pensando que todavía esta rodeada de humanos, Aquellas pesadillas son seguidas con ella escapando hacia la tormenta mas cercana, descargando truenos si es que no encuentra una tormenta para crearla ella misma
Imagen complementaria:[On the making. pero mejor usen su imaginacion. Referencias: 6 metros a la cruz. 8 metros alas extendidas, 2 metros de cabeza, 12 metros de largo. Escamas blancas, Cola pinchuda, alas ennervadas, cicatrices en todo el vientre inferior, extremidades, cola y rostro, algunas en la espalda