Post by Sven Velfast on Apr 3, 2018 1:31:21 GMT
Sven: Tal y como lo dijo, Sven se encontraba en la biblioteca principal, dedicándose a sus estudios. Con antelación había solicitado dos tazas de té negro para acompañarle, mientras esperaba la venida de la arconte. Leía ensimismado un libro que analizaba distintos tipos de magia, conforme hacia anotaciones en su propio grimorio mágico.
Zaniah: No podía evitar un cierto escalofrío cada vez que le llamaban en esas pláticas en privado, pues generalmente nunca terminaban del todo bien. Observó el pan dulce en ambos platos de porcelana mientras se encaminaba hasta la biblioteca, preguntándose qué es aquello que Sven tenía para decirle exactamente... ¿La atención sobre su apellido había sido una excusa? Lo dudó, sin embargo, no dijo nada, limitándose a abrir la puerta de la biblioteca.
Sven: Al escuchar la puerta de la biblioteca abrirse, sin levantar su mirada del libro, estiró su mano enguantada para apuntar al asiento contiguo al suyo, donde sobre la mesa yacía la taza de té que era dedicada a la alada. Aunque pretendía seguir concentrado, su atención se cernía en la invitada. -Zaniah- se refirió por el nombre de la dama, ignorando las formalidades que usualmente demuestra en presencia de público.
Zaniah: -Sven -Respondió a aquello, mientras entraba a la habitación, utilizando su codo para cerrar la puerta debido a las manos oscupadas. Caminó con un grado de tranquilidad y nerviosismo a la biblioteca, un lugar tan extraño y conocido a la vez. Dejó ambos platos sobre la mesita al lado del té, y tomó asiento, quitandose algunas arrugas del vestido.
Sven: Al momento que la arcana tomó asiento, pacientemente cerró el libro del cual estudiaba, y puso la pluma en medio de las paginas del grimorio. Finalmente se dignó a levantar la mirada y clavarla en la de la arconte. El hombre se notaba pálido, y en las líneas de crecimiento de cabello algunas venas repintadas en morados y verdes. Estiró la mano para tomar el platillo en el que el aperitivo estaba servido y olerlo. El olor era agradable, mas no apetitoso. Era similar a oler la fragancia de una colonia, la cual provoca sensaciones positivas, pero no hay distinción en pensar en aquello como comida siquiera. No se inmutó ante aquello, pero regresó el plato a la mesa -¿De qué es?- preguntó, como si ignorara por completo el tema relevante por el cual estaban reunidos.
Zaniah: No pudo evitar querer observar qué es lo que exactamente estaba escribiendo, frunció el ceño levemente, dandose cuenta del libro de donde había sacado tal información. Aquel que había visto en esa habitación.... Lo miro fijamente por un momento hasta que la pregunta resonó en su cabeza. -Fresa -Dijo al final, mientras se atrevía a tomar un pedazo de el suyo con los dedos, quitándose el guante, pues ya no había necesidad de esconder algo que ya había sido mostrado ante los ojos del sirviente. -¿Una es para mí? -Se atrevió a preguntar, observando la taza de té.
Sven: Sven asintió ante la pregunta de la invitada. Sus recuerdos le llevaron momentáneamente a recordar el sabor a fresa, delicado y frutal, usualmente de su agrado, aunque ahora el mero recuerdo le revolvía el estómago. -En fin, dicen que la curiosidad mató al gato, Zaniah...- dejó de manera críptica en el aire, esperando una reacción de parte de la arcana.
Zaniah: Al parecer la plática amena se había esfumado tan rápido como una vela al viento, la mujer no pudo evitar mirar al arcano en frente suyo con un gesto de cuestionamiento y cierto rencor en el rostro, sus labios se hicieron una fina linea, sin poder evitar dirigir su mirada ante la oreja del sirviente. -¿Por qué lo dice? -Dijo de la manera más serena posible, mientras se metía un pedazo de pan con azucar a la boca.
Sven: -Parece que es la situación recurrente en que nos vemos atrapados... una y otra vez- dijo de forma lenta, pero con acento marcado característico de su persona. El dedo medio enguantado bailó por los bordes de la taza de porcelana, mientras la mirada del veterano inspeccionaba cuidadosamente la acción de la arcana, engullendo su comida como si aquello fuese algo ajeno para él. -¿Qué tal está?- preguntó sincero, con respecto al sabor de aquello que estaba consumiendo.
Zaniah: -¿Una maldición, quizá? -Dijo en cierto tono de burla, observando el pecho del arcano, donde había plantado el hechizo de piedra, y sin saberlo, una conexión de sangre, tomada de la mano con la magia negra, atada a los corazones oscuros de ambos seres. Limpió sus dedos con azucar con una servilleta. -No estan nada mal -Contestó mientras se agachaba para tomar la taza de té humeante, acercándola a su nariz. Tenía cientos de preguntas, pero sabía que a aquel arcano nunca le gustaban las cosas a la deriva... todo debía ir lento... casi como si jugara con sus palabras.
Sven: Dejó salir un resoplo de su nariz. Era difícil adivinar si era de burla o molestia. -Supongo que sí- respondió sin dilatar. Había una curiosidad que casi lo obligaba a querer probar bocado, muy a pesar de saber que sabría a pura y rotunda ceniza, además de hacerle sentir enfermo. En contra parte, las manos y la leve tez expuesta por parte de la mujer lo encantaban a cierto grado, por lo que no podía dejar de mirarle. -Pregunte lo que guste, Zaniah. Sería una pena que yo arruine el ambiente siendo cortante y preciso-
Zaniah: Como si notara la hambrienta mirada del vástago primerizo, Zaniah bebió un poco del té, solo para después levantar un poco el cuello de su camisa, cubriendo débilmente las cicatrices impuestas por la serpiente. -Supongo que esta charla no tiene un fin meramente de conversacion de té o empanadas -Habló la mujer mientras dejaba la taza sobre la mesa. -¿Por qué ya no debo de llamarlo Ulgriff? -Preguntó de manera cortante, sin espacios abiertos o quizá algo que fuera moviendo poco a poco hasta llegar allí. Notaba algo diferente en él, algo que no podía explicar del todo, muy a pesar de que siempre era tan distante y frío, pero había algo que los unía: curiosidad, la gratitud del saber las emociones y expresiones ante algo nuevo. Lo miró a los ojos, ignorando por un momento el postre.
Sven: Directo al grano. Sven entreabrió la boca antes de hablar, dejando un aliento gélido escapar de su garganta. Si se observase de manera detenida, se podían notar caninos filosos asomarse apenas de los bordes de los labios -Por que fui acogido en el brazo de la familia de Lysander- mencionó, dejando que la idea a medias se explicase por sí sola. Lentamente cerró la boca y llevó su mirada del cuello de la contraria a sus ojos, ligeramente bajando la cabeza para que su mirada se viese intimidadora. Las pupilas se le notaban ligeramente más ovaladas que nunca.
Zaniah: Le tomó un tiempo reflexionar aquellas palabras, la biblioteca nunca había estado tan silenciosa a pesar de las almas que estaban dentro de ella en ese instante. Entreabrió los labios, mientras su mirada se paseaba por todos lados menos en el rostro ajeno. --¿Cómo... --Aquello lo dijo al aire, mientras sus pensamientos se revolvían con ferocidad en su cabeza. Conocía la historia de los licántropos y los vampiros acerca de su mordida, pero aquellas leyendas solo habían sido contadas por humanos, ¿Cómo era posible? Zaniah lo indagó con sumo cuidado, tomando la taza de té entre sus dedos. --El fénix ha muerto, pero de las cenizas decidió renacer otro individuo...
Sven: -No- recitó Sven, siendo muy específico con la alegoría -El fénix murió, y las cenizas desaparecieron para siempre- El aire se volvió pesado y frío. -Es por eso, Zaniah Neshmet, que el apellido Ulgriff jamás debe de ser mencionado nuevamente- recalcó, mientras con un brazo apartaba hacia un lado todo aquello que estaba entre él y ella.
Zaniah: Aquella declamación resonó en los oídos de la arconte como un poema, uno muy atrayente, peligroso y desconocido. No pudo evitar hacerse hacia atrás, observando como todo lo que había en la mesa era arrojado de manera bestial, sin embargo, no tuvo la intención de irse, no hasta que supiera lo necesario. --Sven Velfast --Inquirió casi en un susurro, sintiendo un sabor amargo sobre la lengua al utilizar el apellido de su maestro y el nombre de aquel arcano en una misma oración. --¿Así es como debo llamarte ahora?(edited)
Sven: -Así es, Zaniah- replicó -Además, usted es la primera en saber esto- añadió. Aunque lo del apellido era cierto, su identidad como vampiro ya había sido conocida por Ivka y Evangeline de manera incidental, pero habían sido discretos como para no divulgar esta información aparentemente. -Cuando las llamas eran lo que abarcaban cada recoveco de este cuerpo- dijo de forma golpeada, mientras con una mano se tocaba el pecho -ahora son la mortal ironía que me aniquilaría-. Cada uno no se encontraba muy lejos del otro, por lo que sven inclinaba su cuerpo hacia adelante con el propósito de acortar distancia, sin levantarse de la silla. -Parece trágico, ¿no?-
Zaniah: No respondió al instante, tan solo lo miraba a los ojos, como si intentara desgarrar en ellos respuestas del nuevo ser que se encontraba delante de ella. --Irónico --Habló con aquel dejo de voz ronca, no comentó demasiado al respecto sobre sus propios pensamientos, sorprendiéndose a ella misma el extraño calor de su corazón, aquel calor de la envidia contra la serpiente. Dejar todo atrás, absolutamente todo lo que alguna vez temías, añorabas y extrañabas para ser alguien completamente diferente en el mismo cuerpo, la misma mente, las mismas palabras. Oh... cuanto lo envidiaba... --¿Por qué me ha dicho todo esto, Sven? --Preguntó, aún costándole llamarlo por su nuevo apellido.
Sven: Mordiendo un dedo de su mano enguantada, se retiró primero el guante izquierdo antes de responder. -Sería atrevido de explicar- pausó -por que me place. Por que de todos los seres simples y mundanos en este castillo, quiero saber sus pensamientos específicamente- confesó sin remordimiento. Posó su mano izquierda sobre la misma de la contraria, tomándola con firmeza pero sin escalar a la grosería -Quiero saber su opinión- preguntó peligrosamente.
Zaniah: Un escalofrío recorrió todo su cuerpo debido al roce de las manos desnudas, los tatuajes le pellizcaron la piel al igual que las ya casi borradas cicatrices de las cuerdas. Una respuesta que parecía encaminarse a la sinceridad, aunque demasiado bonito para sus oídos para no parecer unas fauces abiertas de metal, no se atrevió a retirar la mano, pero sí a fruncir el ceño. --¿Por qué querría mi opinión? --Preguntó con sumo cuidado, tanteando el terreno antes de caminar por un sendero lleno de trampas mortales.
Sven: Ante aquella pregunta su mano apretó aún más la contraria, y la arrastró sobre la mesa para obligar el cuerpo de la arcana a que se acercase al suyo. -Basta de retóricas, Zaniah- dijo en un tono de sentencia. Quiso responder la obviedad pero algo dentro suyo lo detuvo, como si le causara una molesta interna el recordar que son más parecidos de lo quería aceptar, por lo que no podía libremente afirmar ese hecho sin sonar tosco o perturbado. -Hable-
Zaniah: El golpe contra la madera recalcó todos los sentido de la arconte, por unos breves segundos sus dedos libres rasguñaron el filo de la mesa, mientras su mirada por unos segundos se llenó de aquella misma ira que Sven había presenciado en las mazmorras, respiró rápidamente, separando los dedos con lentitud de la mesa. --¿Por qué esta necesidad, Velfast? --Dijo en un susurro mientras observaba de cerca las facciones de Sven, moviéndose como si estuviera con una serpiente de verdad. --Pero si tanto quiere saber... --La mirada bicolor se encajó en la contraria --Lo envidio --Soltó, mientras llevaba su mano enguantada al rostro gélido ajeno --El dejar todo lo que ha vivido, por todo lo que ha luchado en vano, un futuro incierto, un pasado resquebrado... y simplemente... desaparece... pero sigues aquí, vives de verdad, lo demás ya no importa nunca más ¿Qué más se podía pedir? --Habló con cuidado, y quizás, con las palabras más sinceras que el vástago pudiera escuchar de sus labios.
Sven: Aquello era lo que quería escuchar, mas no le satisfajo. No porque la sinceridad sonara falsa o porque hubiese una razón más íntima en aquel significado. Probablemente era porque eran palabras que partían de los labios de la arconte, aquella mujer con la que podía decir, era cercano a cierta medida- o al menos más que cualquier otro sirviente en ese castillo. Apretó la mano de la contraria contra su mejilla, como si su tez intentase robar cualquier muestra de calor que se asomase a través de la cubierta que separaba una piel de la otra. -Por que era necesario- respondió a la pregunta inicial que no era un cuestionamiento. Se quedó pensante sobre las palabras ajenas, conforme sus pupilas se volvían afiladas y su lengua se paseaba en sus propios labios resecos. -Entreténgame- mencionó sin significado marcado.
Zaniah: Su silencio remarcó en los lugares más sofocados de su mente y su cuerpo, el tacto suave, como si aquel ser añorara el calor de un cuerpo latiente, de un corazón vivo a pesar de estar infectado por el dolor y la oscuridad. Recordó aquella habitación destruída, el olor a muerte, y la sangre derramarse en la Luna roja, cada vez estando más segura de que la bestia no pudo haber sido otro arcano que aquel insaciable hombre de cabellos azabache. Miró su pecho, pensando que quizá una estaca de madera adornaría su piel o las mismas llamas que encendieron la suya podrían acabar con su cuerpo... pero... Se acomodó sobre sus pies, empujando con su cuerpo la mesa lejos de ellos, mirándolo con seriedad, escrutando sus movimientos, su sed... ¿Que podría hacer ahora ante el apellido de su maestro? Aquel que le había regalado tanto conocimiento y libertades sin nada a cambio... Zaniah miró a Sven como si de pronto se observara en un espejo. Se sentó sobre sus muslos, observando las venas casi moradas que adornaban su piel. --¿Está dispuesto a beber de algo que esta envenedado, Velfast?... --Arrulló, mientras tanteaba sus propias manos sobre los botones del cuello de su vestido.
Sven: Si era cierto consigo mismo, quería arrancarle las prendas y clavar sus colmillos sobre la carne cuanto antes. Siendo neonato apenas y podía controlarse, pero había estado dedicadamente entendiendo su naturaleza y hallando formas de reprimirse, logrando así, poco a poco, encontrando una cierta estabilidad entre tantas ansias. -Curiosa pregunta viniendo de usted- se atrevió a decir, conforme se retiraba el otro guante. Sus manos ahora estaban desnudas, los dedos arqueados como si aparentaran ser garras, luchando contra el impulsa de clavarse en la piel de la mujer. Si bien recordaba, había sido ella que había arrancado parte de su oreja, y probado en un pacto su sangre -Si su sangre es veneno, la mia no debería ser diferente- dijo con silabas arrastradas- le costaba aun aceptar aquello -su palpitar es un canto en mis instintos, cómo negarse-
Zaniah: La sensación de oscuridad crecía dentro de su ser, le aclamaba ser liberado, sentir de nuevo aquel fulgor cuando se sintió verdaderamente libre por una vez aunque solo fuera por un momento, aquello que Sven le ofrecía era desconocido para ella, un camino a ciegas, tentándose a caer en un abismo sin fondo. Sonrió. --En ese caso --Quitó cada uno de los botones, dejando una abertura de piel entre la capa de tela morada, las pecas, las cicatrices y la tensión de su cuello le llamaban. --Aliméntese entonces, y veamos qué sucede... --Continuó la arconte, mientras separaba con sus manos cada parte de la prenda, dejando tan solo el cuello y parte de los hombros expuestos.(edited)
Sven: No había razones por las cuales reprimirse más. Abrió su boca y sus colmillos crecieron más, siendo bestiales comparados a los de una criatura corriente. Apretó su cuerpo contra el contrario y clavó su mordida en la carne ajena. La mano derecha se posaba firme sobre la espalda de la mujer, y la izquierda sobre la cintura. Aquel tipo de mordida era punzante y fría al incio, pero la sensación eventualmente mermaba a una de placer, propiedad exclusiva de aquel acto tan canibal y propio de los vástagos.
Zaniah: El dolor se hizo presente tan rápido como un balde de agua fría, Zaniah apretó los dientes, mientras el dolor arrastraba por su cuerpo. No soltó sonido alguno. Su cuerpo fue el que habló ante el desgarre de la piel, rodeó a Sven con sus brazos, apretando los ropajes con fuerza mientras su mirada se detenía en algún lugar distante, sin embargo, las sensaciones no se detuvieron ahí, pronto su cuerpo se vio sumido en el trance de una embriaguez erótica, abrió los ojos de pronto, mientras un suspiro se escapaba de su garganta, apretando sus piernas contra las del vástago.
Sven: Sven estaba encapsulado en la sensación desorbitante que le causaba el baño de la sangre ajena sobre su lengua. Tomaba como un hombre sediento y moribundo atrapado en un desierto haría con un poco de agua. Aquel encuentro alteraba sus sentidos y lo energizaban de maneras que había olvidado en su vida antigua. De no reaccionar, se hubiera quedado clavado ahí hasta acabar con la vida de la contraria, como pasó algunas veces con algunas criadas en anterioridad. Retiró sus colmillos y con una lamida lenta y precisa, repasó sobre las heridas, cerrándolas como si fueran un hechizo curativo. -Za..niah- dijo en un suspiro cortado, agobiado por el deseo de querer más.
Zaniah: Pudo sentir la liberación tan cerca que, cuando se alejó de ella pronto la mujer pareció quedarse totalmente vacía, parpadeó un par de veces, mientras los tatuajes dejaban de brillar conforme el jadeo se hacía cada vez más sofocante. Sintió el terrible mareo debido al drenaje de la sangre mientras apretaba sus dedos contra la ropa de la serpiente, como si así pudiera evitar caer, lo miró mientras los latidos de su corazón no dejaban de apretujarle el pecho. --Otra vez --Ordenó la mujer mientras apretaba los cabellos negros --Hazlo de nuevo y te daré el veneno que gustas probar --Sus palabras estaban arrastradas por el deseo carnal y el deseo de la libertad de su propio ser y pensamientos, su cuerpo estaba temblando más su corazón parecía encenderse con furia.
Sven: Los labios del vástago se quisieron quebrar en una ligera sonrisa, pero se mantuvieron serios y absolutos. Paseó su nariz a lo largo del cuello y hombro de la mujer, o hasta donde la prenda permitía la piel expuesta, rozando ligeramente sus labios sobre la tez de la pelirroja. Estuvo apunto de morder, pero se detuvo abruptamente, susurrando sobre la piel de la misma -No-. Era un cinismo marcado- deseaba devorarla y hacer un festín con su sangre y carne, sacar lo más primal suyo y satisfacerse, pero existía el recordatorio que aquello terminaría de una forma que el no consideraba adecuada. No se atrevía a pensar en la palabra tragedia o que la extrañaría, por lo que se convencía en que simplemente Lysander se molestaría con él si llegase a devorar a alguien como su aprendiz. -Suficiente- dijo en un tono más fuerte, a pesar que sus manos se incrustaban firmes en el cuerpo ajeno
Zaniah: -¿A que le teme? -Contestó mientras pasaba un mechón de cabello negro tras la oreja a la mitad. Lo pensó por un momento mientras acomodaba el cuello de la camisa y el corbatín del contrario. Intentaba mantener la compostura a pesar del trance al que había sido sometida, respirando de manera cortada. -¿A asesinarme?
Sven: -Los juguetes rotos pierden su encanto- dijo el vástago de manera cortante, arrastrando sus falanges sobre la espalda de la mujer hasta descender las palmas sobre sus muslos. el cuerpo de la ajena era cálido y apacible, además de sentirse atado y atraído al mismo, como si una fuerza mayor los uniera. Se mordió el propio labio con la intención de que la punzada lo hiciera reaccionar y mantenerse en control, dando pie a su típico cinismo -Parece más bien que usted no quiere que me detenga- reprochó con la pretensión de incitarla a admitir sus deseos.
Zaniah: Una sonrisa cínica se mostró en sus labios tan rojos como la sangre que acababa de perder, mientras con dedos curiosos tomaba el mechón tan característico que sobresalía de la frente del vástago, enroscándolo en su dedo índice. -Eso es nuevo -Acotó la mujer -El saber que tengo algo de encanto en usted. -Pensó las últimas palabras de la serpiente, tragando saliva de manera pesada mientras liberaba el mechón azabache. -Solo lo entretengo, señor Velfast -Sonrió al último, cubriendo con palabras ácidas aquellas punzadas que su cuerpo y su mente recibían, siendo de nuevo el alma escondida que siempre ha sido.
Sven: -Cosas de la vida- barrió aquel pensamiento bajo la alfombra, paseando una mano por el costado del torso de la dama, bailando elusivamente sobre el busto y terminando en el cuello de la mujer. Los dedos acosaron inquisitivamente la cicatriz que ahí, aunque difuminada, se encontraba campante de un recuerdo no muy lejano. -Buena arcana- susurró, dando unas palmaditas en el cuello de Zaniah. Sven apenas y podía mantener la compostura, por lo que alargar aquella interacción podría ser contraproducente -Eso sería- suspiró, evitando la mirada de la mujer y esperando que la misma abandonara su espacio personal cuanto antes.
Zaniah: Zaniah regresó a su lugar cada uno de los botones y cordones, mientras se acercaba a la oreja arrancada, desafiándolo con cada uno de sus movimientos. --Siempre lo soy, Velfast --Acotó en un susurro, llevando sus labios al cuello del arcano, plasmandole un ligero beso. Se puso de pie, alejándose de el cuerpo contrario ahora tibio debido a la sangre provista por la mujer. Miró hacia el suelo. --Me debe una taza de té y un postre --Inquirió dándose la media vuelta. --Supongo que sabrá dónde estoy --Comentó al final, sin voltear a verlo, abriendo la puerta para abandonar la biblioteca. Zaniah carraspeó mientras aclaraba la garganta y peinaba su cabello hacia atrás, soltando un pesado suspiro. Observó sus manos temblorosas de la cual había olvidado que había dejado un guante atrás, el tatuaje brilló bajo el roce del viento. "Maldita sea" dijo para sus adentros, evitando regresar con la serpiente, y tan solo continuó su camino a su habitación.
Sven: Al momento que la mujer abandonó la habitación su aroma aún permanecía presente, mas no con la intensidad de cuando se encontraba en su regazo. Dejó una bocanada de aire escapar de su pecho y observó al suelo, notando como uno de los guantes de la dama se encontraba en el mismo. El vástago tomó unos segundos de reposo antes de tomarlo y recogerlo, para finalmente guardarlo entre las hojas de aquel libro que había tomado del cuarto de la arcana. -Palabras fuertes para alguien como usted- susurró para sí mismo, conforme observaba los aperitivos y la vajilla tirada.
Zaniah: No podía evitar un cierto escalofrío cada vez que le llamaban en esas pláticas en privado, pues generalmente nunca terminaban del todo bien. Observó el pan dulce en ambos platos de porcelana mientras se encaminaba hasta la biblioteca, preguntándose qué es aquello que Sven tenía para decirle exactamente... ¿La atención sobre su apellido había sido una excusa? Lo dudó, sin embargo, no dijo nada, limitándose a abrir la puerta de la biblioteca.
Sven: Al escuchar la puerta de la biblioteca abrirse, sin levantar su mirada del libro, estiró su mano enguantada para apuntar al asiento contiguo al suyo, donde sobre la mesa yacía la taza de té que era dedicada a la alada. Aunque pretendía seguir concentrado, su atención se cernía en la invitada. -Zaniah- se refirió por el nombre de la dama, ignorando las formalidades que usualmente demuestra en presencia de público.
Zaniah: -Sven -Respondió a aquello, mientras entraba a la habitación, utilizando su codo para cerrar la puerta debido a las manos oscupadas. Caminó con un grado de tranquilidad y nerviosismo a la biblioteca, un lugar tan extraño y conocido a la vez. Dejó ambos platos sobre la mesita al lado del té, y tomó asiento, quitandose algunas arrugas del vestido.
Sven: Al momento que la arcana tomó asiento, pacientemente cerró el libro del cual estudiaba, y puso la pluma en medio de las paginas del grimorio. Finalmente se dignó a levantar la mirada y clavarla en la de la arconte. El hombre se notaba pálido, y en las líneas de crecimiento de cabello algunas venas repintadas en morados y verdes. Estiró la mano para tomar el platillo en el que el aperitivo estaba servido y olerlo. El olor era agradable, mas no apetitoso. Era similar a oler la fragancia de una colonia, la cual provoca sensaciones positivas, pero no hay distinción en pensar en aquello como comida siquiera. No se inmutó ante aquello, pero regresó el plato a la mesa -¿De qué es?- preguntó, como si ignorara por completo el tema relevante por el cual estaban reunidos.
Zaniah: No pudo evitar querer observar qué es lo que exactamente estaba escribiendo, frunció el ceño levemente, dandose cuenta del libro de donde había sacado tal información. Aquel que había visto en esa habitación.... Lo miro fijamente por un momento hasta que la pregunta resonó en su cabeza. -Fresa -Dijo al final, mientras se atrevía a tomar un pedazo de el suyo con los dedos, quitándose el guante, pues ya no había necesidad de esconder algo que ya había sido mostrado ante los ojos del sirviente. -¿Una es para mí? -Se atrevió a preguntar, observando la taza de té.
Sven: Sven asintió ante la pregunta de la invitada. Sus recuerdos le llevaron momentáneamente a recordar el sabor a fresa, delicado y frutal, usualmente de su agrado, aunque ahora el mero recuerdo le revolvía el estómago. -En fin, dicen que la curiosidad mató al gato, Zaniah...- dejó de manera críptica en el aire, esperando una reacción de parte de la arcana.
Zaniah: Al parecer la plática amena se había esfumado tan rápido como una vela al viento, la mujer no pudo evitar mirar al arcano en frente suyo con un gesto de cuestionamiento y cierto rencor en el rostro, sus labios se hicieron una fina linea, sin poder evitar dirigir su mirada ante la oreja del sirviente. -¿Por qué lo dice? -Dijo de la manera más serena posible, mientras se metía un pedazo de pan con azucar a la boca.
Sven: -Parece que es la situación recurrente en que nos vemos atrapados... una y otra vez- dijo de forma lenta, pero con acento marcado característico de su persona. El dedo medio enguantado bailó por los bordes de la taza de porcelana, mientras la mirada del veterano inspeccionaba cuidadosamente la acción de la arcana, engullendo su comida como si aquello fuese algo ajeno para él. -¿Qué tal está?- preguntó sincero, con respecto al sabor de aquello que estaba consumiendo.
Zaniah: -¿Una maldición, quizá? -Dijo en cierto tono de burla, observando el pecho del arcano, donde había plantado el hechizo de piedra, y sin saberlo, una conexión de sangre, tomada de la mano con la magia negra, atada a los corazones oscuros de ambos seres. Limpió sus dedos con azucar con una servilleta. -No estan nada mal -Contestó mientras se agachaba para tomar la taza de té humeante, acercándola a su nariz. Tenía cientos de preguntas, pero sabía que a aquel arcano nunca le gustaban las cosas a la deriva... todo debía ir lento... casi como si jugara con sus palabras.
Sven: Dejó salir un resoplo de su nariz. Era difícil adivinar si era de burla o molestia. -Supongo que sí- respondió sin dilatar. Había una curiosidad que casi lo obligaba a querer probar bocado, muy a pesar de saber que sabría a pura y rotunda ceniza, además de hacerle sentir enfermo. En contra parte, las manos y la leve tez expuesta por parte de la mujer lo encantaban a cierto grado, por lo que no podía dejar de mirarle. -Pregunte lo que guste, Zaniah. Sería una pena que yo arruine el ambiente siendo cortante y preciso-
Zaniah: Como si notara la hambrienta mirada del vástago primerizo, Zaniah bebió un poco del té, solo para después levantar un poco el cuello de su camisa, cubriendo débilmente las cicatrices impuestas por la serpiente. -Supongo que esta charla no tiene un fin meramente de conversacion de té o empanadas -Habló la mujer mientras dejaba la taza sobre la mesa. -¿Por qué ya no debo de llamarlo Ulgriff? -Preguntó de manera cortante, sin espacios abiertos o quizá algo que fuera moviendo poco a poco hasta llegar allí. Notaba algo diferente en él, algo que no podía explicar del todo, muy a pesar de que siempre era tan distante y frío, pero había algo que los unía: curiosidad, la gratitud del saber las emociones y expresiones ante algo nuevo. Lo miró a los ojos, ignorando por un momento el postre.
Sven: Directo al grano. Sven entreabrió la boca antes de hablar, dejando un aliento gélido escapar de su garganta. Si se observase de manera detenida, se podían notar caninos filosos asomarse apenas de los bordes de los labios -Por que fui acogido en el brazo de la familia de Lysander- mencionó, dejando que la idea a medias se explicase por sí sola. Lentamente cerró la boca y llevó su mirada del cuello de la contraria a sus ojos, ligeramente bajando la cabeza para que su mirada se viese intimidadora. Las pupilas se le notaban ligeramente más ovaladas que nunca.
Zaniah: Le tomó un tiempo reflexionar aquellas palabras, la biblioteca nunca había estado tan silenciosa a pesar de las almas que estaban dentro de ella en ese instante. Entreabrió los labios, mientras su mirada se paseaba por todos lados menos en el rostro ajeno. --¿Cómo... --Aquello lo dijo al aire, mientras sus pensamientos se revolvían con ferocidad en su cabeza. Conocía la historia de los licántropos y los vampiros acerca de su mordida, pero aquellas leyendas solo habían sido contadas por humanos, ¿Cómo era posible? Zaniah lo indagó con sumo cuidado, tomando la taza de té entre sus dedos. --El fénix ha muerto, pero de las cenizas decidió renacer otro individuo...
Sven: -No- recitó Sven, siendo muy específico con la alegoría -El fénix murió, y las cenizas desaparecieron para siempre- El aire se volvió pesado y frío. -Es por eso, Zaniah Neshmet, que el apellido Ulgriff jamás debe de ser mencionado nuevamente- recalcó, mientras con un brazo apartaba hacia un lado todo aquello que estaba entre él y ella.
Zaniah: Aquella declamación resonó en los oídos de la arconte como un poema, uno muy atrayente, peligroso y desconocido. No pudo evitar hacerse hacia atrás, observando como todo lo que había en la mesa era arrojado de manera bestial, sin embargo, no tuvo la intención de irse, no hasta que supiera lo necesario. --Sven Velfast --Inquirió casi en un susurro, sintiendo un sabor amargo sobre la lengua al utilizar el apellido de su maestro y el nombre de aquel arcano en una misma oración. --¿Así es como debo llamarte ahora?(edited)
Sven: -Así es, Zaniah- replicó -Además, usted es la primera en saber esto- añadió. Aunque lo del apellido era cierto, su identidad como vampiro ya había sido conocida por Ivka y Evangeline de manera incidental, pero habían sido discretos como para no divulgar esta información aparentemente. -Cuando las llamas eran lo que abarcaban cada recoveco de este cuerpo- dijo de forma golpeada, mientras con una mano se tocaba el pecho -ahora son la mortal ironía que me aniquilaría-. Cada uno no se encontraba muy lejos del otro, por lo que sven inclinaba su cuerpo hacia adelante con el propósito de acortar distancia, sin levantarse de la silla. -Parece trágico, ¿no?-
Zaniah: No respondió al instante, tan solo lo miraba a los ojos, como si intentara desgarrar en ellos respuestas del nuevo ser que se encontraba delante de ella. --Irónico --Habló con aquel dejo de voz ronca, no comentó demasiado al respecto sobre sus propios pensamientos, sorprendiéndose a ella misma el extraño calor de su corazón, aquel calor de la envidia contra la serpiente. Dejar todo atrás, absolutamente todo lo que alguna vez temías, añorabas y extrañabas para ser alguien completamente diferente en el mismo cuerpo, la misma mente, las mismas palabras. Oh... cuanto lo envidiaba... --¿Por qué me ha dicho todo esto, Sven? --Preguntó, aún costándole llamarlo por su nuevo apellido.
Sven: Mordiendo un dedo de su mano enguantada, se retiró primero el guante izquierdo antes de responder. -Sería atrevido de explicar- pausó -por que me place. Por que de todos los seres simples y mundanos en este castillo, quiero saber sus pensamientos específicamente- confesó sin remordimiento. Posó su mano izquierda sobre la misma de la contraria, tomándola con firmeza pero sin escalar a la grosería -Quiero saber su opinión- preguntó peligrosamente.
Zaniah: Un escalofrío recorrió todo su cuerpo debido al roce de las manos desnudas, los tatuajes le pellizcaron la piel al igual que las ya casi borradas cicatrices de las cuerdas. Una respuesta que parecía encaminarse a la sinceridad, aunque demasiado bonito para sus oídos para no parecer unas fauces abiertas de metal, no se atrevió a retirar la mano, pero sí a fruncir el ceño. --¿Por qué querría mi opinión? --Preguntó con sumo cuidado, tanteando el terreno antes de caminar por un sendero lleno de trampas mortales.
Sven: Ante aquella pregunta su mano apretó aún más la contraria, y la arrastró sobre la mesa para obligar el cuerpo de la arcana a que se acercase al suyo. -Basta de retóricas, Zaniah- dijo en un tono de sentencia. Quiso responder la obviedad pero algo dentro suyo lo detuvo, como si le causara una molesta interna el recordar que son más parecidos de lo quería aceptar, por lo que no podía libremente afirmar ese hecho sin sonar tosco o perturbado. -Hable-
Zaniah: El golpe contra la madera recalcó todos los sentido de la arconte, por unos breves segundos sus dedos libres rasguñaron el filo de la mesa, mientras su mirada por unos segundos se llenó de aquella misma ira que Sven había presenciado en las mazmorras, respiró rápidamente, separando los dedos con lentitud de la mesa. --¿Por qué esta necesidad, Velfast? --Dijo en un susurro mientras observaba de cerca las facciones de Sven, moviéndose como si estuviera con una serpiente de verdad. --Pero si tanto quiere saber... --La mirada bicolor se encajó en la contraria --Lo envidio --Soltó, mientras llevaba su mano enguantada al rostro gélido ajeno --El dejar todo lo que ha vivido, por todo lo que ha luchado en vano, un futuro incierto, un pasado resquebrado... y simplemente... desaparece... pero sigues aquí, vives de verdad, lo demás ya no importa nunca más ¿Qué más se podía pedir? --Habló con cuidado, y quizás, con las palabras más sinceras que el vástago pudiera escuchar de sus labios.
Sven: Aquello era lo que quería escuchar, mas no le satisfajo. No porque la sinceridad sonara falsa o porque hubiese una razón más íntima en aquel significado. Probablemente era porque eran palabras que partían de los labios de la arconte, aquella mujer con la que podía decir, era cercano a cierta medida- o al menos más que cualquier otro sirviente en ese castillo. Apretó la mano de la contraria contra su mejilla, como si su tez intentase robar cualquier muestra de calor que se asomase a través de la cubierta que separaba una piel de la otra. -Por que era necesario- respondió a la pregunta inicial que no era un cuestionamiento. Se quedó pensante sobre las palabras ajenas, conforme sus pupilas se volvían afiladas y su lengua se paseaba en sus propios labios resecos. -Entreténgame- mencionó sin significado marcado.
Zaniah: Su silencio remarcó en los lugares más sofocados de su mente y su cuerpo, el tacto suave, como si aquel ser añorara el calor de un cuerpo latiente, de un corazón vivo a pesar de estar infectado por el dolor y la oscuridad. Recordó aquella habitación destruída, el olor a muerte, y la sangre derramarse en la Luna roja, cada vez estando más segura de que la bestia no pudo haber sido otro arcano que aquel insaciable hombre de cabellos azabache. Miró su pecho, pensando que quizá una estaca de madera adornaría su piel o las mismas llamas que encendieron la suya podrían acabar con su cuerpo... pero... Se acomodó sobre sus pies, empujando con su cuerpo la mesa lejos de ellos, mirándolo con seriedad, escrutando sus movimientos, su sed... ¿Que podría hacer ahora ante el apellido de su maestro? Aquel que le había regalado tanto conocimiento y libertades sin nada a cambio... Zaniah miró a Sven como si de pronto se observara en un espejo. Se sentó sobre sus muslos, observando las venas casi moradas que adornaban su piel. --¿Está dispuesto a beber de algo que esta envenedado, Velfast?... --Arrulló, mientras tanteaba sus propias manos sobre los botones del cuello de su vestido.
Sven: Si era cierto consigo mismo, quería arrancarle las prendas y clavar sus colmillos sobre la carne cuanto antes. Siendo neonato apenas y podía controlarse, pero había estado dedicadamente entendiendo su naturaleza y hallando formas de reprimirse, logrando así, poco a poco, encontrando una cierta estabilidad entre tantas ansias. -Curiosa pregunta viniendo de usted- se atrevió a decir, conforme se retiraba el otro guante. Sus manos ahora estaban desnudas, los dedos arqueados como si aparentaran ser garras, luchando contra el impulsa de clavarse en la piel de la mujer. Si bien recordaba, había sido ella que había arrancado parte de su oreja, y probado en un pacto su sangre -Si su sangre es veneno, la mia no debería ser diferente- dijo con silabas arrastradas- le costaba aun aceptar aquello -su palpitar es un canto en mis instintos, cómo negarse-
Zaniah: La sensación de oscuridad crecía dentro de su ser, le aclamaba ser liberado, sentir de nuevo aquel fulgor cuando se sintió verdaderamente libre por una vez aunque solo fuera por un momento, aquello que Sven le ofrecía era desconocido para ella, un camino a ciegas, tentándose a caer en un abismo sin fondo. Sonrió. --En ese caso --Quitó cada uno de los botones, dejando una abertura de piel entre la capa de tela morada, las pecas, las cicatrices y la tensión de su cuello le llamaban. --Aliméntese entonces, y veamos qué sucede... --Continuó la arconte, mientras separaba con sus manos cada parte de la prenda, dejando tan solo el cuello y parte de los hombros expuestos.(edited)
Sven: No había razones por las cuales reprimirse más. Abrió su boca y sus colmillos crecieron más, siendo bestiales comparados a los de una criatura corriente. Apretó su cuerpo contra el contrario y clavó su mordida en la carne ajena. La mano derecha se posaba firme sobre la espalda de la mujer, y la izquierda sobre la cintura. Aquel tipo de mordida era punzante y fría al incio, pero la sensación eventualmente mermaba a una de placer, propiedad exclusiva de aquel acto tan canibal y propio de los vástagos.
Zaniah: El dolor se hizo presente tan rápido como un balde de agua fría, Zaniah apretó los dientes, mientras el dolor arrastraba por su cuerpo. No soltó sonido alguno. Su cuerpo fue el que habló ante el desgarre de la piel, rodeó a Sven con sus brazos, apretando los ropajes con fuerza mientras su mirada se detenía en algún lugar distante, sin embargo, las sensaciones no se detuvieron ahí, pronto su cuerpo se vio sumido en el trance de una embriaguez erótica, abrió los ojos de pronto, mientras un suspiro se escapaba de su garganta, apretando sus piernas contra las del vástago.
Sven: Sven estaba encapsulado en la sensación desorbitante que le causaba el baño de la sangre ajena sobre su lengua. Tomaba como un hombre sediento y moribundo atrapado en un desierto haría con un poco de agua. Aquel encuentro alteraba sus sentidos y lo energizaban de maneras que había olvidado en su vida antigua. De no reaccionar, se hubiera quedado clavado ahí hasta acabar con la vida de la contraria, como pasó algunas veces con algunas criadas en anterioridad. Retiró sus colmillos y con una lamida lenta y precisa, repasó sobre las heridas, cerrándolas como si fueran un hechizo curativo. -Za..niah- dijo en un suspiro cortado, agobiado por el deseo de querer más.
Zaniah: Pudo sentir la liberación tan cerca que, cuando se alejó de ella pronto la mujer pareció quedarse totalmente vacía, parpadeó un par de veces, mientras los tatuajes dejaban de brillar conforme el jadeo se hacía cada vez más sofocante. Sintió el terrible mareo debido al drenaje de la sangre mientras apretaba sus dedos contra la ropa de la serpiente, como si así pudiera evitar caer, lo miró mientras los latidos de su corazón no dejaban de apretujarle el pecho. --Otra vez --Ordenó la mujer mientras apretaba los cabellos negros --Hazlo de nuevo y te daré el veneno que gustas probar --Sus palabras estaban arrastradas por el deseo carnal y el deseo de la libertad de su propio ser y pensamientos, su cuerpo estaba temblando más su corazón parecía encenderse con furia.
Sven: Los labios del vástago se quisieron quebrar en una ligera sonrisa, pero se mantuvieron serios y absolutos. Paseó su nariz a lo largo del cuello y hombro de la mujer, o hasta donde la prenda permitía la piel expuesta, rozando ligeramente sus labios sobre la tez de la pelirroja. Estuvo apunto de morder, pero se detuvo abruptamente, susurrando sobre la piel de la misma -No-. Era un cinismo marcado- deseaba devorarla y hacer un festín con su sangre y carne, sacar lo más primal suyo y satisfacerse, pero existía el recordatorio que aquello terminaría de una forma que el no consideraba adecuada. No se atrevía a pensar en la palabra tragedia o que la extrañaría, por lo que se convencía en que simplemente Lysander se molestaría con él si llegase a devorar a alguien como su aprendiz. -Suficiente- dijo en un tono más fuerte, a pesar que sus manos se incrustaban firmes en el cuerpo ajeno
Zaniah: -¿A que le teme? -Contestó mientras pasaba un mechón de cabello negro tras la oreja a la mitad. Lo pensó por un momento mientras acomodaba el cuello de la camisa y el corbatín del contrario. Intentaba mantener la compostura a pesar del trance al que había sido sometida, respirando de manera cortada. -¿A asesinarme?
Sven: -Los juguetes rotos pierden su encanto- dijo el vástago de manera cortante, arrastrando sus falanges sobre la espalda de la mujer hasta descender las palmas sobre sus muslos. el cuerpo de la ajena era cálido y apacible, además de sentirse atado y atraído al mismo, como si una fuerza mayor los uniera. Se mordió el propio labio con la intención de que la punzada lo hiciera reaccionar y mantenerse en control, dando pie a su típico cinismo -Parece más bien que usted no quiere que me detenga- reprochó con la pretensión de incitarla a admitir sus deseos.
Zaniah: Una sonrisa cínica se mostró en sus labios tan rojos como la sangre que acababa de perder, mientras con dedos curiosos tomaba el mechón tan característico que sobresalía de la frente del vástago, enroscándolo en su dedo índice. -Eso es nuevo -Acotó la mujer -El saber que tengo algo de encanto en usted. -Pensó las últimas palabras de la serpiente, tragando saliva de manera pesada mientras liberaba el mechón azabache. -Solo lo entretengo, señor Velfast -Sonrió al último, cubriendo con palabras ácidas aquellas punzadas que su cuerpo y su mente recibían, siendo de nuevo el alma escondida que siempre ha sido.
Sven: -Cosas de la vida- barrió aquel pensamiento bajo la alfombra, paseando una mano por el costado del torso de la dama, bailando elusivamente sobre el busto y terminando en el cuello de la mujer. Los dedos acosaron inquisitivamente la cicatriz que ahí, aunque difuminada, se encontraba campante de un recuerdo no muy lejano. -Buena arcana- susurró, dando unas palmaditas en el cuello de Zaniah. Sven apenas y podía mantener la compostura, por lo que alargar aquella interacción podría ser contraproducente -Eso sería- suspiró, evitando la mirada de la mujer y esperando que la misma abandonara su espacio personal cuanto antes.
Zaniah: Zaniah regresó a su lugar cada uno de los botones y cordones, mientras se acercaba a la oreja arrancada, desafiándolo con cada uno de sus movimientos. --Siempre lo soy, Velfast --Acotó en un susurro, llevando sus labios al cuello del arcano, plasmandole un ligero beso. Se puso de pie, alejándose de el cuerpo contrario ahora tibio debido a la sangre provista por la mujer. Miró hacia el suelo. --Me debe una taza de té y un postre --Inquirió dándose la media vuelta. --Supongo que sabrá dónde estoy --Comentó al final, sin voltear a verlo, abriendo la puerta para abandonar la biblioteca. Zaniah carraspeó mientras aclaraba la garganta y peinaba su cabello hacia atrás, soltando un pesado suspiro. Observó sus manos temblorosas de la cual había olvidado que había dejado un guante atrás, el tatuaje brilló bajo el roce del viento. "Maldita sea" dijo para sus adentros, evitando regresar con la serpiente, y tan solo continuó su camino a su habitación.
Sven: Al momento que la mujer abandonó la habitación su aroma aún permanecía presente, mas no con la intensidad de cuando se encontraba en su regazo. Dejó una bocanada de aire escapar de su pecho y observó al suelo, notando como uno de los guantes de la dama se encontraba en el mismo. El vástago tomó unos segundos de reposo antes de tomarlo y recogerlo, para finalmente guardarlo entre las hojas de aquel libro que había tomado del cuarto de la arcana. -Palabras fuertes para alguien como usted- susurró para sí mismo, conforme observaba los aperitivos y la vajilla tirada.