Post by Atlas on Apr 27, 2017 6:03:57 GMT
Bitácora de Atlas. Página 01
El día en que nací, nací solo.
Mi madre me puso encima de una anémona. Yo, un huevo recién salido. Me acomodé entre la suavidad de aquellos corales y vi a mi madre partir, a continuar su muy acostumbrada vida solitaria para darle inicio a lo que sería mi propia vida solitaria. El mar hizo de las suyas y me llevó lejos entre sus corrientes. Yo, apenas un pequeño huevo.
Recuerdo cuando rompí el huevo. Mi mano salio y entró de nuevo al cascarón, odiando por completo la luz que se colaba entre las fisuras. Pero no podía quedarme ahí demasiado tiempo, debía salir. Y cuando lo hice, creo que tuve la vista más hermosa que jamás he tenido. Azul. Solitario. La luz fractal a través de la superficie. Salí, nadé. Era torpe, como cualquier bebé.
Subí, llegué a la superficie. Más azul. Un cielo hermoso y claro, con cúmulos blancos flotando alrededor.
Si hubiese sabido que desde ese momento mi vida sería miserable, hubiese preferido que un tiburón me tragara de un bocado.
A veces me pregunto si ser el último tiene una razón más profunda que la de ser una especie completamente inepta en los ámbitos de la reproducción. Después de mucho caí en cuenta de eso. ¿Quién diantres deja a un recién nacido a su suerte en el vasto océano? Mi sub-raza. Supe que se consideraba hasta un milagro que dos individuos de mi especie copularan, de lo cual, solo sale una cría. Siempre. No dos, no tres.
La soledad siempre ha sido mi familia. Es mi rincón, en donde me siento más cómodo. ¿De qué sirve forzarse a alguien que no quiere hablar? Es una molestia... ¿No es suficiente el trabajo que desempeño? ¿Nunca me dejarán en paz?
No puedo esperar a que la noche caiga sobre mi y que mis ojos se apaguen. Así ya no tendré la pesada carga de ser el último en mis hombros.