Post by Rallis on May 16, 2018 1:04:07 GMT
NOTA: ESTOS HECHOS OCURRIERON DESPUES DEL FESTIVAL DEL CORTEJO, POR LO CUAL AUN NO OCURRE LA PARTIDA DE ALGUNOS PERSONAJES QUE MARCAN LA VIDA DEL PERSONAJE.
Esta noche…esperando un cambio de era, necesitaba cambiar sus pensamientos, cerrar puertas en su corazón, tirar la ropa vieja y sacar el polvo del cajón.
Hoy había decido revivir, usar el pasado como un trampolín, y no como un rincón de comodidad…
Es hora de vivir de la correcta manera, con sus locuras, sus enojos y aquella forma de ser tan serena y llena de experiencia…
Meditar un poco y poner agua fresca en su cuerpo…
—Es hora…—
Porque es hora de ir a celebrar por aquellos que se fueron, por aquellos que le han amado desde el inicio de los tiempos en que él había nacido, susurro a si mismo aquella frase que estaba llena de amor y esperanza.
—Es hora de que el niño vaya a dormir…—
Porque abrirá la puerta a todo lo nuevo que quería llegar a su vida….ya había sido mucho tiempo, años más bien en los que a toda Mirovia había mostrado un rostro de juventud, un rostro de inocencia e inmadurez, ya era tiempo de mostrar la verdad debajo de esa piel.
—Duele aun…—
Las heridas del pasado que caían sobre su espalda, caminaba hacia el desierto de Mirovia cargando su bolsa de viaje, ese pequeño saco de tela donde guardaba la guarnición de pan y queso pues nadie podía viajar hasta el desierto y atravesarlo sin suficiente alimento pero lo más importante no era eso en realidad…sino…
El agua
Solo comida y ropajes no eran lo suficientemente mente útiles si carecía de agua, así fue como había comprado una cantimplora de cuero bastante amplia para una ración de agua que sería útil por al menos 4 días de viaje si sabía racionarla, era un camino que tendría que emprender desde hacía tiempo que más bien debió haberlo comenzado pero…antes no tenía razones para hacerlo, ahora tenía una y esa razón era la más importante de toda su vida…tenía una pareja a la cual amar y proteger y por ello tendría que recuperar la forma real de su ser, el arcano de las guerras tenía que volver a volar, surcar los cielos una vez más, la magia que lo mantenía en esa forma infantil ya estaba demasiado débil, ocultarlo por más tiempo sería inútil y agotador.
La arena se acerca, había caminado por horas y horas entre bosques y arroyos que ya se encontraba frente a la frontera del extenso desierto de Mirovia, sabia a donde se dirigía, ya había estado ahí, solo que jamás había llevado a nadie consigo, era uno de sus muchos lugares para sentarse a meditar, a pensar en el pasado que cada día era más y más lejano, suspiro pesado ¿hacía ya tanto tiempo de eso? Si…era la verdad absoluta, no podía perder más tiempo, un dolor punzante en la cabeza que molesto ¿era ya Rallis adulto que clamaba por su lugar absoluto? Sí, eso era…las botas de cuero pisaron la caliente arena, resonaron una y otra vez en el largo trayecto, el sol abrazador bañando su piel tostada ¿había cuanto no viajaba por un desierto sin volar? Ya comenzó a recordar.
Las múltiples salidas con sus padres humanos en los desiertos extensos hacia otras tribus que existían a lo largo de las tierras sin agua, el desierto lo tenía todo pero a su vez no tenía absolutamente nada, solo largos tramos de arena hirviente y sol abrasador e inclemente, sin embargo al observar con cuidado podían encontrarse miles de cosas en estos lugares, camino por horas y horas, largas y largas distancias que parecían eternas para un arcano que no fuese explorador u experto en viajes de este estilo, la noche comenzó a mostrarse, bañando de una oscura estela sobre el extenso cielo, las estrellas…los espíritus que les acompañaban a lo largo de sus vidas, cerró los ojos color oro por un largo instante cuando una voz le acompaño.
Una voz muy familiar…
¿??:—Haz cambiado…mi rayo de esperanza…—
La mirada del arconte fue hacia una arcana que era únicamente una estela de luz, una mujer de piel morena con ojos amarillos, labios exuberantes con toques de marrón en los mismo, una cola de león y filosas garras, acompañada de un par de alas blancas como la nieve con ligeras gamas doradas en las puntas con rastro café.
—Maestra Amunet…—
Amunet: — ¿Haz aceptado de una vez por todas aceptar lo que eres en realidad?—
—Temo hacerlo…el pasado…—
Amunet: —El pasado es lo que nos define como arcanos, como seres existentes que gozan de la vida misma, mírame a mi ¿vez que me lamente de lo que me ha ocurrido? En absoluto, lo había nuevamente gustosa por experimentar la adrenalina absoluta, por salvar a un alma que lo merecía, un alma inocente…mi pupilo. —
El recuerdo de aquello era tan lejano, Rallis entrenando arduamente contra la mujer que ya no era una estela en su memoria, sino una fiera Esfinge que gobernaba un pueblo en el desierto, cada día creía más y más por la forma de gobernar que tenía la esfinge, todos eran iguales, humanos y arcanos, la gran caza no había logrado llegar hasta ellos, era armonía pura…pero una noche una fatídica noche habían sido atacados, Rallis peleo con todas sus fuerzas pero había sido en vano, temeroso por la muerte cerro sus ojos pero el filo de las armas no alcanzaron su cuerpo…no…al abrirlos la mujer que le había entrenado para luchar por años estaba frente a él, inerte y firme en que no retrocedería ni un poco ante los atacantes que deseaban sus vidas como si fueran animales ¿Dónde había quedado la paz? ¿Dónde había quedado aquella virtud que todos tenían por igual en su interior? Había muerto…todos habían perecido excepto ellos dos, Rallis trato de ayudarla, salvarla pero…los humanos habían sido crueles que masacraron con la vida de todos…
Volvió a la realidad, miro al espíritu y suspiro pesado para decir.
—Aun duele…duele mucho el solo pensar en lo que pude haber hecho...de haber sido más fuerte pude haberte salvado…en cambio me quede con las marcas de mi debilidad y error…marcas que pensé ocultar hasta mi último suspiro…—
Amunet: — ¿Escondiéndote en un hechizo de juventud? ¿Cuándo tiempo crees que podrías haber resistido en esa forma? Hubiese sido un suicidio y además ¿no tienes gente que espera por ti hoy en día?...Debes ser consciente de los que te rodean mi rayo de esperanza, las heridas del pasado son recordatorios de nuestros errores pero no son lo que nos definen en el futuro, pórtalas con orgullo y sin temor, pues aquellos que teman a tus heridas del pasado, no merecen estar en tu futuro… ¿haz traído todo lo que necesitas? Porque ya has llegado. —
Dijo el espíritu señalando hacia un oasis en el desierto, un lugar que parecía abandonado pero aun así, había rastros de que alguna vez hubo vida arcana, Rallis sonrió un poco y camino hasta llegar a pisar el césped que aun a pesar del clima seco, seguía humedecido por el agua cristalina de la pequeña laguna, ganas de vivir…eso era lo que el oasis representaba a sus ojos en aquel desierto.
—Quiero empezar este cambio de era, desde adentro…—
Expreso caminando alrededor de la laguna, para sacar de su morral flores blancas y dejar caerlas sobre el agua tranquila y transparente, tomo después madera seca y encendió una gran hoguera digna de los orcos del clan Thelnak que les deseaba lo mejor donde quiera que estén, Rallis se despojó de su camisa y botas quedando únicamente en sus pantalones de algodón; tomo asiento en una tela que deposito sobre la arena y se quedó mirando las estrellas.
—Quiero tener tres días sin sol, para hallar mi luz...Quiero sentir la ayuda de los dioses y sentarme a meditar…—
El arconte tomo pintura y marco su pecho y rostro, las plumas de su madre biológica, su maestra y amigos, todas las cosas que recolecto en hermosos recuerdos flotaban en el aire en estelas de luz que iluminaban el oasis, pronto alrededor del fuego figuras danzantes llenaban el ambiente, Rallis sonrió ante cada espíritu que lo visitaba, sus recuerdos fluían con la magia de su grimorio que había años no utilizaba y no utilizaría a futuro más que para darles su noche a sus más cercanos que fallecieron, humanos y arcanos, fue entonces donde el arconte mirando las luces comenzó a danzar, reír y llorar en una noche de alegría, su cuerpo…las marcas brillaban y permitían que finalmente su verdadero ser renaciera, su cuerpo de niño había quedado en el pasado, la altura, el largo de su cabello llego hasta el suelo arrastrándose en la arena dejando a su paso ondulaciones, su nariz redonda y pequeña era afilada y su barbilla enmarcaba su edad, su torso lizo y pequeño, con la marca de cuando Gardel Thelnak le salvo la vida clavándole un cuchillo ardiendo para cerrar su herida, crecieron músculos de un hombre que había vivido en las guerras, su espalda liza se bañó en cicatrices de una lluvia de flechas, sus ojos de inocencia pasaron a ser los ojos de la experiencia.
El arconte había finalmente renacido.
—Al fin, ponerle un apocalipsis a todo lo malo: odio, rencor y amores truncados…todo lo que deje atrás…Si…esta es la posibilidad de recomenzar, no tengo miedo, ni tengo ansiedad, tampoco nervios…—
El arconte estiro los brazos y finalmente esas alas, 3 pares de alas surgieron de su espalda rebosantes de energía el pequeño Rallis Hayookaal que todos conocían como un niño inocente había finalmente formado parte del pasado dejando ver al Rallis que debía estar en Mirovia, se sentía libre...
—Ahora comienzo a desplegar mis alas, porque tengo confianza que voy a alcanzar y encontrar mi camino en Mirovia, a reconocer mis propias debilidades y fortalezas…volando hasta conseguir mis sueños con austera y reacia coerción a enemigos aplaste en el pasado …taxones que tensan sus arcos, ante las falanges de los principados, saetas perniciosas con doble filo, ante formaciones arcanas porfiaron…soy Rallis Hayookaal…y eh aceptado mi verdadero yo, en el nombre de mis padres y amigos…eh renacido.—
Esta noche…esperando un cambio de era, necesitaba cambiar sus pensamientos, cerrar puertas en su corazón, tirar la ropa vieja y sacar el polvo del cajón.
Hoy había decido revivir, usar el pasado como un trampolín, y no como un rincón de comodidad…
Es hora de vivir de la correcta manera, con sus locuras, sus enojos y aquella forma de ser tan serena y llena de experiencia…
Meditar un poco y poner agua fresca en su cuerpo…
—Es hora…—
Porque es hora de ir a celebrar por aquellos que se fueron, por aquellos que le han amado desde el inicio de los tiempos en que él había nacido, susurro a si mismo aquella frase que estaba llena de amor y esperanza.
—Es hora de que el niño vaya a dormir…—
Porque abrirá la puerta a todo lo nuevo que quería llegar a su vida….ya había sido mucho tiempo, años más bien en los que a toda Mirovia había mostrado un rostro de juventud, un rostro de inocencia e inmadurez, ya era tiempo de mostrar la verdad debajo de esa piel.
—Duele aun…—
Las heridas del pasado que caían sobre su espalda, caminaba hacia el desierto de Mirovia cargando su bolsa de viaje, ese pequeño saco de tela donde guardaba la guarnición de pan y queso pues nadie podía viajar hasta el desierto y atravesarlo sin suficiente alimento pero lo más importante no era eso en realidad…sino…
El agua
Solo comida y ropajes no eran lo suficientemente mente útiles si carecía de agua, así fue como había comprado una cantimplora de cuero bastante amplia para una ración de agua que sería útil por al menos 4 días de viaje si sabía racionarla, era un camino que tendría que emprender desde hacía tiempo que más bien debió haberlo comenzado pero…antes no tenía razones para hacerlo, ahora tenía una y esa razón era la más importante de toda su vida…tenía una pareja a la cual amar y proteger y por ello tendría que recuperar la forma real de su ser, el arcano de las guerras tenía que volver a volar, surcar los cielos una vez más, la magia que lo mantenía en esa forma infantil ya estaba demasiado débil, ocultarlo por más tiempo sería inútil y agotador.
La arena se acerca, había caminado por horas y horas entre bosques y arroyos que ya se encontraba frente a la frontera del extenso desierto de Mirovia, sabia a donde se dirigía, ya había estado ahí, solo que jamás había llevado a nadie consigo, era uno de sus muchos lugares para sentarse a meditar, a pensar en el pasado que cada día era más y más lejano, suspiro pesado ¿hacía ya tanto tiempo de eso? Si…era la verdad absoluta, no podía perder más tiempo, un dolor punzante en la cabeza que molesto ¿era ya Rallis adulto que clamaba por su lugar absoluto? Sí, eso era…las botas de cuero pisaron la caliente arena, resonaron una y otra vez en el largo trayecto, el sol abrazador bañando su piel tostada ¿había cuanto no viajaba por un desierto sin volar? Ya comenzó a recordar.
Las múltiples salidas con sus padres humanos en los desiertos extensos hacia otras tribus que existían a lo largo de las tierras sin agua, el desierto lo tenía todo pero a su vez no tenía absolutamente nada, solo largos tramos de arena hirviente y sol abrasador e inclemente, sin embargo al observar con cuidado podían encontrarse miles de cosas en estos lugares, camino por horas y horas, largas y largas distancias que parecían eternas para un arcano que no fuese explorador u experto en viajes de este estilo, la noche comenzó a mostrarse, bañando de una oscura estela sobre el extenso cielo, las estrellas…los espíritus que les acompañaban a lo largo de sus vidas, cerró los ojos color oro por un largo instante cuando una voz le acompaño.
Una voz muy familiar…
¿??:—Haz cambiado…mi rayo de esperanza…—
La mirada del arconte fue hacia una arcana que era únicamente una estela de luz, una mujer de piel morena con ojos amarillos, labios exuberantes con toques de marrón en los mismo, una cola de león y filosas garras, acompañada de un par de alas blancas como la nieve con ligeras gamas doradas en las puntas con rastro café.
—Maestra Amunet…—
Amunet: — ¿Haz aceptado de una vez por todas aceptar lo que eres en realidad?—
—Temo hacerlo…el pasado…—
Amunet: —El pasado es lo que nos define como arcanos, como seres existentes que gozan de la vida misma, mírame a mi ¿vez que me lamente de lo que me ha ocurrido? En absoluto, lo había nuevamente gustosa por experimentar la adrenalina absoluta, por salvar a un alma que lo merecía, un alma inocente…mi pupilo. —
El recuerdo de aquello era tan lejano, Rallis entrenando arduamente contra la mujer que ya no era una estela en su memoria, sino una fiera Esfinge que gobernaba un pueblo en el desierto, cada día creía más y más por la forma de gobernar que tenía la esfinge, todos eran iguales, humanos y arcanos, la gran caza no había logrado llegar hasta ellos, era armonía pura…pero una noche una fatídica noche habían sido atacados, Rallis peleo con todas sus fuerzas pero había sido en vano, temeroso por la muerte cerro sus ojos pero el filo de las armas no alcanzaron su cuerpo…no…al abrirlos la mujer que le había entrenado para luchar por años estaba frente a él, inerte y firme en que no retrocedería ni un poco ante los atacantes que deseaban sus vidas como si fueran animales ¿Dónde había quedado la paz? ¿Dónde había quedado aquella virtud que todos tenían por igual en su interior? Había muerto…todos habían perecido excepto ellos dos, Rallis trato de ayudarla, salvarla pero…los humanos habían sido crueles que masacraron con la vida de todos…
Volvió a la realidad, miro al espíritu y suspiro pesado para decir.
—Aun duele…duele mucho el solo pensar en lo que pude haber hecho...de haber sido más fuerte pude haberte salvado…en cambio me quede con las marcas de mi debilidad y error…marcas que pensé ocultar hasta mi último suspiro…—
Amunet: — ¿Escondiéndote en un hechizo de juventud? ¿Cuándo tiempo crees que podrías haber resistido en esa forma? Hubiese sido un suicidio y además ¿no tienes gente que espera por ti hoy en día?...Debes ser consciente de los que te rodean mi rayo de esperanza, las heridas del pasado son recordatorios de nuestros errores pero no son lo que nos definen en el futuro, pórtalas con orgullo y sin temor, pues aquellos que teman a tus heridas del pasado, no merecen estar en tu futuro… ¿haz traído todo lo que necesitas? Porque ya has llegado. —
Dijo el espíritu señalando hacia un oasis en el desierto, un lugar que parecía abandonado pero aun así, había rastros de que alguna vez hubo vida arcana, Rallis sonrió un poco y camino hasta llegar a pisar el césped que aun a pesar del clima seco, seguía humedecido por el agua cristalina de la pequeña laguna, ganas de vivir…eso era lo que el oasis representaba a sus ojos en aquel desierto.
—Quiero empezar este cambio de era, desde adentro…—
Expreso caminando alrededor de la laguna, para sacar de su morral flores blancas y dejar caerlas sobre el agua tranquila y transparente, tomo después madera seca y encendió una gran hoguera digna de los orcos del clan Thelnak que les deseaba lo mejor donde quiera que estén, Rallis se despojó de su camisa y botas quedando únicamente en sus pantalones de algodón; tomo asiento en una tela que deposito sobre la arena y se quedó mirando las estrellas.
—Quiero tener tres días sin sol, para hallar mi luz...Quiero sentir la ayuda de los dioses y sentarme a meditar…—
El arconte tomo pintura y marco su pecho y rostro, las plumas de su madre biológica, su maestra y amigos, todas las cosas que recolecto en hermosos recuerdos flotaban en el aire en estelas de luz que iluminaban el oasis, pronto alrededor del fuego figuras danzantes llenaban el ambiente, Rallis sonrió ante cada espíritu que lo visitaba, sus recuerdos fluían con la magia de su grimorio que había años no utilizaba y no utilizaría a futuro más que para darles su noche a sus más cercanos que fallecieron, humanos y arcanos, fue entonces donde el arconte mirando las luces comenzó a danzar, reír y llorar en una noche de alegría, su cuerpo…las marcas brillaban y permitían que finalmente su verdadero ser renaciera, su cuerpo de niño había quedado en el pasado, la altura, el largo de su cabello llego hasta el suelo arrastrándose en la arena dejando a su paso ondulaciones, su nariz redonda y pequeña era afilada y su barbilla enmarcaba su edad, su torso lizo y pequeño, con la marca de cuando Gardel Thelnak le salvo la vida clavándole un cuchillo ardiendo para cerrar su herida, crecieron músculos de un hombre que había vivido en las guerras, su espalda liza se bañó en cicatrices de una lluvia de flechas, sus ojos de inocencia pasaron a ser los ojos de la experiencia.
El arconte había finalmente renacido.
—Al fin, ponerle un apocalipsis a todo lo malo: odio, rencor y amores truncados…todo lo que deje atrás…Si…esta es la posibilidad de recomenzar, no tengo miedo, ni tengo ansiedad, tampoco nervios…—
El arconte estiro los brazos y finalmente esas alas, 3 pares de alas surgieron de su espalda rebosantes de energía el pequeño Rallis Hayookaal que todos conocían como un niño inocente había finalmente formado parte del pasado dejando ver al Rallis que debía estar en Mirovia, se sentía libre...
—Ahora comienzo a desplegar mis alas, porque tengo confianza que voy a alcanzar y encontrar mi camino en Mirovia, a reconocer mis propias debilidades y fortalezas…volando hasta conseguir mis sueños con austera y reacia coerción a enemigos aplaste en el pasado …taxones que tensan sus arcos, ante las falanges de los principados, saetas perniciosas con doble filo, ante formaciones arcanas porfiaron…soy Rallis Hayookaal…y eh aceptado mi verdadero yo, en el nombre de mis padres y amigos…eh renacido.—