Post by Rallis on May 16, 2018 22:24:26 GMT
Ese instante que no se olvida, el arconte vacío envuelto por las sombras, yacía vacío rechazado por los que alguna vez fueron un símbolo de paz y amor en Mirovia, un símbolo de fortaleza y unión…ese pobre instante adoptado por la ternura de las palabras de los arcanos que aun creían, que estúpidos…
Rallis yacía ahora sin ojos para recordar angustias de antaño que habían ocurrido en el pasado, yacía sin labios para recoger el zumo de las violencias que crecían en Mirovia,, esas esperanzas perdidas en el canto de los helados recuerdos de un arcano que perdió lo más importante…la esperanza.
En la suave medianoche de primavera se oye un zumbido de alas cortando el aire, furtivas; moviéndose en la noche inquietas buscando un suspiro en la oscuridad, Rallis sobrevolaba los límites que podía surcar del castillo, ni muy alto ni muy lejos, justo donde podía estar por órdenes del Lord, había terminado sus tareas, estaba libre de tomar un merecido descanso después de tiempo de labor, atendiendo las necesidades varias de Alegra y su Lord, además de por supuesto las demás serpientes volando sobre los mares amargos de sus pensamientos, volando por encima de los jardines, uno de los pocos placeres que aun tenía el arconte para disfrutar retornando al castillo de Lysander Velfast, su nuevo hogar por así decirlo.
Entro por la ventana de su habitación con facilidad, adentrándose en la oscuridad de la misma respirando agitado el viento helado de la noche, nunca se había sentido tan convida en mucho tiempo, se acomodó los guantes y el cabello fue peinado una vez más, camino por la habitación y como siempre, guardaba su grimorio e ingredientes, lo ocurrido ahí no debía saberlo absolutamente nadie, ni siquiera Jeriko que amenazaba con entrar sin avisar casi diario, esto que hacía era su secreto, así fue como cerrando bajo llave sus pertenencias salió de la habitación caminando en completo silencio, le agradaba ver el castillo, admirarlo y disfrutar del silencio que otorgaba este mismo, paso por el salón principal, cocina y finalmente llego hasta el jardín pero por la zona más baja, no hubo más sonrisas, había regresado a ese gesto frio y serio, depositándose sobre un banco de roca solida mirando la fuente central de los jardines, admirando el sonido del agua y los grillos de la noche.
—Bendito sea mi Lord por permitirme disfrutar de esta tranquilidad y paz…—
Susurro para sí mismo mientras disfrutaba de la calma, en realidad había pasado tanto tiempo desde que su mente finalmente había encontrado silencio absoluto, no más ataduras del pasado y no buscaría más en el futuro, estaba cansado de los arcanos buscando amistad o simpatía, simplemente quería cumplir su nuevo propósito, servir a Lord Lysander sin titubear, sin importar las consecuencias, pero a veces el pasado regresaba a su mente y recurría a su secreto cada noche esperando que finalmente surja efecto, si había alguna serpiente a su alrededor no le importaba, seguramente habría alguno que otro buscando un lugar de paz como el mismo, esperaba que estuviera solo, hasta oír un sonido y dirigir su mirada hacia la oscuridad, en eso de sus mangas saco una de las cuchillas de Akane mirando fijamente hacia la penumbra.
— ¿Quién está ahí?—
Dijo en un tono frio y firme.
Rallis yacía ahora sin ojos para recordar angustias de antaño que habían ocurrido en el pasado, yacía sin labios para recoger el zumo de las violencias que crecían en Mirovia,, esas esperanzas perdidas en el canto de los helados recuerdos de un arcano que perdió lo más importante…la esperanza.
En la suave medianoche de primavera se oye un zumbido de alas cortando el aire, furtivas; moviéndose en la noche inquietas buscando un suspiro en la oscuridad, Rallis sobrevolaba los límites que podía surcar del castillo, ni muy alto ni muy lejos, justo donde podía estar por órdenes del Lord, había terminado sus tareas, estaba libre de tomar un merecido descanso después de tiempo de labor, atendiendo las necesidades varias de Alegra y su Lord, además de por supuesto las demás serpientes volando sobre los mares amargos de sus pensamientos, volando por encima de los jardines, uno de los pocos placeres que aun tenía el arconte para disfrutar retornando al castillo de Lysander Velfast, su nuevo hogar por así decirlo.
Entro por la ventana de su habitación con facilidad, adentrándose en la oscuridad de la misma respirando agitado el viento helado de la noche, nunca se había sentido tan convida en mucho tiempo, se acomodó los guantes y el cabello fue peinado una vez más, camino por la habitación y como siempre, guardaba su grimorio e ingredientes, lo ocurrido ahí no debía saberlo absolutamente nadie, ni siquiera Jeriko que amenazaba con entrar sin avisar casi diario, esto que hacía era su secreto, así fue como cerrando bajo llave sus pertenencias salió de la habitación caminando en completo silencio, le agradaba ver el castillo, admirarlo y disfrutar del silencio que otorgaba este mismo, paso por el salón principal, cocina y finalmente llego hasta el jardín pero por la zona más baja, no hubo más sonrisas, había regresado a ese gesto frio y serio, depositándose sobre un banco de roca solida mirando la fuente central de los jardines, admirando el sonido del agua y los grillos de la noche.
—Bendito sea mi Lord por permitirme disfrutar de esta tranquilidad y paz…—
Susurro para sí mismo mientras disfrutaba de la calma, en realidad había pasado tanto tiempo desde que su mente finalmente había encontrado silencio absoluto, no más ataduras del pasado y no buscaría más en el futuro, estaba cansado de los arcanos buscando amistad o simpatía, simplemente quería cumplir su nuevo propósito, servir a Lord Lysander sin titubear, sin importar las consecuencias, pero a veces el pasado regresaba a su mente y recurría a su secreto cada noche esperando que finalmente surja efecto, si había alguna serpiente a su alrededor no le importaba, seguramente habría alguno que otro buscando un lugar de paz como el mismo, esperaba que estuviera solo, hasta oír un sonido y dirigir su mirada hacia la oscuridad, en eso de sus mangas saco una de las cuchillas de Akane mirando fijamente hacia la penumbra.
— ¿Quién está ahí?—
Dijo en un tono frio y firme.