Post by Lumina on May 17, 2018 20:55:17 GMT
¡ADVERTENCIA! ¡ADVERTENCIA! A continuación, se presentarán temas delicados tales como la mutilación, el autoflagelacion y trastornos asociados a esto, ademas se hablara de violación y abuso, si eres sensible o no tienes la edad adecuada para leerlo ¡por favor abstente de leerlo!
Este auto conclusivo tiene relación con dos rol express que se encuentran en la tableta arcana: “Primer encuentro” y “al anochecer”
Este auto conclusivo tiene relación con dos rol express que se encuentran en la tableta arcana: “Primer encuentro” y “al anochecer”
Paso sus manos por la cama para quitarle el polvo que se había acumulado con los días en esa zona, en todas en realidad, no era demasiado, pero denotaba evidencialmente que había abandonado por un par de días su cuarto. Miro las cajas perfectamente ordenadas aun, paso su vista a la pequeña cocina y luego hacia el baño, todo seguía exactamente igual… congelado en el tiempo. Volvió en silencio hacia la puerta, levantando su preciada mochila y apoyándola en la cama para sacar las cosas que venían en su interior con cuidado, no eran demasiadas en realidad, retiro los cuadernos primero, la libreta que siempre le acompañaba, aquella que la mantenía aun con cuerda en ese mundo; La acomodo detrás de sí, junto a la cabecera de la cama para luego volver a su trabajo, siguió retirando cosas que dejaba por allí y por acá, como si aquello fuera parte de una mera rutina, un movimiento automático, hasta que finalmente apareció la tela en su mano, saco aquella chaqueta negra, rasgada, quemada, el olor de la muerte y la putrefacción volvieron a su memoria una vez más
“Creo que cuanto menos, eso es algo admirable” La voz del dragón resonó en su mente
No, no lo era
Se pellizco con fuerza, como un instinto, una alarma, dejo una evidente marca roja en su mano; Trago saliva, apretando aquella prenda y jalándola hasta partirla en dos –Sera mejor que la queme…- murmuro en trance, su ropa había quedado tan destruida luego de tantos combates durante la luna roja que sencillamente se vio obligada a comprar nuevas, por eso utilizaba ese alto vestido, jamás había usado ropas así… excepto para su boda, la sonrisa de Rhonan al verla provoco un largo escalofrió doloroso, tembló, respirando hondo –No…respira….- Se murmuro a sí misma, no había nadie con ella, ya nadie miraba… Nadie más, nadie más lo hacía en
esa habitación, en ese pequeño y escondido lugar
“te estas entregando a la desgracia”
Se detuvo en medio de la habitación, apretando con fuerza los girones de ropa, temblando, por supuesto que lo sabía, intentaba no hacerlo, se esforzaba por solo sonreír, por olvidar…por volverse ignorante de su propia persona… Y entonces las pesadillas volvían, la sensación de mil manos abusando de su cuerpo, el asco de mirarse, de sentirse en ese cuerpo usado, ultrajado, con las cicatrices invisibles, las marcas, podía recordar aun como los dedos pasaban por su cuerpo escribiendo palabras que se negaba a descifrar sobre su espalda golpeada, las risas de los hombres a su alrededor, la mirada desesperada de su marido mientras abusaban de un cuerpo ya rendido, y aunque no hubiese querido mirar no podía evitarlo
Aquella sala de torturas estaba llena de superficies reflejantes, y era obligada a observar su propia y desencajada desgracia, mientras que la golpeaban, intentando quebrar su propia voluntad y la de su esposo… Rhonan siempre fue más fuerte que ella… Pero ese día lloraba… Lloraba lo que ella no podía en esas circunstancias… Rogaba en su mente que la perdonara…
Corrió hacia el baño, abriendo la boca para dejar salir lo poco que había desayunado, el sabor, el olor de aquella sala volvieron a ella como fantasmas, como acosadores, enterró las uñas en el borde de la cubeta que había encontrado en su camino, se retorcía, odiaba vomitar, odiaba las arcadas incontrolables de su cuerpo, arcadas que había sido obligada a acallar, respiro, sujetando su cabello ahora largo hasta que se detuvo, gritándose a sí misma parar, detenerse, las lágrimas habían aflorado por si solas
“si solo vas a entregarte a la desgracia... Entonces estas dando a entender que esas almas no merecen ser recordadas con una sonrisa en el rostro”
-No… Por favor…- se rogo a sí misma, moviendo su cabeza en negación total, hipo, se había detenido al fin, no quedaba más después de todo, se limpió con la manga de la camisa que llevaba, alejando el balde de forma temblorosa –No puedes…volver allí…- Se regañaba, todas esas últimas semanas lo había hecho cada vez que sus recuerdos amenazaban con llevarla nuevamente al infierno. Se levantó, quería enjuagarse la boca, quitarse el sabor a ácido y la sensación viscosa al fondo de su garganta antes de que más de esos asquerosos recuerdos volvieran. Respiro, haciendo gárgaras, sus piernas se sentían débiles y comenzaba a ser molesto llevar tanto peso en su cadera, aquellas faldas eran bellas, pero más pesadas de lo que pensaba en realidad, seco su boca, el frio se calaba hasta sus huesos
Camino tambaleante hasta la pequeña chimenea, era un lugar compacto, demasiado, pero era lo que había podido pagar, no estaba allí casi nunca de todas formas. Metió varias cosas junto con la madera misma y frotando dos piedras pedernal logro la chispa que inicio el pequeño fuego, se dejó caer sobre la pared, mirándolo encender, ordeno su cabello hacia atrás, sujetándolo por completo con la pesada tiara dorada
Recordaba cuando la había conseguido, se visualizó a si misma entre las llamas, las manos de un hombre, un humano, arrugadas, ásperas, poniéndolas sobre su cabeza, hablando en su idioma natal, una ceremonia solemne, un acto que en ese entonces y en su inocente mente había sentido era de orgullo, lucirla con orgullo, recordó las palabras que profirió el anciano hombre con su toga bien puesta, dignas de un emperador –Desde hoy nuestro pueblo está a tu cuidado Lumina, cumple tu deber y protégenos, guíanos hacia la divinidad- Eran las palabras que recordaba, su yo de apenas 9 años había aceptado aquella sentencia –Mentiras…- se murmuro mientras removía el fuego, la sensación cálida junto a ella la reconfortaba
No era un alma pura ya, llevaba sus manos empapadas en sangre, se había sumido en la cólera que simplemente perdió noción del tiempo… Rhonan no la detuvo… No habría podido, aunque se lo hubiese propuesto, la aldea fue arrasada por completo, y el blanco cabello de la mujer se volvió de un rojo brillante, manchado, escurriendo, goteando en un eco incesante
“…Lumina…”
Recordaba los brazos cálidos de su marido, la calma, el consuelo… Ella era la culpable de la ruptura de su matrimonio… era egoísta… era una mujer estúpida, egoísta y poco inteligente, cegada por su propio dolor… -Rhonan… lo lamento tanto…- se disculpó al aire, sintiendo las lágrimas de nuevo fluir por sus frías mejillas –Yo te falle…le falle a todos… una y otra vez… No puedo hacer nada bien…- Llevo las manos a su rostro, enterrando las uñas en la carne fría, tan acostumbrada a ese dolor, marcas que nunca perduraban en su piel, sollozo. El jamás había insistido, siempre estuvo consolándola, amándola de forma sincera, apoyándola en las decisiones… - ¿Por qué te enamoraste de un monstruo que se viste de ángel? – se cuestionó ¿Acaso… el sentía lastima por ella? Sintió una punzada fuerte en su pecho - ¿Es eso?... ¿Es realmente eso? - se preguntó comenzando a ahogarse, apretando con fuerza la mandíbula, no podía negarlo, era una posibilidad, Rhonan siempre había sido compasivo, el tendía a enojarse más que ella ciertamente, pero era comprensivo siempre, incluso con la gente más mala… ¿Entonces había sido eso?
“- Solo debes comenzar a pensar, que todos ellos ahora te observan, y se sienten tristes de verte así”
- ¡Lo siento! ¡Lo lamento tanto!- lloraba ya sin control, estaba perdiendo el control de sí misma una vez más, recordaba el rostro de todos quienes habían estado a su lado, sus nombres, sus edades, la última de esa lista era viveka, su sonrisa –Lo lamento Viveka… lamento no haber podido hacer nada… Silver… perdón… perdónenme… soy una inútil…- Temblaba demasiado, se estaba sumiendo tanto en aquello que no se dio cuenta al momento en que pateo una mesita a su lado, aquella bonita esfera de cristal cayo, rompiéndose en mil pedazos, se sobresaltó mirándola asustada, las enormes lagrimas seguían fluyendo como ríos, le costaba respirar
-… ¿Qué hice?...- miro con tristeza el objeto, debía limpiarlo… pero no podía, se había quedado mirando su reflejo distorsionado por las luces de la chimenea
“Me enorgullezco de lo que soy, es el punto, me enorgullezco de ello y andar de este modo, al ver las cicatrices, me recuerda que por más fuerte que sea, no estoy ni cerca a ser infalible en ningún sentido.”
¿Cómo era que podían existir dos diferencias tan marcadas sobre lo mismo? Para Aagron, eran especiales…para ella…eran cadenas densas y pesadas… ¿Seria por qué no eran visibles? Nadie podía verlas si ella no las mostraba… su piel jamás las evidencio, estaban en su mente, dentro, profundo, intentando ser ahogadas, intentando ahogarla en el espeso liquido negro
“¿tú tienes algo de lo que estés orgullosa?”
No
“¿tú tienes algo de lo que estés orgullosa?”
“¡Mama mira! ¡encontré un gatito herido!” La voz suave e infantil de su hijo la asalto, sus enormes ojos dorados reflejaban preocupación
No estaba orgullosa de ella misma… jamás lo estaría, era una homicida… era alguien que se podría con los días, alguien condenado a un infierno constante
“- Estoy orgullosa de mis hijos... de lo que hacen... De Blyer... de la forma en la que está viviendo su vida... De su fortaleza... - De...mi pequeña Silver...- “
Silver
Recordaba su rostro redondo… recordaba lo retraída que era… y como había florecido lentamente, se habían encariñado tanto con esa niña que la habían adoptado, habían decidido comenzar de nuevo
“¡Papa!” La voz adolorida de la niña en sus brazos luego de la muerte de Rhonan, desgarrada, arrepentida…
-Lo siento… fui débil…- No pudo llegar a tiempo, caía, le costó re acostumbrarse a no tener dos alas, y eso le había imposibilitado llegar a tiempo, estuvo dispuesta a morir por Silver… Pero su esposo se interpuso confiándose de la resistencia de su armadura y cuerpo… Recordaba perfectamente el sonido de la plata romperse, de los huesos, de la vida escapar del cuerpo del hombre que amaba mientras la niña estaba paralizada entre sus brazos, todo había pasado tan rápido, su mente había repasado los primeros días ese momento una y otra vez, una maldita y otra vez, Silver gritar, Rhonan interponerse, un zumbido ensordecedor… y entonces nada, el cuerpo se desplomo cual peso muerto sobre el piso, la sangre esparciéndose cual plaga sobre el piso
-Ni siquiera pude decirte adiós…- se murmuro estando sentada frente al desastre – Nunca pude…- Por su mente comenzaron a pasar tantos rostros, tantas muertes, las voces la saturaban de ruido, miles de palabras inentendibles, la angustia, el dolor la recorrían –Basta…- suplico en vano hacia los fantasmas a su alrededor, se sentía observada, sentía la angustia crecer, las miradas decepcionadas sobre ella, las preguntas, la muerte cubrirla una y otra vez, cual castigo divino por sus pecados –Basta- volvió a pedir un poco más alto, llevando las manos a sus oídos, había perdido por completo la noción de la realidad, escuchaba las voces culparla, sus malas decisiones, su estupidez, sus falsas ilusiones y promesas rotas, los había abandonado, habían muerto en su nombre, por proteger los ideales de lo que ella había creado ¿Con que derecho podía buscar la felicidad? - ¡Basta! – grito desgarrándose la garganta, golpeando el piso frente a ella con toda la fuerza que tenia
“- Solo debes comenzar a pensar, que todos ellos ahora te observan, y se sienten tristes de verte así.”
-no quiero que nadie este triste… no más…por favor… por favor no más… ya no puedo más…- confeso temblando, chillando en el dolor –No más… No…- apretó la mandíbula, tratando de contener el llanto, el primero que provenía desde el fondo de su podrido ser –No puedo más…- se inclinó más hacia sus manos, el dolor seguía allí, cada vez más real, abrió los ojos cuando el olor del metal se hizo presente en su nariz, levanto sus manos temblorosas, los cristales se habían incrustado en su piel y ahora, la sangre roja goteaba, habían ciertas zonas más preocupantes, no era realmente un daño grave o considerable, siempre había sido resistente
Pero no estaba preocupada de eso, estaba concentrada en el color rojo que goteaba hacia sus manos… las que siempre habían estado manchadas – Es mi culpa ¿no? – murmuro en un trance, comenzando a retirar los pequeños trozos, la sangre broto aún más, no se molestó en cubrirla –Si yo no hubiera…- comenzó a cuestionarse, seguía en aquel trance, hasta retirarlas todas, las memorias de los muertos aparecían nuevamente en su mente, dejaba que la sangre goteara, apretaba las heridas buscando más, más de ese color, más de ese olor, quería enfrentar a la muerte, quería verla y exigirle respuestas ¿Por qué no a ella? ¿Por qué todos esos inocentes habían muerto?
Recordaba a sus camaradas crucificados, mutilados en el centro de la utopía
Apretaba más sus brazos, agravándose las heridas, el blanco vestido comenzaba a teñirse, las gotas se extendían cuales raíces, creciendo, oscureciéndose
Recordaba a los niños en brazos de sus madres, los recién nacidos ahogados por la sangre de sus progenitoras
Su vista estaba perdida en esa imagen, sus manos manchadas de sangre, una y otra vez
Recordó el cadáver de su pequeño, la expresión de dolor y agonía eterna, su miedo, sus alas cortadas, arrancadas, ahora había sabido cuanto había sufrido su pequeño
¿Por qué no estuve allí?
Había un pequeño charco debajo de sus manos, el eco del goteo la mantenía en ese trance
Sus pesadillas se volvían cada vez más reales
Unas pequeñas manos se apoyaron en las suyas, subió la mirada, sabía que era una alucinación, una fantasía de su imaginación ¿Acaso estaba soñando nuevamente? ¿Cuántas de esas pesadillas no había tenido
El rostro de su retoño apareció, preocupado, triste
Lumina sonrió
-no merecer ser hijo de una mujer como yo… podrida…inmunda –Levanto su temblorosa mano para acariciar las mejillas suaves de su hijo, que se apegó a ella con necesidad, las pequeñas lagrimas comenzaron a caer, le vio mover los labios, pero no escucho nada
Nada más que el eco de su propia sangre gotear al suelo con más intensidad
-Te amo- Le dijo, el niño se aferraba a su mano, ni siquiera se había manchado con la sangre en las manos de su madre, lloraban juntos – Lo siento tanto mi amor… Debería haber estado allí para ti…- confeso, buscando estar más cerca, más y más
La oscuridad la consumió, su cuerpo había llegado nuevamente a su límite, se desmayó, cayendo por completo al suelo, no había sido capaz de ver lo agotada que estaba
Ni había sido capaz de distinguir el golpeteo de la puerta, ni a la figura familiar fuera de esta en la oscuridad