Post by Agatha Bloodspell on May 20, 2018 16:24:01 GMT
Agatha: Unas noches atrás había dejado su tableta a un lado después de la conversación con quien ahora sabía, era el líder de las Serpientes, y con quien noches meses atrás, se había fundido en los placeres de la carne. Su voluntad se hallaba atisbada por la curiosidad respecto a qué diría un hombre de tanto prestigio al verla a la puerta del Castillo Velfast. ¿Recordaría aquella noche dónde lo había visto tan mísero y sediento? No habría manera de saberlo hasta que no lo tuviera frente... Al mismo Diablo como habría presumido él. Aún estaba recuperándose de los mal trechos de un conjuro violento pero este nuevo proyecto le había traído una racha de energía. Se preparó con prendas finas, no tan mundanas como usualmente portaba, un vestido largo y una capa que le cubriría la figura y el rostro durante el trayecto a la mansión; trayecto que se hallaba oprimido por la oscuridad del cielo. Al llegar al castillo tocó la puerta, esperando pacientemente a que alguien le abriera; todo se hallaba en tinieblas. Una minúscula sonrisa se había dibujado en su rostro.
Sven: Aquella noche no esperaba nada en particular, al menos nada que estuviese agendado. No obstante, quizás era el frío que cargaba el viento, o la oscuridad que carcomía la noche, que traía consigo una premonición de que había algo que lo esperaba.
Quizás, eran simples ideas suyas, delirios colaterales de aquel nuevo cuerpo en el que acababa de adecuarse. Era cierto que era más sensible a ciertas cosas, y exploraba otras con mayor curiosidad, por lo que ahora no podía negar el percibir tales sensaciones.
Caminó por el castillo, observando cada esquina y recoveco en las paredes y pasillos como si estuviera tratando de diseccionar una respuesta de los mismos. No obstante, todo era tal cual la última vez que lo había visto. Sin embargo, notó como una criada de manera apurada surcaba paso a lo lejos, apresurada presumía él, por atender la puerta principal del castillo. De manera ágil se adelantó a la arcana, interceptándola justo al momento en que la misma posaba una mano sobre la agarradera de la gran puerta, silenciosamente pidiéndole que se apartara de aquel lugar.
La mujer tomó noticia, agachó la cabeza y se perdió por el mismo pasillo por el que había llegado. Una vez que estuvo fuera de su vista, él procedió a abrir la puerta de manera firme. Frente a él, una figura envuelta en sedas elegantes se posaba en el umbral, con una capa que no dejaba ver su rostro, mas su esencia destilaba un olor familiar que le ponía... intranquilo.
-Señorita-
Agatha: La puerta se abrió y con ella el timbre de la formalidad acarició sus orejas. Quiso reír pero no era propio en tal circunstancia; por mucho que el cinismo quisiera brotarle por la piel se abstuvo. Se llevó las manos al borde de la capucha para descubrir su rostro; sereno, sin perturbación alguna lo alzó sonriente. -Buenas noches Señor Sven; ¿Creo que recibí una invitación formal para venir de visita?-. Fingía inocencia con la modestia que naturalmente le caracterizaba. Se quedó esperando frente a él a que la pasara, finalmente, sí tenía modales y no traspasaría en propiedad privada. -Tal vez no lo recuerda; Agatha Bloodspell- extendió su mano en señal de cortesía pero las presentaciones ya salían sobrando a tal punto.
Sven: Al momento que su rostro fue revelado sintió un nudo en la garganta. No era impotencia de no poder hablar, si no la sorpresa que realmente no esperaba. Claro que la recordaba. Claro que la llevaba en sus memorias. Aunque hubiese sido un encuentro "desafortunado" en sus momentos volátiles, el misticismo de dicha circunstancia junto a la debilidad que demostró era algo que le ocasionaba incertidumbre. De cierta forma, era un pendiente que se había convencido de que había concluido en la gelidez del bosque de los susurros, y que nunca regresaría.
Su entrecejo se frunció y su quijada se tensó, y la mano que posaba formalmente al lado de su muslo se empuñó momentáneamente con notable fuerza. Control.
El silencio se propagó, pero buscó dentro de su ser fuerza de voluntad para mantener su autocontrol y volvió a un estado de falsa tranquilidad, donde se le acostumbraba notar por lo inexpresivo que era. -Señorita Bloodspell- dijo de un tono neutral -por supuesto. Pase adelante- se hizo a un lado y levantó su mano, invitándola hacia los adentros del recinto. Estaba suprimiendo cualquier gesto que fuera a otorgar relevancia a la mujer o aquel encuentro que habían compartido. La formalidad de pretender tratar a una extraña era como podía actuar de momento mientras ordenaba sus pensamientos.
Agatha: Los años le habían hecho perceptiva, especialmente en el lenguaje de los hombres. Las minúsculas tensiones eran seña de sometimiento fuese éste físico o emocional; sintió un dejo de satisfacción de notar en él pequeños rastros de tales gestos. Retrajo la mano que había extendido en muestra de saludo; comprendía... su presencia era sobrecogedora. Se introdujo finalmente en la mansión que había visitado ya algunas veces en el pasado pero en su mayoría había sido durante las noches de Luna Roja. Había un silencio denso entre los dos; por parte de la súcubo no había incomodidad entonces debía ser por origen del otro... O tal vez, sólo era recatado y callado en la cotidianidad... Lástima que ya conocía otra parte de él. -Señor Sven... Por lo que puedo notar su propiedad es adecuada estando en presencia de otros; tal vez haya poco que yo pueda enseñarle sobre el recato- comentó en referencia al origen de su visita; la conversación que había hecho que este encuentro pudiera darse de manera sorpresiva, al aparecer.
Sven: Conforme entraba al salón principal, cerró la puerta tras de ella. Como acto de costumbre y etiqueta, se acercó para tomar la capa de la visita y colocarla en un perchero- siempre y cuando se lo permitiese -Con su permiso- dijo, aún tratando de forzar esa seriedad absoluta de desinterés en su mirada, conforme acercaba una mano a uno de los hombros de la figura femenina. Al escucharle decir aquello apretó nuevamente la quijada, mas no respondió inmediatamente. -Bloodspell- dijo en un suspiro esforzado. Antes de abrir la boca nuevamente pareció cambiar de parecer -Sígame- le instruyó, caminando por delante de ella pero sin ser muy aparte -Iremos a un lugar más reservado- comunicó, en su cabeza siendo este lugar su nueva habitación que más allá de ser un recinto de falso descanso, era un estudio amplio con muebles acogedores adornado con una elegante vista a Reapergate, o al menos cuando había luz.
Dentro de sí había una tribulación de sensaciones que deseaban explotar. Muchas de ellas difíciles de entender. Había deseo quizás, y también desprecio. Pero se mantenía recatado. Conforme caminaban preguntó -Algo ha de conocer del recato, o entenderlo- dijo de manera críptica. Se sentía engañado a sí mismo, mayormente por los aires ahora colapsados que tenía de llevar aquella visita "desconocida" al inicio.
Agatha: Permitió que el mayordomo tomara la capa que cubría su figura. Caminó hasta llegar a aquella habitación a la cual le había pedido que lo siguiera. No contestó de inmediato a sus palabras a lo que la súcubo intuyó que quizá había clavado con firmeza en algún recuerdo o pieza frágil en su carácter. En su gesto, la curva de su sonrisa la iluminaba; un infortunio que nadie pudiera verla. -¿Mh?- respondió suavemente a sus palabras, aún mirándole la espalda en el camino hacia aquél lugar "más reservado". Seguramente que ya la había reconocido y estaba de lo más expectante a poder recibir la reacción. Hacía tanto que no jugaba una broma. -Por supuesto señor Sven; los encantos de la mujer nacen del recato... Claro que... hay una sutil medida en la cual debe ser frágil y descender como la seda; despacio y bella a la vista. Un simple telón para marcar las pautas de los actos del carácter, ¿no lo cree?-. Esta vez caminó un poco más de cerca, casi para susurrarle al oído pero mantenía su prudente distancia. -Sí lo entiendo... demasiado bien, pero es en la práctica donde de pronto cometo fallas- acotó.
Sven: Al ver de manera más clara su rostro y piel, sintió un vacío en el estómago. Cargó consigo sobre el regazo de su brazo la capa de la dama, y no fue hasta que entraron a la habitación que la colgó en un perchero en cercanía a la puerta de dicho lugar. Con la misma propiedad que se refirió a ella al inicio, lo hizo para que entrara a su habitación, la cual era muy amplia, y más bien se podía confundir con un salón privado del castillo de no ser por la cama que se encontraba a un extremo. Habían muebles para sentarse a tomar reposo, inclusive una bandeja con un juego de té, una mesa al pie de un ventanal abierto con unas copas vacías. Habían libros por aquí y allá, en libreros ordenados. El lugar era sumamente pulcro y todo parecía estar en su lugar de manera metódica y precisa.
Sven dio unos pasos dentro de la habitación, retirándose los guantes que cubrían sus manos. Estaba dándole la espalda a la sucubo todo este tiempo, como si estuviera meditando de su próxima acción. El silencio se propagaba, junto al aire frío que entraba del ventanal. Lo único que iluminaba esa habitación eran candelabros tendiendo del techo, con dichas velas encendidas. -Fallas...- repitió. Realmente no la conocía más allá que la imagen que había formado de aquel encuentro, donde el recato no existió en ambos jamás. -Hipocresía, quizás.- dijo aquello en intención de dar una estocada en la oscuridad de la tensión, conforme colocaba sus guantes en un gabinete -Es acaso este recato del que habla una necesidad, o una simple excusa hipócrita para ocultar los deseos?- mencionó, aún dándole la espalda.
Agatha: Entró en la habitación de momento distraída por el ostento que estaba atestiguando, olvidándose por un momento del objeto de su curiosidad. Aquél nivel de lujos no los había visto desde que había puesto pie en el Templo del Invierno... Frío... Este frío no era físico... Caminó lentamente sin permiso en realidad, repasando cada rincón con su mirada. Poco podía saberse sobre el mayordomo mas que tal vez... era esclavo de las rutinas, del orden... -del recato-. ¿Habría sido libre aquella noche? Nuevamente su atención estuvo completamente devota al señor quien no desaprovechó la soledad y la privacidad para lanzar sus punzantes palabras en su dirección. Sentía desdén en su tono... Tal vez su engaño había cobrado raíz en la parte oscura de su corazón; si es que lo había.
Caminó a la par con él, a una distancia constante, como quien intenta domar a una bestia salvaje; con cuidado, respeto, pero sobre todo, cálculo... casi espejeando sus movimientos. -Seré tan tajante como sus cuestionamientos, Sven. Hipocresía. Es una defensa a los secretos que habitan dentro de mí... De otra manera... ¿cómo fue que dijo?- se llevó un dedo a los labios, deteniéndose por un instante frente a uno de los sofás de la habitación. -Se pierde la chispa, ¿cierto?-. Tomó asiento, siendo cuidadosa de que sus prendas no fueran a arrugarse. Deslizó sus manos por encima de su regazo para deshacerse de las arrugas de la tela. -Pero creo que usted lo sabía. ¿Me recuerda? ¿Cierto? Mis miedos no cobraron realidad entonces...- colocó su codo sobre su muslo para apoyar su rostro sobre su mano, dejándola descansar mientras apreciaba mejor la figura del hombre. Le veía algo distinto... aunque esa noche se hallaba tan quebrado y oculto entre la desgracia de su alma perdida que pensó que se podía tratar de cualquier pordiosero... pero fue el canto de su alma lo que la mantuvo expectante del fruto de su pasión.
Sven: El hombre finalmente se volteó en dirección a la mujer, mas no ponía vista sobre la misma. No había nada más que apreciara como la honestidad, por tajante que fuera. Le molestaba aquellos que se reservaban o mentían, para ocultarse o aparentar ser algo más. Aunque no respondió al comentario de Agatha, fue bien recibido. Caminó a una mesilla con copas y una botella oscura y alargada, y tomó la botella por debajo, de la manera correcta según la etiqueta, y las dos copas en su otra mano. Escuchó aquellas palabras de manera amena y se acercó hacia el lugar donde se había sentado la mujer, no pudiendo evitar observar ese rostro cautivante y figura elegante. -¿Qué recuerdo? Una mujercilla en el bosque, exponiéndose para embaucar transeúntes.- Hipocresía. Se contrarió a sus mismos principios, pero con un propósito argumentativo. Sirvió una copa con un elixir oscuro y tinto, dejando una fragancia suave de uvas y chocolate en el aire. Seguido a ello se sentó en el mismo sillón, pero a un extremo del mismo, lejos de ella. -¿Y usted, qué recuerda?-
Agatha: Tomó la copa en sus manos, sonriendo con sutileza a la respuesta del mayordomo. Realmente le resentía, lo podía sentir en cada palabra que se pronunciaba para referirse a ella. No estaba totalmente en lo correcto. Se dejó llenar por el aroma de momento, tenía mucho tiempo para conversar con él, o así podía percibirlo... Nadie que no quisiera conversar abriría una botella de vino. Bebió para después colocar nuevamente la copa sobre la pequeña mesa frente a ellos. -Recuerdo la perdición en su mirada... La confusión de sus deseos embaucados sobre mi persona... Lo sé- no se percibía arrepentida de ello en realidad. Bien sabía que con el paso de los minutos el engaño se había vuelto a conocimiento suyo. -En defensa propia puedo decirle que mi acercamiento inicialmente fue por genuina preocupación ante el estado en que usted se encontraba... Usted sólo despertó el apetito que domina mi naturaleza... Si fue víctima de ello entonces me disculpo; hasta ahora pensaba que cada quién había tomado algo de provecho del encuentro-. Giró suavemente su cuerpo para estar más dirigida hacia él; la sonrisa de su rostro se borró de pronto en un arrebato de preocupación. -Realmente se ve distinto- dijo al fin al notar ciertas diferencias que no le pasaron desapercibidas.
Sven: Distinto. Al ser seres de oscuridad suponía que existían sutilezas que podían percibir en ese espectro, por lo que no le sorprendía del todo. Lo que lo incomodaba era que no respondiese a sus comentarios altivos, ejerciendo ante todo esa modestia que se estaba mencionando antes dentro de las líneas de recato. Las palabras de la misma relatando la imagen de aquel hombre desesperado y moribundo... volátil, débil. Puso una mano sobre el asiento, en el espacio separado entre ambos y se empujó hacia delante, cortando la distancia de ambos. Con la otra mano hubo un titubeo inicial, pero se decidió por tomar el mentón de la mujer, fijando su mirada fría sobre los ojos de la misma. Su mirada paseó a sus labios, y no hubo respiración de su parte que descansara en la piel de la contraria- sin embargo, el aire de la mujer si se sentía cálido sobre su tez congelada. Partió los labios, pero acercó su rostro al costado de la contraria, acariciando la mejilla de la misma con su propia boca hasta alcanzar su oído, mientras apretaba la arcana contra su cuerpo -Hel- inició, con un tono hostil -lo que pedí aquella noche, nunca me fue otorgado.- musitó entre dientes, con una hostilidad que nacía desde lo profundo de su garganta -Pero Hel, con sus sádicos encantos, consumió mi carne en un panacea pútrida que encanta la debilidad del cuerpo- se detuvo -Cómo olvidarlo. El sabor, el aroma, el misterio, la miseria.. y que obtuvo el demonio de aquel encuentro?- preguntó el vástago, aún en cercanía atrevida de oído de Agatha.
Agatha: Parpadeó un par de veces al moverse el mayordomo sin esperar un acercamiento tan precipitado, tan contrastante con la distancia marcada no sólo por su cuerpo sino por sus palabras. En un impulso por pretender defenderse de ser necesario colocó sus manos sobre los hombros del arcano, apretándolos en dos firmes puños listos para resistirse de ser necesario. Pero fue el roce de sus labios sobre su mejilla lo que de momento la aplacó. Sus piernas se tensaron, cerrando un camino que en la noche lejana había estado dispuesto para que caminase sin impedimentos. Hel... la pronunciación del nombre le trajo un escalofrío al cuerpo que curiosamente parecía tan familiar como la piel que rozaba contra la suya pero... Su calor... Había una ausencia de calor. Su corazón palpitó con fuerza ante sus palabras que acariciaban los impulsos de su cuerpo pero la intriga de aquél detalle la mantuvo alerta.
No podía precisarlo en realidad pero... realmente... algo era distinto. Sus manos se relajaron, dejándose descansar sobre los hombros de Sven. Su aroma no era como el de aquella noche, era dulce, modesto, aún más incitante a estar ante su presencia. Separó un poco el rostro de él, sólo para tener de frente la mirada del arcano. -¿A qué demonio se refiere, Sven? ¿A mí... o a usted? Si se refiere a mí... obtuve alivio, placer... una noche donde me sentí dueña de su devoción... pero si se refiere a usted... puedo intuir que... no lo que deseaba- la respuesta era simple... pero quería escucharlo decirlo con mayor claridad. Entonces... la desesperación de aquella noche, no había sido un trance desafortunado; realmente habitaba dentro de él, en ese hombre dedicado a la rutina, al servicio... -Será tal vez un capricho del destino... o tal vez el recato que he guardado para el momento indicado... Sea cualquier cosa, ya estoy aquí- susurró a su oído. -Manifieste su reclamo en la forma que vea prudente que el hambre no es mi motor esta noche-. Fuese sólo un reclamo de palabra, una muestra del demonio que presumía ser o simplemente, un movimiento para incitar a la intimidación, el corazón de Agatha palpitaba orgulloso de que fuese recordaba aunque fuera a modo hostil.
Sven: Aunque fuese un pequeño vistazo en complicado misterio que envolvía a aquella arcana, obtuvo información sobre la misma. De cierto modo eso alimentaba más su morbo por conocimiento, y en aquel caso específico, el de no estar un escalón abajo con respecto a quién conocía a quién mejor. Devoción. Pero hubo una curiosidad que llamó su atención, el ser llamado demonio. -Bloodspell, los demonios son los hijos de la oscuridad, aquellos que nacieron abrazando dicha naturaleza.- Relamió sus labios -Si he de ser algo, es un monstruo, porque elegí estos pasos y desvarié de mi naturaleza inicialmente otorgada- En algún pasado afirmar aquello hubiese sido doloroso, pero en esos momentos, lo sentía apropiado y merecido. No como una marca de orgullo, pero como una circunstancia que formaba parte de su realidad.
-¿No cree que debería tener recato antes de permitir a un monstruo manifestar sus reclamos?- sus ojos afilados se clavaron en la mirada de la ama, mientras sus manos se envolvían en los costados del rostro de la mujer. La tez se sentía tan cálida y apacible, provocándole sensaciones contraproducentes. En los ojos del vástago se podía percibir una agresiva hambruna que era difícil distinguir si era meramente metafórica o literal.
Agatha: Recibió una verdad que la dejó helada. Su rostro sometido al agarre de las manos ajenas mostró el impacto de la noticia... No fue complicado hacer suposiciones puesto que conocía bien la oscuridad de la que hablaba... Entre la hermandad de los oscuros sólo ciertos seres se transformaban de ser algo a eso que él era ahora... Vampiros. Sus pupilas se contrajeron percibiendo el peligro en semejante realidad. Lo había visto hace pocos meses y su condición no era esa... Había sido convertido no hace mucho... era un neonato, un chiquillo sediento de sangre. Sabía bien que el control no se caracterizaba en estas etapas de la conversión. -Vástago- murmuró. Sin embargo, a pesar de su temor no se apartó. -Sven, usted expresó hambre y deseo por la muerte aquella noche; estuvo pidiéndomelo al tomar de mis labios... ¿Fue esa su manera de perseguir lo que estaba buscando?- estaba consternada quizá pero era curiosidad ante ello... No parecía totalmente perturbado por su nueva condición... ¿habría sido consentido? Cerró los ojos, agitando la cabeza para negarse a sus propias palabras. La sonrisa de antes volvió al alzarse su mirada nuevamente para posarse sobre él. -No me haga caso; no es asunto mío... Pésimos modales los míos de no responder a su pregunta... A lo cual le digo... Señor... he perdido el recato ante la oscuridad y los monstruos de los que usted habla-.
Sven: Los pulgares de sus manos desnudas empezaron a hacer mociones circulares en el filo de la mandíbula de la fémina, escuchándola atento aún a pesar de que la misma divagaba acertadamente antes de responder su pregunta. Hubo un impulso muerto para sonreír mas no se perpetró el acto. -Deseaba la muerte, y usted en su vileza no me la cedió. El único deseo. Una muerte fulminante que me librara de la miseria- dijo entre dientes, ahora en un son más sombrío, descendiendo las manos hasta los lados de la garganta de la invitada -Pero usted recibió el desespero y mi respuesta en carne. Mi deseo, mis pensamientos- aquello último evidenciando que había estado en sus recuerdos más de una vez.
-Alguien más me otorgó algo mejor que eso, que una simple muerte y una panacea- añadió con gusto -y heme aquí, dulce Hela- resonó con cierto cariño, acariciando el cuello de la mujer. Deseaba clavarle los dientes, sentir su sangre fluir dentro de su cuerpo, llenarse de esa calidez que ahora le faltaba a su esencia. -Quizás... debería agradecerle por su egoísmo...-
Agatha: Su tacto semejaba el de un amante dispuesto a otorgar pasión y devoción mas era su mirada y la rigidez de su voz la que no la convencía de que esa era la ilusión que experimentaría en ese momento. Su cuello era el que ahora era víctima del sometimiento; tragó saliva, aquello causando que sus arterias y venas se tensaran por la intimidación. Estaba en aquella mansión, donde el hombre poseía influencia y cualquiera se haría de ojos ciegos ante cualquier crimen materializado en sus manos... Ella no tenía a nadie en el mundo, nadie que notara la ausencia de su esencia en esta tierra; estaba atrapada.
Sus ojos bajaron hacia las manos que de pronto le acariciaron la piel; ahora su voz se mecía en el aire cual arrullo a sus temores pero desconfiaba... Los devotos a la oscuridad por voluntad como él poseían los dones de la seducción, casi tan diestros como los de su propia especie. Sus labios se separaron, anticipando lo que podría ocurrir. -Me da gusto por usted- murmuró obligándose a mirarlo, a luchar contra el miedo. Ya se había asomado a las penumbras... Esto era sólo un risco alto y frágil pero no caía aún. -No me lo agradezca... Esa noche asumí, tal vez erróneamente, que su alma estaba más sedienta por la autoflagelación... de negarse a la muerte por mi propia mano y entregarse a mi cuerpo para castigarse aún más-. Movió suavemente su cabeza, permitiendo que su cuello se estirara un poco más. -Tal vez peco de ignorante más que de egoísmo... Porque yo quería darle justo lo que quería-. Su voz se hizo más suave, apenas mirando al hombre entre sus párpados entrecerrados.
Sven: La tranquilidad que aparentaba la dama contrapuestas a con sus palabras solo agitaban esa hueco en su estomago. Su semblante ahora sumiso, de forzosa tranquilidad y encanto sobre todo, fuese por su naturaleza o expertismo en dicho campo confabulaban para mantenerlo ahí, clavado en su mirada. Su mano viajó furtivamente del cuello a la mano, con un rápido movimiento llegando a la muñeca. Descubrió la misma y se apartó lo suficiente para que el brazo de la súcubo estuviera entre ambos pero aún manteniendo cierta intimidad. -Aún puede hacerlo- murmuró en un todo menos hostil, con cierta melodía. Sin despegar la mirada de la contraria primero acarició la muñeca de la misma con el pulgar de su agarre, para luego clavar los caninos pronunciados en la misma. Quería observar el rostro de la mujer, sus gestos conforme se alimentaba de ella. La sangre saltó en su boca de forma apresurada, como una cálida naciente de dulce néctar. Sus orbes se tiñeron en un tinte sanguíneo conforme succionaba de manera hambrienta en las venas de la mujer.
Agatha: La cercanía no se perdía sin embargo el foco del tacto había cambiado del cuello a su muñeca, misma que fue acercada hasta los labios del vástago quien hundió sus dientes en su carne. Los ojos de la súcubo se abrieron ante el dolor de inicio punzante, ácido y desgarrador. Un grito ahogado se plantó en su garganta, tan sofocante que pensó se desmayaría pero aquella sensación de desagrado poco a poco fue desvaneciéndose causando que su cuerpo fuera tornándose más dispuesto y abierto. Sus labios se partieron dispuestos a dejar de ser discretos puesto que la sensación de aquella mordida comenzaba a darle un placer que encontraba al fundir su cuerpo con otro; todo por una mordida. En su rostro podía verse un goce que no era del todo desconocido para Sven; su rostro adornado por una sonrisa que desapareció de la vista del mayordomo por un instante en el que echó la cabeza hacia atrás.
La calidez del placer se extendía desde su muñeca hasta áreas ocultas que sólo algunos tenían permiso de explorar. Gimió suavemente puesto que no estaba del todo segura que alguien más estuviera al tanto de su presencia en el lugar. Con la otra mano rodeó el cuello de Sven, adhiriéndose a él al punto cúspide de los efectos embriagantes de su mordida. En aquél momento se había ido el miedo; no quedaba más que el deseo de que siguiera. -No se reserve entonces-. A ese punto la razón la había abandonado, estaba totalmente enroscada en las sensaciones que estaba experimentando, ajena totalmente a su sentido de supervivencia. Se había dejado vencer ante los encantos del vampiro.
Sven: Sin reparo succionó de sus venas, disfrutando de aquel néctar que poco a poco, daba color a su tez y engatusaba sus sentidos. Junto a ello, las expresiones de la sucubo movian fibras dentro de su ser que solo alborotaban su oscura naturaleza, dejando riendas sueltas a sus deseos oscuros. Haciendo uso de cuanta fuerza de voluntad era posible, se detuvo, mas se abstuvo de relamer la herida que habia ocasionado en el cuerpo de la arcana. -Bloodspell- inició -¿Alguien sabe que se encuentra aqui?- dijo en un tono sereno, tan calmado, que podía invitar a ideas tétricas de sobrepensarse al respecto.
Agatha: La sensación era tan fuerte que de pronto su consciencia había dejado de estar plantada en la realidad; no fue hasta que la voz del mayordomo quebró con el trance que volvió. Abrió los ojos lentamente mientras enderezaba poco a poco su cuerpo. No... nadie lo sabía. Nuevamente sintió que la sangre se le fue a los pies y una sensación fría dominaba sus sentidos. -No... a excepción de quienes fueron testigos de su invitación...- contestó esperando que aquello fuera suficiente para frenarle de estarse haciendo ideas. Apretó los labios antes de relamérselos un poco... Estaban secos. Sentía la cabeza ligera; tal vez era por la toma de su sangre que estaba teniendo tales síntomas.
Sven: Al escucharle sus ojos se afilaron, y su mano que sostenía la muñeca sangrante de la contraria fue acariciada mórbidamente por su pulgar -¿Y acaso esas personas son significativas en su existencia?- presionó, bajando la mirada para ver un pequeño borbotón brotar de los orificios de la piel ajena. El neonato se sentía en control de la situación, con una supremacía que inflaba su ego, a diferencia de aquella vez cuya vulnerabilidad propia destilaba a los pies de la arcana para ser pisoteada si así ella lo quisiese. -¿Hay alguien que vendría a tocar a mi puerta de usted quedarse aquí por tiempo indefinido?- dijo en un tono grave.
Agatha: Hubo un silencio, largo y pesado. No... nadie lo notaría, ni siquiera él que ahora vivía en el encierro y aislamiento. -No- respondió sintiendo un peso abismal en su corazón. -Podría asesinarme aquí mismo y no habría quien llorara pro mi ausencia-. No decía esto con afán de causar lástima, era un hecho. -Nadie lo molestaría, señor Sven-.
Sven: Fue algo inesperado. La respuesta seca y culminante, de cierto modo aceptante y con la mínima pizca de miedo, develando una verdad solitaria en la misma causó una respuesta distinta en Sven. Era usual de que el medio embargara a una víctima, o que una súplica acompañara sus palabras. Pero la sucubo respondió de manera sincera y simple. Sven no la miró y se dedicó a simplemente lamer su muñeca, sellando la mordida cuya sangre había desperdiciado lo suficiente. Inclusive se atrevió a lamer los excesos que goteaban de los dedos de la dama, con cierto erotismo en el umbral de aquella amenaza, antes de devolver su brazo al regazo ajeno. -Una lástima- murmuró, mientras apartó la distancia entre ambos y clavó la mirada en la copa sobre la mesa.
Agatha: Podía sentir un ligero temblor en su cuerpo; la adrenalina de posiblemente hallarse enfrentándose a un fatal destino no le era indiferente. No rogaría por vivir pero al menos sí por una muerte serena... Sin embargo parecía que la desgracia de su soledad no había sido del todo entretenida para el mayordomo quien no siguió más. Relamió sus heridas y la sangre que le escurría de los dedos; aquello despertó nuevamente una sensación ardiente en su vientre pero se dedicó sólo a observar puesto que en aquél entonces estaba consciente de que era una presa.
Estando libre de su tacto palpó su propia muñeca con cierta reserva, dirigiendo sus rodillas al frente, nuevamente marcando una distancia entre ambos. Tomó la copa que había dejado para beber un poco... calmar la adrenalina que aún le alzaba el pecho; no sabía si por el miedo o por la agitación del éxtasis de aquella mordida. -Espero al fin no siente que lo de que aquella noche fue un intercambio injusto...-.
Sven: El vástago aun relamiendo sus labios y explorando los sabores que se desvanecían en su boca se mantuvo en silencio. Llevó una mano a su rostro y peinó su cabello hacia atrás, el mismo cayendo negro y azabache detrás de sus orejas, revelando el faltante de la mitad de una del lado izquierdo. -Cada quien obtuvo algo- dijo de forma seca -lo que sea que haya sido de valor de parte de un pordiosero- mencionó con desdén, refiriéndose a sí mismo. Realmente no le hacía gracia el imaginarse o recordarse a si mismo en condición tan patética, por lo que esa noche deseaba remover dicha imagen, mas no pudo forzar la situación a su favor.
Agatha: Nuevamente el recato. Sintió el lenguaje de su cuerpo cerrarse y esta vez fue por haber estado nuevamente cerca de un final certero. ¿Estaba haciéndose adicta a asomarse a la penumbra? Parecía que sí. Giró el rostro sólo para mirarlo acomodar su cabello y revelar una cicatriz en la oreja. Muchos arcanos habían sufrido por parte de la violencia... No preguntaría por ahora. -Consuelo- respondió sin siquiera pensar en lo que podría implicar. Un asomo de vulnerabilidad en su fachada sincera y firme se mostró ante él. Se habían visto las peores facetas del otro; no había por qué negarlo. -Su necesidad por anclarse a la muerte fue... encantadora- confesó dando otro trago al vino. -Nuestra adherencia al mundo es a veces tan frágil como un hilo de seda... Tan sólo existiendo esperando a ser cortado por la más fina cuchilla-.
Sven: Encontró cierto interés en aquella última frase de la contraria. Él jamás sintió que su adherencia en el mundo fuese frágil... al contrario, era una burla del destino el mantenerlo ahí, anclado, por la eternidad. Acariciando el hilo de su vida con miles de cuchillas solo para ver dicho hilo fortalecerse más y más -¿Y usted espera esa cuchilla?- preguntó presuntuoso, sin esperar encontrar una similitud en sus modos de ver el mundo -¿Por qué vive?- dijo de manera un poco pesada, mirándola de reojo, enfocándose en el punto de que pareciese que no tiene a nadie en el mundo que le importe su existencia.
Agatha: Los labios de la mujer se curvearon en una sombría sonrisa. No había una razón que fuera del todo propia que la anclara sino un deber y una deuda que aún sentía debía saldar. -Por obrar para un Salvador- respondió críptica, sin dar un detalle sobre quién se trataba. Era un secreto que no podía compartir con cualquiera. -Y... curiosidad, tal vez-. Una curiosidad que había sido tentada por los caprichos de un ser que había visto casi divino pero que se había rebajado a los placeres de la carne tanto como ella... que buscó de su compañía en repetidas ocasiones y que ahora difícilmente abandonaba sus pensamientos. -¿Y usted? ¿Aún busca el descanso?-.
Sven: Aquello parecía tornarse en un intercambio de información, por lo cual se limitaría a dar tanto como recibiera. Aún así el recato se mantenía en alto, adornándose con sus paredes para separarse del mundo y cualquier intimidad que pudiese florecer -Ya lo obtuve- pausó brevemente -El ser que conoció en aquella noche ya no es más- afirmó con certeza, aunque muy dentro de su ser aún existía la duda, mas anteponía ojos ciegos a la misma. -¿Qué es lo que más desea, Agatha?- preguntó de vuelta, esta vez clavando su mirada de reojo en los ojos de la dama.
-No hablo de las razones que la atan a este plano, si no del egoísmo abrazador que surge en sueños distantes, añorando por algo- se atrevió a decir con mirada profunda
Agatha: Dejó reposar su espalda sobre el mueble, dejando escapar un suspiro que la hizo soltarse un poco de la tensión. Tenía mucho tiempo que no conversaba con alguien... no podía recordarlo. Nunca compartía sus pensamientos más profundos, siempre se mostraba cual flor, bella por dentro pero efímera en su existencia. -Es una debilidad mundana- respondió con cierta vergüenza. Había visto y vivido tantas desgracias en su vida y aunque hubiese oscuridad en su alma, al final deseaba lo que cualquiera; ser amada. Pero estaba tan distante de aquél placer y privilegio del cual no todos gozaban. Estaba consciente de que no habría recuerdos de ella al morir y sería olvidada entre las almas desgraciadas que no tuvieron la oportunidad de conectarse con otras. -Aceptación; deseo por mi ser y no por otros aspectos-. Entrelazó sus manos sobre su regazo perdiéndose en sus pensamientos por un momento. A él... pero era una fantasía que se repetiría constantemente en su mente al cerrar los ojos.
-Tal vez sólo tener en dónde descansar y aliviar mis penas; secar mis lágrimas y depositar mis miedos. Le dije... se trata de algo mundano-. Le miró de reojo recuperando un poco de su sonrisa la cual le adornó el rostro al poner pie en aquella mansión. -Pero somos muchos los que nacemos con el hilo de la desgracia, atados al camino de la tragedia, creo yo. No es una frustración lo que habita en mí, es más un anhelo... un sueño de lo que pudo haber sido mas no poseo voluntad para buscarlo- respondió.
Sven: Volvió la mirada al frente y la clavó en el ventanal, viendo la nada que se extendía infinitamente en la oscuridad de la penumbra. Aquello era algo que no entendía, pero resonaba por experiencias ajenas al respecto. Apoyó sus codos en sus rodillas y entrelazó sus dedos, fijo en aquella vista, mudo ante los vistazos del alma ajena. -Cualquier cosa que pertenezca a este mundo, es indudablemente mundano- murmuró, no como palabras de confort, si no como una realidad en la que él creía. -Romantiza quizás las posibilidades pero teme la realidad de no llegar a alcanzarlas si lo intentase?- divagó, conforme se tronaba los dedos y evitaba mirarle de forma directa
Agatha: Rió suavemente a la retórica del vastago... Sí... literalmente eso significaba pero para Agatha el deseo era tan simple, tan vulgar; algo que cualquiera podría aspirar y sentía cierta culpa de no tener un deseo más grande y ambicioso. -Mas que temerle a esa realidad, creo firmemente que poseo tanta oscuridad que terminaré por romper a cualquiera que cometa la imprudencia de amarme. Aún así... quisiera que sucediera pero buscarlo sería agregar un peso mayor a las culpas que ya me arrastran... Es... una dualidad con la que lucho día a día-. Y hablando de la hipocresía, sería hipócrita decirle que era también por esa razón que reservaba su cuerpo lo más que pudiera a placeres carnales; lo evitaba a toda costa pero terminaba siendo débil cuando la tentación se tornaba irresistible. Mejor se quedó callada, sellando sus labios con una suave presión entre ellos. -No sé si ahora que usted se encuentra embriagado por dichas sombras comprenda... No, tal vez no, el éxtasis de un neonato ha de ser embriagante- se atrevió a asumir.
Sven: Ante aquella asunciones apretó la quijada, pero era una mezcla de muchas cosas y sentimientos encontrados. De cierta forma comprendía lo que ella decía, y así mismo sentía asco por ello. La única persona con la que había sentido una especie de relación había sido con Zaniah, y hasta la fecha había sido un intercambio tóxico y riesgoso en muchos sentidos. No amar, por miedo a quebrar a alguien más... aquella imagen de pies blancos balanceándose en el aire surcó su cabeza. Apretó los ojos en una expresión de dolor, quizás, aunque con más tintes de desagrado. La entendía, y no le agradaba aquello -Yo ya experimenté todo lo que debía, y por eso la muerte fue lo que siempre deseé- admitió sin dar detalles -ahora mi única preocupación es dominar este don, y retribuir lo que me han otorgado- explicó la razón de su existencia de aquella forma simple y esclavista, mas el no la observaba de una manera trágica.
Agatha: Se terminó el vino, hasta la última gota. Dejó que el calor de la bebida le calentara la garganta y suavizara su cuerpo. Cerró los ojos de momento, repasando involuntariamente recuerdos tanto dolorosos como agradables. Sonrió con cierta frustración. Todo... ¿era posible? Tal vez sentía esa incertidumbre por su juventud, por los pocos años de tener los pies plantados sobre la tierra y también, por su estilo de vida tan carente de luz. -Entonces usted, ya amó- no era una pregunta, lo afirmaba. No podía decir que estaba sorprendida puesto que no lo conocía como para hacerse de conjeturas pero su frialdad lo hacía ver tan hermético que era difícil imaginarse una situación como tal en un hombre como él. Se puso de pie, caminando hacia el ventanal, mirando hacia una penumbra interminable. ¿Cuándo volvería la luz? Sentía que le hacía falta. Apoyó sus manos contra la madera, pasándolas sobre las telas de las cortinas que se hallaban corridas. -Es peligroso que estén abiertas- murmuró.
Sven: -¿Es acaso sorprendente?- mencionó ante la afirmación de la invitada. Si, había amado, con todo su ser, de maneras que jamás haría nuevamente, o al menos esa era la verdad que había clavado en su corazón. La siguió con la mirada, viendo como las velas acentuaban las curvas de la misma, de una manera elegante y refinada. Le escuchó atento, pero no pudo discernir completamente lo que infería con aquello -Como guste- dijo, permitiéndole que tomara la acción que la hiciera sentir más cómoda. Aún con el pensamiento en el tema anterior, añadió -A veces es mejor no obtener lo que se desea- pausó -A veces, la idealización de una fantasía, es más que suficiente- agregó.
Agatha: ¿Sorprendente? No señor... No presumo de conocerlo como para adueñarme de una reacción como tal-. Sus dedos trazaban caminos a lo largo de la textura aterciopelada de las cortinas. -No me molesta tener la vista abierta... Lo decía por usted... La oscuridad llegó de pronto y de la misma forma es que puede entrar la luz; eso podría costarle su proceso para dominar su don-. Le miró por encima del hombro, sin despegar el tacto de las telas. Corrió un poco las cortinas hasta quedarse con una pequeña apertura para mirar hacia afuera. Podía ver algunas motas de luz a lo lejos; antorchas seguramente encendidas por algunos mirovianos pero ni las estrellas se atrevían a brillar sobre las sombras que acechaban Mirovia.
Bajó la cabeza un poco ante las palabras del neonato. Le costaba admitir que concordara; no porque esa verdad fuera ajena a ella... No... Pero aún le ardía el corazón repetírselo. -Todo se acaba de cualquier forma- contestó mirando en el reflejo de la ventana la figura del mayordomo aún sentado sobre el sofá. Todo... incluso esa aparente inmortalidad que lo ataría al mundo... Incluso eso acabaría. -No sé hasta cuándo seguiré pecando de ingenua... Tal vez hasta que mi cuerpo se canse de conocer a los hombres y mi corazón se cierre ante nuevas ilusiones. La juventud e inexperiencia son mis peores enemigos-.
Sven: Se levantó de su asiento y caminó metódicamente hasta posarse al lado de la dama y de un tirón anticlimático, cerrar lo que restaba de la cortina, sin mencionar palabra alguna. Le dio la espalda y se alejó unos cuantos metros.
Sí. Todo se acababa. Inclusive el "para siempre" tenía un punto al final. -Piense en la amargura del fin después de beber del más dulce elixir de sus anhelos- aquello revolcaba recuerdos dentro suyo, recuerdos que aún picaban a su subconsciente a pesar de los años. -Imagínese que, una vez que haya alcanzado todo eso por lo que anhelaba... el amor, la devoción... sentirse segura, comprendida- conforme narraba aquello con voz grave, daba pasos por la habitación -el fin del que platicas, arranque de tus manos todo eso, de manera brutal y sin misericordia- se detuvo -entonces- se volteó nuevamente hacia la mujer, extendiendo los brazos a los lados a modo interrogativo -¿Habrá valido la pena estar en la cúspide del clímax solo para que tus alas fuesen acribilladas en el momento más inoportuno?-
Agatha: Siguió los movimientos del mayordomo, lentamente, mientras su cuerpo se dividía entre estar dirigido al ventanal y al centro de la habitación. Comprendía lo que decía; al final... ¿qué valía la pena en realidad? ¿para qué invertir sentimientos y energías en llegar a la cúspide de los anhelos si el capricho de la muerte se llevaría todo aquello en un abrir y cerrar de ojos. -Tal vez sólo vale la pena durante la espera del inminente final- repuso. Dándose vuelta para encararlo totalmente. -...para aquellos que no se atrevan a arrancarse de este mundo... vaya, puesto que la muerte es un obsequio que podemos obtener si así lo deseamos-.
Sven: Ante ese último comentario, sintió como si el mismo demonio se burlase de su persona, aquel nombre que había antepuesto como alias a la dama frente suyo, la dama de su infortunio y desgracia -A veces es más difícil de lo que se imagina- dijo con grosería -Hay cadenas que nos atan, y nos doblegan a tomar caminos- se acercó hasta estar en cercanía de la mujer cara a cara -A veces, somos nosotros mismos los que nos arrancamos las alas-
Agatha: Esta vez no se inmutó a su cercanía aunque supiera bien lo que era ahora. Lo sabía bien puesto que ella misma no tenía el valor para arrancarse esas alas; para arrancarse la vida. -Algunos tal vez... nacimos sin esas alas- respondió llevando una de sus manos a la mejilla del neonato, acariciándole la piel con una cualidad maternal que no había tenido la oportunidad de expresar en mucho tiempo. Toda su vida había sufrido de impedimentos, de sometimientos tanto físicos como emocionales que nunca le permitieron aspirar por más que por salvación. Dejó reposar sus dedos sobre el nacimiento de la mandíbula afilada del hombre, acariciando por encima con las yemas de sus dedos. -¿Usted aún conserva las suyas?- preguntó con una curiosidad genuina, tan propia de su juventud que se asomaba en fugaces destellos.
Sven: Habían tantas metáforas que podían relacionarse a con esa alegoría. La suya refería a libertad de experimentar los placeres más puros y dulces de la vida, los cuales él... -Las devoré- dijo con frialdad. Aquel tacto se sentía cálido pero se sentía en conflicto al mismo tiempo, más no se inmutó -Todos nacen con alas, simplemente es cosas de que se atreva a ejercitarlas, o cortarlas.- Cerró los ojos con cierta melancolía y tomó la mano de la dama, suavemente atrapándola en la suya para apartarla en su rostro, la observó fijamente -No soy quién para decirle que hacer con las suyas. Solo soy quién ha experimentado el final de todo lo infinito- Llevó la palma femenina al pecho de la misma mujer, y presionó suavemente donde los latidos de la misma se pronunciaban, antes de retirar la suya.
Agatha: Su mano reposando sobre su pecho recibía los suaves palpitares de su corazón. No le quedaba más que sonreír. -No esperaba que lo hiciera... señor Sven- susurró antes de alejar su propia mano de su pecho para encontrarla con su hermana. Con los dedos entrelazados se quedó de pie frente a la imagen del hombre que aparentaba un estoicismo del cual ahora no estaba del todo convencida. Detrás de la frialdad y agudeza de sus palabras habían experiencias que parecían estar guardadas bajo llave. No olvidadas pero sí abandonadas al pasado, sólo presentes en los recuerdos... nada más. -Espero poseer su suerte algún día... De vivir todo... El sufrimiento ya es parte de mi vida; me mantiene viva la curiosidad de saber si algún día viviré para recibir la bondad del destino-. Caminó hacia el perchero donde se hallaba colgada la capa que el mayordomo había colocado ahí previo a su encuentro. -No quiero quitarle más de su tiempo... que sé ahora es mucho...- "Pero habiendo experimentado todo mis palabras seguramente son ecos de algo que ya ha escuchado". Se quedó de pie frente al mueble, con la espalda dirigida hacia él, tomó nuevamente su muñeca donde los labios y colmillos del otro habían extraído el elixir de su sangre.
Sven: Quiso decirle más, quiso mencionar de que, de ser posible, cambiaria todo para jamás haber experimentado lo que vivió. Prefería vivir en la oscuridad de cosas que pudieron ser, en vez de lamentar las pérdidas de lo que se había esfumado entre sus dedos. "Mi suerte" pensó. Quería reír por la ingenuidad de dicho comentario, y la ignorancia del peso de la misma. No obstante, se abstuvo de continuar dicha conversación. -Es libre de visitar cuando plazca- fue lo que alcanzó a mencionar -El tiempo no es un problema, si no los silencios insípidos durante el trayecto- se atrevió a afirmar. Eran pocos con quien llegaba a tener conversaciones de aquel tipo, por lo que no quería cerrar del todo aquella puerta.
Agatha: Se colocó la capa encima del cuerpo, nuevamente cubriéndose cual doncella privando la vista de su figura al entorno. No esperaba ser recibida nuevamente y menos con una amabilidad como esa. -Se lo agradezco-. Lo decía de todo corazón porque igualmente se hallaba totalmente sola; abandonada con sus propios pensamientos y frustraciones sin nadie a quien confesarle lo que estaba pudriendo su corazón. -Me alegra saber que mi presencia puede ser recibida en un futuro- agregó dedicándole una última sonrisa al hombre antes de marcharse.
No estaban tan cerca como para que la mujer pudiera catalogarlo como una amistad pero era lo más cercano que podría presumir de tener. Sus anhelos más ingenios y sus miedos más mundanos, no los había compartido antes. De igual forma estuvo cerca de revelar el verdadero propósito que la mantenía en pie día con día, pero eso sí, sería algo que se quedaría guardado en su corazón hasta que se escapara de su boca el último aliento.
Sven: Al retirarse la dama caminó por los alrededores de su cuarto, algo ansioso y expectante. Nuevamente, aunque hubiese sido con recato, se había expuesto a ella. No obstante, así obtuvo vistazos a la vida de la otra, la cual provocaron respuestas conflictivas dentro de su ser, ocasionándole cuestionamientos. Antes de darse cuenta, se había sentado de vuelta en aquel mueble, observando la copa vacía y anhelando quizás, un futuro encuentro para conversar de aquellos secretos nuevamente.
Sven: Aquella noche no esperaba nada en particular, al menos nada que estuviese agendado. No obstante, quizás era el frío que cargaba el viento, o la oscuridad que carcomía la noche, que traía consigo una premonición de que había algo que lo esperaba.
Quizás, eran simples ideas suyas, delirios colaterales de aquel nuevo cuerpo en el que acababa de adecuarse. Era cierto que era más sensible a ciertas cosas, y exploraba otras con mayor curiosidad, por lo que ahora no podía negar el percibir tales sensaciones.
Caminó por el castillo, observando cada esquina y recoveco en las paredes y pasillos como si estuviera tratando de diseccionar una respuesta de los mismos. No obstante, todo era tal cual la última vez que lo había visto. Sin embargo, notó como una criada de manera apurada surcaba paso a lo lejos, apresurada presumía él, por atender la puerta principal del castillo. De manera ágil se adelantó a la arcana, interceptándola justo al momento en que la misma posaba una mano sobre la agarradera de la gran puerta, silenciosamente pidiéndole que se apartara de aquel lugar.
La mujer tomó noticia, agachó la cabeza y se perdió por el mismo pasillo por el que había llegado. Una vez que estuvo fuera de su vista, él procedió a abrir la puerta de manera firme. Frente a él, una figura envuelta en sedas elegantes se posaba en el umbral, con una capa que no dejaba ver su rostro, mas su esencia destilaba un olor familiar que le ponía... intranquilo.
-Señorita-
Agatha: La puerta se abrió y con ella el timbre de la formalidad acarició sus orejas. Quiso reír pero no era propio en tal circunstancia; por mucho que el cinismo quisiera brotarle por la piel se abstuvo. Se llevó las manos al borde de la capucha para descubrir su rostro; sereno, sin perturbación alguna lo alzó sonriente. -Buenas noches Señor Sven; ¿Creo que recibí una invitación formal para venir de visita?-. Fingía inocencia con la modestia que naturalmente le caracterizaba. Se quedó esperando frente a él a que la pasara, finalmente, sí tenía modales y no traspasaría en propiedad privada. -Tal vez no lo recuerda; Agatha Bloodspell- extendió su mano en señal de cortesía pero las presentaciones ya salían sobrando a tal punto.
Sven: Al momento que su rostro fue revelado sintió un nudo en la garganta. No era impotencia de no poder hablar, si no la sorpresa que realmente no esperaba. Claro que la recordaba. Claro que la llevaba en sus memorias. Aunque hubiese sido un encuentro "desafortunado" en sus momentos volátiles, el misticismo de dicha circunstancia junto a la debilidad que demostró era algo que le ocasionaba incertidumbre. De cierta forma, era un pendiente que se había convencido de que había concluido en la gelidez del bosque de los susurros, y que nunca regresaría.
Su entrecejo se frunció y su quijada se tensó, y la mano que posaba formalmente al lado de su muslo se empuñó momentáneamente con notable fuerza. Control.
El silencio se propagó, pero buscó dentro de su ser fuerza de voluntad para mantener su autocontrol y volvió a un estado de falsa tranquilidad, donde se le acostumbraba notar por lo inexpresivo que era. -Señorita Bloodspell- dijo de un tono neutral -por supuesto. Pase adelante- se hizo a un lado y levantó su mano, invitándola hacia los adentros del recinto. Estaba suprimiendo cualquier gesto que fuera a otorgar relevancia a la mujer o aquel encuentro que habían compartido. La formalidad de pretender tratar a una extraña era como podía actuar de momento mientras ordenaba sus pensamientos.
Agatha: Los años le habían hecho perceptiva, especialmente en el lenguaje de los hombres. Las minúsculas tensiones eran seña de sometimiento fuese éste físico o emocional; sintió un dejo de satisfacción de notar en él pequeños rastros de tales gestos. Retrajo la mano que había extendido en muestra de saludo; comprendía... su presencia era sobrecogedora. Se introdujo finalmente en la mansión que había visitado ya algunas veces en el pasado pero en su mayoría había sido durante las noches de Luna Roja. Había un silencio denso entre los dos; por parte de la súcubo no había incomodidad entonces debía ser por origen del otro... O tal vez, sólo era recatado y callado en la cotidianidad... Lástima que ya conocía otra parte de él. -Señor Sven... Por lo que puedo notar su propiedad es adecuada estando en presencia de otros; tal vez haya poco que yo pueda enseñarle sobre el recato- comentó en referencia al origen de su visita; la conversación que había hecho que este encuentro pudiera darse de manera sorpresiva, al aparecer.
Sven: Conforme entraba al salón principal, cerró la puerta tras de ella. Como acto de costumbre y etiqueta, se acercó para tomar la capa de la visita y colocarla en un perchero- siempre y cuando se lo permitiese -Con su permiso- dijo, aún tratando de forzar esa seriedad absoluta de desinterés en su mirada, conforme acercaba una mano a uno de los hombros de la figura femenina. Al escucharle decir aquello apretó nuevamente la quijada, mas no respondió inmediatamente. -Bloodspell- dijo en un suspiro esforzado. Antes de abrir la boca nuevamente pareció cambiar de parecer -Sígame- le instruyó, caminando por delante de ella pero sin ser muy aparte -Iremos a un lugar más reservado- comunicó, en su cabeza siendo este lugar su nueva habitación que más allá de ser un recinto de falso descanso, era un estudio amplio con muebles acogedores adornado con una elegante vista a Reapergate, o al menos cuando había luz.
Dentro de sí había una tribulación de sensaciones que deseaban explotar. Muchas de ellas difíciles de entender. Había deseo quizás, y también desprecio. Pero se mantenía recatado. Conforme caminaban preguntó -Algo ha de conocer del recato, o entenderlo- dijo de manera críptica. Se sentía engañado a sí mismo, mayormente por los aires ahora colapsados que tenía de llevar aquella visita "desconocida" al inicio.
Agatha: Permitió que el mayordomo tomara la capa que cubría su figura. Caminó hasta llegar a aquella habitación a la cual le había pedido que lo siguiera. No contestó de inmediato a sus palabras a lo que la súcubo intuyó que quizá había clavado con firmeza en algún recuerdo o pieza frágil en su carácter. En su gesto, la curva de su sonrisa la iluminaba; un infortunio que nadie pudiera verla. -¿Mh?- respondió suavemente a sus palabras, aún mirándole la espalda en el camino hacia aquél lugar "más reservado". Seguramente que ya la había reconocido y estaba de lo más expectante a poder recibir la reacción. Hacía tanto que no jugaba una broma. -Por supuesto señor Sven; los encantos de la mujer nacen del recato... Claro que... hay una sutil medida en la cual debe ser frágil y descender como la seda; despacio y bella a la vista. Un simple telón para marcar las pautas de los actos del carácter, ¿no lo cree?-. Esta vez caminó un poco más de cerca, casi para susurrarle al oído pero mantenía su prudente distancia. -Sí lo entiendo... demasiado bien, pero es en la práctica donde de pronto cometo fallas- acotó.
Sven: Al ver de manera más clara su rostro y piel, sintió un vacío en el estómago. Cargó consigo sobre el regazo de su brazo la capa de la dama, y no fue hasta que entraron a la habitación que la colgó en un perchero en cercanía a la puerta de dicho lugar. Con la misma propiedad que se refirió a ella al inicio, lo hizo para que entrara a su habitación, la cual era muy amplia, y más bien se podía confundir con un salón privado del castillo de no ser por la cama que se encontraba a un extremo. Habían muebles para sentarse a tomar reposo, inclusive una bandeja con un juego de té, una mesa al pie de un ventanal abierto con unas copas vacías. Habían libros por aquí y allá, en libreros ordenados. El lugar era sumamente pulcro y todo parecía estar en su lugar de manera metódica y precisa.
Sven dio unos pasos dentro de la habitación, retirándose los guantes que cubrían sus manos. Estaba dándole la espalda a la sucubo todo este tiempo, como si estuviera meditando de su próxima acción. El silencio se propagaba, junto al aire frío que entraba del ventanal. Lo único que iluminaba esa habitación eran candelabros tendiendo del techo, con dichas velas encendidas. -Fallas...- repitió. Realmente no la conocía más allá que la imagen que había formado de aquel encuentro, donde el recato no existió en ambos jamás. -Hipocresía, quizás.- dijo aquello en intención de dar una estocada en la oscuridad de la tensión, conforme colocaba sus guantes en un gabinete -Es acaso este recato del que habla una necesidad, o una simple excusa hipócrita para ocultar los deseos?- mencionó, aún dándole la espalda.
Agatha: Entró en la habitación de momento distraída por el ostento que estaba atestiguando, olvidándose por un momento del objeto de su curiosidad. Aquél nivel de lujos no los había visto desde que había puesto pie en el Templo del Invierno... Frío... Este frío no era físico... Caminó lentamente sin permiso en realidad, repasando cada rincón con su mirada. Poco podía saberse sobre el mayordomo mas que tal vez... era esclavo de las rutinas, del orden... -del recato-. ¿Habría sido libre aquella noche? Nuevamente su atención estuvo completamente devota al señor quien no desaprovechó la soledad y la privacidad para lanzar sus punzantes palabras en su dirección. Sentía desdén en su tono... Tal vez su engaño había cobrado raíz en la parte oscura de su corazón; si es que lo había.
Caminó a la par con él, a una distancia constante, como quien intenta domar a una bestia salvaje; con cuidado, respeto, pero sobre todo, cálculo... casi espejeando sus movimientos. -Seré tan tajante como sus cuestionamientos, Sven. Hipocresía. Es una defensa a los secretos que habitan dentro de mí... De otra manera... ¿cómo fue que dijo?- se llevó un dedo a los labios, deteniéndose por un instante frente a uno de los sofás de la habitación. -Se pierde la chispa, ¿cierto?-. Tomó asiento, siendo cuidadosa de que sus prendas no fueran a arrugarse. Deslizó sus manos por encima de su regazo para deshacerse de las arrugas de la tela. -Pero creo que usted lo sabía. ¿Me recuerda? ¿Cierto? Mis miedos no cobraron realidad entonces...- colocó su codo sobre su muslo para apoyar su rostro sobre su mano, dejándola descansar mientras apreciaba mejor la figura del hombre. Le veía algo distinto... aunque esa noche se hallaba tan quebrado y oculto entre la desgracia de su alma perdida que pensó que se podía tratar de cualquier pordiosero... pero fue el canto de su alma lo que la mantuvo expectante del fruto de su pasión.
Sven: El hombre finalmente se volteó en dirección a la mujer, mas no ponía vista sobre la misma. No había nada más que apreciara como la honestidad, por tajante que fuera. Le molestaba aquellos que se reservaban o mentían, para ocultarse o aparentar ser algo más. Aunque no respondió al comentario de Agatha, fue bien recibido. Caminó a una mesilla con copas y una botella oscura y alargada, y tomó la botella por debajo, de la manera correcta según la etiqueta, y las dos copas en su otra mano. Escuchó aquellas palabras de manera amena y se acercó hacia el lugar donde se había sentado la mujer, no pudiendo evitar observar ese rostro cautivante y figura elegante. -¿Qué recuerdo? Una mujercilla en el bosque, exponiéndose para embaucar transeúntes.- Hipocresía. Se contrarió a sus mismos principios, pero con un propósito argumentativo. Sirvió una copa con un elixir oscuro y tinto, dejando una fragancia suave de uvas y chocolate en el aire. Seguido a ello se sentó en el mismo sillón, pero a un extremo del mismo, lejos de ella. -¿Y usted, qué recuerda?-
Agatha: Tomó la copa en sus manos, sonriendo con sutileza a la respuesta del mayordomo. Realmente le resentía, lo podía sentir en cada palabra que se pronunciaba para referirse a ella. No estaba totalmente en lo correcto. Se dejó llenar por el aroma de momento, tenía mucho tiempo para conversar con él, o así podía percibirlo... Nadie que no quisiera conversar abriría una botella de vino. Bebió para después colocar nuevamente la copa sobre la pequeña mesa frente a ellos. -Recuerdo la perdición en su mirada... La confusión de sus deseos embaucados sobre mi persona... Lo sé- no se percibía arrepentida de ello en realidad. Bien sabía que con el paso de los minutos el engaño se había vuelto a conocimiento suyo. -En defensa propia puedo decirle que mi acercamiento inicialmente fue por genuina preocupación ante el estado en que usted se encontraba... Usted sólo despertó el apetito que domina mi naturaleza... Si fue víctima de ello entonces me disculpo; hasta ahora pensaba que cada quién había tomado algo de provecho del encuentro-. Giró suavemente su cuerpo para estar más dirigida hacia él; la sonrisa de su rostro se borró de pronto en un arrebato de preocupación. -Realmente se ve distinto- dijo al fin al notar ciertas diferencias que no le pasaron desapercibidas.
Sven: Distinto. Al ser seres de oscuridad suponía que existían sutilezas que podían percibir en ese espectro, por lo que no le sorprendía del todo. Lo que lo incomodaba era que no respondiese a sus comentarios altivos, ejerciendo ante todo esa modestia que se estaba mencionando antes dentro de las líneas de recato. Las palabras de la misma relatando la imagen de aquel hombre desesperado y moribundo... volátil, débil. Puso una mano sobre el asiento, en el espacio separado entre ambos y se empujó hacia delante, cortando la distancia de ambos. Con la otra mano hubo un titubeo inicial, pero se decidió por tomar el mentón de la mujer, fijando su mirada fría sobre los ojos de la misma. Su mirada paseó a sus labios, y no hubo respiración de su parte que descansara en la piel de la contraria- sin embargo, el aire de la mujer si se sentía cálido sobre su tez congelada. Partió los labios, pero acercó su rostro al costado de la contraria, acariciando la mejilla de la misma con su propia boca hasta alcanzar su oído, mientras apretaba la arcana contra su cuerpo -Hel- inició, con un tono hostil -lo que pedí aquella noche, nunca me fue otorgado.- musitó entre dientes, con una hostilidad que nacía desde lo profundo de su garganta -Pero Hel, con sus sádicos encantos, consumió mi carne en un panacea pútrida que encanta la debilidad del cuerpo- se detuvo -Cómo olvidarlo. El sabor, el aroma, el misterio, la miseria.. y que obtuvo el demonio de aquel encuentro?- preguntó el vástago, aún en cercanía atrevida de oído de Agatha.
Agatha: Parpadeó un par de veces al moverse el mayordomo sin esperar un acercamiento tan precipitado, tan contrastante con la distancia marcada no sólo por su cuerpo sino por sus palabras. En un impulso por pretender defenderse de ser necesario colocó sus manos sobre los hombros del arcano, apretándolos en dos firmes puños listos para resistirse de ser necesario. Pero fue el roce de sus labios sobre su mejilla lo que de momento la aplacó. Sus piernas se tensaron, cerrando un camino que en la noche lejana había estado dispuesto para que caminase sin impedimentos. Hel... la pronunciación del nombre le trajo un escalofrío al cuerpo que curiosamente parecía tan familiar como la piel que rozaba contra la suya pero... Su calor... Había una ausencia de calor. Su corazón palpitó con fuerza ante sus palabras que acariciaban los impulsos de su cuerpo pero la intriga de aquél detalle la mantuvo alerta.
No podía precisarlo en realidad pero... realmente... algo era distinto. Sus manos se relajaron, dejándose descansar sobre los hombros de Sven. Su aroma no era como el de aquella noche, era dulce, modesto, aún más incitante a estar ante su presencia. Separó un poco el rostro de él, sólo para tener de frente la mirada del arcano. -¿A qué demonio se refiere, Sven? ¿A mí... o a usted? Si se refiere a mí... obtuve alivio, placer... una noche donde me sentí dueña de su devoción... pero si se refiere a usted... puedo intuir que... no lo que deseaba- la respuesta era simple... pero quería escucharlo decirlo con mayor claridad. Entonces... la desesperación de aquella noche, no había sido un trance desafortunado; realmente habitaba dentro de él, en ese hombre dedicado a la rutina, al servicio... -Será tal vez un capricho del destino... o tal vez el recato que he guardado para el momento indicado... Sea cualquier cosa, ya estoy aquí- susurró a su oído. -Manifieste su reclamo en la forma que vea prudente que el hambre no es mi motor esta noche-. Fuese sólo un reclamo de palabra, una muestra del demonio que presumía ser o simplemente, un movimiento para incitar a la intimidación, el corazón de Agatha palpitaba orgulloso de que fuese recordaba aunque fuera a modo hostil.
Sven: Aunque fuese un pequeño vistazo en complicado misterio que envolvía a aquella arcana, obtuvo información sobre la misma. De cierto modo eso alimentaba más su morbo por conocimiento, y en aquel caso específico, el de no estar un escalón abajo con respecto a quién conocía a quién mejor. Devoción. Pero hubo una curiosidad que llamó su atención, el ser llamado demonio. -Bloodspell, los demonios son los hijos de la oscuridad, aquellos que nacieron abrazando dicha naturaleza.- Relamió sus labios -Si he de ser algo, es un monstruo, porque elegí estos pasos y desvarié de mi naturaleza inicialmente otorgada- En algún pasado afirmar aquello hubiese sido doloroso, pero en esos momentos, lo sentía apropiado y merecido. No como una marca de orgullo, pero como una circunstancia que formaba parte de su realidad.
-¿No cree que debería tener recato antes de permitir a un monstruo manifestar sus reclamos?- sus ojos afilados se clavaron en la mirada de la ama, mientras sus manos se envolvían en los costados del rostro de la mujer. La tez se sentía tan cálida y apacible, provocándole sensaciones contraproducentes. En los ojos del vástago se podía percibir una agresiva hambruna que era difícil distinguir si era meramente metafórica o literal.
Agatha: Recibió una verdad que la dejó helada. Su rostro sometido al agarre de las manos ajenas mostró el impacto de la noticia... No fue complicado hacer suposiciones puesto que conocía bien la oscuridad de la que hablaba... Entre la hermandad de los oscuros sólo ciertos seres se transformaban de ser algo a eso que él era ahora... Vampiros. Sus pupilas se contrajeron percibiendo el peligro en semejante realidad. Lo había visto hace pocos meses y su condición no era esa... Había sido convertido no hace mucho... era un neonato, un chiquillo sediento de sangre. Sabía bien que el control no se caracterizaba en estas etapas de la conversión. -Vástago- murmuró. Sin embargo, a pesar de su temor no se apartó. -Sven, usted expresó hambre y deseo por la muerte aquella noche; estuvo pidiéndomelo al tomar de mis labios... ¿Fue esa su manera de perseguir lo que estaba buscando?- estaba consternada quizá pero era curiosidad ante ello... No parecía totalmente perturbado por su nueva condición... ¿habría sido consentido? Cerró los ojos, agitando la cabeza para negarse a sus propias palabras. La sonrisa de antes volvió al alzarse su mirada nuevamente para posarse sobre él. -No me haga caso; no es asunto mío... Pésimos modales los míos de no responder a su pregunta... A lo cual le digo... Señor... he perdido el recato ante la oscuridad y los monstruos de los que usted habla-.
Sven: Los pulgares de sus manos desnudas empezaron a hacer mociones circulares en el filo de la mandíbula de la fémina, escuchándola atento aún a pesar de que la misma divagaba acertadamente antes de responder su pregunta. Hubo un impulso muerto para sonreír mas no se perpetró el acto. -Deseaba la muerte, y usted en su vileza no me la cedió. El único deseo. Una muerte fulminante que me librara de la miseria- dijo entre dientes, ahora en un son más sombrío, descendiendo las manos hasta los lados de la garganta de la invitada -Pero usted recibió el desespero y mi respuesta en carne. Mi deseo, mis pensamientos- aquello último evidenciando que había estado en sus recuerdos más de una vez.
-Alguien más me otorgó algo mejor que eso, que una simple muerte y una panacea- añadió con gusto -y heme aquí, dulce Hela- resonó con cierto cariño, acariciando el cuello de la mujer. Deseaba clavarle los dientes, sentir su sangre fluir dentro de su cuerpo, llenarse de esa calidez que ahora le faltaba a su esencia. -Quizás... debería agradecerle por su egoísmo...-
Agatha: Su tacto semejaba el de un amante dispuesto a otorgar pasión y devoción mas era su mirada y la rigidez de su voz la que no la convencía de que esa era la ilusión que experimentaría en ese momento. Su cuello era el que ahora era víctima del sometimiento; tragó saliva, aquello causando que sus arterias y venas se tensaran por la intimidación. Estaba en aquella mansión, donde el hombre poseía influencia y cualquiera se haría de ojos ciegos ante cualquier crimen materializado en sus manos... Ella no tenía a nadie en el mundo, nadie que notara la ausencia de su esencia en esta tierra; estaba atrapada.
Sus ojos bajaron hacia las manos que de pronto le acariciaron la piel; ahora su voz se mecía en el aire cual arrullo a sus temores pero desconfiaba... Los devotos a la oscuridad por voluntad como él poseían los dones de la seducción, casi tan diestros como los de su propia especie. Sus labios se separaron, anticipando lo que podría ocurrir. -Me da gusto por usted- murmuró obligándose a mirarlo, a luchar contra el miedo. Ya se había asomado a las penumbras... Esto era sólo un risco alto y frágil pero no caía aún. -No me lo agradezca... Esa noche asumí, tal vez erróneamente, que su alma estaba más sedienta por la autoflagelación... de negarse a la muerte por mi propia mano y entregarse a mi cuerpo para castigarse aún más-. Movió suavemente su cabeza, permitiendo que su cuello se estirara un poco más. -Tal vez peco de ignorante más que de egoísmo... Porque yo quería darle justo lo que quería-. Su voz se hizo más suave, apenas mirando al hombre entre sus párpados entrecerrados.
Sven: La tranquilidad que aparentaba la dama contrapuestas a con sus palabras solo agitaban esa hueco en su estomago. Su semblante ahora sumiso, de forzosa tranquilidad y encanto sobre todo, fuese por su naturaleza o expertismo en dicho campo confabulaban para mantenerlo ahí, clavado en su mirada. Su mano viajó furtivamente del cuello a la mano, con un rápido movimiento llegando a la muñeca. Descubrió la misma y se apartó lo suficiente para que el brazo de la súcubo estuviera entre ambos pero aún manteniendo cierta intimidad. -Aún puede hacerlo- murmuró en un todo menos hostil, con cierta melodía. Sin despegar la mirada de la contraria primero acarició la muñeca de la misma con el pulgar de su agarre, para luego clavar los caninos pronunciados en la misma. Quería observar el rostro de la mujer, sus gestos conforme se alimentaba de ella. La sangre saltó en su boca de forma apresurada, como una cálida naciente de dulce néctar. Sus orbes se tiñeron en un tinte sanguíneo conforme succionaba de manera hambrienta en las venas de la mujer.
Agatha: La cercanía no se perdía sin embargo el foco del tacto había cambiado del cuello a su muñeca, misma que fue acercada hasta los labios del vástago quien hundió sus dientes en su carne. Los ojos de la súcubo se abrieron ante el dolor de inicio punzante, ácido y desgarrador. Un grito ahogado se plantó en su garganta, tan sofocante que pensó se desmayaría pero aquella sensación de desagrado poco a poco fue desvaneciéndose causando que su cuerpo fuera tornándose más dispuesto y abierto. Sus labios se partieron dispuestos a dejar de ser discretos puesto que la sensación de aquella mordida comenzaba a darle un placer que encontraba al fundir su cuerpo con otro; todo por una mordida. En su rostro podía verse un goce que no era del todo desconocido para Sven; su rostro adornado por una sonrisa que desapareció de la vista del mayordomo por un instante en el que echó la cabeza hacia atrás.
La calidez del placer se extendía desde su muñeca hasta áreas ocultas que sólo algunos tenían permiso de explorar. Gimió suavemente puesto que no estaba del todo segura que alguien más estuviera al tanto de su presencia en el lugar. Con la otra mano rodeó el cuello de Sven, adhiriéndose a él al punto cúspide de los efectos embriagantes de su mordida. En aquél momento se había ido el miedo; no quedaba más que el deseo de que siguiera. -No se reserve entonces-. A ese punto la razón la había abandonado, estaba totalmente enroscada en las sensaciones que estaba experimentando, ajena totalmente a su sentido de supervivencia. Se había dejado vencer ante los encantos del vampiro.
Sven: Sin reparo succionó de sus venas, disfrutando de aquel néctar que poco a poco, daba color a su tez y engatusaba sus sentidos. Junto a ello, las expresiones de la sucubo movian fibras dentro de su ser que solo alborotaban su oscura naturaleza, dejando riendas sueltas a sus deseos oscuros. Haciendo uso de cuanta fuerza de voluntad era posible, se detuvo, mas se abstuvo de relamer la herida que habia ocasionado en el cuerpo de la arcana. -Bloodspell- inició -¿Alguien sabe que se encuentra aqui?- dijo en un tono sereno, tan calmado, que podía invitar a ideas tétricas de sobrepensarse al respecto.
Agatha: La sensación era tan fuerte que de pronto su consciencia había dejado de estar plantada en la realidad; no fue hasta que la voz del mayordomo quebró con el trance que volvió. Abrió los ojos lentamente mientras enderezaba poco a poco su cuerpo. No... nadie lo sabía. Nuevamente sintió que la sangre se le fue a los pies y una sensación fría dominaba sus sentidos. -No... a excepción de quienes fueron testigos de su invitación...- contestó esperando que aquello fuera suficiente para frenarle de estarse haciendo ideas. Apretó los labios antes de relamérselos un poco... Estaban secos. Sentía la cabeza ligera; tal vez era por la toma de su sangre que estaba teniendo tales síntomas.
Sven: Al escucharle sus ojos se afilaron, y su mano que sostenía la muñeca sangrante de la contraria fue acariciada mórbidamente por su pulgar -¿Y acaso esas personas son significativas en su existencia?- presionó, bajando la mirada para ver un pequeño borbotón brotar de los orificios de la piel ajena. El neonato se sentía en control de la situación, con una supremacía que inflaba su ego, a diferencia de aquella vez cuya vulnerabilidad propia destilaba a los pies de la arcana para ser pisoteada si así ella lo quisiese. -¿Hay alguien que vendría a tocar a mi puerta de usted quedarse aquí por tiempo indefinido?- dijo en un tono grave.
Agatha: Hubo un silencio, largo y pesado. No... nadie lo notaría, ni siquiera él que ahora vivía en el encierro y aislamiento. -No- respondió sintiendo un peso abismal en su corazón. -Podría asesinarme aquí mismo y no habría quien llorara pro mi ausencia-. No decía esto con afán de causar lástima, era un hecho. -Nadie lo molestaría, señor Sven-.
Sven: Fue algo inesperado. La respuesta seca y culminante, de cierto modo aceptante y con la mínima pizca de miedo, develando una verdad solitaria en la misma causó una respuesta distinta en Sven. Era usual de que el medio embargara a una víctima, o que una súplica acompañara sus palabras. Pero la sucubo respondió de manera sincera y simple. Sven no la miró y se dedicó a simplemente lamer su muñeca, sellando la mordida cuya sangre había desperdiciado lo suficiente. Inclusive se atrevió a lamer los excesos que goteaban de los dedos de la dama, con cierto erotismo en el umbral de aquella amenaza, antes de devolver su brazo al regazo ajeno. -Una lástima- murmuró, mientras apartó la distancia entre ambos y clavó la mirada en la copa sobre la mesa.
Agatha: Podía sentir un ligero temblor en su cuerpo; la adrenalina de posiblemente hallarse enfrentándose a un fatal destino no le era indiferente. No rogaría por vivir pero al menos sí por una muerte serena... Sin embargo parecía que la desgracia de su soledad no había sido del todo entretenida para el mayordomo quien no siguió más. Relamió sus heridas y la sangre que le escurría de los dedos; aquello despertó nuevamente una sensación ardiente en su vientre pero se dedicó sólo a observar puesto que en aquél entonces estaba consciente de que era una presa.
Estando libre de su tacto palpó su propia muñeca con cierta reserva, dirigiendo sus rodillas al frente, nuevamente marcando una distancia entre ambos. Tomó la copa que había dejado para beber un poco... calmar la adrenalina que aún le alzaba el pecho; no sabía si por el miedo o por la agitación del éxtasis de aquella mordida. -Espero al fin no siente que lo de que aquella noche fue un intercambio injusto...-.
Sven: El vástago aun relamiendo sus labios y explorando los sabores que se desvanecían en su boca se mantuvo en silencio. Llevó una mano a su rostro y peinó su cabello hacia atrás, el mismo cayendo negro y azabache detrás de sus orejas, revelando el faltante de la mitad de una del lado izquierdo. -Cada quien obtuvo algo- dijo de forma seca -lo que sea que haya sido de valor de parte de un pordiosero- mencionó con desdén, refiriéndose a sí mismo. Realmente no le hacía gracia el imaginarse o recordarse a si mismo en condición tan patética, por lo que esa noche deseaba remover dicha imagen, mas no pudo forzar la situación a su favor.
Agatha: Nuevamente el recato. Sintió el lenguaje de su cuerpo cerrarse y esta vez fue por haber estado nuevamente cerca de un final certero. ¿Estaba haciéndose adicta a asomarse a la penumbra? Parecía que sí. Giró el rostro sólo para mirarlo acomodar su cabello y revelar una cicatriz en la oreja. Muchos arcanos habían sufrido por parte de la violencia... No preguntaría por ahora. -Consuelo- respondió sin siquiera pensar en lo que podría implicar. Un asomo de vulnerabilidad en su fachada sincera y firme se mostró ante él. Se habían visto las peores facetas del otro; no había por qué negarlo. -Su necesidad por anclarse a la muerte fue... encantadora- confesó dando otro trago al vino. -Nuestra adherencia al mundo es a veces tan frágil como un hilo de seda... Tan sólo existiendo esperando a ser cortado por la más fina cuchilla-.
Sven: Encontró cierto interés en aquella última frase de la contraria. Él jamás sintió que su adherencia en el mundo fuese frágil... al contrario, era una burla del destino el mantenerlo ahí, anclado, por la eternidad. Acariciando el hilo de su vida con miles de cuchillas solo para ver dicho hilo fortalecerse más y más -¿Y usted espera esa cuchilla?- preguntó presuntuoso, sin esperar encontrar una similitud en sus modos de ver el mundo -¿Por qué vive?- dijo de manera un poco pesada, mirándola de reojo, enfocándose en el punto de que pareciese que no tiene a nadie en el mundo que le importe su existencia.
Agatha: Los labios de la mujer se curvearon en una sombría sonrisa. No había una razón que fuera del todo propia que la anclara sino un deber y una deuda que aún sentía debía saldar. -Por obrar para un Salvador- respondió críptica, sin dar un detalle sobre quién se trataba. Era un secreto que no podía compartir con cualquiera. -Y... curiosidad, tal vez-. Una curiosidad que había sido tentada por los caprichos de un ser que había visto casi divino pero que se había rebajado a los placeres de la carne tanto como ella... que buscó de su compañía en repetidas ocasiones y que ahora difícilmente abandonaba sus pensamientos. -¿Y usted? ¿Aún busca el descanso?-.
Sven: Aquello parecía tornarse en un intercambio de información, por lo cual se limitaría a dar tanto como recibiera. Aún así el recato se mantenía en alto, adornándose con sus paredes para separarse del mundo y cualquier intimidad que pudiese florecer -Ya lo obtuve- pausó brevemente -El ser que conoció en aquella noche ya no es más- afirmó con certeza, aunque muy dentro de su ser aún existía la duda, mas anteponía ojos ciegos a la misma. -¿Qué es lo que más desea, Agatha?- preguntó de vuelta, esta vez clavando su mirada de reojo en los ojos de la dama.
-No hablo de las razones que la atan a este plano, si no del egoísmo abrazador que surge en sueños distantes, añorando por algo- se atrevió a decir con mirada profunda
Agatha: Dejó reposar su espalda sobre el mueble, dejando escapar un suspiro que la hizo soltarse un poco de la tensión. Tenía mucho tiempo que no conversaba con alguien... no podía recordarlo. Nunca compartía sus pensamientos más profundos, siempre se mostraba cual flor, bella por dentro pero efímera en su existencia. -Es una debilidad mundana- respondió con cierta vergüenza. Había visto y vivido tantas desgracias en su vida y aunque hubiese oscuridad en su alma, al final deseaba lo que cualquiera; ser amada. Pero estaba tan distante de aquél placer y privilegio del cual no todos gozaban. Estaba consciente de que no habría recuerdos de ella al morir y sería olvidada entre las almas desgraciadas que no tuvieron la oportunidad de conectarse con otras. -Aceptación; deseo por mi ser y no por otros aspectos-. Entrelazó sus manos sobre su regazo perdiéndose en sus pensamientos por un momento. A él... pero era una fantasía que se repetiría constantemente en su mente al cerrar los ojos.
-Tal vez sólo tener en dónde descansar y aliviar mis penas; secar mis lágrimas y depositar mis miedos. Le dije... se trata de algo mundano-. Le miró de reojo recuperando un poco de su sonrisa la cual le adornó el rostro al poner pie en aquella mansión. -Pero somos muchos los que nacemos con el hilo de la desgracia, atados al camino de la tragedia, creo yo. No es una frustración lo que habita en mí, es más un anhelo... un sueño de lo que pudo haber sido mas no poseo voluntad para buscarlo- respondió.
Sven: Volvió la mirada al frente y la clavó en el ventanal, viendo la nada que se extendía infinitamente en la oscuridad de la penumbra. Aquello era algo que no entendía, pero resonaba por experiencias ajenas al respecto. Apoyó sus codos en sus rodillas y entrelazó sus dedos, fijo en aquella vista, mudo ante los vistazos del alma ajena. -Cualquier cosa que pertenezca a este mundo, es indudablemente mundano- murmuró, no como palabras de confort, si no como una realidad en la que él creía. -Romantiza quizás las posibilidades pero teme la realidad de no llegar a alcanzarlas si lo intentase?- divagó, conforme se tronaba los dedos y evitaba mirarle de forma directa
Agatha: Rió suavemente a la retórica del vastago... Sí... literalmente eso significaba pero para Agatha el deseo era tan simple, tan vulgar; algo que cualquiera podría aspirar y sentía cierta culpa de no tener un deseo más grande y ambicioso. -Mas que temerle a esa realidad, creo firmemente que poseo tanta oscuridad que terminaré por romper a cualquiera que cometa la imprudencia de amarme. Aún así... quisiera que sucediera pero buscarlo sería agregar un peso mayor a las culpas que ya me arrastran... Es... una dualidad con la que lucho día a día-. Y hablando de la hipocresía, sería hipócrita decirle que era también por esa razón que reservaba su cuerpo lo más que pudiera a placeres carnales; lo evitaba a toda costa pero terminaba siendo débil cuando la tentación se tornaba irresistible. Mejor se quedó callada, sellando sus labios con una suave presión entre ellos. -No sé si ahora que usted se encuentra embriagado por dichas sombras comprenda... No, tal vez no, el éxtasis de un neonato ha de ser embriagante- se atrevió a asumir.
Sven: Ante aquella asunciones apretó la quijada, pero era una mezcla de muchas cosas y sentimientos encontrados. De cierta forma comprendía lo que ella decía, y así mismo sentía asco por ello. La única persona con la que había sentido una especie de relación había sido con Zaniah, y hasta la fecha había sido un intercambio tóxico y riesgoso en muchos sentidos. No amar, por miedo a quebrar a alguien más... aquella imagen de pies blancos balanceándose en el aire surcó su cabeza. Apretó los ojos en una expresión de dolor, quizás, aunque con más tintes de desagrado. La entendía, y no le agradaba aquello -Yo ya experimenté todo lo que debía, y por eso la muerte fue lo que siempre deseé- admitió sin dar detalles -ahora mi única preocupación es dominar este don, y retribuir lo que me han otorgado- explicó la razón de su existencia de aquella forma simple y esclavista, mas el no la observaba de una manera trágica.
Agatha: Se terminó el vino, hasta la última gota. Dejó que el calor de la bebida le calentara la garganta y suavizara su cuerpo. Cerró los ojos de momento, repasando involuntariamente recuerdos tanto dolorosos como agradables. Sonrió con cierta frustración. Todo... ¿era posible? Tal vez sentía esa incertidumbre por su juventud, por los pocos años de tener los pies plantados sobre la tierra y también, por su estilo de vida tan carente de luz. -Entonces usted, ya amó- no era una pregunta, lo afirmaba. No podía decir que estaba sorprendida puesto que no lo conocía como para hacerse de conjeturas pero su frialdad lo hacía ver tan hermético que era difícil imaginarse una situación como tal en un hombre como él. Se puso de pie, caminando hacia el ventanal, mirando hacia una penumbra interminable. ¿Cuándo volvería la luz? Sentía que le hacía falta. Apoyó sus manos contra la madera, pasándolas sobre las telas de las cortinas que se hallaban corridas. -Es peligroso que estén abiertas- murmuró.
Sven: -¿Es acaso sorprendente?- mencionó ante la afirmación de la invitada. Si, había amado, con todo su ser, de maneras que jamás haría nuevamente, o al menos esa era la verdad que había clavado en su corazón. La siguió con la mirada, viendo como las velas acentuaban las curvas de la misma, de una manera elegante y refinada. Le escuchó atento, pero no pudo discernir completamente lo que infería con aquello -Como guste- dijo, permitiéndole que tomara la acción que la hiciera sentir más cómoda. Aún con el pensamiento en el tema anterior, añadió -A veces es mejor no obtener lo que se desea- pausó -A veces, la idealización de una fantasía, es más que suficiente- agregó.
Agatha: ¿Sorprendente? No señor... No presumo de conocerlo como para adueñarme de una reacción como tal-. Sus dedos trazaban caminos a lo largo de la textura aterciopelada de las cortinas. -No me molesta tener la vista abierta... Lo decía por usted... La oscuridad llegó de pronto y de la misma forma es que puede entrar la luz; eso podría costarle su proceso para dominar su don-. Le miró por encima del hombro, sin despegar el tacto de las telas. Corrió un poco las cortinas hasta quedarse con una pequeña apertura para mirar hacia afuera. Podía ver algunas motas de luz a lo lejos; antorchas seguramente encendidas por algunos mirovianos pero ni las estrellas se atrevían a brillar sobre las sombras que acechaban Mirovia.
Bajó la cabeza un poco ante las palabras del neonato. Le costaba admitir que concordara; no porque esa verdad fuera ajena a ella... No... Pero aún le ardía el corazón repetírselo. -Todo se acaba de cualquier forma- contestó mirando en el reflejo de la ventana la figura del mayordomo aún sentado sobre el sofá. Todo... incluso esa aparente inmortalidad que lo ataría al mundo... Incluso eso acabaría. -No sé hasta cuándo seguiré pecando de ingenua... Tal vez hasta que mi cuerpo se canse de conocer a los hombres y mi corazón se cierre ante nuevas ilusiones. La juventud e inexperiencia son mis peores enemigos-.
Sven: Se levantó de su asiento y caminó metódicamente hasta posarse al lado de la dama y de un tirón anticlimático, cerrar lo que restaba de la cortina, sin mencionar palabra alguna. Le dio la espalda y se alejó unos cuantos metros.
Sí. Todo se acababa. Inclusive el "para siempre" tenía un punto al final. -Piense en la amargura del fin después de beber del más dulce elixir de sus anhelos- aquello revolcaba recuerdos dentro suyo, recuerdos que aún picaban a su subconsciente a pesar de los años. -Imagínese que, una vez que haya alcanzado todo eso por lo que anhelaba... el amor, la devoción... sentirse segura, comprendida- conforme narraba aquello con voz grave, daba pasos por la habitación -el fin del que platicas, arranque de tus manos todo eso, de manera brutal y sin misericordia- se detuvo -entonces- se volteó nuevamente hacia la mujer, extendiendo los brazos a los lados a modo interrogativo -¿Habrá valido la pena estar en la cúspide del clímax solo para que tus alas fuesen acribilladas en el momento más inoportuno?-
Agatha: Siguió los movimientos del mayordomo, lentamente, mientras su cuerpo se dividía entre estar dirigido al ventanal y al centro de la habitación. Comprendía lo que decía; al final... ¿qué valía la pena en realidad? ¿para qué invertir sentimientos y energías en llegar a la cúspide de los anhelos si el capricho de la muerte se llevaría todo aquello en un abrir y cerrar de ojos. -Tal vez sólo vale la pena durante la espera del inminente final- repuso. Dándose vuelta para encararlo totalmente. -...para aquellos que no se atrevan a arrancarse de este mundo... vaya, puesto que la muerte es un obsequio que podemos obtener si así lo deseamos-.
Sven: Ante ese último comentario, sintió como si el mismo demonio se burlase de su persona, aquel nombre que había antepuesto como alias a la dama frente suyo, la dama de su infortunio y desgracia -A veces es más difícil de lo que se imagina- dijo con grosería -Hay cadenas que nos atan, y nos doblegan a tomar caminos- se acercó hasta estar en cercanía de la mujer cara a cara -A veces, somos nosotros mismos los que nos arrancamos las alas-
Agatha: Esta vez no se inmutó a su cercanía aunque supiera bien lo que era ahora. Lo sabía bien puesto que ella misma no tenía el valor para arrancarse esas alas; para arrancarse la vida. -Algunos tal vez... nacimos sin esas alas- respondió llevando una de sus manos a la mejilla del neonato, acariciándole la piel con una cualidad maternal que no había tenido la oportunidad de expresar en mucho tiempo. Toda su vida había sufrido de impedimentos, de sometimientos tanto físicos como emocionales que nunca le permitieron aspirar por más que por salvación. Dejó reposar sus dedos sobre el nacimiento de la mandíbula afilada del hombre, acariciando por encima con las yemas de sus dedos. -¿Usted aún conserva las suyas?- preguntó con una curiosidad genuina, tan propia de su juventud que se asomaba en fugaces destellos.
Sven: Habían tantas metáforas que podían relacionarse a con esa alegoría. La suya refería a libertad de experimentar los placeres más puros y dulces de la vida, los cuales él... -Las devoré- dijo con frialdad. Aquel tacto se sentía cálido pero se sentía en conflicto al mismo tiempo, más no se inmutó -Todos nacen con alas, simplemente es cosas de que se atreva a ejercitarlas, o cortarlas.- Cerró los ojos con cierta melancolía y tomó la mano de la dama, suavemente atrapándola en la suya para apartarla en su rostro, la observó fijamente -No soy quién para decirle que hacer con las suyas. Solo soy quién ha experimentado el final de todo lo infinito- Llevó la palma femenina al pecho de la misma mujer, y presionó suavemente donde los latidos de la misma se pronunciaban, antes de retirar la suya.
Agatha: Su mano reposando sobre su pecho recibía los suaves palpitares de su corazón. No le quedaba más que sonreír. -No esperaba que lo hiciera... señor Sven- susurró antes de alejar su propia mano de su pecho para encontrarla con su hermana. Con los dedos entrelazados se quedó de pie frente a la imagen del hombre que aparentaba un estoicismo del cual ahora no estaba del todo convencida. Detrás de la frialdad y agudeza de sus palabras habían experiencias que parecían estar guardadas bajo llave. No olvidadas pero sí abandonadas al pasado, sólo presentes en los recuerdos... nada más. -Espero poseer su suerte algún día... De vivir todo... El sufrimiento ya es parte de mi vida; me mantiene viva la curiosidad de saber si algún día viviré para recibir la bondad del destino-. Caminó hacia el perchero donde se hallaba colgada la capa que el mayordomo había colocado ahí previo a su encuentro. -No quiero quitarle más de su tiempo... que sé ahora es mucho...- "Pero habiendo experimentado todo mis palabras seguramente son ecos de algo que ya ha escuchado". Se quedó de pie frente al mueble, con la espalda dirigida hacia él, tomó nuevamente su muñeca donde los labios y colmillos del otro habían extraído el elixir de su sangre.
Sven: Quiso decirle más, quiso mencionar de que, de ser posible, cambiaria todo para jamás haber experimentado lo que vivió. Prefería vivir en la oscuridad de cosas que pudieron ser, en vez de lamentar las pérdidas de lo que se había esfumado entre sus dedos. "Mi suerte" pensó. Quería reír por la ingenuidad de dicho comentario, y la ignorancia del peso de la misma. No obstante, se abstuvo de continuar dicha conversación. -Es libre de visitar cuando plazca- fue lo que alcanzó a mencionar -El tiempo no es un problema, si no los silencios insípidos durante el trayecto- se atrevió a afirmar. Eran pocos con quien llegaba a tener conversaciones de aquel tipo, por lo que no quería cerrar del todo aquella puerta.
Agatha: Se colocó la capa encima del cuerpo, nuevamente cubriéndose cual doncella privando la vista de su figura al entorno. No esperaba ser recibida nuevamente y menos con una amabilidad como esa. -Se lo agradezco-. Lo decía de todo corazón porque igualmente se hallaba totalmente sola; abandonada con sus propios pensamientos y frustraciones sin nadie a quien confesarle lo que estaba pudriendo su corazón. -Me alegra saber que mi presencia puede ser recibida en un futuro- agregó dedicándole una última sonrisa al hombre antes de marcharse.
No estaban tan cerca como para que la mujer pudiera catalogarlo como una amistad pero era lo más cercano que podría presumir de tener. Sus anhelos más ingenios y sus miedos más mundanos, no los había compartido antes. De igual forma estuvo cerca de revelar el verdadero propósito que la mantenía en pie día con día, pero eso sí, sería algo que se quedaría guardado en su corazón hasta que se escapara de su boca el último aliento.
Sven: Al retirarse la dama caminó por los alrededores de su cuarto, algo ansioso y expectante. Nuevamente, aunque hubiese sido con recato, se había expuesto a ella. No obstante, así obtuvo vistazos a la vida de la otra, la cual provocaron respuestas conflictivas dentro de su ser, ocasionándole cuestionamientos. Antes de darse cuenta, se había sentado de vuelta en aquel mueble, observando la copa vacía y anhelando quizás, un futuro encuentro para conversar de aquellos secretos nuevamente.