Post by Noitye Lua on May 23, 2018 0:13:00 GMT
Algunos días habían transcurrido desde que había dejado la manada, pero sólo era algo temporal nada definitivo, sin embargo para el licántropo no había sido nada sencillo, es verdad que su viaje era algo necesario pero no era algo fácil, estaba acostumbrado a estar rodeado de sus colegas, sus amigos y familia, jamás había estado solo… bueno no desde aquel día en que toda su anterior manada había sido masacrada lo que sin duda era un recuerdo que todavía le dolía y mucho, algo que aún al día de hoy le pesaba bastante… hasta hacía poco no pensaba en eso dado que estaba acompañado por el resto de la manada pero ahora estaba completamente sólo. -Ah… estar rodeado del silencio es… algo nuevo…- Comentó para sí mismo mientras avanzaba paso a paso. -Ahora tengo que hablar conmigo mismo a falta de alguien más…- agregó en un suspiro pesado. -Ya los extraño…- finalizó deteniendo su paso unos momentos y sintiendo que quería regresar, llevó su mano hasta su cabeza sintiéndose realmente triste, el impulso de dar media vuelta para volver por donde había venido era fuerte pero entonces otros pensamientos se presentaron abruptamente. - … Debo seguir… - se dijo tratándose de darse ánimos, ciertamente no quería volver con la manada cuando no había cumplido su objetivo, sería un fracaso más que lo perseguiría y definitivamente no quería volver a fallar, menos tener que llegar para decirle a su maestro que no lo había conseguido, NO, fallar no era una opción y ese día en la ciudadela Sieg lo había alentado a seguir su camino, de ninguna manera iba a regresar para decirle que no lo había logrado, claro que no, esta vez regresaría con una victoria para sí mismo.
Estaba decidido, se animó a continuar y sus pies descalzos nuevamente avanzaron por el camino rumbo a Shangri Lax, justo a esa cascada que había mencionado su maestro, como ya lo había dicho era un buen lugar para empezar y además estaba ansioso por seguir los pasos de uno de los arcanos que tenía su respeto dentro de la manada, aunque estaba consciente de que probablemente no sería lo mismo pero sin duda que ese lugar serviría de mucho para los propósitos del moreno en esa ocasión. Al cabo de unos minutos llegó a su destino tomándose su tiempo para descansar del largo viaje, reponer algo de energía y líquidos. -Hermoso lugar… muy tranquilo…- expresó mirando a los alrededores y cerrando los ojos unos momentos dejando que la tranquilidad del ambiente lo dominara. No estaba para nada acostumbrado a tanto silencio y ruido de ambiente, generalmente siempre podía escuchar las voces de los demás, charlando o a veces hasta discutiendo pero sólo estaba el ruido de la brisa moviendo las hojas de las árboles cercanos y… -Una cascada… esta debe ser…- se dijo a sí mismo con una sonrisa mientras se encaminaba al lugar en busca de aquella cueva que su maestro había mencionado, aunque desde donde estaba no podía ver demasiado, aún así quería llegar a ese lugar así que no paro de buscar con la mirada en todos los lugares donde aquella cueva podría estar.
Pensó que quizás podría estar justo detrás de la cascada, así que se encaminó hasta allí por entre los árboles, aunque fue algo difícil no perderse en ese lugar rodeado de todo ese follaje tan espeso, por suerte después de unos minutos de caminata cuando la cascada estaba más cerca encontró la entrada a lo que parecía ser la cueva que le había mencionado el mayor, sin perder tiempo emprendió la marcha para la entrada rocosa del sitio, claro no sin bajar la guardia ya que aunque ese lugar era casi secreto nada garantizaba que estuviera vacío, tomó la Nodachi que le había sido dada entre sus manos avanzando con cautela hacia el interior de la cueva. -Parece que … está vacío… Excelente.- Comentó entusiasmado escuchando el eco de su voz resonar en el lugar frío, húmedo, oscuro, desolado… tragó saliva algo nervioso y no tardó en ir a buscar lo necesario para hacer una fogata cuando la noche llegara. Una vez que todo estuvo listo se dispuso a quedarse en la entrada de la cueva donde la luz del día todavía llegaba, tomó asiento dejando la espada de su maestro sobre sus piernas preguntándose cómo debería empezar, quizás… ¿meditando? Pero… ¿como se hacía eso? Nunca se le había cruzado por la cabeza preguntar y ahora que no llevaba su tableta arcana menos podría saberlo, suspiró larga y pesadamente recostándose sobre el suelo mirando hacia la nada. - Así no voy a avanzar jamás…-
Lentamente los párpados del moreno se cerraron mientras intentaba pensar como hacer para meditar pero no lo conseguía, había ruido pero no sólo el ruido del ambiente, de repente se escuchaban voces a la lejanía que poco a poco se iban haciendo más fuertes, no sabía qué sucedía, abrió los párpados y se encontró en la ciudadela junto al resto de la manada, todos reunidos hablando, riendo, algunos discutiendo como era habitual, estaba feliz de estar allí con ellos; se sentía realmente feliz con su compañía, sentía que estaba en su hogar con quienes amaba, después de tanto tiempo… bajó la cabeza lentamente mientras la sonrisa en su rostro se desvanecía, su vista se tornó borrosa y sintió como las lágrimas comenzaban a descender. “¿Por qué lloras?” una voz femenina bien conocida le hizo mirar hacia arriba encontrándose con la figura de su hermana menor, aquella que había perecido a causa de la Gran Caza, la miró de arriba a abajo incrédulo. -Meia… - susurró para luego ponerse de pié a toda prisa y abrazar a la contraria fuerte, casi estrujandola en lo que trataba de no llorar más pero era inútil. -Perdóname… yo… yo… no pude… no logré protegerte… ni a ti, ni a nadie…- se lamentó hundiendo su rostro en el hombro de su hermana menor la cual le consolaba con una sonrisa calma.
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“ No llores, no fue tu culpa… se que lo intentaste, no te sientas mal por eso, pasó hace mucho… se que no es fácil dejar de sentirse mal pero ya no debes hacerlo… lo mejor es que mires hacia delante, ahora tienes una familia nueva a la que debes proteger. Vas por buen camino Noi, no te rindas…” fueron las palabras que escuchó antes de despertarse sintiendo su rostro empapado por las lágrimas. Se sentó notando que estaba atardeciendo, ni siquiera se molestó en limpiar sus lágrimas sólo se quedó callado en la entrada de la cueva mientras el tiempo pasaba lentamente. -Meia… te extraño hermanita… los extraño a todos..- susurró encogiéndose en la soledad de aquella cueva escondida.
Estaba decidido, se animó a continuar y sus pies descalzos nuevamente avanzaron por el camino rumbo a Shangri Lax, justo a esa cascada que había mencionado su maestro, como ya lo había dicho era un buen lugar para empezar y además estaba ansioso por seguir los pasos de uno de los arcanos que tenía su respeto dentro de la manada, aunque estaba consciente de que probablemente no sería lo mismo pero sin duda que ese lugar serviría de mucho para los propósitos del moreno en esa ocasión. Al cabo de unos minutos llegó a su destino tomándose su tiempo para descansar del largo viaje, reponer algo de energía y líquidos. -Hermoso lugar… muy tranquilo…- expresó mirando a los alrededores y cerrando los ojos unos momentos dejando que la tranquilidad del ambiente lo dominara. No estaba para nada acostumbrado a tanto silencio y ruido de ambiente, generalmente siempre podía escuchar las voces de los demás, charlando o a veces hasta discutiendo pero sólo estaba el ruido de la brisa moviendo las hojas de las árboles cercanos y… -Una cascada… esta debe ser…- se dijo a sí mismo con una sonrisa mientras se encaminaba al lugar en busca de aquella cueva que su maestro había mencionado, aunque desde donde estaba no podía ver demasiado, aún así quería llegar a ese lugar así que no paro de buscar con la mirada en todos los lugares donde aquella cueva podría estar.
Pensó que quizás podría estar justo detrás de la cascada, así que se encaminó hasta allí por entre los árboles, aunque fue algo difícil no perderse en ese lugar rodeado de todo ese follaje tan espeso, por suerte después de unos minutos de caminata cuando la cascada estaba más cerca encontró la entrada a lo que parecía ser la cueva que le había mencionado el mayor, sin perder tiempo emprendió la marcha para la entrada rocosa del sitio, claro no sin bajar la guardia ya que aunque ese lugar era casi secreto nada garantizaba que estuviera vacío, tomó la Nodachi que le había sido dada entre sus manos avanzando con cautela hacia el interior de la cueva. -Parece que … está vacío… Excelente.- Comentó entusiasmado escuchando el eco de su voz resonar en el lugar frío, húmedo, oscuro, desolado… tragó saliva algo nervioso y no tardó en ir a buscar lo necesario para hacer una fogata cuando la noche llegara. Una vez que todo estuvo listo se dispuso a quedarse en la entrada de la cueva donde la luz del día todavía llegaba, tomó asiento dejando la espada de su maestro sobre sus piernas preguntándose cómo debería empezar, quizás… ¿meditando? Pero… ¿como se hacía eso? Nunca se le había cruzado por la cabeza preguntar y ahora que no llevaba su tableta arcana menos podría saberlo, suspiró larga y pesadamente recostándose sobre el suelo mirando hacia la nada. - Así no voy a avanzar jamás…-
Lentamente los párpados del moreno se cerraron mientras intentaba pensar como hacer para meditar pero no lo conseguía, había ruido pero no sólo el ruido del ambiente, de repente se escuchaban voces a la lejanía que poco a poco se iban haciendo más fuertes, no sabía qué sucedía, abrió los párpados y se encontró en la ciudadela junto al resto de la manada, todos reunidos hablando, riendo, algunos discutiendo como era habitual, estaba feliz de estar allí con ellos; se sentía realmente feliz con su compañía, sentía que estaba en su hogar con quienes amaba, después de tanto tiempo… bajó la cabeza lentamente mientras la sonrisa en su rostro se desvanecía, su vista se tornó borrosa y sintió como las lágrimas comenzaban a descender. “¿Por qué lloras?” una voz femenina bien conocida le hizo mirar hacia arriba encontrándose con la figura de su hermana menor, aquella que había perecido a causa de la Gran Caza, la miró de arriba a abajo incrédulo. -Meia… - susurró para luego ponerse de pié a toda prisa y abrazar a la contraria fuerte, casi estrujandola en lo que trataba de no llorar más pero era inútil. -Perdóname… yo… yo… no pude… no logré protegerte… ni a ti, ni a nadie…- se lamentó hundiendo su rostro en el hombro de su hermana menor la cual le consolaba con una sonrisa calma.
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“ No llores, no fue tu culpa… se que lo intentaste, no te sientas mal por eso, pasó hace mucho… se que no es fácil dejar de sentirse mal pero ya no debes hacerlo… lo mejor es que mires hacia delante, ahora tienes una familia nueva a la que debes proteger. Vas por buen camino Noi, no te rindas…” fueron las palabras que escuchó antes de despertarse sintiendo su rostro empapado por las lágrimas. Se sentó notando que estaba atardeciendo, ni siquiera se molestó en limpiar sus lágrimas sólo se quedó callado en la entrada de la cueva mientras el tiempo pasaba lentamente. -Meia… te extraño hermanita… los extraño a todos..- susurró encogiéndose en la soledad de aquella cueva escondida.