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Post by Desdemona Grimm on May 30, 2018 3:50:50 GMT
Las noticias dadas por parte de Mstislav no se las había podido quitar de la mente, muy a pesar de las cantidades de alcohol que se echó al cuerpo ni con la compañía noctura que había llevado a casa la noche anterior. Estando ya en la soledad de su morada sólo entre sus sirvientes, permanecía en el estudio revisando mensajes en su tableta arcana. Uno tras otro, casos simples y de poco interés; robos, secuestros… Nada que despertara su interés, no fue hasta que uno logró desajustarla por completo. Una mujer escribía preocupada por uno de sus hijos, al cual notaba extraño, con manchas y heridas en el cuerpo siendo que el chico poco salía de la casa y nunca sin supervisión. Un joven enfermizo que siempre requirió de supervisión, según decía el texto.
La mujer se tomó el tiempo de describir a detalle los síntomas de lo que ella creía era una misteriosa enfermedad: ojos enrojecidos, mirada ausente, cambios de actitud repentinos, desprendimiento de olores amargos en intervalos irregulares durante el día, además de las particulares ocurrencias dentro de la casa. Cosas desaparecían, se escuchaban ruidos y voces, especialmente durante la noche. Todo aquello descrito a manera muy generalizada, como una consecuencia por parte de la madre del chico, pero Desdemona podía darse una idea de lo que estaba ocurriendo. Suspiró profundo. Deseaba no sentirse empática ni responsible de prevenir una desgracia; era algo que se había prometido toda su vida. No le gustaba meterse en asuntos ajenos pero fuese por la vulnerabilidad de estar preocupada por Denard o porque realmente el tema era sumamente delicado para ella, fue que se impulsó para levantarse del sofá.
Debía darle una visita a su compañero. Ambos habían tomado nuevamente lugar en Reapergate, curiosamente el lugar prometía más seguridad que la Ciudadela en esos momentos. La baphomet conocía la dirección del detective, se la había compartido en algunas de los mensajes que intercambiaron después de que Denard abandonara la mansión de la mujer en la Ciudadela para brindarse sus propios cuidados. Después de eso sus interacciones fueron pocas al punto en que hubo un silencio por varias semanas. De pensar en lo que había ocurrido sentía una pizca de frustración. Tan descuidado.
No perdió más tiempo y se dirigió a la residencia de Denard. Al estar frente a la puerta tocó un par de veces, diciendo su nombre a un volumen alto. Se escuchaba molesta.
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Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
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Post by Denard Fantôme on May 30, 2018 4:45:45 GMT
Si a Denard Fantome le hubiesen dicho o no, que la oscuridad en Mirovia era permanente desde hace ya varios días, hubiera dado exactamente lo mismo. La noche a veces resultaba ser el mejor resguardo para alguien que no pensaba demasiado, alguien que prefería no ser visto. Desde el altercado de la luna roja, Denard no salía demasiado de la mansión, ni siquiera revisaba la tableta en busca de nuevos casos o problemas que sucumbieran a Mirovia, tan solo había entrado una sola vez, donde se había enterado de esta nueva enfermedad propiciada por BlackStag. No sabía como había vuelto a su hogar, ni quién lo había curado, o el por qué, las imágenes en su mente eran borrosas, como pequeñas nubes grises en sus recuerdos, pero no se mataba demasiado pensándolo. Ahora tenía una tarea diferente, no supo el por qué, quizá porque le calmaba el alma estar tan cerca de una muerte lejana después de tantas pérdidas, o solo para hacer algo para no volverse loco dentro de las paredes.
Denard abría con unas pinzas la boca de algún pobre mentecato que ya había pasado al otro lado desde hace ya varias horas.
―Envenenamiento ―Dijo en voz alta, a pesar de que estuviera solo ―Posiblemente con algún veneno para ratas, quizá lo confundió con alguna bebida alcohólica, o alguien se apresuró a ponerlo allí ―Tomó una botella de vino tinto, asegurándose primero que lo era, y le dio un gran trago, se recargó en la plancha de metal, observando al difundo sobre ella. ―¿Qué tanto golpeabas a tu esposa mientras estabas ebrio? ―Se acercó, tomando un diente con las pinzas, listo para arrancarlo de un tirón.
Hasta que escuchó el sonido de la madera y una voz que gritaba su nombre.
Se puso de pie, tomando un ultimo sorbo de vino tinto antes de caminar arrastrando los pies, se dio la vuelta, señalando al arcano bajo la manta blanca manchada de carmín.
―No te vayas.
Llegó a la entrada, peinando su cabello hacia atrás mientras se sobaba el rostro con un gesto cansado, no sin antes quitarse los guantes llenos de sangre. Reconoció la voz al instante, así que no tuvo que preguntar quién era, abrió la puerta, entrecerrando los ojos, como si la poca luz de Reapergate de los faroles y quinqués que habían encendido le molestaran.
―Srita. Grimm ―Denard habló, sin abrir la puerta por completo ―Qué sorpresa, hace mucho no oía de usted ―El hombre portaba una gabardina negra que llegaba hasta los tobillos. ―Ah, disculpe mi falta de cortesía, pase, por favor ―Denard se hizo a un lado, abriendo la puerta para que la dama pudiera pasar. ―¿Qué la trae por aquí?
El hombre se veía cansado, como si hubiera envejecido unos años más, las ojeras negras era parte de su tez pálida, haciendo que sus ojos grises se notaran más apagados, mientras un pequeño atisbo de barba mal cuidada crecía en sus mejillas antes perfectamente afeitadas. Eso, y la falta de el brazo derecho, el cual escondía bajo la gabardina.
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Post by Desdemona Grimm on May 30, 2018 5:19:19 GMT
La puerta no tardó mucho en abrirse, mostrando frente a ella el rostro demacrado de su compañero. Se veía terrible y Desdemona no hizo esfuerzos por ocultar su enfado. Entró de forma brusca, esperando a que Denard cerrara la puerta. Lo examinó de pies a cabeza, tratando de colocar en el miserable frente a ella al hombre entero con quien había trabajado meses antes. No creía lo que veía en realidad; parecía haberse rendido o tal vez estaba involucrado en algo que lo mantenía así, tan… descuidado. -Vine porque pensé que tal vez necesitaba que le echara una mano, señor Denard – al decir esto dio un paso hacia él, removiendo parte de la gabardina que cubría el espacio donde antes había habido un brazo. -Digo, tomando en cuenta que le hace falta una, qué mejor que una estimada colega – esto lo dijo entre dientes. Por alguna razón se sentía molesta por lo ocurrido, como si el hombre le debiera alguna explicación, y tal vez sí. Después de todo se había involucrado con Mstislav por beneficio del detective no tanto por el propio.
Sin permiso caminó más dentro de la residencia, tomando lugar en un sillón. Se cruzó de brazos, no se veía contenta para nada. -Tuve que enterarme por ese despreciable hombre... – dijo con recelo. Suspiró profundo, negándose de la visión del hombre por un instante en que sus párpados se juntaron. -¿Por qué no me avisó? -. No era característico en la mujer mostrarse de esa forma, reclamar por algo así; podía notarse que su cinismo tan característico competía con la vulnerabilidad que generaba en ella en tener simpatía por él. -Da igual – masculló desviando la mirada, de momento pareciendo completamente abnegada de siquiera verlo a los ojos. -Vine a ofrecerle participar en un caso que justo me enteré hace unos minutos -. Su gesto era serio, se fijó al frente donde volvió a mirarle determinada. -¿Y bien? -.
Esperó adoptando una postura más cómoda pero no del todo relajada. Le miraba fijamente, preguntándose cómo es que había llegado a tales condiciones. Era como si le hubieran absorbido su juventud y fuerza. Sabía que era un hombre de pasado oscuro, se lo había dicho alguna vez, también lo era ella, pero esta vez pudo ver en él que esa oscuridad estaba cobrando lo mejor de él, quitándole su galantería y el carisma que alguna vez le conoció. Lamentable.
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Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
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Post by Denard Fantôme on May 31, 2018 5:10:54 GMT
No tuvo tiempo de alejarse de ella, soltó un suspiro molesto al descubrir la manga atada para que no llegase a estorbar por la falta del brazo, de vez en cuando, Denard tenía la sensación de que aún estaba allí, pero debajo de la manga solo lo acompañaba una horrible cicatriz. No contestó ante los regaños de la mujer, pues su mente desvariaba en otras cosas, no pronunciaba su nombre, pero sabía exactamente de quien se trataba, y aquello le hervía la sangre, y le revolvía el estómago como si aún pudiera sentir la última vez que lo vio de frente, por un momento sintió la brisa gélida y la humedad de sus ropas por la sangre que brotaba de su cuerpo. ¿Hace cuanto había sido eso? ¿Veinte años? Ya no lo recordaba con demasiada claridad, pero los sentimientos seguían allí, floreciendo como enredaderas prohibidas en su mente y cuerpo, atrapándolo, asfixiándolo… Sabía que el enojo de Desdemona era real, y estuvo tentado a contarle todo lo sucedido, solo para calmarla, pero no dijo nada.
Bajó la mirada, dándose la media vuelta para acercarse a un estante lleno de vasos de cristal, alcanzando una botella de whisky, la destapó con los dientes, mientras ni siquiera se limitaba a poner el líquido en un vaso, simplemente se llevó la botella a la boca.
―He fallado, Desdemona ―Dijo con un aire de auto-compasión mientras se limpiaba los labios con la manga de la gabardina ―Dos veces ―Negó con la cabeza ―Dos veces… ―Se repitió en voz baja mientras daba otro trago a la bebida alcohólica. ―Como si la muerte quisiera borrar todo lo que quedaba de mí, pero por alguna razón, no se encarga de Denard Fantome.
Se mantuvo de espaldas, sin poder se capaz de hacerle frente a la mujer que lo acompañaba en las paredes oscuras.
―También te fallé a ti ―Denard apoyó su mano en la mesa. ―¿Qué es lo que esperas de mí? Ni siquiera estoy completo.
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Post by Desdemona Grimm on May 31, 2018 5:29:53 GMT
Desdemona observaba los movimientos del detective quien arrastraba el cuerpo con derrota hasta querer ahogarse en una botella de whiskey. Dio tiempo a que hablara, a que dijera lo que tuviese qué decir. Desperdicio de oxígeno era lo que que era. Se levantó del sillón colocándose frente a él que ya se había apoyado sobre la mesa, vencido por su propio vicio y por su propio e inútil deseo de acabar con todo. Con la mano extendida le atestó un golpe en la mejilla, fuerte, uno que resonó en la habitación marcando el inicio de un silencio largo. Los ojos de la mujer brillaban de un color rojo intenso, recalcando la furia en su interior. -Déjese de estupideces, Denard – masculló con voz profunda. -Si ya terminó de hacerse la víctima déjeme que le diga una cosa: seguirá fallando si no lo intenta. ¿O qué? ¿Piensa que la muerte de su querido amigo Boher vale la pena echar a saco roto?… Incompleto… Sí, es incompleto, poco hombre por rendirse tan fácilmente -. Se cruzó de brazos frente a él, mirándolo de pies a cabeza con cierto desdén. ¿Qué era eso que sentía? ¿Decepción? ¿Tristeza? En su interior habitaba el caos pero esta vez ese caos no fue placentero. Se le revolvían las entrañas de sólo pensar en lo que se estaba convirtiendo el señor Fantome.
Arrebató la botella de whiskey que sostenía entre sus manos para colocarla sobre la mesa y en un arrebato tomó el rostro del hombre entre sus manos. Miró profundamente a sus ojos, como si con los suyos pudiera penetrar hasta los rincones más oscuros de su mente. -Si tan frustrado está, ¿por qué no se ha matado? Dígame… Si así lo quiere puedo ayudarle para que deje de perder el tiempo balbuceando idioteces autocompasivas… Pero si no es el caso entonces, ¿qué hace perdiendo el tiempo cuando existe la posibilidad de llevar a cabo una dulce venganza? - en ese momento una sonrisa siniestra se dibujó en los labios de la baphomet esperando que sus palabras, por muy crudas que fueran, se clavaran en el pecho del detective.
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Denard Fantôme
Los Grises
El pasado es solo una sombra que yo mismo puedo pisotear
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Post by Denard Fantôme on May 31, 2018 19:07:15 GMT
Nada había estado tan claro cuando todo empezó a dar vueltas. La sacudida hizo que Denard se tanteara hacia atrás, tirando la botella de whisky al piso, produciendo un sonido sordo del cristal estampándose contra el suelo, pero Denard no lo escuchó, más bien escuchaba las palabras de la Baphomet. El nombre de Boher le hirvió la sangre y le revolvió la mente. Estiró las manos, tomando los bordes de la capa de la mujer, guardando el equilibrio, sintiendo el ardor en su mejilla.
Había estado demasiado enfrascado en la muerte, en la pérdida, en el miedo… miedo a un fantasma… Él había vuelto, y él se había escondido como una rata cobarde, olvidándose de por qué hizo lo que hizo en primer lugar. Sabía que ella jamás volvería, pero él, Azarel Záitsev seguía tan vivo como si nada... mandando a sus estúpidos perros a hacer el trabajo sucio.
Venganza.
Sus recuerdos saltaron al pasado como una sombra de la que había huido por muchos años. Recordó el día en el que asesinaron a su maestro, un hombre de ciencia que solo buscaba un bien a la humanidad, pero no a los bolsillos de los millonarios, recordó las pistas, los hombres, los golpes tan frescos en su rostro por encontrar respuestas. Y la dulce sensación… oh, esa sensación de acabar alma por alma de quienes se habían atrevido a destruir el futuro de un buen hombre. “Nunca te arrastres, Denard” le había dicho su maestro una vez “Por que así solo dejarás que los demás te aplasten”
Los puños se apretaron alrededor de la tela negra de la mujer.
¿Vas a quedarte todo el tiempo en la oscuridad? ¿Vas a dejar que simplemente se salga con la suya por la culpa de un pasado lejano?
¿Quién eres?
Denard se irguió, mirando fijamente a los ojos, como si una pequeña chispa se hubiese encendido en los ojos plateados.
―¿Cuándo empezamos? ―Siseó en un tono bajo, con una pequeña sonrisa brillando en su rostro.
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Post by Desdemona Grimm on Jun 10, 2018 22:34:36 GMT
Desdemona no borraba su sonrisa; parecía que había por fin quebrado esos muros que Denard había construido a su alrededor, o al menos había logrado debilitarlos un poco. Acarició por un breve instante la mandíbula del hombre antes de desprender su tacto de su piel. Se separó, recogiendo la botella que había caído al suelo para después servirse un trago del licor. -Entre más pronto mejor pero… - bebió y después volvió a mirar de arriba a abajo a Denard. -Pero antes… ¿no lo interrumpí, cierto? -. A juzgar por las marcas de presión en las manos del detective pudo intuir que antes había estado utilizando algún tipo de herramienta. Parecía que no sólo se vencía ante el sopor de la depresión y la desolación sino que algo había estado ocupando su tiempo y atención durante todos esos meses o al menos, ese día.
Volvió a tomar asiento sobre el sofá, bebiendo de un solo trago la bebida que se había servido. -Si no es así, entonces tal vez sea pertinente desoxidarse un poco, tomar un caso como el que estaba a punto de hablarle… Sobre la marcha podemos fabricar algo para sorprender a nuestro amigo -. Desdemona era una mujer que tomaba muy en serio las apariencias y a juzgar por el señor Denard, bueno, parecía que vivía de la caridad de otros en aquél momento.
-Para llevar acabo nuestro plan… bueno… creo que he de visitar rincones de mi pasado que hacía tiempo no me veía en necesidad de ver nuevamente. Ese hombre nos dio una probada de aquello – soltó con amargura recordando la tortura del botón de plata. -Y este caso me trae la oportunidad de volver a visitar tales circunstancias -.
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