Der Preis der Macht (Autoconclusivo)
Jun 1, 2018 3:49:12 GMT
wolfeimer and Shinaja'e Rohde like this
Post by Sieg Stahlzahn on Jun 1, 2018 3:49:12 GMT
Todos dormían, incluso aquel que se supone jamas lo hacia, estaba casi como un tronco en una total vigilia por los sueños. El único ojo bueno del licántropo se dirige momentáneamente a Raymond mientras sus manos acomodan el manto que cubría su cuerpo.- Te has encargado de protegerlos, eres una gran persona, Raymond… Pero es momento de que yo lo haga, a mi manera… .-Murmuró en voz baja y en un tono serio mientras caminaba a paso sigiloso y lento. Se dirigió a la puerta de salida de la posada, pero algo lo hizo detenerse, desviando un poco la mirada hacia atrás, pues no sabía si lo que iba a hacer saldría del todo bien… Opto por hacer algo antes de partir. Sus pasos lo hicieron retroceder, hasta el cuarto donde la joven Blitz descansaba. La mirada del pelinegro era comparable a la mirada de un hombre apunto de abandonar a su hija para irse a una guerra; si, esa era la mejor comparación.- Junger Berit… .-Murmuró mientras se acercaba a acariciar despacio los cabellos de la muchacha que desde hace tiempo era como su hija, su aprendiz… Alguien que se había vuelto realmente especial para él, más de lo que alguna vez hubiera esperado. Suspiró, era hora de partir en definitiva, y asegurándose de que todo estuviera en su lugar en la mochila que llevaba puesta debajo del manto, su camino fuera de la posada, y de la Ciudadela en esa eterna noche inicio.
De su bolsillo sacó una pequeña hoja mientras salía de la Ciudadela con un destino claro: El Bosque de los Susurros. Abrió el papel, lo miró con detenimiento y detalle, era un mapa a una zona específica del lugar, una que estaba oculta de la mayoría de viajeros y personas que iban. Tomó su forma de Horris Lupus, mirando una vez más a la Ciudadela y así partiendo el camino, en una dirección donde se acortara lo más que pudiera. El pelaje del lobo albino se movía a son del viento, mientras sus pasos y su andar eran veloces, casi como ave en el cielo, o un pez en el agua, capaz de ir a una velocidad que él aún sentía insuficiente después de todo ese tiempo… ‘’Debo ser más fuerte’’ Pensó, gruñendo a sí mismo y tratando de ir más rápido… Mucho más rápido, forzando su cuerpo a una presión mayor.
Finalmente llegó a la entrada de tan siniestro bosque, su cuerpo no estaba cansado pero si dolían algunas partes de su cuerpo por la presión extra generaba ‘’Realmente necesito ponerme más en forma’’ Se dijo a sí mismo mientras agachaba la cabeza como si suspirara. Volvió a tomar su forma sellada, acomodando sus cosas, sobretodo una katana de repuesto que tenia amarrada al cinturón de su pantalón, pues la Nodachi que siempre portaba ahora estaba en manos de su alumno Noitye, ‘’¿Como se encontrara?’’ Pensaba, más no debía preocuparse, sabía que ese muchacho tenía un gran potencial y que esa autoprueba seria lo que necesitara para salir adelante con sus demonios internos. No lo pensó más, y luego de respirar profundamente, se adentro en el Bosque de los susurros con aquel mapa en mano y una decisión tomada.
Sus ojos iban de camino al mapa, y del mapa al camino, escuchando el sonido de las diferentes criaturas que habitaban en ese bosque que podía considerarse ‘’Maldito’’. Cuando llegó al Ojo del Bosque, sabía que estaba a mitad de su recorrido, y camino en dirección norte, mientras seguía las indicaciones del papel que portaba. Un cúmulo de hojas negras es a donde llego, que cubrían una gran roca que se mezclaba con las demás y apenas era visible entre los árboles. Saco la katana que llevaba, y de dos cortes limpios, la cortina de hojas se desplomó, dejando ver una entrada en la que apenas podía verse la nariz uno mismo. Paso tras paso se fue guiando por su olfato y lo que alcanzaba a escuchar, hasta que una tonalidad verde en el ambiente le hizo saber que había llegado al lugar que quería.
- … He llegado.- Dijo en un tono serio. Había una figura sentada en posición de meditación, una figura de piel morena, con símbolos en su cuerpo y con los ojos sellados por decisión propia.
- Te has tardado, Stahlzahn.- Replicó la figura mientras posaba sus manos sobre las piernas propias.
- Lo sé… ¿Esta lista?.- Preguntó el pelinegro.
- Lo ha estado desde tu nacimiento… Sieg Stahlzahn.- Respondió el hombre mientras se levantaba y caminaba hacia una mesa como si el mapa de su escondite estuviera grabado en su memoria.- Los pasos ya te los he dicho, ahora la decisión es tuya… ¿Deseas continuar?.- Preguntó.
- Si no, no hubiera venido, Vertrag.- Sentenció el licántropo.
El hombre lo guió a sentarse al centro de la sala, con las manos del pelinegro posadas en el suelo. De su mochila, sacó una bolsa pequeña, diminuta, del tamaño de alguna fruta como una manzana o naranja.- La ofrenda.- Pidió el hombre quien tomaba una caja de un compartimiento en la mesa, y la llevaba justo frente al licántropo, dejándola en el suelo, y abriendola, mostrando solo un montón de cenizas que fácilmente podrían esfumarse con el viento.- … Aquí está.- Dijo Sieg, y de aquella bolsa pequeña… Los restos del ojo que la criatura de ceniza había arruinado estaban presentes.
Dejó caer los restos sobre las cenizas, mientras alzaba la mirada.- ¿Estás seguro de que funcionara?.- Preguntó con algo de duda pero con determinación en su voz.
- Si eres quien debe llevarla, todo funcionara… Si no, ya sabes el resultado.- Advirtió Vertrag, quien no tardó en encender una vela justo frente a aquella caja con las cenizas.- Puedes comenzar.
Sieg respiro profundo, su ojo se cerró y sus manos cerraron la caja con los elementos dentro. Su boca se entreabrió para poder hablar finalmente…
La llama de la vela se transformó del color característico a uno verde… Una llama que se intensificó furiosa y se filtró dentro de aquella caja causando que esta temblara de manera súbita. Todo se apagó de un momento a otro. Un suspiró escapó de los labios del pelinegro mientras mantenía su vista pegada a la caja.- ¿Funciono…?.- Preguntó sin mirar a la figura del hombre que estaba sentado en la misma posición inicial.- ¿Por qué no lo averiguas?.- Respondió este.
Las manos de Sieg se dirigieron a abrir la caja lentamente, dejando ver que dentro ya no se encontraban aquellas cenizas ni los restos de su ojo… Ahora había una Nodachi, con el filo ligeramente más oscuro que el acero normal, y una empuñadura negra con verde.- Schlachtung… La espada que estabas destinado a portar. El filo es tu determinación, tu fuerza, es su fuerza.- Mencionó el hombre quien ladeo la cabeza.- Si la Hoja se rompe, tu vida lo hara… Si tu vida acaba, la hoja tambien lo hara, y recuerda… En el momento que alguna de las dos suceda, tu alma jamás descansara en paz, pues será mía para siempre. ¿Ese fue el trato, no?.- Dijo Vertrag con una sonrisa.
- Así fue… Ese fue el pacto.- Dijo Sieg mientras se ponía de pie, tomando la empuñadura y guardando su nueva arma en su funda.
- Fuiste valiente, y astuto… Sieg Stahlzahn, pues usaste una parte de ti que ya habias perdido para esto.- Reconoció el sujeto, notando que el pelinegro estaba a pasos de irse.
- Valentía… O quizá estupidez, pero si con esto puedo seguir protegiendo a quienes aprecio, es un precio realmente bajo.- Sentenció para retirarse, y comenzar a volver a la posada donde la manada se encontraba.
Valentia… Estupidez… ¿Qué más da? El pacto está hecho, y la ofrenda… Ha sido aceptada.- Dijo Vertrag mientras sacaba de su bolsillo el ojo del pelinegro como si nunca le hubiera sucedido nada.
De su bolsillo sacó una pequeña hoja mientras salía de la Ciudadela con un destino claro: El Bosque de los Susurros. Abrió el papel, lo miró con detenimiento y detalle, era un mapa a una zona específica del lugar, una que estaba oculta de la mayoría de viajeros y personas que iban. Tomó su forma de Horris Lupus, mirando una vez más a la Ciudadela y así partiendo el camino, en una dirección donde se acortara lo más que pudiera. El pelaje del lobo albino se movía a son del viento, mientras sus pasos y su andar eran veloces, casi como ave en el cielo, o un pez en el agua, capaz de ir a una velocidad que él aún sentía insuficiente después de todo ese tiempo… ‘’Debo ser más fuerte’’ Pensó, gruñendo a sí mismo y tratando de ir más rápido… Mucho más rápido, forzando su cuerpo a una presión mayor.
Finalmente llegó a la entrada de tan siniestro bosque, su cuerpo no estaba cansado pero si dolían algunas partes de su cuerpo por la presión extra generaba ‘’Realmente necesito ponerme más en forma’’ Se dijo a sí mismo mientras agachaba la cabeza como si suspirara. Volvió a tomar su forma sellada, acomodando sus cosas, sobretodo una katana de repuesto que tenia amarrada al cinturón de su pantalón, pues la Nodachi que siempre portaba ahora estaba en manos de su alumno Noitye, ‘’¿Como se encontrara?’’ Pensaba, más no debía preocuparse, sabía que ese muchacho tenía un gran potencial y que esa autoprueba seria lo que necesitara para salir adelante con sus demonios internos. No lo pensó más, y luego de respirar profundamente, se adentro en el Bosque de los susurros con aquel mapa en mano y una decisión tomada.
Sus ojos iban de camino al mapa, y del mapa al camino, escuchando el sonido de las diferentes criaturas que habitaban en ese bosque que podía considerarse ‘’Maldito’’. Cuando llegó al Ojo del Bosque, sabía que estaba a mitad de su recorrido, y camino en dirección norte, mientras seguía las indicaciones del papel que portaba. Un cúmulo de hojas negras es a donde llego, que cubrían una gran roca que se mezclaba con las demás y apenas era visible entre los árboles. Saco la katana que llevaba, y de dos cortes limpios, la cortina de hojas se desplomó, dejando ver una entrada en la que apenas podía verse la nariz uno mismo. Paso tras paso se fue guiando por su olfato y lo que alcanzaba a escuchar, hasta que una tonalidad verde en el ambiente le hizo saber que había llegado al lugar que quería.
- … He llegado.- Dijo en un tono serio. Había una figura sentada en posición de meditación, una figura de piel morena, con símbolos en su cuerpo y con los ojos sellados por decisión propia.
- Te has tardado, Stahlzahn.- Replicó la figura mientras posaba sus manos sobre las piernas propias.
- Lo sé… ¿Esta lista?.- Preguntó el pelinegro.
- Lo ha estado desde tu nacimiento… Sieg Stahlzahn.- Respondió el hombre mientras se levantaba y caminaba hacia una mesa como si el mapa de su escondite estuviera grabado en su memoria.- Los pasos ya te los he dicho, ahora la decisión es tuya… ¿Deseas continuar?.- Preguntó.
- Si no, no hubiera venido, Vertrag.- Sentenció el licántropo.
El hombre lo guió a sentarse al centro de la sala, con las manos del pelinegro posadas en el suelo. De su mochila, sacó una bolsa pequeña, diminuta, del tamaño de alguna fruta como una manzana o naranja.- La ofrenda.- Pidió el hombre quien tomaba una caja de un compartimiento en la mesa, y la llevaba justo frente al licántropo, dejándola en el suelo, y abriendola, mostrando solo un montón de cenizas que fácilmente podrían esfumarse con el viento.- … Aquí está.- Dijo Sieg, y de aquella bolsa pequeña… Los restos del ojo que la criatura de ceniza había arruinado estaban presentes.
Dejó caer los restos sobre las cenizas, mientras alzaba la mirada.- ¿Estás seguro de que funcionara?.- Preguntó con algo de duda pero con determinación en su voz.
- Si eres quien debe llevarla, todo funcionara… Si no, ya sabes el resultado.- Advirtió Vertrag, quien no tardó en encender una vela justo frente a aquella caja con las cenizas.- Puedes comenzar.
Sieg respiro profundo, su ojo se cerró y sus manos cerraron la caja con los elementos dentro. Su boca se entreabrió para poder hablar finalmente…
‘’Vom Himmel zur Erde, von der Erde zum Abgrund ... In diesem Moment zahle ich meinen treuen Dienst hier. Nimm dieses Opfer an und du wirst mir dienen, mein Blut annehmen und du wirst mein sein, und wenn der Ruhm des Kampfes vorbei ist, wird meine Seele für immer dein sein.’’ (1)
La llama de la vela se transformó del color característico a uno verde… Una llama que se intensificó furiosa y se filtró dentro de aquella caja causando que esta temblara de manera súbita. Todo se apagó de un momento a otro. Un suspiró escapó de los labios del pelinegro mientras mantenía su vista pegada a la caja.- ¿Funciono…?.- Preguntó sin mirar a la figura del hombre que estaba sentado en la misma posición inicial.- ¿Por qué no lo averiguas?.- Respondió este.
Las manos de Sieg se dirigieron a abrir la caja lentamente, dejando ver que dentro ya no se encontraban aquellas cenizas ni los restos de su ojo… Ahora había una Nodachi, con el filo ligeramente más oscuro que el acero normal, y una empuñadura negra con verde.- Schlachtung… La espada que estabas destinado a portar. El filo es tu determinación, tu fuerza, es su fuerza.- Mencionó el hombre quien ladeo la cabeza.- Si la Hoja se rompe, tu vida lo hara… Si tu vida acaba, la hoja tambien lo hara, y recuerda… En el momento que alguna de las dos suceda, tu alma jamás descansara en paz, pues será mía para siempre. ¿Ese fue el trato, no?.- Dijo Vertrag con una sonrisa.
- Así fue… Ese fue el pacto.- Dijo Sieg mientras se ponía de pie, tomando la empuñadura y guardando su nueva arma en su funda.
- Fuiste valiente, y astuto… Sieg Stahlzahn, pues usaste una parte de ti que ya habias perdido para esto.- Reconoció el sujeto, notando que el pelinegro estaba a pasos de irse.
- Valentía… O quizá estupidez, pero si con esto puedo seguir protegiendo a quienes aprecio, es un precio realmente bajo.- Sentenció para retirarse, y comenzar a volver a la posada donde la manada se encontraba.
Valentia… Estupidez… ¿Qué más da? El pacto está hecho, y la ofrenda… Ha sido aceptada.- Dijo Vertrag mientras sacaba de su bolsillo el ojo del pelinegro como si nunca le hubiera sucedido nada.
(1) ''Del cielo a la tierra, de la tierra al abismo... En este momento pacto aqui mis leal servicio. Acepta esta ofrenda y me serviras, acepta mi sangre y mia seras, y cuando la gloria de la batalla me acabe, mi alma sera tuya para siempre.''