Post by Beltaine Waters on Jun 9, 2018 2:45:42 GMT
Una serie de desafortunados eventos tomaron la continuidad de las vidas de muchos desafortunados a quienes logró presenciar aquel día gris en que la muerte en persona les hizo una visita. Poco a poco pudo ver como Mirovia se iba cayendo a pedazos. ¿cuando comenzó todo esto? en verdad nadie lo sabe, pero ya estaban inmersos en una pesadilla silenciosa que en cualquier momento volvería a asomar su rostro frente a ellos; era ese mismo miedo el que empujó a muchos a lanzar piedras e insultos a la soberana de la primavera que cayó como una rosa marchita de un florero olvidado.
Quedaba algún sitio seguro en la tierra de Mirovia? no para él. Una maldición se propagaba como una enfermedad entre los arcanos, plagando sus corazones con el miedo de desaparecer en el olvido, sin mencionar otros casos que sumados le hicieron darse cuenta que sería imposible llegar a una solución pacifica. Velfast, Black Stag, Torturer y muchos otros habían intentado sembrar el caos y la desdicha en la isla y en casi todos los casos Beltaine los pudo frenar. Pero no sabía por cuanto tiempo.
-¿Ya casi llegamos? me duelen las piernas de tanto caminar
-Tu ni siquiera estás caminando.
-Han vivido toda su vida en Mirovia y no saben a que distancia está la ciudadela de los manglares de Shangri Lax?
Estos eran tres individuos que acompañaban a Beltaine quien todo el camino había permanecido en silencio. Cada uno de ellos jugaba un papel importante en lo que pasaría más adelante. Juliette, una ninfa y sastre que se dedicaba a confeccionar sombreros cuyo manejo sobre la naturaleza solo era superado por la soberana Aesther.
Dominique, un minotauro carpintero y antiguo cortesano del verano con una creatividad expresada mejor sobre la madera y las rocas.
Y Tecla, una sirena con un millar de experiencia a pesar de su corta edad, forma parte del grupo que diseña las innovaciones de vanguardia de Aqualia.
Todos ellos habían sido reunidos por Beltaine para una sola tarea.
-Y creo que puedo pensar de que se trata -Comentó Juliette anticipando con tedio inofensivo a donde se dirigían.
Pasaron de estar en una carreta jalada por Dominique y Beltaine a un bote en las orillas de un río que no tardó en ganar velocidad al ser impulsados corriente recta por las habilidades raciales del Kelpie. Cosa que espantó a Juliette desde luego.
-Bueno, si acabaste de casi matarnos... ¿Es aquí?
Beltaine solo asintió.
-No podía creerlo cuando lo escuché -Tecla sonaba molesta- ¿que estabas pensando cuando hundiste la mansión que nos tomó 3 meses terminar?! -Preguntó confrontando a Beltaine al señalarlo con un dedo y presionarle la nariz para enfatizar su posición- 3 Meses waters!! si no fueras tú sin duda me hubiera negado!
Lo que más le molestaba, más que el hecho de haber visto el favor hacia un amigo rebajado a un recuerdo en el lecho del río era que el Kelpie no respondiera a su tentativa retadora a darle una explicación o pidiera perdón siquiera. Más en los ojos de Beltaine pudo ver una profunda fosa de melancolía, ese lugar escondido del resto de shangri lax, esa vena aquifera olvidada del caudal de un inmenso vaso aguamarina le traía malos recuerdos de un pasado cuyo desenlace nunca llegó a poder ver.
Tecla apretó los dientes de coraje y frunció tanto el rostro que solo se volteo para soltar un enorme grito hacia el cielo, exteriorizando así su frustración. Beltaine bajó el bote, poniendo un pie sobre la superficie del agua y caminando sobre ella cuan piso solido antes de lentamente irse hundiendo como si caminara hacia donde antes estaba su mansión. Juliette y Dominique esperaron sentados junto a Tecla quien se limpiaba las lagrimas que su golpe de rabia le hizo derramar. Los tres habían sido reunidos en ese lugar pero sin explicación alguna, Beltaine nunca habló más allá de lo que sus ojos y su silencio pudieron decir, más bien sabían que su reunión solo significaba algo.
El agua se meció, creando ondas desde cierto punto que casi hizo que el río se detuviera cuando se elevó lo que una vez representó la promesa que un hombre enamorado nunca pudo cumplir.
Cuando la mansión emergió, Juliette le cantó a la flora y a las raíces que se anclaron en los cimientos antes de que las aguas volvieran a reclamar la edificación. El agua escurría a chorros por cada lugar que podía, siguiendo un baile al son de los movimientos de Beltaine quien expulsaba cada gota hasta dejar seca la morada.
-¿Y bien? -Insistió Tecla.
-No nos hiciste venir aquí solo para levantar este recuerdo ¿verdad Bel? -Preguntó esta vez Dominique.
-No...
Bel todavía no podía olvidar ese fatidico día en el cual hizo caer su propio hogar en un arranque de ira por el abandono de su amado Wild Fang, a quien no había logrado ver en meses. ¿Donde estaría? ¿vivo? ¿muerto? solo esperaba que donde sea que estuviese, fuera más feliz que estando a su lado. Pero a pesar de que la nostalgia enfermiza se colgaba de él como un ancla de pesadas cadenas, no era el momento de arrodillarse ante el pasado que nunca pudo dejar ir. Ahora tenía un futuro encaminado a proteger de las amenazas a los suyos, a su hijo, a sus compañeros, a toda Mirovia si era posible.
-Necesito que esta mansión se convierta en un castillo.
Los tres presentes se tomaron un instante para procesar lo que el Kelpie había dicho antes de poder reaccionar.
-¿QUE HAS DICHO?!
Sus reacciones eran de esperarse acabando de recibir tal petición.
Así comenzaron los largos meses de preparación, en los que Beltaine y sus tres colegas se dedicaron a levantar una fortaleza en medio de los manglares.
Quedaba algún sitio seguro en la tierra de Mirovia? no para él. Una maldición se propagaba como una enfermedad entre los arcanos, plagando sus corazones con el miedo de desaparecer en el olvido, sin mencionar otros casos que sumados le hicieron darse cuenta que sería imposible llegar a una solución pacifica. Velfast, Black Stag, Torturer y muchos otros habían intentado sembrar el caos y la desdicha en la isla y en casi todos los casos Beltaine los pudo frenar. Pero no sabía por cuanto tiempo.
-¿Ya casi llegamos? me duelen las piernas de tanto caminar
-Tu ni siquiera estás caminando.
-Han vivido toda su vida en Mirovia y no saben a que distancia está la ciudadela de los manglares de Shangri Lax?
Estos eran tres individuos que acompañaban a Beltaine quien todo el camino había permanecido en silencio. Cada uno de ellos jugaba un papel importante en lo que pasaría más adelante. Juliette, una ninfa y sastre que se dedicaba a confeccionar sombreros cuyo manejo sobre la naturaleza solo era superado por la soberana Aesther.
Dominique, un minotauro carpintero y antiguo cortesano del verano con una creatividad expresada mejor sobre la madera y las rocas.
Y Tecla, una sirena con un millar de experiencia a pesar de su corta edad, forma parte del grupo que diseña las innovaciones de vanguardia de Aqualia.
Todos ellos habían sido reunidos por Beltaine para una sola tarea.
-Y creo que puedo pensar de que se trata -Comentó Juliette anticipando con tedio inofensivo a donde se dirigían.
Pasaron de estar en una carreta jalada por Dominique y Beltaine a un bote en las orillas de un río que no tardó en ganar velocidad al ser impulsados corriente recta por las habilidades raciales del Kelpie. Cosa que espantó a Juliette desde luego.
-Bueno, si acabaste de casi matarnos... ¿Es aquí?
Beltaine solo asintió.
-No podía creerlo cuando lo escuché -Tecla sonaba molesta- ¿que estabas pensando cuando hundiste la mansión que nos tomó 3 meses terminar?! -Preguntó confrontando a Beltaine al señalarlo con un dedo y presionarle la nariz para enfatizar su posición- 3 Meses waters!! si no fueras tú sin duda me hubiera negado!
Lo que más le molestaba, más que el hecho de haber visto el favor hacia un amigo rebajado a un recuerdo en el lecho del río era que el Kelpie no respondiera a su tentativa retadora a darle una explicación o pidiera perdón siquiera. Más en los ojos de Beltaine pudo ver una profunda fosa de melancolía, ese lugar escondido del resto de shangri lax, esa vena aquifera olvidada del caudal de un inmenso vaso aguamarina le traía malos recuerdos de un pasado cuyo desenlace nunca llegó a poder ver.
Tecla apretó los dientes de coraje y frunció tanto el rostro que solo se volteo para soltar un enorme grito hacia el cielo, exteriorizando así su frustración. Beltaine bajó el bote, poniendo un pie sobre la superficie del agua y caminando sobre ella cuan piso solido antes de lentamente irse hundiendo como si caminara hacia donde antes estaba su mansión. Juliette y Dominique esperaron sentados junto a Tecla quien se limpiaba las lagrimas que su golpe de rabia le hizo derramar. Los tres habían sido reunidos en ese lugar pero sin explicación alguna, Beltaine nunca habló más allá de lo que sus ojos y su silencio pudieron decir, más bien sabían que su reunión solo significaba algo.
El agua se meció, creando ondas desde cierto punto que casi hizo que el río se detuviera cuando se elevó lo que una vez representó la promesa que un hombre enamorado nunca pudo cumplir.
Cuando la mansión emergió, Juliette le cantó a la flora y a las raíces que se anclaron en los cimientos antes de que las aguas volvieran a reclamar la edificación. El agua escurría a chorros por cada lugar que podía, siguiendo un baile al son de los movimientos de Beltaine quien expulsaba cada gota hasta dejar seca la morada.
-¿Y bien? -Insistió Tecla.
-No nos hiciste venir aquí solo para levantar este recuerdo ¿verdad Bel? -Preguntó esta vez Dominique.
-No...
Bel todavía no podía olvidar ese fatidico día en el cual hizo caer su propio hogar en un arranque de ira por el abandono de su amado Wild Fang, a quien no había logrado ver en meses. ¿Donde estaría? ¿vivo? ¿muerto? solo esperaba que donde sea que estuviese, fuera más feliz que estando a su lado. Pero a pesar de que la nostalgia enfermiza se colgaba de él como un ancla de pesadas cadenas, no era el momento de arrodillarse ante el pasado que nunca pudo dejar ir. Ahora tenía un futuro encaminado a proteger de las amenazas a los suyos, a su hijo, a sus compañeros, a toda Mirovia si era posible.
-Necesito que esta mansión se convierta en un castillo.
Los tres presentes se tomaron un instante para procesar lo que el Kelpie había dicho antes de poder reaccionar.
-¿QUE HAS DICHO?!
Sus reacciones eran de esperarse acabando de recibir tal petición.
Así comenzaron los largos meses de preparación, en los que Beltaine y sus tres colegas se dedicaron a levantar una fortaleza en medio de los manglares.