Post by Rallis on Jun 19, 2018 2:54:10 GMT
Una hermosa noche de luna, mucho que hacer en el castillo pero tantos pensamientos rondando en su cabeza. La oni, a pesar de su marcado esfuerzo por cumplir, por aparentar serenidad absoluta…parecía estar marchitándose poco a poco. Admitiéndose a sí misma que las cosas ya no eran como antes, aquel lugar lleno de paz el cual nunca volvió a ser el mismo, sus compañeros con quienes enfrento demasiado, y sus primeros amores…quienes se desvanecieron como el polvo entre la hojarasca del horizonte.
Parecía que solo el pequeño Aishling era consciente de que algo le sucedía, mas, ella trataba de distraerlo preparándole postres, incluso Eva lo noto también, pero quizá por cortesía no había hecho comentario alguno. Los demás, quizá si sabían algo, pero no quisieron o no pudieron actuar a tiempo. Akane se sentía débil, sentía que las cosas que amaba hacer como el simple hecho de cocinar no le causaba alegría, ni siquiera tararear, dar sus paseos matutinos…nada, ni siquiera la compañía de Rallis a quien había frecuentado unas cuantas veces.
Había pasado unos tres días aproximadamente en los que ella había dejado de comer, la descompensación empezaba a golpearle cual bate en el rostro, incluso se desmayó en medio de la limpieza. Quisieron darle de beber y de comer…pero ella lo negaba todo, incluso medicinas o algo para levantarle el ánimo, pero nada era suficiente, sentía que su propia existencia en este mundo era inverosímil, minúscula, que no valía la pena pelear por quienes se habían ido antes que ella…y aunque así hubiese querido, sentía que ya nadie vería sus nobles acciones.
Tras unas cuantas lunas, el amanecer del sexto día irrumpió su sueño, estaba tan débil que a duras penas abría los ojos. Su cuerpo se sentía pesado, había olvidado lo que era sentir hambre, sus ojos enrojecidos de tanto llorar…sentía que partiría en cualquier momento. —Es…demasiado brillante…— dijo en un susurro, la vida se le estaba escapando de las manos. —Quizá…deba dormir un poco más….hay mucho que hacer…—.
Le dolía la cobarde decisión que había tomado, ¿no era su familia la razón por la cual cada día se molía hasta el cansancio?...pero, si ahora la cosecha estaba mejor que temporadas pasadas, sus hermanas parecían encontrar empleos por su cuenta también…quizá era ella, y su constante batalla consigo misma. Mordiéndose los labios, apoyo como pudieron sus manos para levantarse, llegando poco a poco al borde de la cama, pararse parecía ser pan comido. —Ya…casi…—, Pero sus piernas le fallaron y termino haciendo un estruendo al caer boca abajo…no dijo nada, solo permaneció ahí.
Mientras tanto el arconte, tan lleno de tristeza por la pérdida de su primer amor, el amor de su vida a quien nunca en habría deseado perder, la muerte había sido más cruel con él, pues se lo había arrebatado a solo unos días antes de su unión matrimonial, pero…eso ya había pasado, su corazón nunca sanaría después de eso, las grietas que causaron aquella perdida le habían marcado para siempre sin embargo, encontró consuelo y un nuevo sentir con aquella mujer de cabellera plata, ojos rojos como la sangre y una sonrisa que podía mover incluso montañas, Rallis había recuperado la esperanza que había perdido…aquello que creía había desaparecido, pero no duraría…
Días después, días y días que iba a reencontrarse con aquella que era su amiga Akane, el tiempo que no supo de ella, la incertidumbre le llenaba, su corazón le decía a gritos que algo estaba mal, algo le ocurría y él podía sentirlo, estirando sus alas elevándose por los cielos encaminándose hacia lo que venía siendo Reapergate, la tierra donde las criaturas de oscuridad se establecían cómodamente, kilómetros y kilómetros tuvo que volar hasta encontrar lo que sería la casa de la familia de su más amada amiga, su amada persona, alguien por el cual luchar cada día.
Deposito su cuerpo justo frente a la puerta ¿Por qué no había nadie afuera cosechando? Era extraño, su corazón latió con gran fuerza, estaba asustado, nervioso incluso, cuando finalmente toco la puerta la madre de Akane llena de lágrimas, ojos hinchados y una expresión de infinito dolor se reflejó en los ojos de oro que portaba el castaño, incertidumbre lo embargo pensando que Akane estaba enferma o algo pronuncio.
—Buenas noches señora…perdone que llegue sin avisar, pero…no eh tenido noticias de…Akane, por ello eh venido a preguntar por su bienestar…—
La mirada de la mujer y la acción le habían dicho absolutamente todo, pues la mujer le había tomado entre sus brazos en un fuerte abrazo mientras las lágrimas y los quejidos de un dolor que solamente una madre podía sentir y nunca deseaba que nadie lo experimentara, el muchacho sintió algo romperse en sus adentros.
—Akane esta…—
La madre asintió llena de dolor, Akane había muerto, se había a lo que según sus familiares, suicidado…descuidado…se había estado sintiendo terrible, Rallis no lo había notado, era el peor ser en toda la existencia, entro en la habitación donde yacía el cuerpo inerte de la mujer a quien había querido desde que había llegado a Mirovia, a ella y a Kouhei los amaba por igual, el corazón se le rompió al tocar su cabello, su rostro, sus labios, el arconte la abrazo con fuerza importándole poco si se movía o no, el hombre cerro los ojos llenos de lágrimas y un grito emano desde lo más profundo de su garganta, una vez más su mundo se había colapsado, dios le había quitado otra vez lo que más le importaba en la vida.
—¡¡¡¡¡¡ ¿POR QUE PADRE POR QUE ME ARREBATAS LA FELICIDAD?!!!!!!!—
Grito furioso y lleno de dolor al cielo mientras las lágrimas bañaban su rostro, el dolor, el odio creían en su pecho ¿Qué haría ahora estando solo? ¿Qué seguía después de tantas caídas? De tanto dolor y más aún, la fe que tenía en los que quería se había esfumado, perdió la esperanza en este mundo, todo se había ido con él y con ella, estaba roto, roto y perdido ahora…¿Qué camino u objetivo tenia ahora?...cerro los ojos lleno de dolor abrazando a la Oni, no sabía qué hacer, no confiaba en nadie más, los soberanos desaparecidos, los arcanos que junto a él juraron proteger a los débiles habían abandonado a estas almas bondadosas, entonces las palabras de Lord Lander Velfast se repetían una y otra vez en su mente, alzo la cabeza mirando a la mujer, depositando un beso en su frente, estaba tan perdido que solo…suspiro con el corazón roto, ese rostro que alguna vez fue de esperanza, se había borrado, por el gesto más frio que el invierno.
Rallis estaba cansado, quería renacer, necesitaba un guía y Lord Velfast era aquel que podía llevarlo por el camino de la verdad y no las mentiras y juegos que solo los soberanos le entregaban, Mirovia estaba decayendo, ya no podía confiar en nadie más que en una causa que el mismo se había colocado, Akane creía en Lord Lysander, en su causa y ahora el arconte llevaría consigo aquella devoción de la Oni hacia su maestro, sería una serpiente Velfast.