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Post by Ealdrer Netherthorn on Jul 5, 2018 5:37:51 GMT
Días... días oscuros llenos de incertidumbre, de hastío; del cansancio de estar atado a la rutina. Las semanas pasaban, noche tras noche, entre los golpes, la sangre, los moretones y el dinero que llegaba hasta su mesa por la violencia ajena. Había perdido la cuenta ya del metal entre sus dedos; deslizaba gentilmente la moneda sobre sus nudillos, luchando contra el ritmo del carruaje respondiendo a las piedras y el camino rebelde que andaban. -¿Falta mucho?- habló desde dentro. "No" se escuchó entre el choque de los cascos de los corceles chocando contra el suelo. Miró hacia afuera; las luces del fuego alumbraban ya las lámparas colgando de las casas de Reapergate; estaban cerca ya.
Se había propuesto a visitar a un colega con el propósito de proponerle un trato para su negocio; era algo que no podía ser tratado si no era en persona. Pasaron las horas y de nuevo, la luz de la ciudad se fue perdiendo, dando cobijo a las sombras y la niebla que abrazaban el Bosque de los Susurros. -Hasta aquí llego, patrón- dijo el cochero. Hastiado, el minotauro abrió la puerta del coche, bajando de mala gana entregándole una moneda al sirviente. No le dijo nada, no le dio las gracias... era su trabajo. La figura de Ealdrer fue perdiéndose en la oscuridad, tomando presencia entre los ecos del espectral camino que daba al sitio donde generalmente podía encontrarlo.
Conocía los caprichos de los senderos; engañosos que hacían parecer como si hubiesen seres en vigilia, en un acoso sombrío desagarrándole la espalda. No era vulnerable a ello puesto que habían cosas más monstruosas bajo la luz del Sol. Prosiguió a paso tranquilo, con la vista al frente sabiendo perfectamente hacia donde iría. Pronto, ante sus ojos, quebrando suavemente los delirios de la niebla, se hallaba el lugar. El sitio donde varias veces había intercambiado palabra con él; oscuro y misterioso, invitando con necedad hasta a los más cobardes; una choza tan austera que parecía que la rompería el viento. Tan gris por fuera como lo era realmente por dentro, con fugas entre sus tablas que daban hacia afuera un vistazo de la luz tan tenue que había dentro. Tocó la puerta con sus nudillos, rompiendo el silencio en el bosque, causando un eco que pareció advertir hasta las ramas secas.
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Post by Zachariah Blackthorn on Jul 5, 2018 7:31:40 GMT
La suave arena cayendo a través del cristal le dejaba saber cuánto tiempo había pasado, cuanto más tendría que esperar, cuando más habría que ablandar lo que necesitaba para mantenerse distraído a la espera de quien le había hecho saber que iría. No se negó, a decir verdad le resultaba gratificante que se anunciase y le propusiera algo interesante; aquel joven de ojos oscuros y rasgos duros, quien parecía estar siempre cubierto de heridas y cortes. No le tomó por sorpresa que quisiera verlo en persona, parecía ser algo de relevancia para el arcano o quizá sólo era un pretexto infantil. Cuál fuera el caso Zachariah simplemente optó por esperar en aquella choza que había conseguido tiempo atrás, misma que pertenecía a otro arcano quien había tenido un sueño largo y profundo después de tener la suerte de encontrarlo.
- Tres horas...- Murmuró él mientras colocaba paños húmedos sobre lo que parecían ser unas alas; colocando varias capas hasta formar un pequeño montículo sobre una de las mesas. Sin más, una vez terminó aquello prestó atención al reloj de arena y con calma decidió acomodarse frente a la chimenea apagada, llevando consigo una pequeña bandeja cubierta con un paño sucio color rojizo.
El arcano comenzó a flotar y tomó una posición relajada frente a la chimenea oscura y negra por culpa del carbón y el humo que la habían manchado. Cruzó sus piernas y depositó la bandeja justo a un lado. - Quizá el cochero se perdió o algo así. - Se dijo a sí mismo, excusando a su colega por la falta de su presencia aún. Su tono, pese al aburrimiento y desinterés, era calmado; y justo antes de rendirse el arcano acercó su diestra negriza a la chimenea, unas palabras fueron murmuradas con una voz distinta, y de la nada, la chimenea se prendió con unas llamas grisaceas. Su mano se mantuvo quieta por un segundo, y una vez terminó con sus murmullos, la bajó para apreciar como aquel fuego illuminaba ligeramente esa zona. - Tres horas... Como si fuera a esperar tanto. - Se mofó de ello, y de aquella bandeja que había puesto por un lado, comenzó a sacar los restos de pequeños cuerpos. No les tomó importancia, en cuanto los tomaba los arrojaba al fuego, escuchando con cuidado como el fuego parecía consumirlos en tan sólo unos minutos; un fuego normal no habria logrado incinerar tan eficazmente como el que había producido. Rió curioso y lanzó todos los restos además del paño rojizo; humo oscuro escapaba por la parte superior de la choza y un olor un tanto desagradable pero tolerable se hacía notar, el hada en su hastío alcanzó una bara de metal y con poco interés comenzó a picar dónde antes había cuerpos, moviendo ya solamente las cenizas con un semblante abatido y cansado por la espera. Finalmente un toquido se hizo escuchar en la puerta, por inercia dejó escapar una sonrisa y cuanto antes hizo que su antebrazo fuera a abrir la puerta, quedándose él aún sentado frente al fuego.
- Finalmente llegaste. - Le dijo el arcano con un tono ladino y una leve sonrisa, sin voltear su rostro hacia el, únicamente dejándole pasar para después cerrar la puerta nuevamente. - Y dime, ¿Qué tal el viaje? - Preguntó con calma, haciendo que su extremidad volviese con él a la par que soltaba la bara de metal y la colocaba en su lugar, reincorporarse mientras aún flotaba sin mucha dificultad o emoción aparente por su llegada. Divagaba en sus preguntas y evadia el tema de la propuesta que le había mencionado, como si de ese modo pudiese adivinar de que se trataba o si realmente era algo de relevancia para ambos.
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Post by Ealdrer Netherthorn on Jul 6, 2018 5:20:18 GMT
La puerta se abrió dejando chocar contra su rostro el aroma tan particular proveniente de la choza. El rostro del minotauro se arrugó reaccionando al olor tan penetrante que se ocupó por completo de robar su compostura. -¿Qué mierda es eso?- vociferó mientras entraba en la morada de su cómplice. Miró con cierto disgusto la extremidad independiente del hada, que siempre que la veía de esa manera le causaba un escalofrío en todo el cuerpo. Cerró los ojos, sacudiendo un poco su cabeza, deshaciéndose de tal malestar. -Mh, cansado, como siempre. ¿No has pensado mudarte a la Ciudadela?- preguntó aunque sabía ya bien la respuesta. Le había hecho ese cuestionamiento en tantas ocasiones que había perdido ya la cuenta.
Sus pasos resonaban contra la madera mientras caminaba suavemente hasta el lugar de la fogata. Un fuego quemaba intensamente; miró a sus alrededores... La poca luz que alumbraba descubría ciertos detalles que le parecieron curiosos. Mantuvo la vista fija en ellos; en el trapo manchado de rojo, el fuego tronando con un desespero incesante... y el olor... ese maldito olor que estaba causándole náuseas. ¿Qué era? Miró de reojo los muebles, buscando tal vez un plato con comida podrida o algún animal para desollar... heces... algo... pero no había nada que pudiera dar respuesta de la peste que estaba ahogándole los pulmones.
Casi se olvida a lo que había ido pero no podía concentrarse; abría la boca y el sabor del humo era tan perturbador que tuvo que sentarse de momento. -Por los Dioses, Thorn... ¿qué demonios estás cocinando en la chimenea?- dijo sin pensarlo, sin siquiera haber visto lo que estaría por notar segundos después. ¿Qué era eso? Enfocó más la vista... había algo entre las brasas... -...¿Thorn?-. Su tono era acusatorio puesto que acababa de darse cuenta que su colega no estaba calentándose al fuego tan inocentemente como él había pensado.
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Post by Zachariah Blackthorn on Jul 6, 2018 7:38:19 GMT
Se mantuvo inmerso en el fuego y en el sonido gratificante que provocaban dichas flamas, ignorando con facilidad el olor tan desagradable o el humo que escapaba, mismo que provocaba reacciones curiosas en su acompañante. Escuchó su respuesta y enseguida el mismo cuestionamiento de siempre, parecía una rutina desesperada por el ambiente que se creaba en la zona. - Ya quisieras que viviera cerca tuyo ¿No es así? Que travieso. - Bromeó al respecto para luego dejar escapar una risa tranquila. - Sabes que lo he pensado, pero sería problemático, además... Este lugar sólo es para divertirme un rato, prefiero estar afuera. - Respondió con un tono un tanto curioso, una vez dijo ello, el arcano se acercó un poco a su colega, observando a través de la tela que cubría sus ojos las reacciones por el humo espeso que no se perdía. Sin más se alejó de la chimenea para dejar que lo viera por cuenta propia si realmente quería, flotó hacia el triste sofá que había en la sala y se dejó caer sobre este con un semblante desentendido. - ¿Cocinando?...- Respondió con duda y fingiendo no saber de lo que hablaba, sonriendo por mera inercia pese a que no deseaba hacerlo para revelar de que se trataba, después de todo, no era nada relevante. - Vamos Thorn, se le llama pasatiempo; no luzcas tan confundido. - Insistió en ello a la par que hacia un ademán desinteresado con ambas manos, levantándose del sofá para luego ir detrás del Minotauro apegandose a él para invadir su espacio personal una vez que este descubrió su pequeño "secreto" - ¿Nunca habías visto un cuerpo quemandose?... - Cuestionó en un susurro curioso mientras recargaba su mentón en el hombro ajeno, dejando que el material de la máscara que cubría su rostro apenas rozase al arcano y, sin vergüenza alguna sus manos le rodearon por la cintura con suma tranquilidad, provechoso. Guardó silencio mientras esperaba respuesta, siendo capaz de únicamemte aguardar por algun ruido, algo... pero nada. - Esto apesta. - Dijo al final con un tono serio, quedándose callado por un momento mientras intentaba ver el semblante del menor ante lo que sucedía, lo que veia. -Salgamos, estoy seguro de que vas a vomitar en cualquier instante. - Una vez dijo aquello el hada soltó al joven y se alejó como si nada, caminando hacia la puerta principal mientras que su diestra de acercaba de forma independiente al fuego, apagandolo con un simple movimiento que dejaba a la vista ciertos restos que apenas terminaban de incinerarse. - Dime de que querías hablar. - Le hizo el recordatorio al otro para que se olvidase del tema del fuego al mismo tiempo que abría la puerta y un rechinido escapaba de esta. Zachariah salió de la choza y le esperó justo por un lado de la entrada, recargandose en las tablas más firmes. Su mano mientras tanto, regresaba a donde la mesa, cubriendo el montículo con las alas que apenas estaba dejando humedecer para manipularlas después; tan pronto como cubrió su pequeño juego el antebrazo se unió al arcano que esperaba afuera, tomando un aspecto más correcto para evitar problemas. El hombre se asomó para insistirle nuevamente que saliera, pues de ese modo el olor y el humo podrían irse y ya no les sería problemas a ellos. - Thorn. - Le llamó la atención nuevamente al ver que no salía rápido, con un tono un tanto decepcionado de si mismo, pues de no haber estado quemando quizá hubiese podido aprovechar el momento de la visita ajena para propio interés.
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Post by Ealdrer Netherthorn on Jul 17, 2018 23:36:54 GMT
Siguió con sus profundos ojos los movimientos del hada quien de manera tan campante respondía con cierta vagancia a su pregunta. Su ceño se frunció mostrando su total desconfianza y reproche por su respuesta. Miró nuevamente al fuego y como si se tratara de una extraña e inquietante sincronía, su colega estaba posándose cerca de él, posando el peso de su cabeza sobre su hombro. Sintió las manos del otro rodearle, como si estuviera impidiéndole escapatoria en un gesto que poseía delicadeza, incluso tal vez cariño, pero Ealdrer sabía perfectamente que había tal vez indagado en terrenos que no le correspondían y por ello, estaba atado. Tragó saliva, sí... tal vez, estaría a punto de devolver sus entrañas en ese mismo suelo, sin embargo, no podía quitar la vista de aquellos dedos derritiéndose en el fuego.
Tardó en mirar hacia atrás, hacia la puerta que daba al fin una ruta de escape. Al momento en que la extremidad derecha del hada apagó el fuego, como si se tratase del fin de un trance se puso de pie, siguiendo los pasos de Zachariah hasta afuera. Salió al fin, después de haber sido llamado. Miró con cierto recelo al hombre; sabía lo que hacía... algo prohibido y oscuro... Conocía bien esos procesos que por mucho que estuviera al tanto, los reprobaba pero no diría más... No. Hablaría de lo que tenía planeado hablarle y tal vez podría escaparse de los enredos turbios del hada pero... ¿qué era lo que quería decirle? Se recargó sobre uno de los pilares de madera, del lado opuesto de Zachariah. Frotó el puente de su nariz con sus dedos, mostrándose visiblemente perturbado, molesto incluso. -Era... era algo demasiado simple. Me has contado que llegan hasta esta puerta pordioseros y otros idiotas perdidos... Iba a pedirte que les vendieras la idea de pelear por mí a cambio de dinero y un techo bajo el cual dormir...-. No había entusiasmo en su voz, era casi monótona; había perdido toda emoción de presentarle esta propuesta a Zachariah.
Respiró profundo... aún sentía el olor carcomiéndole los pulmones.
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