Post by Lorelei on Aug 9, 2018 7:55:17 GMT
Era una buena mañana, especialmente después de haber conseguido un lugar, un pequeño refugio y buena compañía, había despertado en calma, extrañamente sin ser acosada por sus pesadillas usuales en las que soñaba ahogarse y las escenas de un probable pasado o delirios atroces inundaran su mente, calma tal vez causada por el cansancio o por la comodidad del lecho en el que Enzo le había ofrecido para descansar en su casa, sin embargo, desde que había despertado, los nervios le consumían, pensaba en lo de visitar el barco, adentrarse en el especialmente, después de todo, apenas y se había atrevido a dormirse a la sombras de la maderas mojada y rota, puesto, desde que había despertado en la playa, desde el punto destruido y molido desde el que podía accederse al interior del barco le causaba terror, incluso si le idea de quererlo hacer de ese pedazo de madera destruido su hogar, le aterraba la idea, razón por la cual se había dedicado a simplemente acurrucarse en el exterior bajo una un grupo de madera húmeda.
Se levantó con pasó lento y nervioso, caminando hacia la puerta para salir y estirarse fuera de la cabaña y observar el mar, no supo donde se encontraba Enzo, así que optó por caminar hacia las orillas del mar donde las olas acariciaban la arena dejando marcas de estas mismas. Con pasó lento miró las extensiones de arena fina y blanca buscando al moreno, aunque pensativa y nerviosa por lo del barco, ansiaba ayudar al muchacho en sus hábitos de mañana. Le divisó a los lejos y se acercó a él, tocándole la espalda un par de veces, esperando por su reacción. -Buen día joven Enzo- No quería interrumpirle pero tampoco ser grosera.
Se levantó con pasó lento y nervioso, caminando hacia la puerta para salir y estirarse fuera de la cabaña y observar el mar, no supo donde se encontraba Enzo, así que optó por caminar hacia las orillas del mar donde las olas acariciaban la arena dejando marcas de estas mismas. Con pasó lento miró las extensiones de arena fina y blanca buscando al moreno, aunque pensativa y nerviosa por lo del barco, ansiaba ayudar al muchacho en sus hábitos de mañana. Le divisó a los lejos y se acercó a él, tocándole la espalda un par de veces, esperando por su reacción. -Buen día joven Enzo- No quería interrumpirle pero tampoco ser grosera.