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Post by Deleted on Apr 27, 2017 22:39:13 GMT
La tormenta rugía contra el mar, la lluvia omnipresente caía como ajugas crueles sobre el hielo, el viento polar aullando como un lamento de muerte, de luto todavía no terminado entre los témpanos. Truenos extendían sus sombras en un laberinto helado, como si fueran rocas de fantasmas de tiempos pasados, visiones sombrías de tiempos de ceniza y muerte, palidos espectros de dioses que nos abandonaron, o que murieron, a quienes les importaba la diferencia ya se desvanecieron, con las eras pasadas.
Las nubes no dejaban ver nada por sobre ellas, eran una cúpula opresiva que cortaba el cielo, oscureciendo las estrellas y la luna, creando una cueva, una carcel en la que las sombras parecían exagerar el eco de los truenos y el rugir de las olas contra los glaciares, una imaginacion precoz quisa pudiera confundirlos con el eco de los lamentos de una bestia, y el rugir de su furia inútil contra el mundo. Pero para el que agudizara el oido, para el arcano que se atreviera a ignorar el viento cortante, y el frío aplastante, había algo mas en la noche: Gritos desgarradores acompañaban a la tormenta
Por entremedio de las nubes, se podía apreciar un patrón salvaje, acompañando a la tormenta. Una silueta quebrando la calma, enmarcada por dos alas azules, membranosas. Un destello enceguecedor, un relámpago que se extendíe como un árbol por el cielo, y luego el rugido, un lamento enloquecido contra el viento. Una y otra vez, constante, eterno, demente.
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Post by Deleted on May 8, 2017 3:53:18 GMT
Nada. Nunca nadie. Nunca nada.
La soledad y el frío eran siempre los mismos. Mirovia era un infierno, un infierno helado de indiferencia, cerrado de puertas al mundo, un hoyo donde se jugaba a creerse en el edén, a simular que ya no habían humanos, mientras, lentamente, se iban transformando ellos mismos en humanos.
No me digas que es mentira, se puede ver, se puede ver en la condescendencia con la que se trata a una percibida nobleza, en la busqueda de una normalidad aparente, en el intento de mantener un mundo controlado, edificaciones permanentes, una fachada humana.
La locura de la dragona se acrecentaba por momentos, ¿Era el viento aullando, o eran los gritos de arcanos que ahora escalaban hacia su guarida, buscando matarla a el, rematar el trabajo que empezaron los humanos, decenas de años atrás? Sorpresa para ellos, ya no había mucho que matar, HgridModdir apenas estaba viva, la sombra que quedaba de ella era poco mas que un animal feral.
Un último rugido quebro el cielo, mientras una sombra enorme rasgaba uno de los iceberg cercanos, hundiendolo en el mar. Momentos despues, la sombra despegó hacia el sur, lejos, lejos de todo, lejos de la vida.
HgridModdir escapaba
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