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Post by Marcelus Odov on Apr 28, 2017 5:28:09 GMT
Dicen que la soledad es un estado emocional pasajero, que dura muy poco... Pero cuando se vive tanto tiempo con ello, comienza a ser tan normal que ignoras el daño que te desgarra silenciosamente desde dentro.
¿Cuanto tiempo ha pasado? ...
Hace tiempo que llevaba vagando por el fondo de aquellas aguas. Tanto, que el dolor en su muñeca había pasado de ser insoportable a una sensación completamente normal, ni siquiera quería prestar atención a ello, al como el metal había llegado a encarnar su piel al punto de hacerle un blanco fácil para los tiburones. Estaba cansado, con la piel llena de heridas, hambriento por lo poco que podía cazar cuando se encontraba atado a aquella enorme esfera de tan pesado material.
Las heridas de su muñeca no eran las únicas que lucían sobre su piel. Varías cicatrices se habían formado con el paso del tiempo debido a los diversos ataques por parte de los depredadores que podían olfatear su sangre, pero al menos se encontraba mejor. Haber pasado tanto tiempo arrastrando la esfera por la arena del fondo sin detenerse, lo había llevado a ver cada vez más de cerca la luz que se proyectaba desde la superficie y encontrar más cercana la linea que mostraba el limite del mar. Mientras más cercano se veía, más esfuerzo ponía en su labor y tras haberse negado a descansar por un par de noches, a la tercera mañana estaba al fin sacando su cuerpo del agua y sintiendo, como si fuera un ser completamente nuevo, los rayos de sol acariciarle la piel.
Su piel lucia realmente pálida por la falta de sol, sensible a sus suaves caricias, pero ni esto lo hicieron buscar sombra o regresar al agua. Solo deseaba cerrar los ojos y descansar, celebrar su victoria en silencio al disfrutar de su primer sueño en la superficie, después de tantas noches en la oscuridad de las profundidades.
No había prisa... Después de todo, no tenía un sitio al cual ir.
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Post by Deleted on Apr 28, 2017 5:54:00 GMT
Escapar.
Escapar del pasado y del dolor, destruyendo el presente. Escapar de las cicatrices del alma, consiguendo cicatrices en la carne. Escapar de los recuerdos, haciendo que los dias fueran siempre igual.
HgridModdir llevaba ya demasiado tiempo escapando. Encerrada en un autoexilio, sin dejarse aparecer ante otros arcanos, disfrutando de los vuelos de soledad, comiendo las pocas presas que podía atacar con una garra menos, sobreviviendo, mas no se podía llamar vida a lo que estaba en el alma de la dragona, no, la vida habia muerto junto con su hijo, hace decenas de años.
¿Se podía Escapar de los escapes? ¿Exiliarse de su exilio? Ya no podía la dragona seguir en los fiordos de invierno, no eternamente. El aire y las tormentas, llantos eternos, no la dejaban dormir en paz. Tenía que huir de allí, seguir los vientos, emigrar, aunque sea un tiempo, antes de volver a su guarida. El cansancio de sus alas entumedecía su mente, y la dejaba encontrar lo mas parecido a la paz que podía sentir ahora mismo, el cansancio embotaba sus sentidos, y la hizo dormitar, recordar los ultimos días antes del frenesi, el cadaver de su hijo , siendo arrastrado pesadamente hacia la playa, su cuerpo lleno de cicatrices, maltrato de humanos, su brazo encadenado a una bola de...
Momento. La dragona abrió sus ojos, atenta. Aquel no era su hijo, pero si era una cria, un polluelo herido, un ser acuatico, con una bola de negro y vil metal encadenandolo, arrastrandolo. Igual que como la arrastraron a ella, igual que como arrastraron a su hijo.
No iba a permitir que otro Arcano muriera a manos de los humanos. No en este santuario, por muy poco que a este lugar perteneciera la dragona.
-¡AGUANTA POLLUELO, VOY POR TI! - Rugió , mientras caía en picada hacia la playa. Estaba demasiado cansada para poder aterrizar bien, y se estrelló pesadamente en la playa, a decenas de metros de la pobre criatura. Hizo fuerza con la pata izquierda para incorporarse, las alas ya inútiles del cansancio, y avanzo cojeando en sus tres extremidades hasta el tritón. El pobre tenía la piel palida zurcada de costras y cicatrices, la muñeca casi hasta el hueso por el artefacto vil que habian implantado en el. El corazón de HgridModdir se llenó primero de ira, y luego de pena, derritiendose ante el desvalido Tritón. Lo cubrió con sus alas, protegiendolo con su enorme cuerpo, y llevo su hocico al lado de su rostro, reconfortándolo con una caricia maternal.
-Tranquilo, Tranquilo- Susurró en un tono cantado, relajador, como una cancion de cuna - Mamá llegó, mamá esta acá, estas a salvo, no dejaré que te vuelvan a poner un dedo encima esos demonios - Se recostó cuan larga era a su lado, creando una guarida para el con su cuerpo. Separó su morro del tritón, y dirigió sus quijadas a la cadena. Con todas sus fuerzas, ignorando el dolor de sus dientes, rompió el metal, lanzando virutas y pedazos por el aire. Cubrió con sus alas el cuerpo de la criatura para que ningun fragmento suelto le llegara, ignorando el dolor que causaban cuando se enterraban en su carne.
Había encontrado un nuevo hijo
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Post by Marcelus Odov on Apr 28, 2017 6:44:05 GMT
Había llegado a olvidarlo. Había olvidado el bello sonido que podían producir las olas que s producían en la superficie, ese bello cantó que solo se podía escuchar cuando te encontrabas en el sitio donde el agua acariciaba la tierra y el cielo besaba el mar, susurrando con su viento cánticos que solo aquellos que podían detenerse a contemplar aquello, podían llegar a disfrutar de todo eso. Había pasado tanto tiempo bajo del agua, que había olvidado lo bien que se sentía la tierra pese a que fuese una criatura de agua fría y hielo.
Estaba disfrutando de aquello, aunque aquello no era del todo agradable, puesto que la arena fuera del agua era incomoda y parecía pegarse mucho a su piel, ademas de que el sol podría llegar a causarle buenas quemaduras en la piel, pero estaba ya harto de moverse. Ni siquiera sabía por que había buscado la superficie, nunca había existido la esperanza de encontrar ayuda o algo de comer esperándole, pero no se arrepentía de estar ahí. De alguna forma lo sabía, tendría que regresar al agua debido a que la esfera sería aún más pesada fuera del agua y el no podría alejarse demasiado del mar con las pocas fuerzas con las que podía llegar a moverse. Aventurarse dentro de aquella isla, era ante sus ojos una manera de buscar la muerte a pasos apresurados, volver al mar era algo que no deseaba, pero quizás tendría que acostumbrarse a la idea de que la libertad no se le concedería pronto. Era extraño querer sellar su forma y andar, pero de seguro aquello sería tan doloroso y difícil en su estado, que acabaría dándose un buen golpe contra el suelo. No lo intentaría, solo esperaría a que quizás su piel ardiera si aquello era posible o a que el cansancio terminara de matarlo, pues no dudaba que podría terminar siendo comido por las aves que ya rondaban sobre su cuerpo si dormía con la profundidad que su cansancio ameritaba.
Con los ojos cerrados, tomó la decisión de dejarse llevar por lo que su cuerpo pedía a gritos y dejar todo lo que pudiese ocurrirle a la suerte. Quien diría que en el justo momento en el que comenzaba a dejarse llevar por una suave melodía que solo sonaba dentro de su cabeza, escuchó un rugido estremecedor, que lo obligaron a abrir los ojos de golpe y dar un salto en cuanto el suelo retumbó.
Su corazón dio un vuelto al ver a aquella enorme bestia acercar aquella peligrosa mandíbula llena de dientes hacía él, pero pronto no supo como reaccionar ante las acciones que esa criatura tenía a su persona. Era la primera vez que estaba ante una criatura así, pero no era desconocida para él, pero no sabía si sería devorado o aquel enorme ser solo era curioso. Enmudecido por la impresión, observó con ojos cansados a la dragona que pronto le causó un dolor algo fuerte por el roce de las cadenas, que no pudo evitar dejar brotar de sus labios un fuerte alarido, pero se sorprendió al ver que era libre.
– ¿Qué?… – Observó el metal roto a su lado, sintió el alivio de su piel bajo la sombra de sus enormes alas. – ¿Eh?… – Estaba confundido… – ¿Por qué? … Es decir, gracias. – No entendía del todo aquella situación, pero aquello cambiaba muchas de las cosas en las que había estado pensando. Ahora estaba libre, aunque… Era raro. De repente comenzó a sentir un vacío, como si estar atado a aquella esfera le hubiese dado una razón de vida que desconocía más allá de la sensación que le provocaba y que ahora tan pronto extrañaba su falta. – ¿Has hecho eso para comerme? – Tuvo que preguntar, no era tiempo para pensar en que haría más adelante, pues no sabía si aquello iba a suceder. – Si es así… Tengo que decirte que estoy casi en los huesos. – Si lo que buscaba era una recompensa, desgraciadamente su única posesión era aquella esfera metaliza, aunque dudaba que alguién la desease.
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Post by Deleted on Apr 28, 2017 7:30:12 GMT
El corazón de la Dragona se encogío al ver la reaccion de la criatura. Podía ver en los ojos del triton la aceptación de la muerte, ningun rastro de la esperanza de vivir. Roto. ¿Si Eldingdarg hubiera sobrevivido en vez de ella, si ella hubiera tomado el lugar de su hijo, estaría asi? ¿Podría Eldingdarg sobrevivir en el mundo cruel que se había convertido esta tierra, y no terminar igual de quebrado? herido por fuera, pero quebrado por dentro. Las heridas del espíritu eran las ultimas en sanarse, y algunas no se sanaban nunca, quizá el pobre ya era incapaz de sentir confianza.
Pero por otra parte, no podía evitar sentirse culpable. Despues de todo, ¿que es lo que estaba viendo la criatura? a una Dragona de seis metros, con unos colmillos tan duros que podían romper el acero de una mordida, en una boca desfigurada para siempre, enmarcada por una sonrisa cruel constante gracias a una herida en su morro. Sus garras eran instrumentos de matar, que habian bebido mas sangre que mil espadas, y se notaba el uso en lo gastadas que estaban. Su cuerpo estaba recubierto de cicatrices de pelea, y el muñon que le quedaba de su pata izquierda indacaba que habia perdido una pelea, pero había sobrevivido.
Era un monstruo. Un monstruo de guerra que habia soñado con volver a ser madre. Y las palabras del pequeño eran un baldazo de agua fría que la volvía a traer a la realidad.
Pero no, no podía ser asi. El era Eldringdarg renacido, su hijo que el mar le traía de vuelta, tal y como le habian prometido que ocurriría. Estaba convencida de ello, solo tenía que esperar que lo volviera a reconocer. Lentamente, paso a paso, podía hacerlo.
Podía volver a tener una familia.
- No pequeño... no estoy aqui para hacerte daño. -Canturreó, con la voz baja, alejando su rostro para que no se sintiera amenazado - Estoy aqui para cuidarte. Igual que lo he hecho antes, igual que lo volvería a hacer siempre. ¿Que te hicieron los humanos esta vez? ¿Te volvieron a encadenar? - dandose cuenta que estaba levantando la voz, que sus palabras adquirían los tintes de rabia, se obligo a calmarse, y a calmar a su nuevo hijo - Shhh...pero todo esta bien ahora, tranquilo, mamá llegó. Descanza, no te muevas mucho ¿Sientes algun hueso mal? ¿Algo que no puedas mover? ¿Hambre? ¿Tienes hambre? - La mencion del estado nutritivo de su cría puso en alerta a su madre... ¿Que podría comer su hijo? ¿Peces? se incorporó, mirando el mar - Voy a conseguirte comida. Espera aca unos momentos.
Dicho eso, la dragona volvio a alzar vuelo, un vuelo lastimero, agotado, sacrificado. El vuelo de una madre que volvía a encontrar a su hijo
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