Bajo la luna llena

La voz de Amalthea era como un sueño de cristal, una vision de un mundo  perdido, que no existió mas que en un suspiro veraniego, y que sin embargo, volvía a renacer en ese momento frente a sus ojos.  Era un canto a la primavera, a los capullos que empezaban a florecer, y a la vida que volvia a renacer. Era el canto de un ser del bosque, o del bosque mismo, el orco no estaba del todo seguro. Solo podía seguir el rasgueo, hipnotizado.


No fue mucho hasta que un círculo de oyentes se aproximo a escuchar la cancion de la doncella. Luces danzantes de las hadas, suspendidas, mientras admiraban la dulce voz en medio de la noche. Garkal mismo dejo de tocar, sintiendo que la guitarra era indigna acompañante de la voz de Amalthea.

Cuando termino de cantar, se hizo el silencio en la noche, cortado solamente por el crepitar de la fogata. Ni siquiera las cigarras se atrevían a cantar, pues habían sido empaledecidas y avergonzadas se limitaban a esperar que el sonido volviera. Ni siquiera los peses chapoteaban en el lago, todos atentos, algunos llorando, conteniendo las lágrimas tras la cancion. El silencio, respetuoso, se extendio durante cinco segundos mas.


Hasta que lentamente, Garkal empezó a aplaudir, una gota solitaria corriendo por sus mejillas

El saber que él habia sido el primero en escuchar esa cancion desde hace tanto tiempo hizo que la sangre se agolpara en sus mejillas, sin embargo, respeto el silencio, mientras se daba cuenta de la enormidad del disgnificado del canto. Allen...el mismo nombre que había susurrado antes de desmayarse. ¿Había sido su familiar? ¿Su marido? ¿Su hijo?

La curiosidad de Garkal era enorme, pero el sabía reconocer cuando una flor es demasiado delicada como para tocarla, y cuando un tema tiene unas raices demasiado arraigadas en una grieta del corazon como para moverlo.  Se acercó hasta ella, evitando el contacto visual, evitando incomodarla, y luego, recostado en el suelo, y apoyado en un tocón, empezó a tocar, dejando que los dedos sobre las cuerdas dijieran sobre el apoyo, sobre la alegría del nuevo mundo, sobre las oportunidades que existían allí.

Sobre una felicidad que esperaba que Amalthea pudiera encontrar.






El ultimo de los acordes se perdía en el bosque, y el eco de las estrellas acompañaba a ambos, dejando que las memorias se fueran a lugares mas bellos, a lugares mas calmos.
Solo entonces Garkal se atrevió a preguntar, buscando las palabras correctas, pero sin encontrarlas. Apenas atreviendose a balbucear, a preguntar lo obvio

-Fue...¿Fue muy duro perderlo?

¿Que se puede responder ante la pérdida de un hijo? Garkal intento imaginar lo que sería perder a sus padres... pero ni siquiera podía imaginarlo. ¿Como podía la musica siquiera alegrar ese momento? Incluso los pies danzantes de Amalthea habían muerto. Sin embargo, dejar que el silencio se extienda, era peor. Podía sentir los leves estremecimientos que indicaban los sollozos reprimidos de la joven, y sintio dentro suyo esa sensacion de que el podía, no, que debía sacarle aunque sea una sonrisa, brindarle aunque sea un momento de paz...¿pero como hacerlo sin que se vuelva incómodo?.

-Nunca podría imaginar un dolor asi-musitó el orco, mirando el suelo - No podría imaginar lo que es perder a alguien tan cercano. Supongo, que como siempre me ha dicho mi familia, es simplemente que tengo suerte- Inhaló hondo, conteniendo las lágrimas, y se atrevió a mirarla a los ojos, a mirar esas estrellas de dolor - Quisiera poder pasarle un poco de mi suerte, un poco de mi alegría. Espero haberlo logrado... Y si no lo he hecho, prometo que volveré para cantar con usted cuando me lo pida. Cantar saca siempre lo mejor de uno mismo, dicen los sabios- le dedico una leve sonrisa, un intento de sacar algo bello a flote desde la mas profunda de las tristezas.

Incluso él sabía que era un esfuerzo futíl, pero quería hacerlo de todos modos

El tacto delicado de Amalthea hizo que el orco se sonrojara un poco. Siempre había cantado de grandes héroes, de hazañas increibles, y de princesas dulces que suavemente los motivaban e impulsaban a seguir adelante. Pensó siempre que eso era algo falso, una alegoría, cuentos de niños. Sin embargo, en ese momento, se sentía realmente como si fuese el héroe de uno de esos cuentos. -A usted se lo agradezco, dama Amalthea. Por permitirme conocer un poco de usted, y vivir una noche increible -

Se extendió en el suelo, su mirada siguiendo las chispas de la fogata alzarse hacia el cielo, tocando las estrellas - En mi clan dicen que los muertos viven en las estrellas, siempre y cuando mantengamos el recuerdo de ellos en nuestras mentes. Las chispas de la fogata son nuestros mensajes hacia ellos. Quien sabe, quiza su hijo la escucho cantar allá arriba, y brilla con un poco mas de fuerza al sentirla cerca

Habían leyendas antiguas, que decían que las lágrimas de unicornio eran tesoros preciados, capaces de realizar milagros, curar heridas, y conceder deseos a quienes las almacenaran, que eran como gemas, estrellas hechas líquido que habían descendido a la tierra, brillantes estelas de emoción pura. Verlas caer al lado de la fogata, enmarcando la felicidad y melancolía de amalthea era como ver el rocío de la mañana cayendo sobre draconia, o las auroras boreales enmarcar el templo de invierno.

Era ver un milagro.

distraidamente peniaba Garkal los cabellos de Amalthea, mientras veía las chispas del fuego ascender al cielo, llevando el regalo de una madre. Sus pensamientos fueron hacia su pasado, o hacia el pasado que nunca vivió, hacia sus familiares que nunca conocío, a aquellos que no podrá recordar. ¿Estarían sus ancenstros víendolos desde aquellas estrellas?.

Esos pensamientos quedaron cortados cuando una solitaria estrella fugaz cruzó el cielo, por solo un instante. Garkal sonrió
-Mira, creo que tu hijo te responde

La luz de la luna bañaba plácidamente el campo, como si fuera un bálsamo de alegría. Atrás habian quedado los momentos de sombras tras la venida del venado oscuro, y las memorias habían dejado de ser ponzoñosas. Garkal suspiró, satisfecho, sintiendose un poco mas feliz, un poco mas lleno y un poco mas pleno, la sensacion de haber logrado que magia de verdad ocurriera esta noche en el pecho. Las heridas interiores cicatrizaban, los recuerdos, volviendo a ser momentos bellos, memorias de momentos especiales. Si aquello no era magia, ¿entonces, que si lo era?

La mente de Garkal empezaba a divagar ya. El calor de la fogata, y la canción de Amalthea endormeciendo sus sentidos. Había sido un buen día, y una noche aún más espectacular. Distraídamente, giro su cabeza para ver a Amalthea. Bajo la luz de la luna cantaba sonriente, con la misma luminosidad que un reflejo de la luna sobre el mar en calma. Y en su regazo, una pequeña criatura dormitaba. La mente medio dormida de Garkal apenas registro aquello como algo especial _{-Hola, Allen -} murmuró adormilado, mientras su mente dejaba de estar del todo firme en el mudno