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Post by Deleted on Apr 28, 2017 18:47:39 GMT
Esa mañana se despertó cansado, sintiéndose como un día de noviembre. En noviembre se desafían los antílopes y las hembras traen a sus crías en primavera. Pensó en casa, en las montañas cargadas de nieve, del olor del hombre y la pólvora. Y ensimismado, había deambulado hasta una taberna local, al haber dormido el día completo la pulla de la soledad le mordía los talones con mayor fuerza.
En días como esos pensaba que le gustaría ser un antílope.
Pensaba en la manada, en electricidad y en las estrellas lejanas.
El cigarrillo descansaba en el cenicero extinguiéndose lentamente, el humo blancuzco especiado a hierbas lamia la negra madera y desaparecía en la oscuridad del techo. Fiel a su amo, como un gato se frotaba dejando un pequeño rastro aromático en su capa negra.
Sus dedos tamborilearon sobre la superficie del tarro frío de absenta, recogiendo la lágrima solitaria que se deslizaba sobre la bebida, abstraído sus ojos negros escudriñaron el resto del local posándose por un segundo en algunos ojos, en rostros extraños. No buscaba a nadie en especifico y si lo hacía era a un fantasma pálido y distante. Le interesaba la charla, el intercambio más no el rostro. La barra era idónea para los solitarios, para quienes deseaban expiarse confiados en la comodidad de un desconocido.
Se alejaba por instinto del bullicio y no apreciaba un interés hiperactivo. La calma y la mesura eran las que visitaban a los tipos como él, a las que les abría los brazos sin chistar. Y de todos maneras no era muy diferente de allá fuera, a su manera alguien lo vería e iría por él, y a la vez, él esperaba a que eso sucediera. Con una sonrisa o una lengua afilada.
—Somos todos cazadores y somos todos presas.
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Post by Melfaron Praoxhar on Apr 29, 2017 20:40:10 GMT
- ¿En serio? Qué profundo. Yo pensaba que éramos arcanos y ahí se terminaba la cosa.
Melfaron estaba sentado lo suficientemente cerca como para escuchar aquel curioso comentario, y la taberna estaba lo suficientemente tranquila y vacía como para poder responderle estando sentado a un puesto de distancia en la barra. El baphomet tenía los codos apoyados en la esa, su cabeza apoyada sobre sus manos y los ojos fijos en aquel hermoso extraño que se dedicaba a fumar, beber y escupir frases filosóficas. Normalmente no le hubiera hablado a nadie, pero esa tarde estaba mortalmente aburrido. Las pocas veces que iba al Dragón Ahogado a charlar con el otro tabernero eran unas visitas rituales en las que le preguntaba cómo estaba, cómo iba el negocio, lo invitaba a pasarse alguna vez por la Doncella Borracha (cosa que sabía no iba a ocurrir nunca) y se iba, pero en aquella ocasión su compañero de rubro había insistido en que se quedara un rato más, que probara su comida. Total, Mel ahora tenía ante él un plato caliente de salchichas y cebollas y una jarra de agua pura. ¿Era esto una venganza por hacerlo perder el tiempo o una muestra de genuina amabilidad? Prefería no pensar en eso y disfrutar su cena.
Supuso que una charla podría ayudarlo a animarse y consideró las palabras del guapo sabio una señal del cielo. Se acomodó de tal manera que pudiera verlo mejor, y, con una sonrisa encantadora en los labios, estiró su mano en dirección al sobrio caballero con un gesto demasiado extravagante, como siempre solía hacerlo. Le encantaba provocar una llamativa primera impresión.
- Soy Melfaron Praoxhar, tabernero y simpático experto en meter la nariz en asuntos ajenos. ¿Qué estabas diciendo acerca de los cazadores?
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Post by Deleted on Apr 30, 2017 0:26:20 GMT
Si se sorprendió ante la efusiva respuesta que rompió sus cavilaciones no lo demostró, su rostro inexpresivo, salvo el permanente ceño fruncido en su frente se giro apenas un tanto para escudriñar al extraño, tomándose su tiempo para responder, su mano se estiro para coger el cigarrillo y darle una profunda calada. Intentando adivinar si aquello llevaba o no una pulla y fallando se encogió de hombros con simpleza mirando la mano ajena y levantar la propia en un firme apretón de sus dedos fríos, sopesando el calor que encontró en la piel ajena, dejando ir el saludo con un roce de la punta de los dedos contra la palma del extraño, un acto inconsciente que solía repetir.
—No dudo que lo sea—Respondió a su afirmación sobre los asuntos ajenos, con una ceja negra arqueada de manera irónica y el asomo de una sonrisa ladina en los labios. Sus ojos negros se clavaron en los ajenos para desprenderse hacia su bebida, llevando al "diablo verde" a su boca.— Llámeme como guste ahua Praxhar, mi experiencia en sus campos es limitada...—Agregó ampliando la sonrisa relamiéndose los labios para dar un trago a su bebida.Cierto era que no se consideraba simpático y si reservado—Todos cazadores, todos presas del tiempo y de los objetos que deseamos.
Sopesó elevando las cejas al tarro y meneando la bebida para mirar al hombre, negando con la cabeza.—Pero usted no parece de los que hablan sobre esas cosas...—Apuró el contenido para pedir un relleno, lanzando una mirada al plato ajeno. —Provecho.
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Post by Melfaron Praoxhar on Apr 30, 2017 19:21:06 GMT
Dioses, su mano era como tomar un cubo de hielo. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al sentir esos dedos congelados deslizarse por su palma. Se sacudió la incomodidad con un largo trago de agua y una salchicha. Escuchaba con atención al extraño, tan oscuro y misterioso que más ganas le daban de molestarlo, pero arqueó las cejas cuando lo vio negar con la cabeza. Se llevó la mano al pecho, fingiendo estar ofendido.
- ¿En serio? Puede ser porque estoy más acostumbrado a escuchar a los borrachos con complejo de sabios que a seguirles el juego, claro que siempre hago una excepción con los arcanos sobrios y de excelente resistencia alcohólica -agregó mirando fijamente el licor en las manos del extraño-. Quizás simplemente no comparto tu visión de los cazadores y los depredadores porque habitamos un mundo donde nadie vive preocupado de la muerte hasta que ocurre, donde los niños pueden salir a jugar hasta la tarde sin miedo y... ya me sigues la idea. Si soy una presa, vivo en la más dulce ignorancia, y si soy un cazador, ¿para qué molestarme en acechar a alguien si puedo acercarme con una sonrisa, un plato de salchichas y un comentario sarcástico?
Le sonrió enseñando todos y cada uno de sus dientes. Volvió a concentrarse en su plato de comida, tenía que terminarlo todo antes de que se enfriara y las cebollas ya estaban tibias. - Gracias, Belial. ¿No te molesta que te llame Belial? Claro que no. Deberías pedirte un plato de esto, está delicioso.
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Post by Deleted on Apr 30, 2017 19:58:31 GMT
Con el tarro lleno de nueva cuenta entre sus dedos lo escucho sin verlo, hundiéndose de hombros sin darle mucha importancia.—Puede ser, el experto en borrachos es usted no yo...—Agregó a su reflejo en la superficie.— No se si aquí haya sobrios tampoco. Así que probablemente le toque aburrirse conmigo. Tomando un trago disfruto de la quemazón breve en su garganta y de la sensación apenas existente del sopor de sus sentidos, aunque sólo podría sentirla y no mostrarla en sus facciones, no iba a discutir, su apasionamiento se encontraba lejos y no había nada por lo que no evitaría rendirse, le dejaría expresarse puesto que tenía tanto derecho como él, sin embargo mientras no le afectará no haría nada más que escucharle.—Quizás...o quizás no la entienda como yo la suya, pero en este mundo que menciona practicar la tolerancia es parte del día así como aceptar las diferencias. ¡Y bendita sea la diferencia!, pensó. —Un comentario sarcástico—Repitió sonriendo ante una broma privada dejando para si lo que creía de ello.
Levantando la ceja ante el hombre no dijo nada más para dejarlo comer, calando únicamente el cigarrillo, observando como sus formas se desdibujaban en el aire.—No como carne...ni cebollas. Se interpone en un momento agradable con las pucelle.
Agregó como respuesta,sin darle relevancia al nombre, igual, para él había solo uno verdadero que solo daría a su verdugo o su amante. Los demás carecían de importancia.
El silencio se extendió sobre los dos como un manto donde el sonido de la ingesta de vez en cuando lo reventaba, hasta que el tarro estuvo de nuevo vacío. —Pero no veo el fin...—Estrecho los ojos mientras golpeaba el pitillo para hacer caer la ceniza.—De acercarse a alguien con el deseo de incitar una molestia, ¿que de bueno tiene una provocación si busca agradar?, de una manera cínica solo obtendrá indiferencia...habiendo tantos otros a quienes pudo abordar para pasar un mejor momento.
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Post by Melfaron Praoxhar on Apr 30, 2017 21:57:16 GMT
- Ah, la tolerancia... muy importante, tienes razón.
Se dedicó a terminar su comida con calma. Hizo caso omiso al comentario de la carne y las cebollas, aunque quedó intrigado respecto a lo que sí comía. Por la manera en que había dicho lo anterior, Melfaron fácilmente pudo haber asumido que su dieta consistía de piedras y perfume. No entendía el objetivo de cuidar tanto su alimentación y fumar como chimenea, pero no hizo comentarios al respecto. Sabía bien que hay un límite que no había que romper, por mucho que le gustara jugar a estirarlo.
Una vez que ya no le quedó comida en el plato, se limpió la boca con una servilleta y volvió a dirigirse al extraño.
- Si me hubiera acercado y hubiera tratado de conversar contigo hablando, de, no sé, el clima o algo así, ¿te hubieras tomado la molestia de seguir dándome cuerda como lo estás haciendo ahora? Puede que sí, puede que no, no tenía manera de saberlo. A mucha gente le aburren las conversaciones normales (a mí, por ejemplo). O igual puede ser que simplemente soy un amargado -sonrió satisfecho-. Me mantuviste entretenido durante mi cena, me hiciste darle más vueltas a eso de los cazadores y las presas. Se nota de lejos que eres un hombre inteligente. Muchas gracias, Belial, lamento mucho que hayas tenido que ser objetivo de mis idioteces. ¿Hay algo que pueda hacer para compensártelo, además de irme y no volver a hablarte?
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Post by Deleted on May 1, 2017 6:28:13 GMT
Lo escucho de principio a fin de forma tranquila, apartando de vez en cuando un mechón rebelde que le caía sobre el rostro cada que bajaba la cabeza para encontrarse de nuevo con su bebida. Asintiendo a sus primeras palabras. Sintiéndose cómodo y relajado, sus ojos se habían empequeñecido apenas un poco por la bebida.
Meditando en silencio lo que pensaba de cada palabra que se desbordaba de la boca ajena. —Definitivamente le hubiese contestado, de forma cordial y educada.—Lo miró parpadeando, mirando hacia el cigarrillo, sus pestañas hicieron sombra mientras lo trasladaba a sus labios, pellizcandolo entre los labios ya casi extinto.
Una sonrisa abierta se extendió en sus labios mientras que metiendo la mano en el interior de su capa extraía un par de monedas para pagar la bebida ingerida—No veo porque tanto dramatismo, más con las damas uno se acostumbra a ello— encogiéndose de hombros dejo las monedas en la barra mientras se daba la vuelta, con la sensación de necesitar aire fresco pesé a que el estado de ebriedad no le duraba lo suficiente nunca. Apenas comenzaba el sutil mareo cuando súbitamente desaparecía, como el humo.
—No escuche idiotez alguna de su parte, ahau Praoxhar, pero tampoco tendrá que hacer nada, no fue mi intención ofenderle sino buscar una manera más suave de entretenimiento, sólo pensé que usted es de los que prefieren hacer algo que buscar en temas obsoletos. Mis disculpas, seré yo quien me marche...que su noche sea placentera. Diciendo esto se dio la vuelta con una sonrisa acariciarte sacudiendo la mano en el aire mientras salia.
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Post by Melfaron Praoxhar on May 2, 2017 3:27:09 GMT
Así que Belial sabía sonreír... ah, y su sonrisa era bella, con razón hablaba tanto acerca de sus relaciones. Seguro era todo un galán. Probablemente haya estado esperando que se le acerque una linda y agradable arcana y en lugar de eso solo había obtenido un dolor de muelas en forma de diablo. Melfaron, muy a su pesar, se sintió culpable. Se esforzó en sacudirse esa culpa fuera del cuerpo mientras que escuchaba a Belial hablar y acusar su dramatismo, siempre con la mirada atenta y una sonrisa tranquila en la boca.
- Siendo ese el caso... en verdad lo siento. Estoy demasiado acostumbrado a tratar con lenguas flojas y cerebros que funcionan a medias. No me ofendes en lo más mínimo, Belial.
Creyó que con eso podría irse en paz, pero el destino quiso que Belial decidiera irse al mismo tiempo que él. Era como un mal chiste. En fin, tomó su bastón (que había dejado apoyado a su lado todo el tiempo), se levantó y dejó el dinero de la comida encima del plato. Caminó tratando de no hacer tanto ruido con su bastón.
- Me temo que te molestaré hasta la puerta... yo también me voy. Me pillaste en un mal momento, pero permíteme invitarte a mi taberna un día de estos. No sé si has oído hablar de la Doncella Borracha, pero queda al final del mercado, tres calles a la izquierda. Ya te dije que se me da mejor escuchar que hablar, ¿no? A todo aquel que me cuente una buena historia o logre entretenerme le regalo una cerveza, un vino o la bebida que quieran -le dijo amablemente, como si fuera una invitación honesta a pasar un buen rato. La verdad, lo era, pero estaba tan acostumbrado a mentir que estaba seguro de que Belial iba a pensar que le seguía tomando el pelo.
Ahora sí, se sentía mejor. Antes de salir por la puerta, hizo una pequeña reverencia a modo de despedida, acompañada de una sonrisa a medio camino entre la burla y el coqueteo. - Por cierto, no puedo evitar ser dramático. Nos vemos, ojalá.
Se alejó despidiéndose con la mano, igual que Belial lo había hecho antes.
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