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Post by Sabrina Poplawski on May 2, 2017 7:03:11 GMT
Al ver aquél mensaje en su tableta, sus manos temblaron e inmediatamente se apresuró a tomar todo lo que fuese necesario para asistir a Atlas. No sin antes haber recibido un mensaje por parte de Kaira Voll, ofreciéndose para ayudar. Brevemente le explicó de sus conocimientos herbolarios por lo que no lo consideró un estorbo. Accedió sin chistar y en seguida, tomó todo tipo de herramientas, medicinas entre otras cosas que llevaba en su bolsa por ocurrencias generales, incluyendo, una burbuja que hacía posible para arcanos no-acuáticos respirar debajo del agua. Una tecnología que no existía fuera de Aqualia; aún. Sus compañeros del laboratorio no vieron extraña tal conducta en la sirena puesto que era común que episodios de euforia la atacaran, haciendo que dejara suspendido todo su trabajo por ir en busca de especímenes o llevar a cabo otras investigaciones. Sin embargo, esta vez era algo de urgencia. "arpon kjefesc kaira dddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddddd" eso era lo que Atlas había escrito, sin contar que había también tecleado su nombre minutos antes. Usó su habilidad en el elemento para nadar lo más rápido que su cola le permitiera.
Arpón. Debía de haber algún atacante cerca. Sacó la cabeza del agua, buscando algún barco, algo que fuera una pista... pero sabía perfectamente quién había sido el agresor. Eso no importaba ya, lo que era imperativo correspondía a la salvación del Guardian. No pudo distinguir a nadie, sin embargo, en la orilla, pudo ver una figura... no conocía a Kaira en persona, pero se imaginó que era él. No había nadie más en la orilla. Se apresuró para nadar hasta él, al tiempo que sacaba de su bolsa aquella burbuja. -No tenemos tiempo; métete- indicó con un gesto serio un tanto enfadado que no se debía al chico frente a ella, sino al estrés y a la urgencia que sentía en aquél momento. La burbuja se extendió entre sus manos, la cual colocó sobre la cabeza del chico, dándole oportunidad de respirar, hablar y ver con claridad debajo del agua. Tomó la muñeca del unicornio, jalándolo con fuerza. -Has de ser lento para nadar; no me sueltes-. En seguida, se introdujo en el agua para nadar en dirección al lugar de guardia de Atlas, el Último.
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Post by Kaira Voll on May 2, 2017 7:22:56 GMT
Esa conducta extraña no parecía ser un simple juego, nunca le llamaba ... algo debía de estar mal. Desgraciadamente todas sus sospechas se confirmaron cuando leyó la palabra "arpón" sin pensarlo más llevó a la playa todo lo necesario para ayudarlo. Afortunadamente estaba cerca de ahí.
Sabrina lo esperaba; no tuvo tiempo de admirar la burbuja que se colocó, no había tiempo que perder. Temeroso se hundió en el agua asombrado, ¡era increíble, podía respirar! Pero no era tiempo para maravillarse, no hasta saber que su amigo estaría bien.
Aferrado a la sirena, intentaba buscarlo, era de noche y no podía ver bien.
La chica nadaba decididamente hacia una dirección, supuso que tenía idea donde encontrarlo. — ¿sabes dónde encontrarlo? — sentía su pecho pesado, la boca seca, estaba muy angustiado.
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Atlas
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Post by Atlas on May 3, 2017 0:24:27 GMT
Su cuerpo tocó la arena de las profundidades. La nube roja era fácil de verse a la distancia. El cuerpo del gigante yacía acostado, con un arpón gigante atravesándole el pecho. De su boca salía un hilo de sangre, colándose hacia la superficie lentamente y sus ojos parecían estar en blanco, casi cerrados. Podía escuchar voces, sentir movimiento en el agua, pero todo era distante. Un eco que hacía un vaivén en su cabeza. Las voces se mezclaban y entre ellas, pudo escuchar los recuerdos del pasado que tanto lo atormentaban. ¿Algún día tendría escapatoria a ellos? No solo estaba perdiendo mucha sangre, sino que el veneno se estaba apoderando de su cuerpo con rapidez. Era cuestión de tiempo para que el gigante cayese completamente inconsciente.
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Post by Sabrina Poplawski on May 3, 2017 5:40:02 GMT
Escuchó al unicornio hacerle una pregunta pero la ignoró ya que el palpitar de su corazón estaba resonando tan fuerte en su pecho que sentía que estaba sofocando su voz. Siguió tomándolo firmemente de la muñeca, adentrándose aún más en las profundidades del océano, sintiendo la presión entre más se sumergían. Por primera vez, aquél azul tan infinito comenzó a sobrecogerla de una manera terrible. En la lejanía comenzó a vislumbrar una nube carmesí extendiéndose del fondo hacia la superficie; suavemente cobrando longitud y tamaño. -Ahí está- indicó sin girarse para mirar a Kaira. Nadó más rápido.
No tardaron mucho en llegar; era una visión de lo más impresionante. El colosal guardián se encontraba sobre la arena, tendido entre aquél fluido vital que se escapaba de maneras alarmantes de su cuerpo. Sabrina nadó hasta el pecho de Atlas, soltando al unicornio para inspeccionar la herida. Aquél arpón estaba hundido sobre su pecho; era verdaderamente enorme. De nueva cuenta nadó hacia el rostro del guardián sólo para darse cuenta que aún se encontraba consciente, más el aspecto de su faz indicaba que algo ocurría... No parecía ser un simple shock hemorrágico... Los labios del tritón se encontraban de un color sumamente raro; azulados y la manera en la que su mirada se encontraba perdida y sus extremidades tensas, seguramente que había algo más que una herida causada por algo punzante. -¡NO LO VAYAS A TOCAR!- exclamó al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.
Desde aquella distancia se dirigió al chico para darle instrucciones específicas. -Kaira; ¿tienes algún tipo de pociones que curen el envenenamiento por Strychnos toxifera? Prepara suficiente para Atlas y para mí... Tendré que abrir más la herida para sacar el arpón...- mientras decía esto, se acercaba al chico, tratando de sacarle la vuelta a la estela de sangre que aún no paraba de brotar. -Eso quiere decir que tendré contacto con el arma y con su sangre; pero es la única manera-.
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Post by Kaira Voll on May 3, 2017 6:45:13 GMT
Entre más se acercaban el pecho del unicornio se hacía más y más pesado a causa la desesperación y frustración. Sabrina no respondió absolutamente nada, no la culparía, seguramente ella estaría igual de preocupada que él.
La presión sobre ellos se podía sentir más conforme descendían, no sabía si lo lograría pero tenía que continuar.
Finalmente, en la arena, en el fondo del gran azul, yacía el guardián completamente paralizado. Tanta fue su impresión que sintió su piel erizarse del pánico que sentía, pero debía ser fuerte... no podía ponerse a llorar y no hacer nada, sería como dejarlo morir y eso no permitiría.
Las palabras de Sabrina lo detuvieron y comprendió de que se trataba. Pasó saliva manteniéndose a una distancia prudente.
Por suerte, había llevado lo necesario para ayudarle. Qué lista era Sabrina, enseguida supo qué clase de curare habían usado en contra del tritón, eso facilitaba las cosas... un poco.
Rápido tomó su mochila y prosiguió a preparar una pócima que le ayudaría. Gracias a las burbujas proporcionadas por la sirena. Le era difícil concentrarse, le temblaban las manos, poco a poco, su vista comenzó a nublarse por las lágrimas que invadían sus ojos, pero no podía distraerse con sentimentalismos, no ahora.
Apretando la mandíbula, terminaría por concentrarse y poder terminar lo más rápido posible.
La pócima para Atlas era muy concentrada, si para un arcano normal se necesitaba una dosis pequeña, para el colosal tritón sería 20 veces más.
—Está lista... — anunció a la sirena. — En cuanto me digas se la daré... — lo mejor sería primero sacar el arpón.
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Post by Sabrina Poplawski on May 3, 2017 7:41:35 GMT
Mientras Kaira se disponía a realizar lo que ya se le había indicado, Sabrina comenzó a escarbar en su bolsa para buscar un artefacto de suma utilidad para esta misión de vida o muerte. Un pequeño dispositivo que a simple vista era un rectángulo metálico con líneas que emanaban la luz de la magia del Núcleo de Poseidon. Bien podría pasar por una lámpara, sin embargo, con un comando rápido de voz, una luz se extendió poco a poco, siguiendo las instrucciones de Sabrina que comandaba la longitud. Nadó hacia Atlas quien respiraba en patrones erráticos... Quedaba poco tiempo.
Se encontraba cerca del arpón, tan cerca que la sangre que salía de la herida comenzó a rodearla. La visibilidad al encontrarse ya a tal proximidad era limitada pero a pesar de eso, comenzó a adentrarse en aquél manto rojizo que no era más que un recordatorio de que la precisión y la rapidez eran imperativas. Colocó su mano sobre la carne expuesta; la herida era un poco más grande que ella sin embargo, debía ensancharla un poco para poder maniobrar mejor pero primero, debía cortar aquél arpón a la mitad. Con aquella arma, pudo hacerlo, poco a poco. Fue debilitando aquél metal con el roce de la luz, hasta que al fin, con mucho esfuerzo, logró empujarlo, haciendo caer el extremo de aquél objeto. Una estela de arena se levantó con el roce, mezclándose con el color de la sangre. En ese momento, Sabrina se giró lentamente hacia Kaira; era preciso que estuviera todo listo.
Como si estuvieran en sincronía, en ese momento el chico anunció que estaba preparado... perfecto. Sabrina asintió suavemente, sonriéndole al muchacho quien parecía haber estado llorando. Qué fortuna que sus emociones no lo hayan dominado... eso esperaba. No quedaba más que confiar que el antídoto sería eficaz. -Kaira... De hacer falta, enfócate en salvar a Atlas; él es más importante que yo-. Sin agregar más a sus instrucciones, introdujo el arma que llevaba en su mano para agrandar el espacio ya que apenas y podía introducir sus brazos por completo. El arpón no parecía haber levantado carne, estaba bastante apretado contra la piel; su punta había sumido todo el tejido lo cual hacía difícil a Sabrina tener entrada al pecho del coloso.
Conforme maniobraba, levantaba la mirada para ver a Atlas; sus ojos se abrían y cerraban con pesadez. Su boca se movía con lentitud y en ocasiones podía jurar que su cuello se movía un poco pero lo más importante; aún salían burbujas de su nariz. Seguía con vida. La luz del artefacto volvió a su sitio, quedando de nuevo como un simple rectángulo de metal. Estaba lista para entrar. Fue empujando la carne a los lados, sintiendo los músculos internos de Atlas presionarla. Era como un abrazo que terminaría en algo letal. Comenzaba a sentir los efectos del veneno; el mareo la invadía. Extendía el rectángulo frente a ella para alumbrar su camino mientras el palpitar lento y resonante de Atlas hacía vibrar todo su cuerpo. Sentía cómo poco a poco se aturdía. El sabor metálico de la sangre se filtraba por su garganta empeorando a una velocidad alarmante el envenenamiento. No... no... faltaba poco, muy poco. Seguía la longitud del arpón con sus manos que no era tanta pero se sentía como tal por los efectos del veneno que comenzaban a cansarla. Apoyada sobre el metal con una y sobre la carne en la que en ocasiones se hundía con la otra, podía sentir cómo sus ojos iban cerrándose y su cabeza perdía la firmeza con la que en un momento inicio el recorrido por el torso de aquél ser, pero debía aguantar. No podía vencerse y permitir la extinción del Guardián de Mirovia.
Al fin alcanzó la punta, podía sentirla. Se encontraba muy cerca del corazón; llevó el rectángulo cerca para notar una ligera rasgadura en el tejido coronario pero nada que pudiera ser totalmente grave. El corazón seguía palpitando, lentamente, pero aún lo hacía. Eso le dio la motivación suficiente para continuar. Colocó una de sus manos sobre aquél órgano palpitante; quería sentir su vida. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos; estaba tan conmovida pero debía seguir. Mezclar los sentimientos con el trabajo era poco ético... No debía permitirse un acto tan egoísta en un momento tan crítico. Sacó de nuevo aquella luz del rectángulo y lo usó como soporte para empujar la punta hacia afuera. Sentía cansancio en sus brazos, su cabeza parecía que daba vueltas pero debía encontrar la fuerza en su interior, lo último que le quedaba para liberar al tritón de tal violencia. Luchaba contra eso, era difícil, casi imposible, pero no le pediría a Kaira ayuda para sacarlo, no... él debía de estar bien para salvarlo de ella perecer. Seguía intentando, comenzó a cortar un poco de carne para liberar la presión del pecho y poco a poco, el arpón fue zafándose hasta quedar casi fuera. Sabrina emergió del pecho de Atlas, con uno de sus brazos casi paralizados y su cola apenas y pudiendo moverse, le dio un último empujón ya fuera del cuerpo del guardián, haciendo que la última pieza del arpón cayera sobre la arena.
La sangre comenzó a salir aún más del pecho, nublando más la visión. No podía más. Se dejó caer sobre el pecho del tritón, sintiéndose incapaz de poder mover su cuerpo. El rectángulo con luz cayó al fondo, perdiéndose entre la arena. -De... debajo... de... su lengua-. Apenas podía mover la boca. El veneno estaba atacando ya su sistema nervioso.
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Post by Kaira Voll on May 3, 2017 22:51:09 GMT
La angustia aumentaba conforme pasaban los segundos. Tenía sus ojos fijos en la herida de su pecho, Sabrina estaba haciendo su mejor esfuerzo para liberar el arpón incrustado en la carne del tritón.
Esperaba paciente aunque preocupado cualquier señal de la chica, pues cada segundo era crítico y a su vez, parecían una eternidad; No dejaba de prestar atención al coloso que yacía sobre la arena al borde de la inconsciencia; a pesar de que su respiración era pesada era una buena señal, aún podían hacer algo solo quedaba esperar un poco más.
Finalmente apareció la chica, apenas pudiendo moverse, su cuerpo intoxicado por el curare poco a poco comenzaba a presentar los síntomas; estuvo a punto de lanzarse sobre ella y ayudarla pero recordó las palabras que hace un rato le había dicho “Atlas es prioridad”.
Pasó saliva y nadando lo más pronto a la boca del tritón, debía poner el antídoto debajo de la lengua como Sabrina le indicó; Podía sentir la débil respiración del titán, necesitaba abrir su boca y debía hacerlo rápido; la boca del tritón estaba entre abierta, y pudo introducir su brazo buscando debajo de su lengua. No era tonto, había pensado en todo, y con toda precaución preparó una especie de pasta viscoza que se adheriría en la boca del más grande donde lo depositó con cuidado. Estaba seguro que el antídoto funcionaría, solo esperaba estar a tiempo.
Aún conmovido por la situación acarició el rostro de este y sin más se alejaría rápidamente a socorrer a la sirena nadando tan rápido como podía. Acercándose, notaría que la chica estaba completamente inmovilizada. - Tranquila, ya vine… -intentó reconfortarla y depositó la dosis necesaria para contrarrestar el efecto del veneno en ella en su boca. Ya no podía más, debía ser fuerte y sin embargo sus emociones comenzaban a traicionarlo nuevamente...
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Atlas
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Post by Atlas on May 3, 2017 23:31:57 GMT
En el momento en que Sabrina había abierto de más su herida para poder introducirse en su cuerpo, Atlas pudo sentir el tirón de dolor que recorría como electricidad por todo su ser. No era lo más doloroso que había sentido en su vida, pero si era muy extraño tener a alguien dentro suyo de esa manera. Con mucho esfuerzo, el arpón había sido removido de su torso y a pesar de que la sangre no dejase de salir, ya no había un objeto extraño atravesándole. Torció su boca en respuesta a la liberación y al dolor. Aunque aún no podía enfocar su vista, sabía que había sido Sabrina quien había realizado tal hazaña. ¿Por qué? De verdad estaba muy cometida a su preservación… No lo entendía en absoluto. La chica se echó sobre su pecho, pudo sentir aquel mínimo peso extra sobre el. Se imaginaba que algo le había pasado pero no podía hacer nada mas que sentir maldita vergüenza por poner a dos personas en peligro. De pronto, sintió la cercanía de un segundo cuerpo enfrente de su rostro. Quería apartarse, cubrirse, pero estaba paralizado. Un sabor amargo invadió su paladar, algo había sido depositado dentro de su boca y no sabía nada bien. Arrugó los ojos, forcejeando con frustración, hasta que sintió el leve roce de la mano de Kaira. Ante aquel acto, una ligera punzada se generó en su estómago. Que vergüenza, era todo lo que podría pensar. El que lo haya visto así de vulnerable le hubiese puesto rojo ( de coraje)… pero no tenía la suficiente sangre ya como para que eso sucediera. Su cuerpo comenzó a adormecerse. La medicina estaba actuando pero también la pérdida de sangre. Su sistema nervioso estaba recibiendo la medicina sin embargo, el gigante se desvanecía con el paso del tiempo. La calidez de su pecho comenzaba a desaparecer, volviéndose frío con el paso del tiempo.
Atlas… Despiértate… Mira como el sol se está asomando sobre el horizonte…
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Post by Sabrina Poplawski on May 4, 2017 0:01:09 GMT
Sus ojos le pesaban; Kaira se había convertido a la vista como una estela clara que se arrastraba en su campo de visión. Todo a su alrededor hacía un eco inmenso que resonaba en su cabeza, como paneles metálicos rozando insistentemente. Uno y uno. Eco... Curiosamente, incluso estando debajo del agua sentía la garganta y la lengua secas pero el sabor de la sangre de Atlas permanecía. Ácida... amarga. Movió un poco su boca antes de sentir el peso de sus párpados caer dominando la poca fuerza de su cuerpo. Sentía un nudo en la garganta que terminó por ir cerrándola poco a poco. "Suficiente" pensó... Había hecho suficiente. Tal vez no había logrado lo que en su mente se formulaba pero había hecho suficiente... suficiente para que Atlas siguiera con vida y con ese pensamiento permitiría que su cuerpo fuera apagándose poco a poco.
Lo que podía ver no era más que un abismo apenas con una pequeña luz en el centro; era difícil distinguir su cercanía... ¿Había siquiera una distancia posible de recorrer? No lo sabía. Su cabeza se sentía fría... pero agradable; ya no sentía dolor, ya no sentía el sofoco en su cuerpo. Era como estar suspendida en el agua, sin tener que preocuparse de seguir nadando, de seguir intentando, en ese lugar estaba bien. Uno... Dos... Tres... Ese palpitar, podía sentirlo. Suave... constante... Uno... Dos... Tres... La dicha de mantenerlo con vida era suficiente... Uno... Dos... Tres... Una voz... Un par de manos... Uno... Dos... Tres... No era el palpitar del guardián, era su propio corazón. Su propio ser despertándola de aquél sopor.
Seguía perdida en los laberintos de su mente, de su cerebro preparándola para apagarse. Aquél sabor amargo en su boca comenzó a sustituir el de la sangre del coloso, dándole un nuevo propósito para abrir los ojos, intentar moverse. -¿Vi...vi...vive?- preguntó con los ojos aún intentando abrirse por completo. Podía sentir la tensión de su cuerpo, no podía moverse por completo incluso su rostro aún se sentía atrofiado por el veneno. Sin embargo, no tuvo que esperar mucho tiempo para escuchar la respuesta del unicornio. Atlas vivía. Podía sentir cómo su corazón vibraba dentro de su pecho, haciendo que su cuerpo se moviera con cada palpitación. Aquella vida podría sentirse si se estaba cerca. Ese corazón anunciaba aún sus ganas de vivir. Sabrina esbozó una sonrisa, como pudo. -Gracias- dijo suavemente. Le tenía gratitud al unicornio y se lo pagaría enormemente. Aún cruzaba por su mente el detalle de cauterizar aquella herida que Atlas tenía expuesta... la crisis aún no se controlaba pero debía esperar un poco a que el antídoto surtiera efecto.
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Post by Kaira Voll on May 4, 2017 0:56:45 GMT
— Sí... — respondería sobre el estado de Atlas. El antídoto estaba haciendo efecto pero aún así, no podían cantar Vitoria todavía. - No es nada - respondería aliviado a la gratitud de la chica.
La cantidad de sangre que estaba perdiendo era preocupante, llevaba equiseto que era un buen hemostatico pero ¿como aplicarlo? Seguro Sabrina tendría algún artefacto con lo que pudiera cauterizar y hacerlo más rápido. Una vez él mismo al tritón a detener el sangrado de las heridas provocadas por un ataque de orcas... pero esta vez era una herida mucho más profunda... él se sentía agotado, no estaba seguro de poder hacerlo una vez más.
— Si no hacemos pronto algo no lo logrará... — no quería presionar a la sirena pero algo se les ocurriría. Preocupado veía la sangre emanar a borbotones del pecho del titán. El tiempo era sumamente crucial.
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Post by Sabrina Poplawski on May 4, 2017 2:58:33 GMT
Escuchaba las palabras de Kaira aún con los ojos cerrados. Lo sabía, sabía perfectamente. Su cuerpo se estaba encaprichando, queriéndola dejar sin fuerzas sobre el pecho del titán pero lucho contra aquello, logrando mover al fin su espalda. Lentamente volvió a sacar otro rectángulo metálico de su bolsa... por suerte había cargado con un par. Comenzó a mover su cola, poco a poco, ayudándose con sus brazos para acercarse más a la cicatriz. Con dificultad se enderezó, sacando aquella luz del artefacto. -Kaira, acércate- susurró. Tomó las manos del chico al tenerlo cerca, necesitaba que la guiara puesto que aún se encontraba entumecida. -Vamos a cerrar su herida... después... aplica algo para acelerar la cicatrización-.
Sin perder más tiempo, pasó aquella luz por encima de la cicatriz, que fue cerrándose lentamente. La sangre seguía brotando pero la cantidad fue reduciéndose conforme Kaira y la sirena pasaban el artefacto sobre la piel herida del tritón. Sabrina fruncía el ceño y apretaba el pecho tratando de someter el dolor que sentía por llevar su cuerpo a tal límite, pero debía terminar lo que empezó. Podía ver cómo los músculos de Atlas se contraían en pequeños espasmos y su respiración se agitaba más. Debía ser por el dolor... -Lo siento Atlas; ya falta poco-. Su tono de voz era más determinado, la pesadez de su cuerpo ya no amenazaba con someterla a la inconsciencia. Sin embargo, aún necesitaba de la asistencia del unicornio. Giró ligeramente su cuerpo para mirarlo por un breve instante. -Va a estar bien- le dijo con suavidad. Lo notaba preocupado, no estaba de más.
La herida de Atlas ya estaba cerrada, ahora sólo quedaba que Kaira aplicara el ungüento necesario. La luz del aparato volvió a su interior y Sabrina aprovechó para apoyar sus manos sobre el pecho de Atlas, dejando caer ligeramente su cabeza. Se quitó sus lentes con torpeza para tallar sus ojos. Veía aún más borroso que de costumbre sin ellos. Se dejaba mecer por el movimiento del pecho de Atlas. Parecía estar más consistente... Bien... Excelente. Parecía ser que la crisis había sido controlada al fin. Atlas el Último no podía morir... no sin antes preservar su especie, no sin antes supiera lo valioso que era.
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Post by Kaira Voll on May 4, 2017 3:31:39 GMT
Era un alivio ver a Sabrina recuperandose del envenenamiento, era un proceso lento pero estaba mejorando. Al escuchar su debil voz, se acercó para guiarla hacia la profunda cicatriz del tritón. No podía dejar de observar la herida iluminada por el artefacto, como al paso de la luz iba cicatrizando..
La herida estaba cerrada, ahora era su turno de intervenir. Untó sus manos en una pasta espesa y tratando de ser lo más cuidadoso posible untó la piel aún lacerada con éste. Por más que se esforzaba en controlar el llanto no podía, las lagrimas le corrían por las mejillas fundiendose con la burbuja que rodeaba su cabeza. Con cada aplicación, podía sentir la molestia del enorme, seguramente ardía pero esto ya era lo último, lo que seguía era esperar.
Cansado, se acercó a Sabrina dando una palmada sobre su hombro, había hecho un buen trabajo, era una chica muy valiente y sobretodo lista. De nuevo, nadó hasta el rostro del gigante, necesitaba saber como se encontraba, pero aún tenía los ojos cerrados. - Abre los ojos... -susurró suplicante, deseando que le escuchara y le diera una señal que le indicara que estaría bien. Voltearía a ver a Sabrina quién se veía tan cansada... pobre, no era para menos.
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Atlas
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Post by Atlas on May 4, 2017 16:16:15 GMT
Los pequeños arrebatos de dolor que sentía en su herida no eran tan insoportables para su cuerpo. En medio de la lucidez y la inconsciencia, Atlas no podía discernir de todo que era lo que pasaba o que era lo que sentía. El peso de Sabrina aún se mantenía sobre su pecho. Si hubiese sido otro momento, la hubiera retirado de inmediato. Pero ahora, ni aunque quisiera podía hacerlo. Sin embargo, su cuerpo agradeció el descanso de no ser sometido ante tal horrible veneno más. Su cuerpo lo había aceptado y ahora, su herida estaba siendo cauterizada por los aparatos y el ungüento. El nariceo y respiración agitada de alguien llamó su atención. ¿Acaso Kaira estaba… llorando? Sus cejas se arrugaron, con enojo visible. Por más herido que estuviese Atlas, aún tenía las energías suficientes para molestarse por aquello. Era buena señal. Pero no podía concebir el sentimiento que al unicornio le daba verlo así. No lo merecía. No merecía ser el objeto de las lágrimas de absolutamente nadie. Apretó los dientes.
Abre los ojos... Atlas, abre los ojos! Frunció el entrecejo. Sus manos temblaron, incrustándose en la arena. Con la voluntad y fortaleza que solamente un titán poseía, Atlas abrió los ojos lentamente, enfocando el recuento de los daños. Miró a Sabrina. ( Tonta… Debió dejarme morir. No tenía por qué hacer esto. ) Y luego, sus ojos se posaron en Kaira, quien luchaba por contener sus lágrimas, fallando terriblemente. ( Deja de llorar… No llores. No por mi. No… Basta… ) Sus pupilas se hicieron hacia atrás, volviendo a cerrar sus párpados. Al fin, su cabeza cayó de lado, apagándose y entrando en una completa inconsciencia. Era mejor así.. Su cuerpo había obligado a la terquedad de Atlas a dejar de seguir luchando, de no seguir despierto, para que pudiese recuperarse por si solo. Atlas no se movería en los próximos días. El Guardián de Aqualia necesitaba el descanso que en 200 años no tuvo.
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Post by Sabrina Poplawski on May 4, 2017 18:54:19 GMT
Aún se encontraba con los efectos del veneno haciéndola sentir pesada y extraña mas se sentía muchísimo mejor que antes. Su vista comenzaba a enfocarse más por lo que pudo ver sus manos frente a ella manchadas de sangre, la cual estaba poco a poco alejando su cuerpo por el agua. Levantó la mirada que estaba siendo obstruída un poco por su cabello elevándose con la gravedad del elemento. El carmesí que emanaba del cuerpo de Atlas se había detenido, sólo un pequeño hilo persistía elevándose entre la corriente.
Kaira se encontraba frente a su rostro, seguramente suplicando o esperando a que el titán respondiera. La sirena se colocó sus lentes, podía ver con mayor claridad. Por un instante, Atlas abrió sus ojos pero fue breve... Lo suficiente como para dejar que su vida se asomara entre tanta urgencia. Bien.
Se apoyó más contra el pecho de Atlas para ayudarse a nadar. Su cola aún no podía moverse con mucha fluidez pero sí lo suficiente para acercarse a Kaira. Lo tomó del hombro, no sin antes echar un vistazo al rostro del guardián colosal. Sus labios estaban recobrando su color natural y su ceño se encontraba relajado; dormitaba. -Hay que dejarlo descansar; te acompañaré a la orilla... Estas burbujas no duran para siempre-. Llevó su mano al antebrazo de Kaira para jalarlo suavemente; no podía quedarse más tiempo. Echó un último vistazo hacia Atlas conforme se alejaban de su cuerpo inmóvil. Había estado cerca, muy cerca. Atlas era el último en su especie... no podía morir. Buscaría maneras de preservarlo pero por ahora, debía descansar.
No pudo nadar tan rápido como antes pero no tardaron mucho en llegar a la orilla. Sabrina sacó la cabeza del agua para dirigirse a Kaira mientras la burbuja que lo protegía se reventaba. Justo a tiempo. -Estará bien-. Los músculos de su rostro se encontraban más relajados por lo que pudo tomarse la libertad de sonreír. -Estaré dándole rondas, sólo para asegurarme de que sus heridas estén cerrando bien... Le informaré a los guardias de Aqualia para que vengan a protegerlo-. Se acomodó el cabello que cubría su rostro. Aún había sangre entre el agua que se encontraba absorbida por él. Debía lavarse rápido o los efectos del veneno volverían a atacarla. -Gracias por tu asistencia... Seguramente que Atlas se hará notar cuando se encuentre bien... sino... Yo te lo haré saber-. Se ajustó los lentes que se deslizaban por el puente de su nariz. Regresó al agua, dispuesta a regresar al laboratorio.
El viaje de regreso fue sumamente cansado... se sentía fatigada, llena de emociones. Nunca había experimentado tanto en tan poco tiempo. La adrenalina, la urgencia, la ira y la tristeza... ¿así se sentían la mayoría de las personas todo el tiempo? Qué cansado. Entró al laboratorio visiblemente dañada sin embargo sus compañeros ni siquiera repararon en ello. De su escritorio sacó una burbuja en la cual exprimió el agua en su cabello; podía verse un color rojizo en ella, muy pero muy tenue. Aún quedaba un poco de sangre... Esperaba poder aislar los componentes, tanto del agua como del veneno para obtener una muestra, aunque fuese pequeña del tritón colosal. Suspiró profundamente teniendo aquella burbuja flotando frente a su rostro. Pensamientos vagos comenzaron a llegar a su cabeza; si el Guardián de Mirovia era atacado por sus habitantes... entonces... ¿qué podía esperarse para los demás? Guardó la burbuja con el resto de sus muestras; tendría tiempo para analizarla después. Por ahora, debía regresar a la soledad de su casa, descansar y esperar al día siguiente para volver a su rutina.
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Post by Kaira Voll on May 6, 2017 21:28:23 GMT
Parecía que todo estaba bajo control, voltearía a ver a Sabrina y no se veía completamente bien, mejor, pero no al cien. Pudo notar el ceño fruncido del guardían de aqualia y no supo que pensar, ¿estaba bien? lo más probable es que no fuera nada. Estaba a punto de dirigirse hacia la chica cuando Atlas abrió los ojos. Sintió que su corazón se detendría en una mezcla de impresión y alivio.
Asintió a la sugerencia de la chica, lo mejor era marcharse y dejarlo descansar. - Entiendo... - Nadó en compañía de la sirena quien apesar de no estar completamente recuperada, se había molestado a llevarlo hasta la playa. - Gracias, Sabrina... Cualquier cosa que pase avisame de inmediato. -
Completamente empapado, cansado y un poco intoxicado emprendería el retorno hacia a ciudadela, no veía la hora en llegar a su casa, darse un baño y recuperarse; en su mente, no dejaba de pensar en la ultima imagen del coloso yaciendo en la arena de las profundidades del mar, no podía parar de culparse sobre ello.
Una vez en su casa se disponía a tomar el baño que tanto había deseando - Que horrible noche... -pensó en voz alta y a su mente solo pudo venir las palabras de alguien conocido en la tableta arcana "Es una linda noche" un escalofrío le recorrió por la espalda y el sentimiento de culpa lo volvió a invadir, sintiendo como de nuevo como se deslizaban unas lágrimas sobre sus mejillas.
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