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Post by Brío Fita on May 2, 2017 22:45:42 GMT
"Pasando el árbol chueco con forma de corazón... arrastrándose entre las rocas con hongos punteagudos... y encontrando la grieta mohosa tapada por miles de pequeñas plantas... así se llega a mi morada"Unas pequeñas gotas golpetean las hojas de una enredadera que parece extenderse por todo el escondite. Acababa de llover fuertemente, y aunque el frondoso bosque protegía a uno parcialmente de la lluvia, ésta vez podría empapar a cualquier arcano no preparado para ese momento. El olor a pasto mojado se siente fuerte, y la humedad rodea cada recoveco. Aunque todo muestra los resultados de una tormenta, el rugido de una futura precipitación se escucha, acompañado de relampagueos varios.
Un arcano con sentido común se preocuparía por una segunda llovida, y hoy más que nunca la choza de Brío y Aden se veía invitadora. Cualquiera que se tope con el escondite vería una cantidad enorme de plantas, especialmente enredaderas y raíces que, aunque usualmente parecerían estar esparcidas de un modo naturalmente salvaje, éstas creaban leves barreras que separaban distintas huertas de plantas de todo tipo, bien ordenadas, cada variedad en su propio espacio.
Las raíces y plantas todas confluían en el centro del escondite, donde se encontraba la choza que parecía estar construida más por plantas que por cualquier otro material. Aunque creada con elementos salvajes, se veía bien cuidada y preparada para proteger a cualquiera de la lluvia. Pero una morada así era rara de ver,en especial en un lugar tan escondido como éste... quién se podría encontrar adentro? Quizá lo mejor sea entrar a averiguarlo.
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Post by Yu Mizusawa on May 5, 2017 5:32:27 GMT
Esta era una de las razones por las cuales nunca salía del Templo de la Primavera. Aún dando un paseo inocente en los alrededores del Bosque de las Hadas en lo que él pensaba, era línea recta, estaba seguro de haber visto todos los árboles, cada mancha de moho sobre las piedras y hasta un patrón de flores a un lado de un tronco partido...Sin embargo, no podía encontrar el norte, ni el sur por su sistema de orientación averiado, mucho menos sabría hacia dónde caminar. No tardó mucho para entender que estaba, sin lugar a dudas, perdido.
No había sonido a su alrededor más que el de sus pies sobre el camino húmedo y espeso del bosque y si bien no le molestaba la soledad, estarlo en medio de la nada tampoco era una buena sensación. Tenía un miedo antiguo, enterrado en la médula de sus huesos sobre las severas consecuencias de perder el rumbo. La verdad era, por más que le costaba admitirlo, que tenía que sentarse a pensar y retomar sus pasos de vuelta a casa. Era todo lo que le quedaba para volver a los brazos gentiles de Aeshter.
Alzó su delgado cuello y observó con angustia el cielo ensombreciéndose sobre él. Rogó a los dioses por salvación, ayuda en estos momentos de necesidad y ellos mismos fueron los que iluminaron un espacio entre una grieta mohosa para que se refugiara. No contó cuántas eran las pequeñas plantas que estaban recibiéndolo, pero las saludó con la yema de sus dedos, acariciándolas así como se acaricia un cristal. —¿Me dejarían sentarme un momento en su casa?— No se atrevió a besarlas todavía, pero luego de haber pedido ese permiso, buscó el lugar más apropiado para tomar asiento y abrazarse para consumir la angustia que le brotaba de los poros. ¿Qué le dirían sus compañeros de corte, si se enteraban que una vez más, estaba aventurándose en terrenos que no conocía...? (Era como si su alma, aventurera y escurridiza buscara un espacio en donde acomodarse, como el agua entre las manos, como los ríos, como la corriente marina y las gotas de rocío sobre las hojas de los sauces...)
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Post by Brío Fita on May 5, 2017 16:40:32 GMT
El silencio de la morada hacía que la voz del Náyade se escuchara claramente, y Brío fue el primero en notar ésto. El ninfa gigante estaba en uno de sus lugares más recurridos, frente al árbol de cerezas, que no se encontraba en las mejores condiciones. Brío trataba, como siempre, de invocar algún poder de ninfa para revitalizarla, pero como de costumbre no llegaba ni a hacer crecer un cardo. La voz de Yu hizo que Brío levantase la cabeza, y rápidamente se puso de pie y empezó a trotar,agachado, hacia donde había venido el sonido. Esa voz... no la había escuchado antes. Acaso alguien diferente se mostraba por aquí? Si era así el caso, lo mejor sería ser el primero en dar la bienvenida. Porque si no era él, sería otro ser menos agradable...
Brío se movía por los pasillos ,todos recubiertos de plantas en todas partes, como un laberinto de vegetación. Por adentro, la pequeña choza se extendía hacia el subterráneo y daba a muchos otros pequeños claros del bosque, mucho más escondidos que la casita misma. Aunque Brío conocía cada recoveco de la morada, los pasadizos extendidos y angostos se le hacían difícil moverse con su tamaño.
Y así mismo, desde la entrada donde Yu se encontraba se podrían escuchar movimientos pesados y el movimiento de plantas, acercándose más y más, proveniendo de lo que parecía ser un hoyo en el costado de una de las paredes, que se extendía, llena de plantas alrededor. El sonido gradualmente aumentaba, hasta que Brío salió de la obscuridad, y enderezándose completamente, mostró lo intimidantemente grande que el ninfa es, y miró hacia abajo donde se encontraba el náyade.
"Ah..."
Se le quedó mirando, sorprendido. Quién era esta elegante criatura? Definitivamente era un desconocido, y ahora que se encontraba cara a cara con quien probablemente emitió esos sonidos, no sabía qué hacer al respecto.
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