|
Post by Melfaron Praoxhar on May 9, 2017 4:56:45 GMT
Si Melfaron tenía dos cosas claras en la vida, eran las siguientes: amaba su trabajo y detestaba Reapergate. Le desagradaba que todo fuera oscuro y aterrador, desde la casa más pequeña hasta toda la gente que habitaba la ciudad. Cada ojo indiscreto asomado en alguna tétrica ventana, cada chisme que nacía del aburrimiento de sus habitantes, cada soplo de viento que era como una burla a la cálida brisa del mundo más allá de aquella tierra siniestra, cada pequeño detalle que se encontraba mientras paseaba, le dejaba una extraña sensación en el paladar. Era un regusto amargo que solo podía comparar con el asco, y, sin embargo, se sentía bien.
Odiaba admitirlo, pero se sentía en casa cada vez que iba de visita. Después de todo, había sido el primer lugar de Mirovia donde había encontrado alojamiento y sonrisas (casi) honestas cuando llegó del mundo de afuera, huyendo de los humanos. Reapergate le relajaba, así que no era una mala idea volver de vez en cuando. "Eso no cambia que soy un imbécil", se recordó a sí mismo. Debería estar en su taberna, pero en lugar de eso se había tomado unas mini-vacaciones. Sus clientes frecuentes ya sabían que no era raro que decidiera mandarse a cambiar de un día para otro, pero... esta vez el motivo era algo de lo que él mismo se avergonzaba. "Una ninfa se pierde dos días en el Bosque y yo vengo esperando encontrármela junto con sus amiguitas..." Se rió de sí mismo. Era ridículo. Por lo que él sabía, ellas bien podían estar de vuelta en la Ciudadela o en el Bosque de las Hadas, pero de todas maneras estaba preocupado. "Quizás por eso no puedo vivir aquí, tengo corazón de abuelita."
Inhaló hondo y dejó escapar un suspiro desesperanzado. Al menos se sentía en paz. Los altos edificios lo protegían de las heladas nocturnas y se paseaba por las calles prácticamente desarmado, acompañado únicamente del sonido de su bastón al chocar contra el suelo. Le gustaba salir a pasear y perderse por las calles del lugar, e iba siempre preocupado de avanzar por sectores bien iluminados por las bellas luces artificiales que le recordaban al sol, pese a que ni siquiera llegaban a ser una pobre imitación de este.
Comenzó a silbar una melodía que solo acudía a su cabeza cuando estaba solo, atento por si aparecía alguien o algo interesante en el camino... o por si querían asaltarlo, lo que pasara primero. No era tonto, había dejado su tableta y la mayor parte de su dinero con unos viejos amigos suyos. Últimamente el destino no había sido su aliado.
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on May 9, 2017 19:18:44 GMT
Aquella noche era realmente tranquila y en cierto punto, perfecta, tal como le gustaban a aquella pelimorada. La cual no desaprovechó la oportunidad de tomar algo de aire fresco y salió a dar una tranquila caminata, en parte para relajarse y también para pasar al cementerio por un rato para poder tocar su instrumento por un rato sin ser molestada por los demás sirvientes del Castillo Velfast, ya que siempre que quería tocar el violín alguien venía e interrumpía sin culpas su único momento de paz en el día, lo cual siempre lograba irritarla y probablemente era la causa del enorme estrés que se cargaba siempre.
En fin, la dragona caminaba tranquilamente por la acera con el estuche de su violín en mano, viendo atentamente a su alrededor por mera precaución. Las calles por las que andaba estaban vacías y el silencio era casi abrumador, lo cual era raro y en cierta manera, sospechoso. Pero aquel estado de alerta se vio casi desvanecido cuando escuchó un sonido a lo lejos.
Clap... Clap... Clap.
El ruido causado por el bastón del hombre que venía a lo lejos llamó bastante su atención, pero también lo hizo una sombra que parecía estar acechándole desde los techos, la cual era bastante obvia e indiscreta. ¿Qué sería lo que quería con aquel hombre? ¿Pensaba atacarle desde las sombras haciendo ese patético intento de camuflaje? ¿Sería una represalia o algo parecido? Un gesto de disgusto se vio dibujado en el rostro de Haru, la cual ni corta ni perezosa apresuró el paso hacia aquel hombre del bastón para encararse con aquella persona que estaba oculta si es que llegaba a salir. No era porque se preocupara por aquel extraño ni porque fuera una buena persona, sino porque simplemente no soportaba a los delincuentes que ensuciaban la reputación de la hermosa Reapergate.
Aún estaba un poco lejos, por lo que le tomaría un poco llegar hasta él.
|
|
|
Post by Melfaron Praoxhar on May 9, 2017 20:38:22 GMT
Dejó de silbar cuando escuchó unos pasos que parecían venir en su dirección. Eran demasiado ruidosos como para ser un ladrón y él era demasiado poco importante (y sus estafas demasiado discretas) como para que fuera un asesino o un mercenario en su búsqueda. No alentó su caminata, en parte para disimular que se había dado cuenta de la presencia de alguien y porque ya de por sí él era bastante lento. Pequeñas desventajas de necesitar un bastón.
Con cuidado de parecer distraído, rápidamente, echó un vistazo general a su alrededor. Sus pupilas lograron identificar una sombra extraña en un techo cercano, moviéndose con sigilo. Ah, un bribón insignificante dispuesto a arruinar su paseo. Melfaron arrugó la nariz y frunció el ceño. Qué fastidio sería para ambos cuando lo alcanzara y le entregara los dos mirvos que llevaba en el bolsillo. Lo peor de todo era que no había ni una sola tienda abierta en el camino donde pudiera buscar refugio.
Se llevó una mano a la cabeza, pero no trató de calmarse. Esa sombra había tratado de pasarse de listo con él y no siempre podía darse el lujo de sentirse enojado. Sin pensarlo dos veces, dejó el bastón en el suelo, adquirió su forma verdadera...
...y le habló con una voz profunda, grave y fuerte.
- Largo de aquí.
El criminal se cayó para atrás y Melfaron no lo vio más, pero pudo oír algo que chocaba contra el piso como un saco de papas. Dos opciones: o lo había asustado lo suficiente como para que no volviera, o solo lo había sorprendido con la guardia baja y probablemente se lo volviera a encontrar en algún callejón. Le dio igual.
Se dio vuelta para ver quién era el arcano que venía por atrás... y vio a una mujer de cabello morado. No parecía una amenaza ni tampoco tenía pinta de ladrona. Volvió a su forma fated y comenzó a acariciarse las sienes para tranquilizarse, mientras que recogía su bastón para poder comenzar a caminar hacia la misteriosa dama. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, habló. - Disculpa mi atrevimiento, pero no parece que quieras robarme... y paseas por la noche vestida como una elegante sirvienta. ¿Quién eres, querida?
|
|
Deleted
Deleted Member
Posts: 0
|
Post by Deleted on May 11, 2017 0:06:18 GMT
Al ver que aquel hombre del bastón se había parado Haru aumentó considerablemente la velocidad ya que creyó que el maleante le había hablado para que parara o estaba a punto de atacarlo, por lo que sería el momento perfecto para atraparlo. Pero al ver como aquel señor había cambiado repentinamente a aquella forma enorme y atemorizante, la pelimorada frenó momentáneamente como si fuese victima de alguna case de shock, sin embargo no pasó mucho tiempo cuando agitó la cabeza para poder retomar su postura y emprendió camino nuevamente hacia aquella dirección, donde le pareció que ya sólo quedaba el dragón.
Suspiró algo fastidiada debido a que había perdido la oportunidad de castigar al maleante, pero no dio muchas más vueltas al asunto y sólo se dedicó a caminar a su paso normal, ya que ahora no había razón para acelerarse como lo había hecho antes. Una vez más sus pensamientos se centraron en ella misma, ¿Qué era lo que iba a hacer? Ah, sí... Iba a ir al cementerio a tocar una melodía para relajarse y para honrar con su música a los seres que ya no se encontraban en aquel mundo... Quizá, y sólo quizá aquella interpretación pudiera subir hasta el cielo y llegar a los oídos de.....
Alguien le habló. ¿Quién se atrevió a interrumpirla? Ah... No era otro que el hombre del bastón, quien al parecer amaba meterse en asuntos ajenos, como a casi todos en Mirovia.
Paró en seco y miró a su interrogador de arriba a abajo de manera discreta, como tratando de reconocerlo, pero nada... No había visto jamás a ese hombre, ¿Entonces por qué habría de responder a sus dudas? Respiró algo fuerte, como intentando pensar en qué hacer... ¿Y si era alguien importante? No parecía vivir en aquel lugar, así que tal vez podría descubrir algo interesante si entablaba una conversación con él, después de todo la información nueva siempre solía servir de algo para el futuro. Así que no lo pensó más y puso su mejor cara, además de que endulzó bastante su manera de hablar sólo para dar una buena impresión.
- Me llamo Mai, y soy sirvienta en el Castillo Velfast... - Dijo mientras hizo una sutil reverencia ante el extraño en forma de saludo, pero no tardó mucho en recobrar su postura y mostrar un gesto preocupado. - He visto lo que sucedió y creo que es probable que ese maleante regrese, no sería muy seguro que siguiera caminando solo por éstas calles... -
|
|
|
Post by Melfaron Praoxhar on May 11, 2017 5:15:17 GMT
El tabernero esperó tranquilamente a que terminara de hacer su reverencia, agradecido de haberse encontrado con una arcana civilizada que no lo había apuñalado ni había tratado de arrancarle un cuerno para venderlo en el mercado negro. Arqueó una ceja al escuchar que trabajaba para el temible Lysander Velfast, mientras que una sonrisa hambrienta iba naciendo en su boca. No todos los días uno conocía a alguien que sirviera al Lord de Reapergate. Aquello podía resultar en una noche muy interesante para ambos (bueno, para Melfaron) o con las venas de él vacías y resecas. A partir de ahora tendría que tener cuidado con lo que decía.
Había adoptado una pose que él consideraba cómoda para escuchar a Mai, con el cuerpo prácticamente suspendido en el aire y el codo izquierdo apoyado en su bastón, pero se enderezó al hablar. - Mai, es un gusto conocerte... -tomó su mano y la besó-. Acepto tu amable oferta de hacerme compañía en esta noche tranquila y bella, considerando que venías bastante apurada hacia aquí y sería de pésima educación de mi parte dejarte sola.
El baphomet volvió a sonreír, enseñando sus dientes blancos y filosos. Era una sonrisa amable y encantadora, pero presentía que Mai sabía que solo estaba jugando con ella. Aprovechó de presentarse formalmente y meter un tema de conversación que le pareció de lo más inoportuno.
- Soy Melfaron, por cierto. ¿Qué hace una sirvienta de Lord Velfast tan tarde afuera del castillo? ¿Escapaste sola?
|
|