Post by Ivka Lawson on Jun 18, 2017 17:25:13 GMT
Miró con atención a la contraria, los sonidos sólo eran un extra, una combinación de sonidos armónicos que llenaban el momento. El muchacho tenía una sensación extraña consigo, como si todo se moviese causándole cierto mareo, pese a ello sólo continuó sereno, ignorando el malestar y escuchando la voz contraria.
Por el tono de voz que dejaba escapar aquella mujer, parecía que había decaído, "Quizá algo de su pasado le atormenta aún..." pensó con cierto descaro, asumiendo cosas que no le correspondían. El joven sintió un ligero alivio al escuchar que la otra también le daba la razón por no poder hablar con palabras certeras y eficaces para describir aquello, no estaba tan deseoso de contar algo referente a su vida y no creía que fuese necesario. Sintió un alivio al saber que no era al único que sentía eso y guardó silencio, deseoso de que la brisa comenzará a ser más fría.
El arcano no se percató del cuando o del porque, pero en algún momento dejó de observar a la contraria, sus ojos estaban atentos al cielo, sus sentidos estaban al pendiente del exterior y de la brisa fría que llevaba consigo un inusual sonido pero agradable. Soltó un suspiro al aire mientras sus párpados estaban cerrados, pero una voz se hizo presente en su cabeza, la voz de la contraria hablando nuevamente pero esta vez con un tono algo distinto, bastante familiar. Sin abrir sus ojos escuchó la apacible voz.
El dracónico sintió una punzada en el pecho y un ligero dolor de cabeza, las palabras ajenas fueron como un arma de doble filo, una arma inquietante que en ese momento logró lastimarlos a ambos, pero quizá más a ella. El muchacho aún mantenía sus ojos cerrados, pero pese a ello elevó lentamente su mano en dirección al cielo y soltó una leve risa, amable y algo quebrada. Abrió con lentitud sus labios y de aquella boca surgió una voz serena, intentando disimular lo quebrada que estaba por dentro realmente.
- Las heridas nos recuerdan que estamos vivos...- Susurró completamente seguro de sus palabras, y ya algo más tranquilo continuó hablando, mientras que abría lentamente su mano, dejando que la brisa pasará por entre sus dedos y permitiendo que la pobre luz que había se asomase entre ellos... - Me gustaria decir algo motivador o alentador, pero a estas alturas me es imposible. Sólo se que las heridas sólo cicatrizan si les dejamos sanar con el tiempo, pues realmente no importa cuanta atención o importancia le brindemos a una herida, el tiempo en que sane y cicatrice será el mismo ya sea una herida grande o pequeña. Pero ciertamente aquella herida seguirá ahi. - Comentó con cierta frialdad, sus palabras eran algo confusas incluso para el, pero aún así, el arcano sentia una leve necesidad de querer subir el ánimo a quien parecía haberlo perdido por su culpa.
-Yo no soy nadie como para darle un consejo sobre que hacer con su vida, pues ni yo mismo se que hacer con la mía.- Dijo serio mientras abría con tranquilidad sus ojos, apreciando la tenue luz que se asomaba por entre sus dedos. - Pero si me permite, me gustaría decirle... no, mejor dicho, me gustaría recomendarle que no sea como yo, no haga lo que yo. No ignore esos problemas ni intenté olvidarlos a la fuerza. Yo lo hice, y a estas alturas he perdido el interés por vivir, únicamente sigo aquí porque he sido cobarde como para terminar con todo yo mismo. Se que nuestras vidas parecen estar marcadas por el pasado, pero no es así. No estoy seguro de que problemas pudo haber tenido, si fueron graves o no, y eso es algo que no me incumbe, pero todos tenemos problemas y nosotros mismos decidimos si dejar que esas.. "heridas" nos consuman o no. - Habló y habló, todo parecian sólo ser palabras al azar y ciertamente lo eran, pero el muchacho no era bueno con ese tipo de temas y mucho menos como para alentar a alguien, se preguntaba si las palabras usadas habían sido correctas para dar el mensaje, pero estaba seguro de algo, aquel discurso tan extraño no cambiaría nada en ellos, o por lo menos en él. De un momento a otro, sus ojos expresaban dolor y añoranza, pero el joven estaba atento a su mano que aún se encontraba arriba, lentamente cerró aquella mano con algo de fuerza, velocidad y enojo. Al momento en que la bajó la posó frente al rostro de la contraria, esperando a que aquella viese que había en el interior de su puño.
- Todos somos frágiles, pero podemos ser fuertes ante las adversidades si así lo deseamos...- Fue lo único que se limitó a decir con calma, y justo después de terminar de hablar abrió con lentitud su puño, dejando ver que en el interior de este había un copo de nieve, frágil y delicado, pero completo.
La tensión se había ido un poco, pero la brisa era un poco más fría. Pasaron pocos segundos y se hizo presente una leve y amable ventisca, llevando consigo algo de nieve y copos. El joven no se extrañó ante aquello, por esos rumbos era normal.
Después de haber mostrado el copo a la contraria, lo tomó con cuidado con su otra mano y lo colocó en la de la mujer a su lado sin decir alguna palabra, sólo mirándole con una expresión algo extraña, dolorosa. Sin más que decir guardó silencio finalmente, reacomodandose en su lugar y sientiendo la suave ventisca contra su rostro.
Por el tono de voz que dejaba escapar aquella mujer, parecía que había decaído, "Quizá algo de su pasado le atormenta aún..." pensó con cierto descaro, asumiendo cosas que no le correspondían. El joven sintió un ligero alivio al escuchar que la otra también le daba la razón por no poder hablar con palabras certeras y eficaces para describir aquello, no estaba tan deseoso de contar algo referente a su vida y no creía que fuese necesario. Sintió un alivio al saber que no era al único que sentía eso y guardó silencio, deseoso de que la brisa comenzará a ser más fría.
El arcano no se percató del cuando o del porque, pero en algún momento dejó de observar a la contraria, sus ojos estaban atentos al cielo, sus sentidos estaban al pendiente del exterior y de la brisa fría que llevaba consigo un inusual sonido pero agradable. Soltó un suspiro al aire mientras sus párpados estaban cerrados, pero una voz se hizo presente en su cabeza, la voz de la contraria hablando nuevamente pero esta vez con un tono algo distinto, bastante familiar. Sin abrir sus ojos escuchó la apacible voz.
El dracónico sintió una punzada en el pecho y un ligero dolor de cabeza, las palabras ajenas fueron como un arma de doble filo, una arma inquietante que en ese momento logró lastimarlos a ambos, pero quizá más a ella. El muchacho aún mantenía sus ojos cerrados, pero pese a ello elevó lentamente su mano en dirección al cielo y soltó una leve risa, amable y algo quebrada. Abrió con lentitud sus labios y de aquella boca surgió una voz serena, intentando disimular lo quebrada que estaba por dentro realmente.
- Las heridas nos recuerdan que estamos vivos...- Susurró completamente seguro de sus palabras, y ya algo más tranquilo continuó hablando, mientras que abría lentamente su mano, dejando que la brisa pasará por entre sus dedos y permitiendo que la pobre luz que había se asomase entre ellos... - Me gustaria decir algo motivador o alentador, pero a estas alturas me es imposible. Sólo se que las heridas sólo cicatrizan si les dejamos sanar con el tiempo, pues realmente no importa cuanta atención o importancia le brindemos a una herida, el tiempo en que sane y cicatrice será el mismo ya sea una herida grande o pequeña. Pero ciertamente aquella herida seguirá ahi. - Comentó con cierta frialdad, sus palabras eran algo confusas incluso para el, pero aún así, el arcano sentia una leve necesidad de querer subir el ánimo a quien parecía haberlo perdido por su culpa.
-Yo no soy nadie como para darle un consejo sobre que hacer con su vida, pues ni yo mismo se que hacer con la mía.- Dijo serio mientras abría con tranquilidad sus ojos, apreciando la tenue luz que se asomaba por entre sus dedos. - Pero si me permite, me gustaría decirle... no, mejor dicho, me gustaría recomendarle que no sea como yo, no haga lo que yo. No ignore esos problemas ni intenté olvidarlos a la fuerza. Yo lo hice, y a estas alturas he perdido el interés por vivir, únicamente sigo aquí porque he sido cobarde como para terminar con todo yo mismo. Se que nuestras vidas parecen estar marcadas por el pasado, pero no es así. No estoy seguro de que problemas pudo haber tenido, si fueron graves o no, y eso es algo que no me incumbe, pero todos tenemos problemas y nosotros mismos decidimos si dejar que esas.. "heridas" nos consuman o no. - Habló y habló, todo parecian sólo ser palabras al azar y ciertamente lo eran, pero el muchacho no era bueno con ese tipo de temas y mucho menos como para alentar a alguien, se preguntaba si las palabras usadas habían sido correctas para dar el mensaje, pero estaba seguro de algo, aquel discurso tan extraño no cambiaría nada en ellos, o por lo menos en él. De un momento a otro, sus ojos expresaban dolor y añoranza, pero el joven estaba atento a su mano que aún se encontraba arriba, lentamente cerró aquella mano con algo de fuerza, velocidad y enojo. Al momento en que la bajó la posó frente al rostro de la contraria, esperando a que aquella viese que había en el interior de su puño.
- Todos somos frágiles, pero podemos ser fuertes ante las adversidades si así lo deseamos...- Fue lo único que se limitó a decir con calma, y justo después de terminar de hablar abrió con lentitud su puño, dejando ver que en el interior de este había un copo de nieve, frágil y delicado, pero completo.
La tensión se había ido un poco, pero la brisa era un poco más fría. Pasaron pocos segundos y se hizo presente una leve y amable ventisca, llevando consigo algo de nieve y copos. El joven no se extrañó ante aquello, por esos rumbos era normal.
Después de haber mostrado el copo a la contraria, lo tomó con cuidado con su otra mano y lo colocó en la de la mujer a su lado sin decir alguna palabra, sólo mirándole con una expresión algo extraña, dolorosa. Sin más que decir guardó silencio finalmente, reacomodandose en su lugar y sientiendo la suave ventisca contra su rostro.