Give in (Priv. Diana - Fauce)

No deseaba separarse, no aún. Al apartarse de ella, Diana llevó sus manos sobre los antebrazos del lobo, presionando un poco sus dedos sobre su piel. Se negaba silenciosamente con aquella acción mas no dijo nada; tenía razón. Muy a su pesar por querer seguir envuelta en su calor y tacto, algo que por fin tenía y ahora no quería dejar ir ni por un momento, debía hacer todo eso a un lado. No podía desatender a la manada por sus deseos personales... eso siempre había estado en la mente de la mujer ante cualquier cosa. Sonrió amargamente, cerrando los ojos unos segundos mientras dejaba escapar aire por su boca. Si tan sólo pudieran olvidarse de eso por un momento, pensaba. Su mirada de nuevo se posó sobre Fauce, al fin rindiéndose a sus palabras. -Mh... sí- le pesaba decir aquello, por muy corto que fuera. Deslizó sus manos por los brazos del lobo hasta llegar a sus dedos. Los entrelazó con los suyos un instante, antes de soltarse de él. -No quiero aún... pero tienes razón-. Llevó una de sus manos al hombro de Fauce conforme avanzaba de regreso con el resto de la manada pero un pensamiento la detuvo. -Fauce... discúlpame por haber pensado mal. No me gusta admitirlo pero estuve equivocada; todo este tiempo-. 

La figura de Fauce fue haciéndose más pequeña poco a poco hasta quedar en su forma lupina a su lado. La manera en que esos ojos la miraban la llenaban de calor en todo el cuerpo; se sentía afortunada, mucho. Caminó junto a él para volver a la cueva, sintiéndose diferente, aún registrando todo lo ocurrido. No se había imaginado que el día terminaría de esa manera; de haber despertado con dolor en el pecho ahora una sensación aliviaba ese malestar.

Podía verse la luz de una fogata encendida dentro de la cueva; los lobos parecían estarlos esperando. Claro... sin el alfa y el beta no comenzaban la cena. Sintió un poco de vergüenza por hacerlos esperar a la par que una sensación fría comenzaba a generarse en su interior. Sentía cierto nerviosismo de afrontar esta situación nueva ante todos. Aún faltaba para llegar pero comenzaba a prepararse para aquello. -Pobres... nos están esperando; han de estar hambrientos- mordió el interior de su cachete por un segundo, movida por la pena, sin embargo, una sonrisa comenzaba a escaparse de sus labios. -Pero no me arrepiento de ello; creo que tenemos una muy buena excusa-. Decir esto aún le parecía increíble pero era tan real. Aún podía sentir el calor de Fauce en las partes de su cuerpo que fueron acariciadas por él.

Diana caminó lentamente, sonriéndole a los lobos que esperaban con ansias su llegada. Podía ver en las miradas y rostros de algunos cierta confusión... no sabía si podían oler en ella lo sucedido o eran sus propios nervios dándole intenciones a aquellos ojos que la seguían a su entrada en la cueva. Pensó por un momento que se sentarían a compartir la comida con el resto de la manada por lo que no esperaba ver la mirada penetrante del lobo sobre ella a la par que se alejaba de todos. Lo siguió hasta ese punto tentada de mirar hacia atrás pero no lo hizo, eso sólo delataría sus nervios.

Cuidando de no pisar su falda, pasó sus manos por sus muslos para sentarse al lado de Fauce. Tomó la comida que ahora le extendía, inclinando ligeramente su cabeza para agradecerle. -Gracias-. Sintió ardor en su estómago ahora sabiendo el por qué de aquél pescado que le había ofrecido en Shangri Lax. Las muestras de cariño estaban ahí... siempre habían estado pero había sido muy ciega para convencerse de que eran más que gestos de respeto y camaradería. Comenzó a comer, partiendo sólo lo que sabía que consumiría. Sentía la satisfacción de aquél sabor en su boca, volteaba de pronto a ver al lobo quien no le despegaba la vista. Seguramente que no comería hasta que ella terminara de hacerlo. No tardó mucho en terminar su pedazo; realmente estaba hambrienta pero ahora la satisfacción de un estómago lleno se manifestaba en su rostro sonriente. Se llevó una mano al vientre y sobó de manera lenta. -Por favor, come tú también- agregó acariciando al lobo, desde su frente hasta una de sus orejas.

No le quitaba la mirada; ya no se sentía impropia de verlo cuanto quisiera. Elevó sus rodillas para apoyar su mejilla contra ellas, dejando descansar un poco su cuello. Se sentía tranquila y relajada en su compañía ahora que sabía podía quedarse a su lado sin temor a incomodarlo. No tardó en terminar su comida para después mostrar su adormecimiento de una manera evidente. Tragó saliva, sintiéndose con algo de incertidumbre. "No es personal Diana. No me gusta dormir acompañado" recordaba bien esas palabras.. Se acercó un poco a él, acariciando las mejillas suaves del lobo quien parecía se quedaría dormido en cualquier momento. -¿Quieres que me quede?-. Colocó su rostro cerca de las orejas del alfa; su voz era suave casi inaudible; quería que sólo él pudiera escucharla. Por un momento las palabras que Fauce le había dicho no muchas noches atrás se plantaban al borde de su consciencia. ¿Seguiría siendo igual? Lo aceptaría si así era. 

Diana se hizo un poco hacia atrás al momento en que Fauce se levantaba del piso para extender aquél abrigo. No podía borrar la sonrisa de su rostro, era evidente que se encontraba sumamente feliz por aquél gesto tan cercano. No deseaba dejarlo esperando más ahora que se encontraba ya reposando sobre la piel que jamás pensó compartiría con ella. Se quitó la banda de su cabello, acomodándolo con cuidado, sintiéndose aliviada de liberarse de aquella tensión física para después desprenderse de su vestido quedando por un momento con la piel expuesta ante la vista de Fauce. Comenzó a cambiar, adoptando su forma lupina en poco tiempo. Se paró en sus cuatro patas, sacudiendo su su cabeza antes de caminar sobre el abrigo. Dio un par de vueltas antes de recostarse cerca del alfa. Sí, había mucho espacio, todo dispuesto para ser usado por ella, pero el único lugar que deseaba ocupar era el que estuviera más cerca de él.

Se acostó a su lado sintiendo el calor de su cuerpo cerca del suyo. Acercó la cabeza a la de Fauce, dándole pequeños roces con su hocico para después lamer su oreja un poco. Dejó caer su cabeza al suelo lentamente, pestañear un par de veces mirando al lobo a su lado antes de que sus ojos fueran cerrándose poco a poco.