El Jardín de las Sombras ( 1/1 )

Había escuchado historias de aquel bosque, el más temido de todos, pero también era a su parecer el más fascinante, la naturaleza que vivía en las entrañas de aquel lugar era tan extraña e insólita. No muchos se atrevían a entrar por el temor de encontrarse con cierta criatura de leyenda y por esas razones escaseaban las flores y raíces que necesitaba para sus pociones.

Con solo su pequeña bolsa colgada al hombro y cubierta por su oscura capa, se atrentro con valor por aquel sendero a la espera de no encontrarse a ninguna peligrosa bestia. Conocía la leyenda de Black Stag, pero no le temía, no por nada pertenecía a aquel culto secreto que le rendía tributo, si llegaba a verlo se sentiria honrada por tan hermosa casualidad.

Pero se detuvo al escuchar a no muy lejana distancia suya los gritos de dos arcanos, aquellos aullidos de temor le hicieron entrar en alerta y esconderse tras unos árboles logrando presenciar aquella escena.

Intentó mantenerse oculta tras aquellos árboles, no quería ser presa de alguna bestia peligrosa que viviera en esa zona, aun con temor alzo la vista aun costado del árbol para observar que era lo que estaba sucediendo, quienes eran los que habían emitido aquellos gritos y el porqué de estos.

Acomodo la capucha de su capa para que le permitiese ver un poco más el escenario, notando al fin a un par de pequeñas crías de fauno que se aferran el uno al otro mientras temblaban y lloraban pidiendo por su madre, pero su cuerpo se congelo al ver aquella figura frente a aquellos niños, su corazon comenzo a palpitar tan rápido y fuerte que con aquel silencio del bosque cualquiera podría escucharlo, sus ojos se iluminaron al contemplar a aquel ente de figura tan majestuosa, aquel imponente ser no era nada más ni nada menos que el mismísimo Blackstag.


Estaba tan embelesada por aquella presencia que ya no escuchaba los gritos de auxilio y terror de aquel par de niños, le eran tan insignificantes en aquel momento, sus ojos solo podían estar fijados en un solo ser. No quería interrumpir aquella cacería del ciervo pero tampoco se quería retirar, sus piernas se sentían clavadas al suelo y su mirada no se apartaba del siervo, tenia que contemplar el como la vida de aquellos niños se extingue, era cruel si, pero tenia muy en claro lo que es el ciclo de la vida y si Blackstag los había bendecido para ser sus presas, ya no había quien se lo impidiese.

Un escalofrío le recorrió desde sus pies hasta la punta de su cabello al ser descubierta y se maldecía internamente por ser tan torpe en interrumpirlo. No le quedaba de otra en salir de su escondite. Sujeto su bolsa bajo la capa y con cuidado salió al descubierto de los árboles, se llevó a un costado de la capucha y con cuidado la retiró dejando ver su rostro infantil tanto para los a los niños como a BS, pero mas a un modo de educacion frente a este último.

-lamento interrumpir- inclinó su cabeza por educación pero por dentro estaba en regocijo.

Contemplaba aquella magnificas astas, aquella cornamenta era esplendida en conjunto con el cráneo que ahora le observaba. Aquellos gritos de niños le eran insignificantes en ese momento. En esa clase de escena, frente a otros el simple echo de permitir que unos niños sean la presa de Blagstag era algo ruin y despiadado, seguramente la convertía en la peor escoria en aquel momento por no tener una pizca de piedad, pero que podía hacer ella? su admiración por aquella figura de leyenda era mas grande que su sentido común, quien era ella para quitarle la presa? seria imperdonable.

Observo por ultima vez aquellos dulces ojos llenos de pánico de aquellos niños que le clamaban en un auxilio inaudible, para después regresar al silencio. Aquellos niños se habían desvanecido frente a sus ojos en pocos segundos, ahora solo quedaba pedir por la paz de sus almas que fueron seleccionadas por aquel ser.

Quería dirigirse unas palabras, pero de su boca no lograba salir ningún sonido, era la primera vez que le pasaba aquello, su lengua siempre era afilada y parlanchina pero en ese momento se había desvanecido. El pánico le reino un momento, no quería ser grosera frente a el, seria muy humillante el solo quedarse parada observándolo embelesada, hasta que recordó su bolsa, aquella en donde guardaba sus objetos de búsqueda, medicinas y venenos. Rápidamente abrió su bolsa en busca de algo, un objeto que le pudiese obsequiar, encontrando solo una pequeña flor que le había costado encontrar por culpa de otro arcano.


Estiro sus brazos con la flor entre aquellas manos del tamaño de un infante en un acto de ofrecerle aquel detalle de su parte.