E2 La Luna Roja - Memorias del Pasado (Cerrado)

Su cuerpo completo se encontraba en la oscuridad del océano, tenía una especie de astro en su pecho causado por un ancla, no paraba de estar agradecida por el cuidado y el tiempo que le cedieron la sirena y el arconte. No era posible que un rayo de luz llegara a esa profundidad, se encontraba sumergida en la soledad del océano. Sacudió su cola de arriba hacia abajo tomando impulso. Las anguilas pelicano ya estaban nadando cerca de ella ignorando su inmenso tamaño, era un dragón de 15 metros de largo imposible de no verla, pero tratandose de una zona completamente oscura ellos no corrían del peligro, solo escuchaban un movimiento pesado cerca. Sus ojos rasgados amarillentos brillaban a pesar de la falta de luz; los mares cercanos a al templo del otoño siempre eran así, tan fríos y desolados.



Mientras entraba por el rio y visitar el lago de las Hadas, dejo escapar su voz. Los cuernos se asomaron, más tarde su aleta dorsal que iniciaba desde el cráneo. No se había hecho esperar, mitad del cuello era visible y con la quijada entre abierta, logrando que algunos dientes se asomaran, las cuerdas vocales resonaban, el sonido entristecido se escuchaba en aquella larga noche silenciosa. La luna bañaba a todos en una ilusión de sangre, recuerdos se asomaban desde lo más profundo de su corazón. Oh triste dragón, parecía que su voz se iba a romper en millones de pedazos. Tartamudeó, su voz sufría pero continuaba cantando mientras se acercaba cada vez más hasta ver reflejada la luna en el lago.

Logró percibir una sombra y quedo estática, cerró su mandíbula cortando su cantico. Afiló de más los ojos, era evidente que la luz de la luna enrojecida iba a lograr que ella proyectara una sombra mayor, solo había oscuridad a su alrededor. Sin más que hacer abrió un poco no era lo suficiente para notar los dientes. - Buenas.. creo que no es lo mejor estar a las afueras sin protección. - advirtió aun manteniendo su forma verdadera si le ocurriera algo y requiera de su fuerza, lamentablemente las heridas de hace semanas y una más reciente continuaban siendo vista horrible en su cuerpo y podría empeorar si ejercía un movimiento brusco.

Hizo silencio, las aletas sostuvieron el cuerpo de la dragona que a pocas penas tapaba su cuerpo completo, solo llegaba a la clavícula, básicamente su cuello y parte de su espalda era visible. Ladeó la cabeza al no comprender por aquel tono, le destrozaba el alma de alguna manera a pesar que no era para nada grave el tema. ¿Fue la canción? comenzó a especular a medida que pasaban los segundos o minutos. Bajó un poco el cuello haciendo que la cabeza caiga para acercar su vista al muchacho, se detuvo al escuchar esa duda y ver la acción de llevar su mano al hombro. Gorgoteó con esa pizca de gracia al ver la educación del muchacho, había notado que fue un poco directo y grosero, tal vez eso ultimo no, pero no le importaba mucho a Skye.

A duras penas su cuerpo comenzó a acercarse a la orilla al tiempo que su cuerpo mutaba a una más humana pero sin perder los cuernos, la profundidad con el iris amarillo, y aquella larga cola. La capa azul fue visible, las heridas se ocultaban tras de ella, pero se asomaban cuando hacia un movimiento que implicara que se dejara ver su torso. - No queda otra. - pausó mientras se arrastraba con la ayuda de las aletas y sus manos un poco más cerca, no iba a alzar la voz. Una vez acomodada prosiguió. - Cada una de ellas son batallas que tuve con cualquier que pudieras conocer o no, debajo del agua… Pueden ser directas o no… - llevó inconscientemente la mano al pecho, el astro le picaba. Sentía unas ganas inmensas de rascarse a pesar que no tenga una cascara que sea de picazón por muda de piel, debía oprimir ese deseo. Podía lastimarse y abrirlo o algo por el estilo.

- Por cierto, mi nombre es Skye, un gusto. - comentó mientras hacia una especie de reverencia con la cabeza logrando que los mechones verdes caigan.

La luna a pesar de lo roja que estaba, seguía siendo algo muy bello no importaba que cambio tuviera, sin ella creo que causaría varios problemas en la tierra, y no sería bueno… La emoción que se escuchaban en sus palabras le dieron cierta tonalidad más cálida que antes. Sacudió un poco la cabeza al escuchar su nombre. - Eres Khorial. ¡OH! - estaba impresionada, se podía notar en cómo había llevado ambas manos ocultando sus labios finos y algo carnosos, el asombro había logrado que mueva un poco la cola inconscientemente. Nunca había conocido a alguien de la tableta arcana, se había cruzado con algunos en la vida cotidiana y después verlos conectados en la tableta. Estaba atónita. No tenía palabras, trato de relajarse un poco y volver un poco a su compostura. Relajo los hombros para que caigan un poco las manos que ahora se encontraban unidas por las palmas y dejando visible una línea curvada en su cara.


- Por supuesto que me acuerdo, es un placer. Y de cierta manera es algo curioso nuestro encuentro. - La sonrisa no se borraba, estaba demasiado animada olvidando y alejando la melancolía. Aunque quien sabe cuándo volverá. - No debías, pero bueno. Al parecer las direcciones se juntaron. - Dio una extraña vuelta enrollando su cola y reposando su cuerpo sobre su piel escamosa, era como una serpiente pero muy diferente a estas criaturas. No tenían aletas y menos una cola extraña. 

La emoción seguía corriendo por sus venas, como si se tratase de un motor que no tiene frenos para detener cada segundo que pasaba. Cerró los ojos como límite, debía tratar de frenarse o su actitud tan serena cambiaría a una nenita que recién conoce a su primer amigo. Pestañeo varias veces y dejo que la risa escapara. - No, realmente no vengo por aquí. Pocas veces logre venir por mi tamaño… pero simplemente vengo porque abundan peces garrufa y son muy amigables con mis heridas. - Comentó mientras cerraba los ojos con una tonada muy delicada. Alzó un poco la cabeza pero manteniéndose aun acostada. El silencio abundaba aquel lugar, podía jurar que escuchaba su propio latido. 

La pregunta siguiente fue algo más… triste, o daba ese aspecto. - Oh… si lograrás ingresar más al océano a las a lejanías de Aqualia podrías escuchar canciones similares… Nunca cante canciones divertidas… hacen que mi corazón se aceleré y solo quiero mantener la calma. Creo que todos deseamos eso. - hizo un esfuerzo para levantarse. Las manos apoyadas en su cola y se erguió tal vez quedando a la misma altura que el muchacho. El rostro de Skye era una mezcla entre preocupación y una sonrisa para tratar de suavizar este mismo, no podía hacer mucho más. La luna se había ocultado por las nubes, la oscuridad tomó paso y comenzó adueñarse de todo lo que tocaba su sombra, pero no fue lo suficientemente rápido. Skye y Khorial por unos minutos sufrieron aquella falta de luz pero volvía a asomarse. - Tengo una pregunta… un poco curiosa… ¿Qué eres?... - preguntó nuevamente arrojada en la calidez de sus escamas.

Al parecer no fue de gusto preguntar sobre su raza, se notaba en su silencio, en las palabras… Provocó la chispa, aquella tan molesta para muchos, curiosa entre los gatos. La madera crujió y lentamente era consumida por la rabia del fuego, los dientes amarillentos que se tornaban naranjas y después rojos y volvían a intercambiarse. Apretó los dientes tratando de aguantar las preguntas. Iba a dejarle hablar hasta que algo cortara la tranquila charla. Al finalizar con aquella pregunta Khorial estaba dispuesto a transformarse; Skye esperaba de la maravillosa trasformación. Las escamas comenzaban a surgirle alrededor de los ojos y el cuerpo comenzaba a llenarse de más y más escamas a agregarse una cola y cuernos que nacían de las sienes.

Un dragón negro había surgido de las tinieblas, los arboles murmullaron el asombro con sus hojas, las aves se ocultaban más y más dejando algunas asomar su brillo. Skye percibió que no era un dragón cualquiera, las patas delanteras estaban pegadas con las alas nocturnas, era un Wyvern, no había duda alguna. Estaba asombrada por ver algo como ello pero algo logró que frunciera el ceño, se acercó arrastrándose al dragón con algo de lentitud. Sus ojos se dilataban y contraían cada vez que se acercaba. A pesar de la oscuridad que de alguna manera proyectaba la luna, iluminaba lo suficiente la herida de uno de las patas. Una vez lo suficientemente cerca extendió los brazos hacia el frente. - Vamos, no estés tenso. Luces genial… - dejo escapar de sus labios aquellas suaves palabras con una sonrisa dibujada. Había algo extraño en su actitud, pero no quería modificar su actitud, quería mantenerse lo más serena al lado suyo, algo podría estallar en cualquier momento. Los segundos pasaban, después unos pocos minutos en donde, en la cabeza de la dragona, la pregunta revotaba de un lado a otro. Hasta que tomo coraje de dejar escapar su voz.

- Dime, Khorial… ¿Por qué no te sientes orgulloso de ser un dragón? - esperaba las escamas del ajeno en sus manos, era algo que agradaba hacer cuando estaba con su padre nadando. Sus manos siempre querían sentir el tacto de las escamas no importa si era fría, cálida, lastimada o sana, era una sensación extraña donde sus manos eran capaces de sentir. Cerró los ojos esperando aquella acción pero si no sucedía era evidente que no era la idea incomodar, ya se pensaría una escusa.

Sus manos comenzaban a enfriarse pero no a tal punto de ocultarlas y generar calor para ellas, estaban heladas por la soledad de la espera, pero no fue así. El calor las escamas en sus yemas fue tan emocionante que los abrió nuevamente escuchando su voz, su razón de no tener orgullo. Acariciaba con tanta tranquilidad sintiendo la respiración del dragón en su estomago el cual, el abrigo se abría y cerraba por el aire que expulsaba de las fosas nasales de la bestia oscura. Las escamas eran tan suaves pero puntiagudas al final que iba muchas veces a contrapelo para sentir esa sensación extraña.

Unas lagrimas comenzaron a caer del dragón se sorprendió un poco agarró el hocico del ajeno para bajarlo más y abrazarlo de esta manera. El pecho presionaba la superficie escamosa mientras su barriga le cosquilleaba por la respiración pero lo aguantó disfrutando del abrazo casi imprevisto para Khorial. Duró un par de minutos, el silencio se hacía presencia hasta que la luz nuevamente sobresalió. - Eso no justifica nada… - comentó mientras se alejaba ahora del dragón, a medida que dejaba caer su cuerpo que este se enrollaba. - Pero dejame decirte algo…. ¿Quién dice que eres un cobarde por huir? Si fue por perder no deberías subestimarte y etiquetarte de esa manera. - dijo con un tono fuera de sí. Siempre mostraba uno tranquilo y con amabilidad, no era de lo más común verla tan molesta pero no iba a callarse y asentir la cabeza. - Una decepción sería tu padre… Uno escucha y comprende y más si viene de su propio hijo, debería aceptarte como eres. Es él que no tiene dignidad para ser un dragón. Muchos humanos… - tropezó, su lengua se ató sola al decir aquella asquerosa palabra. - ellos… nos tenían como seres sabios… al menos algunos. Si entramos en ese conjunto tu padre no sería el más listo. - se había dejado llevar, su voz tembló al mencionar a los humanos pero su cara no iba a modificarse, los ojos brillantes en la noche parecían preparados para atacar a alguien, pero simplemente estaba furiosa con tal actitud arrogante.

Hinchó sus pulmones con el oxigeno y luego dejo escapar el dióxido de carbono por su boca tratando de tranquilizarse; los hombros cayeron y su mirada cambio, parecía más tranquila posiblemente. - Ser un dragón no siempre es luchar, es demostrar lo grandiosos que podemos ser en todo sentido. Si estaría enfrente de tu padre lamentablemente le pediría una pelea, la cual podría el mismo perder. He sido preparada con tantos años de batallas con criaturas marinas que perdí en cierto sentido el dolor. Al menos golpes o mordidas. No puedo engañar que hubo una que me hizo pensar que estaba viva. -nuevamente llevo la mano al pecho recordando el ancla, el filo de la muerte, el miedo… pero entre la oscuridad había una luz.

¿Se habrá molestado por hacer un comentario como tal? Se sentía algo confundida, tal vez había dicho algo mal pero no daba la situación. Su mente iba y volvía. Había hablado de más y sin mucho tacto, todo eso había pasado por su cabeza, temía que la odiara por ser así. - "Aprende a controlarte, Skye" - se reprocho internamente a su vez se acomodaba un poco en su propia cola, realmente podía haberse callado, pero… Khorial había sido tan gentil de contar algo propio que se limitó a callar y aceptar que su comentario podría estar bien. Se entreabrieron sus labios dejando escapar el aire de manera muy suave, la espera le ponía los pelos de punta y más las escamas; se podía visualizar como se levantaban y volvían a decaer.


La voz de Khorial no se hizo esperar pero inmediatamente hubo algo que logró llamarle la atención y que abrieras los ojos en par. ¡Por los océanos! ¿Era aquello un agradecimiento? Se dilataron sus pupilas al ver el acto del chico, simplemente se quedo ahí muda. Estaba shockeada, no comprendía porque agradecerla así. - Oh pues eh, no sé… yo…. - los nervios le atacaron, realmente no debía. Sentía una presión en su pecho, un grito interno que le aclaraba que si lo hacia se aprovecharía o algo por el estilo. - N-no veo una necesidad de que hagas esto… - no podía tranquilizarse, sentía que le temblaba todo, también lo cuernos a pesar que estaban estáticos. - simplemente opine… y si te ayudo me parece genial… Pero no merezco tal acto. - rió un poco para aligerarse había servido en cierto sentido pero de cualquier forma no iba a ayudarle siempre.