Post by Catalina Aldith on May 28, 2017 19:06:50 GMT
Desde el fatídico día en el que había caído con grandes heridas del cielo, pensó que no había peor cosa qué encontrarse sin recuerdos de su pasado, sin poder ver más que borrosas imágenes que producían jaquecas que le desorientaban o incluso le quitaban la consciencia. Pero no. Esa noche de luna roja en el que las nubes al fin la cubrían y creaban un pequeño respiro para al menos las criaturas que se encontraban en los alrededores, supo que aquello no había sido una de las peores cosas que podían pasarle. Por un momento se sintió cruelmente aliviada de no saber lo que había pasado antes de quedar atrapada por su propia mano, dentro del bosque de los susurros… y también… Sintió que todo su sufrimiento era bien merecido.
No, olvidar o no recordar no era lo peor que podía pasarle. Lo peor que podía sucederle a su mente era recordar y en ese momento, en el que de su boca escurrían gruesas lineas de sangre y su piel desnuda mostraba no solo manchas enormes de la misma, sino marcas de manos que no eran las suyas. Era una pesadilla, pues el dolor que las imágenes vividas de su mente tres lo sucedido, le provocaban heridas más grandes que el no tener un pasado del que pudiese hablar.
Lo recordaba demasiado bien. El como había perdido el control de su cuerpo, el dolor de su transformación no había sido absolutamente nada. Nada comparado con lo que realmente se merecía, nada comparado con el dolor que había ejercido en aquellas criaturas… En aquellas personas, en aquellos Mirovianos.
Si, había recibido heridas. Aquellos que se habían defendido se las habían causado, pero estas cerraban casi fugazmente y a su paso dejaban su piel intacta. Algo que no sucedía con las heridas de quienes se habían topado con la pesadilla en la que la luna la había convertido.
– No... –
Las lagrimas solo brotaron de sus cuencas y el dolor le llegó con más fuerza cuando divisó el cuerpo de una pequeña entre sus memorias. Sus miradas llenas de terror, la suplica que expresaban sus ojos antes de recibir aquellas heridas tan grandes, le destrozaban el alma. Un fuerte grito brotó desde lo más profundo de su ser. El grito tan sonoro culminó con un llanto incontrolable en el que tras haberse dejado caer de rodillas, comenzó a arrastrarse al primer cuerpo cercano para ver si aún seguía con algo de vida. El movimiento tan débil del pecho de uno de esos cuerpos, fue suficiente como para que se impulsara hacía atrás y velozmente buscara solo con la mirada, la vida en los demás. Había dejado los cuerpos tan heridos que probablemente no durarían mucho ahí afuera… Pero ella no estaba en condiciones para llevarlos a cualquier sitio. Ni siquiera sabía cuanto más durarían las nubes que cubrían el cielo, pero por aquella misma razón, se encontró huyendo a toda prisa del lugar.
No sabía a donde ir, pero cuando menos se lo esperó… Se encontraba ahí. Frente a aquel imponente castillo que tras observarlo con ojos vidriosos, le provocó una imagen fugaz, un recuerdo de aquellos que se encontraban enterrados en su mente y el cual le arrancó un grito de dolor, pues nuevamente sintió como si su cabeza estallara dentro de su craneo, aunque esto no sucediera realmente.