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Post by Kravla Thelnak on Jun 12, 2017 2:39:19 GMT
Si podías contar con algo en Draconia, es que el sol no iba a tener piedad: iba a quemarte hasta que ya no sintieras la piel de dolor, haría el piso de roca arder hasta dejarte los pies endurecidos como el cuero y te agotaría, burlándose en tu cara de tu debilidad. Había que ser duro para soportar el calor, y solo la experiencia podía ayudarte a descubrir cuánto era capaz de aguantar tu cuerpo antes de ceder al cansancio. La experiencia, si no se ganaba en batalla, se ganaba entrenando.
Una gran mujer alzaba su lanza y atacaba, movía sus pies y atacaba, tomaba aire y atacaba. Era un ataque tras otro, tras otro, tras otro, y los muñecos de paja que hacían de contrincantes ya daban pena de tan agujereados que estaban. Kravla Thelnak podía parecer bruta y agresiva, pero sabía que de nada le servía practicar su puntería contra muñecos inmóviles; estaba tratando de controlar su respiración. El aire en la tierra de los dragones era tibio y pesado. Ya había visto a suficientes neófitos como para saber que no valía la pena lanzarse con todo a una pelea sin saber controlar el cuerpo, siempre eran los primeros en caer en combate.
Finalmente apoyó el arma en el suelo y miró a su alrededor. Sus pulmones estaban trabajando a más no poder ("aunque hubiera podido aguantar otras dos rondas", se decía a sí misma) y sentía la cabeza hinchada, pero se estaba contenta. Le gustaba entrenar, aunque en ese preciso instante no habían más arcanos cerca suyo. Quizás era porque todavía era temprano...
La orco se acercó a unas bancas que había cerca y tomó un odre con agua que había traído consigo. Estaba seca, necesitaba hidratarse antes de continuar. Aún había mucho que podía hacerse con el día, y sus músculos le exigían seguir en movimiento. Sonrió para sí misma; iba a ser una jornada provechosa.
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Post by Rose Bonebreaker on Jun 12, 2017 4:06:14 GMT
Draconia era el hogar de guerreros fieros con el corazón en llamas como el volcán, y Rose no era la excepción. Hace varios días que había vuelto de su viaje a la ciudadela y buscaba retomar su rutina visitando la zona de entrenamiento. No era su costumbre llegar tan temprano, ,pero se aburría en casa y faltar a su régimen de entrenamiento tanto tiempo era como saltarse el desayuno: puedes seguir el día pero sientes que te falta algo. La pequeña pelirroja no llevaba armas, pero tenía los puños vendados fuertemente hasta la mitad de sus dedos y entre sus manos cargaba una cantimplora de cuero para refrescarse al terminar. Se abrió paso desde la entrada hasta la zona de los muñecos de práctica, vaya fue su sorpresa al acercarse a uno y ver las condiciones en las que se encontraba. No pudo evitar una pequeña sonrisa, de seguro alguien se estaba divirtiendo de lo lindo apuñalando repetidas veces y ese pensamiento le agradaba un poco. No el de apuñalar, si no de que alguien se esmerara tanto en el entrenamiento. Dejó a lado aquel muñeco de paja y fue directo al encuentro de uno de cuero más robusto, ideal para combate con puños. Le tomó unos minutos estirarse debidamente para no sufrir ninguna lesión, cuando Rose estuvo lista se colocó en posición y comenzó a luchar boxeo contra el pobre muñeco. Lanzaba puñetazos a diestra y siniestra, tanto a la parte media del torso como a la cara (para alcanzar esta última tenía que esforzarse un poco más, pues con sus 1.55 mts de alto conectar un puño tan arriba le convenía dar un pequeño salto). Aún no comenzaba a respirar con fuerza, apenas estaba comenzando y tenía toda la energía del mundo como para seguir repartiendo golpes un buen rato.
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Post by Kravla Thelnak on Jun 13, 2017 2:36:58 GMT
Ooooh, alguien más había llegado a entrenar. Ahora Kravla no se sentía tan sola. Desde la banca, la gladiadora observó a una arcana bajita aparecer, mirar con aprobación uno de los muñecos de paja que la orco había destrozado y ponerse a golpear apasionadamente uno de cuero. Dejó el odre a un lado y se pasó la mano por la boca para secársela. No puedo evitar sonreír al ver el potencial y la habilidad de la enana que acababa de aparecerse en el lugar.
Contentísima, dejó sus pertenencias a un lado y se acercó para verla mejor. Realmente no le importaba si acaso a la extraña le molestaba ser observada, pero esperaba que no fuera así. - Golpeas duro -la felicitó.
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Post by Rose Bonebreaker on Jun 13, 2017 5:44:44 GMT
De reojo miro a la orco acercársele, comparada con ella Rose era una niña en altura, pero no tendría aquel carácter tan duro si se intimidara fácilmente por la diferencia de tamaño. Se concentró en seguir golpeando con igual fuerza, como reafirmando las palabras de la mujer. -"Si no golpeara duro, no tendría trabajo"-hablo en tono firme pero no agresivo entre golpe y golpe. No le molestaba que la miraran entrenar, ella no era pudorosa ni mucho menos, es más, le daba más motivación para lucirse un poco. Antes de detenerse dio varios puñetazos más a su muñeco de práctica, ya sus nudillos habían quedado marcados en el cuero. Se paró frente a ella, teniendo que levantar la cabeza para poder conectarle la mirada pero eso a ella no le molestaba.-"¿Aquello lo hiciste tú? Es un buen trabajo"-señaló los muñecos de paja agujereados anteriormente . No esperaba una respuesta negativa, pues ellas eran las únicas en la zona de entrenamiento y estaba bien claro quién era el autor de la masacre de los pobres muñecos.
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Post by Kravla Thelnak on Jun 14, 2017 0:03:27 GMT
Kravla dejó escapar una carcajada satisfecha ante la respuesta firme de la mujercita. - Me caes bien.
Se cruzó de brazos y se quedó admirando cómo la arcana cargaba contra el pobre muñeco de cuero. Tenía talento, habilidad y, lo más importante, técnica. No bromeaba cuando dijo que golpeaba duro. La orco asentía con la cabeza y sonreía con aprobación.
Ante la pregunta de la otra luchadora, que señaló justamente el muñeco más destrozado, la gladiadora de piel verde se volteó para poder repasar su trabajo. Sonrió, feliz de que reconocieran su marca en las heridas del muñeco destripado y orgullosa de sí misma. - Sí. Apenas estoy empezando a entrenar, eso fue parte del calentamiento -le ofreció su mano a la extraña para que se saludaran formalmente, como correspondía a dos guerreras-. Mi nombre es Kravla Thelnak, del clan Thelnak. Soy gladiadora aquí en Draconia. ¿Vienes seguido a la zona de entrenamiento o solo andas de paso por la ciudad?
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Post by Rose Bonebreaker on Jun 14, 2017 6:12:55 GMT
La vivacidad y firmeza que parecía irradiar aquella orco le parecía de lo más agradable <<Por fin>> se dijo a sí misma, claramente feliz de encontrar alguien que a primera impresión se asemejaba a ella.-“Eso no lo oigo a menudo pero me alegra”-le correspondió aquella carcajada con una más o menos igual, solo un poco más tenue. El ofrecimiento para un apretón de manos le dejo dudando un poco, no era fan del contacto físico pero aquella orco había acertado en como dirigirse a ella ¿Por qué no corresponderle amablemente igual? Le estrecho la mano con firmeza, como era de esperarse de una guerrera.-“Soy Rose, pero llámame Rosita o Rita, Rita Bonebreaker, del clan Quebrantahuesos de pluma sangrienta”-se expresó con orgullo en sus palabras sin titubear y dedicando una mirada fiera a Kravla. Para la hipogrifo su linaje era lo que más orgullo le daba, era todo lo que ella era y por lo que luchaba.-“Soy soldado para la corte del verano, pero también me gusta combatir en la arena de aquí de vez en cuando”-continuo explicando, soltando el saludo para poner sus propias manos a descansar en sus caderas.-“Vengo seguido pero no tan temprano. Draconia es mi hogar lejos de la corte, pero estaba de viaje y apenas regrese ayer. No podía quedarme sin entrenar”-esperaba que la orco comprendiera ese sentimiento, pues a su parecer ella podría compartir aquel deseo de siempre entrenar.-“¿Tu también vives por aquí o estas de visita?”-
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Post by Kravla Thelnak on Jun 17, 2017 17:47:01 GMT
A la orco le gustó el saludo de la arcanita, era fuerte y seguro; Kravla le correspondió de igual manera, estaba agradecida de estrechar la mano de alguien sin que se quejaran de que "apretaba muy fuerte" o que les dolían los dedos. Rita era pequeña pero dura, algo así como una piedrita. Le gustaba.
- Rita -repitió. Volvió a reírse al verla hincharse de orgullo, pero era una risa suave y de aprobación. Respetaba mucho y, además, compartía las creencias de Rita-, es un gusto y un honor conocer a una hermana de la Corte del Verano.
Soltó la mano de la mujer y llevó las suyas propias a sus caderas. - ¡Si no viviera aquí no podría venir todos los días a entrenar! No me sirve ser gladiadora si no puedo ver a mis contrincantes ni ellos tampoco me pueden ver a mí, hay que aprender a dar un buen espectáculo (y a buscar puntos débiles en los otros). Igual supongo que es más fácil que ser soldado... -Kravla se rascó el mentón- y pues viajo mucho afuera de Draconia. Quizás debería darme una vuelta por Shangri Lax, hace mucho que no voy al Templo del Verano. ¿Cómo están las cosas por allá?
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