Slowbirth (Priv. Fauce - Diana)

Esas palabras ahora tenían un significado; ya no era algo más allá de ellos mismos... ahora todo se trataba de ellos. No había momento que en sus pensamientos no se encontrara él, siempre impulsando las fuerzas que de pronto sentía se le escapaban, de fantasmas que sólo ella sabía existían. Se acercó a él sin permitir que esa sonrisa abandonara su rostro, siendo lo único que la mantenía con la temple tranquila, sin delatar los miedos de su corazón. -Sí... dime, ¿qué sucede?-. Lo miró a los ojos, sintiendo una punzada en su corazón. Había una verdad que le ocultaba por el miedo a ilusionarlo y lo que era peor... tal vez decepcionarlo.

Habiendo conocido ya su ternura y cariño dudaba que fuera a recibir rechazo de su parte al saber su verdad; de los terribles recuerdos de aquellas vidas que crecieron en su vientre pero cuyos llantos jamás pudo escuchar. Aún así temía y se atormentaba por la vida que sabía estaba creciendo ya en su interior. Alzó una de sus manos para acariciar su mejilla al verlo preocupado y se sintió culpable. ¿Cómo podía hacerle eso? ¿Mantenerse alejada por temor a herirlo? Tragó saliva sin despegar sus ojos de los suyos.

Suspiró profundamente bajando la tensión de sus hombros ante a esa pregunta que tanto le dolió escuchar. ¿Eso le había hecho pensar? Bajó la mirada con vergüenza sin tener el valor suficiente para mirarlo a los ojos; lo preocupaba e incluso le había infundido una inseguridad en el pecho cuando lo único que quería era protegerlo. Su mirada se volvió cristalina, podía ver cómo su vista se tornaba borrosa, sin dejarle ver con claridad las figuras envueltas en las sombras mas se abstuvo de llorar. Agitó la cabeza de manera suave, apenas meneando sus cabellos con el viento. -Nada de eso... estás... muy equivocado- susurró. No tenía aún el valor para soltar aquellas palabras, ¿qué sería de ellos si de nuevo se veía en vuelta en la desgracia de una pérdida? ¿Qué pensaría Fauce? ¿Querría dejar de estar con ella de no funcionar?

Bajó las manos a su vientre con la mirada gacha y hasta cierto punto distante. -Quisiera poder decirte esto con una emoción primeriza... Sin miedo...- tropezaba con sus propias palabras. Mordió sus labios; aún estaba a tiempo de quedarse callada sin embargo al levantar la cabeza y encontrarse con esos ojos consternados se convenció de que no podía mantenerlo aislado de la verdad; era ahora o nunca. Mantenerlo con la verdad bajo las sombras sería un engaño. -Es algo que debería darte gusto en realidad- sonrió con amargura. Estaba privándolo de ese gusto, de esa felicidad por completo; sabía que él lo deseaba pero estando a su lado... sería difícil por no decir imposible. Tomó las manos del lobo para colocarlas sobre su estómago; no había suficiente muestra visual para delatar su condición pero era lo suficientemente simbólico para que se diera una idea. Lo miró con detenimiento sin decir absolutamente nada. Sonrió aún a pesar de las lágrimas que ya comenzaban a desbordarse de sus ojos.

La reacción de Fauce casi borra el dolor que sentía; verlo así, feliz, tan sonriente... Un gesto desconocido que definitivamente se quedaría estampado en su memoria de manera permanente, un gesto que detestaba interrumpir con el peso de su sufrimiento. Se sintió terrible al escuchar el quebrar de su voz... No... Llevó sus manos de vuelta al rostro de Fauce atendiendo a la súbita preocupación y tristeza que manifestó. Lo acarició sintiéndose adolorida por afligirlo de esa manera. -Lo anhelo con todo mi ser- se aferró a él para remarcar sus palabras. No quería que le quedara duda alguna. -¿Cómo rechazar la manifestación más grande que puede haber de nuestro amor, Fauce?-. Le frustraba decir aquello, le frustraba muchísimo por la incertidumbre, por no poder ofrecerle al lobo una experiencia llena de dicha y esperanza como ella en algún momento lo vivió.

-Tengo miedo- dijo al fin, sintiendo cómo su garganta se secaba al final de aquellas palabras. Sentía un nudo en la garganta que se hacía cada vez más y más grande, amenazando con desgarrarle por dentro. Su más doloroso secreto, siempre suyo y de nadie más; una pena que había prometido no imponer sobre nadie pero ahora debía hacerlo... Él era su roca, el lugar de donde debía sostenerse para no caer. -Es que... hay muchas cosas que no sabes de mí...-. Pegó su frente sobre el pecho del lobo, tratando de aislarse de ese momento aunque fuese por un instante. Escuchar su palpitar la tranquilizaba y le dio las fuerzas suficientes para decir lo que tanto la acongojaba. -No es la primera vez que esto sucede...-. Su voz se suavizaba entre la piel de Fauce, su aliento cálido chocaba contra él. Era difícil pronunciar aquello; ahondar por completo. Apoyó sus manos sobre el pecho de Fauce, cerrándolas en puños; sentía culpa, mucha culpa. ¿Y si perdía el interés? Dejar descendencia era importante para él... y en ese momento Diana era todo menos un futuro seguro para cumplir aquella meta. Qué egoísta había sido... mantener aquello oculto sólo para poder mantenerlo a su lado.

Sintió el movimiento de sus brazos rodeándola; se dejó cuidar por aquél tacto que por un momento la resguardó de sus pesares mas la urgencia con la que buscaba su mirada. Su pregunta llena de incertidumbre le causó un dolor en el vientre, como si se despertaran aquellas viejas heridas doliéndole casi tan fuerte como la primera vez. -No vivieron- respondió enfrentándose a esa mirada. -Fue hace mucho... mucho antes de llegar a la manada-. Por un momento las lágrimas dejaron de brotar de sus ojos. -Nadie sabe esto... nadie- apoyó sus manos sobre su pecho, quedándose perdida en su rostro.

El peso que llevó cargando en soledad por tantos años se sentía liviano al fin. Fuese cual fuese la reacción de Fauce después de esto no hacía menos la libertad que sentía de haberle confiado a otra alma las pérdidas que había sufrido. -No había querido decirlo. Me aterraba... me aterra lo que pienses... Me aterra que pases por el mismo dolor que tuve que pasar y es por eso que no había dicho nada...- el nudo de su garganta la silencio. -Me arrepiento... mucho. Después de ver lo feliz que esto te hace...-Tragó saliva y apretó los labios tratando de recobrar la compostura antes de seguir hablando... eso y permitirle a él procesar todo lo que acababa de confiarle.