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Post by Agatha Bloodspell on Sept 3, 2017 4:23:30 GMT
El frenesí en su interior era tal que comenzaba a perder claridad; sus palabras no prometían sentido ya más puesto que el cuerpo estaba tomando control de su consciencia. Sus respiraciones pesaban, arrastrando la voz que delataba el placer y la lujuria de su ser. Las manos que la recorrían alborotaban más esa bestia que ansiaba por cernirse en cada parte de su alma. El riesgo... la incertidumbre y el juego de averiguar los males del extraño creaban reacciones internas que quemaban en lo profundo.
Su voz recorría cada parte de su maldito ser, causando que las sintiera, cada una de ellas, como un arrebato violento por poseerla. Proyectaba sus deseos, su hambre y su descontrol en el otro, mas supo que el cuerpo que comenzaba a adherirse al suyo como si fueran uno solo necesitaba tanto del arrebato y degenere como ella. Sentía las respuestas en el otro, tan deseosas como ella por conocer la intimidad de su placer. Suspiraba con pesadez, como si el aire en su interior deseara salir por completo hasta dar su último respiro. -¿Soy quién para hacerlo? Me pesa mi propia existencia- declaró apenas en un hilo de voz que bien pudo haberse perdido en la soledad del bosque.
Echó la cabeza hacia atrás permitiéndole al extraño saborear su esencia hasta embriagarse. Los rincones de su cuello libres de ser ocupados por los besos y desesperados acercamientos que no hacían más que incitar a la locura. Podía sentir su cuerpo queriéndolo invadir; arrancar hasta los más oscuros deseos y secretos que eran resguardados en el misterio y la desolación que parecía desbordarse por la punta de sus dedos. -Su veneno está al alcance; solo debe tomarlo, dejarse caer ante sus efectos- respondió. //Falta poco// A duras penas y le salía la voz; era tanta la expectación por culminar con aquella tensión y liberar los deseos que el cuerpo reclamaba que los susurros parecían ser intentos débiles por continuar respirando.
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Post by Sven Velfast on Oct 15, 2017 21:43:04 GMT
La forma en que aquel ser oscuro lo incitaba y lo invitaba fervientemente a perder control en aquel frenesí de éxtasis carnal, era tan cual como la invitación del mismo demonio al infierno, lo cual, era algo que él había deseado por tanto, tanto tiempo. Sus manos se clavaban hambrientas en los muslos de la mujer, danzantes sobre la carne de la misma, como si estuvieran grabándose la porcelana textura de las mismas en la memoria de su toque. Su boca había descendido lo suficiente sobre los montes del pecho de la sucubo, usando únicamente sus labios para plantar roces y caricias que buscaban alborotar pasiones reflejadas en el erizamientos de su piel. Su lengua marcaba círculos en la zona más empinada de sus pechos, apenas y entrecerrando sus labios para saborear en un movimiento fugaz los brotes de aquellos carnosos montículos. Se detuvo, reposando su aliento contra la piel ajena -¿Qué es lo que su cuerpo desea?- musitó entre dientes, conforme sus manos abrían paso entre las ropas de la mujer para exponer su intimidad, deteniéndose antes de perpetrar alguna caricia antes de recibir la respuesta ajena.
-Si veneno es lo que me ofrece, gustoso tomaré cada gota- murmuró, apretando su mejilla sobre el pecho de la dama, sintiendo ese frío complementar el calor de su tez, siendo consumido por el mismo. -Que la toxicidad de su ofrenda me carcoma y me exponga, que mi cadáver sirva de festín para sus deseos más ruines- añadió en un tono solemne aunque agitado. Su propio cuerpo le aclamaba que se liberara, que probara de aquello, que se llenara de aquel delirio carnal.
-Oh vil Hel, su sangre me llama- clamó en un breve momento, en que sus miradas se conectaron.
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Post by Agatha Bloodspell on Dec 6, 2017 6:26:59 GMT
Al hundirse los finos dedos del fénix sobre sus muslos, dejó escapar un suave gemido muestra del dolor y el placer que en aquél momento luchaban en su interior por dominar todos sus sentidos. Su pecho gozaba del calor que entre la brisa nocturna lograba resaltar sin problemas entre la frialdad de aquella noche. Con tan delicado tacto su piel se erizaba al mínimo roce y respiración que chocaba sobre sus senos. Eso y también el peligro y oscuridad que parecían transpirar de aquél hombre, que la arrastraban hasta los rincones en los que se perdía cuando el sueño se le escapaba por las noches. -Deseo...- //Deseas su carne//. Su voz era apenas un suave murmullo; sometida por la agitación que alzaba su pecho. ¿Qué deseaba en realidad? Más allá de lo que la voz pedía a desgarradores gritos. ¿Qué era lo que brindaba luz a su existencia? ¿Libertad? ¿De quién, de qué? Las imágenes del errante le venían a la mente pero más que un deseo era un alivio, ¿acaso era eso? No... -Desearía saberlo- respondió mientras sus manos se deslizaban sobre la espalda del hombre sintiendo cada músculo y borde por debajo de sus desgarradas ropas. -Por ahora señor, me place servir de ofrenda a que arranque el veneno de mis labios y mi cuerpo... por favor-.
Era imposible resistirse más; el momento le tentaba y la tragedia que acompasaba las palabras del hombre creaban en su pecho un espacio que agrandaba aquél abismo. Tomar lo que necesitaba era tan sencillo pero se había hecho adicta al sentirse necesitada; crear un apetito como el que ella sentía. Era lo más cercano a sentirse amada y entre más percibía el alma del extraño doblarse ante ella, más deseaba que se mantuviera así: ansioso, necesitado, sediento de fundirse en ella para lanzarse él mismo hacia la oscuridad. -Tome la sangre; beba de ella- susurró mientras alzaba el cuello dejándose llenar del calor que se hacía cada vez más y más fuerte. Tomó la mano del mayordomo, aquella que tanteaba los terrenos oscuros y tiernos de su cuerpo para brindar su consentimiento y satisfacer la ansiedad que su cuerpo experimentaba a pequeños temblores.
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Post by Sven Velfast on Jan 18, 2018 1:13:18 GMT
El gemido que despidió la súcubo acarició sus oídos de una sádica y dulce manera, exponenciando la ola de sensaciones que le abarcaban en ese momento de debilidad. Su voz únicamente lo continuaba invitando a que fundirse en la carne ajena, pero su aura, sus gestos, el silencio entre versos, lo sacudían en sus cimientos por el querer sumergirse en el alma ajena y explorar cada recoveco de la misma. La curiosidad en carne y mente, enlazándose tan armoniosamente para mantenerlo atado como un esclavo pudiente y entregado.
La mano viajó a aquella zona consentida, con dedos diestros danzando en las zonas más tiernas y sensibles, iniciando con un intervalo lento que convocaba a la exasperación. -Ah, pero usted si lo sabe...- musitó el ave antes de danzar sus labios en el costado del cuello de la mujer, con la punta de su lengua dejando pequeños caminos que robarían la sal de la tez, antes de fundirse en suaves besos. -Las respuestas son claras tras el velo turbio de nuestras inseguridades- infirió, conforme su boca ahora buscaba la de la extraña que estaba merced de sus brazos.
-Vil, vil Hel- repetía como una mantra, dando una pequeña mordida en el labio inferior de la mujer, sus ojos destilando secretos y misterios que solo un corazón en martirio podían compadecer. -La ironía del néctar que conforma este tóxico elixir, causando todo el dolor que merezco, mas no cediéndole lo que más deseo- explicaba en delirios de sus propios argumentos, finalmente rebuscando la boca de la mujer para profundizar un apasionado beso, paralelo al ritmo de sus dedos que se movían en un vaivén erótico en su femineidad.
-Consúmame- susurró en su aliento entre besos, hundiendo una de sus falanges brevemente en la suavidad de su carne.
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Post by Agatha Bloodspell on Jan 18, 2018 2:53:15 GMT
Las caricias a sus partes más sensibles y privadas la hacía aferrarse a él como si pendiera de un peñazco. Nuevamente, envuelta en los brazos de un extraño, como era costumbre. Buscando algo que se asemejara al sentirse amada que a la vez detuviera el hambre en su cuerpo. Presionó aún más sus dedos en él, cual si fueran capaces de hundirse en su carne, levantar la piel para juntarse con la sangre. Su aliento se pintaba en el aire, plasmando el vaho a su alrededor entre los suspiros que se escapaban de su boca. Porque las palabras... sus palabras, despertaban los placeres de su piel. Y la calidez de su boca, probando el sabor de su esencia reafirmaban la necesidad de su alma por abusar de su necesidad; tomar del elixir que habitaba en la cima del éxtasis.
Nuevamente esa suavidad se encontró con la suya, envolviéndose en un suave y paulatino dolor que arrastraba la voz de su interior. El bosque fue testigo de los ecos que respondían al acto apenas consumándose. Al intercambio tan oscuro que acechaban los fines de la intimidad para transformarse en fuente de vida. Abrió los ojos, sintiendo la agudeza de los dientes marcándole los labios. //Libérate// Era cada vez más difícil luchar por someterse; estaba ya perdida en los delirios de su necesidad. Comenzó a cobrar mayor asertividad, más violencia y deseo. El hambre la transformó en aquél demonio que realmente era; uno que se hallaba cautivo y escondido por la moral que flaqueaba en ella. -Habito en las sombras, donde los ecos de la necedad flaquean y se retuercen, negándose a la verdad-. Sus labios se entreabrieron para recibir la pasión que se intercambiaba en sus alientos. Las almas conectándose en los alientos pesados de ambos. Se despegó por un instante, recargando la cabeza sobre la corteza del árbol, proporcionándole al extraño la visión exacta de las respuestas del lenguaje de sus dedos. -Obsérveme... Siémbrese la imagen de mi ser consumida a su pasión. Que ésta sea su tortura cada noche, que cada sueño se transforme en pesadilla. Escuche el eco de mi voz invadiéndole la consciencia. Por favor, no se olvide de mí-. Recalcaba sus palabras con sus manos que vagaban a través de su pecho, grabándose en las yemas de los dedos los relieves de su cuerpo, leyendo con ellas la esencia de su ser. Llegó al borde donde se desvestían las pasiones y se levantaban los impulsos hacia pasiones ocultas. Desabrochó despacio, sin sentir ya esa impaciencia puesto que aquella voz que comandaba se había hecho dueña de su voluntad.
Se apropió de él, tomando entre sus manos aquello que palpitaba ansioso debajo de la ropa. Acarició despacio, con intenciones de despertar aún más la impaciencia, de alimentarse de esa necesidad que tanto anhelaba. Tan cerca... Podía sentir los impulsos de su cuerpo concentrarse en sus manos que obedecían al ritmo ajeno, reflejándose en sus propios movimientos. Se mordió los labios, saboreando la sangre de la que antes se había empapado. Sonrió nuevamente mientras acercaba el foco del placer a su carne húmeda, causando roces que hicieron que su propia voz espantara al silencio. -Dolor... yo también lo merezco- susurró.
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