Post by Malak Ruko on Jun 30, 2017 15:16:50 GMT
esto ocurrió hace tantas lunas que el sueño ha sido olvidado
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Y ahí estaba el, riendo entre la dulce escena que se había creado
donde la destrucción parecía organizada por un orquestista
era su orquesta
su dulce destrucción
una mañana en que el incubo se encontraba en su soledad, a las orillas del lago de las hadas, la mañana era fría como de costumbre en su piel. Las rosas apenas florecían soltando su dulce aroma sobre su piel y las gladiolas explotaban su color envidiando la dulce y fría agonía del incubo. Este no tenía más que rondar en la soledad flotante que la ilusión de su mente le creaba como siempre. Generalmente su mente estaría más despejada sin embargo, esa mañana era especial, esa mañana su alma se encontraba tocada por la dulce desesperación de su corazón intranquilo que lo hacía estar en un trance provocado por el dulce palpitar de su sangre. Él no sabía de si, sin embargo sabía todo, nada era desapercibido y a la vez todo era ignorado.
Entre su trance inconcluso sus pies eran quienes guiaban el sendero de nuevo, estos que tan insensiblemente le respondían, eran quienes ahora tenían el mando a su destino. Estos como péndulos actuaban, la energía que emanaba de la tierra era poderosa más no visible pues la niebla era densa. Solo podía confiar en que su cuerpo seria tratado con delicadeza por la tierra que con tanto amor tocaba con sus pies. paso a paso recorrió con cuidado la orilla del tan cristalino lago, hasta que por fin, sus pasos le obligaron a introducirse pesadamente en tan milagroso líquido, primero un paso, después otro hasta llegar a cubrir completamente su cuerpo sin lograr sacar tan impuro cuerpo a flote. Su mirada estaba perdida en el blanco infinito aun cuando sus ojos chocaran con tan pura sustancia.
Con pasos firmes y sin necesidad del oxígeno en su interior recorrió todo el fondo del lago hasta poder lograr salir por el otro extremo con algo que pareciera que esperaba a ser descubierto, como si a gritos hubiera pedido ser encontrado y por fin lo fue. Y es que no fue más precioso el regalo de los dioses le dieron que con un orbe el cual cargaba en sus manos como si del huevo de una rara ave se tratase, un orbe tan oscuro como la brea pero tan brillante como las estrellas, era sin duda alguna un misterio de donde salió y quien lo puso ahí, pero ahora, ambos eran uno, no físicamente, pero si en espíritu. Con cuidado y gracia continuo su camino entre la niebla, moviendo dicho orbe por sus manos y brazos como si fuera un juguete, como si no tuviera peso, aun cuando este fuera más pesado que los crímenes cometidos por los humanos.
Ahora su camino se dirigía a lo más profundo del bosque, a donde nadie que lo pudiera interrumpir lograra llegar, a un lugar tan prohibido y etéreo que solo en sueños pudiera haber sido imaginado. Y así fue, entre la maleza y la inmundicia de los pantanos que se creaban logro encontrar su pequeño edén, un lugar tan puro, que su alma se veía ofuscada entre tanta belleza, aun cuando este lugar le trataba con repulsión a su humilde cuerpo, el orbe y su alma le obligaban a ir, ambos necesitaban llegar ahí sin importar los daños que pudieran pasar, el cuerpo solo era un medio, mientras se lograra el cometido, no importaría que se se perdiera todo lo demás.
Al lograr entrar, con sus pobres piernas tan lastimadas y sucias por el lodo y la sangre, pudo sentir como todo se unificaba, este ahora sería su pequeño secreto, su pequeño santuario a los dioses, uno en donde el pudiera hacer lo que deseara. Por auto proclama miento, era suyo ahora ese lugar.
Con pasos delicados penetro hasta lo más privado de su ahora secreto logro dar nuevamente con un manantial tan puro como la luz del sol, de colores tan hermosos como si los colores del arrebol de los cielos y las auroras boreales tuvieran ahí su inicio. Tan hermoso que pareciera haber sido llenado por las lágrimas de todos los seres de luz fallecidos
Con cuidado y de forma enternecida introdujo el orbe en aquel dulce manantial, sus ojos en ese momento comenzaron a brillar de forma tan hermosa como las esmeraldas, mientras el cielo se en negrecía con nubes tan densas como las arenas del desierto. Truenos comenzaban a caer a rededor suyo mientras el viento soplaba con violencia agitando todo lo que en rededor pasaba, el agua rápidamente se tornó negra como la noche y de sus labios húmedos por el éxtasis solo salieron palabras en un idioma tan complejo como los misterios de esa tierra
-min janib aism alaliha
'ant aldhy 'aetaa hadhih alhayya
wa'ana 'athni ealaa hadhih alruwh
himayatah-
En ese momento pareciera que el tiempo se congelo, todo a sus ojos se movía lento mas no era eso lo que le importaba. Extendió su mano a la altura de su pecho y con fuerza apretó el puño encajando sus uñas, penetrando tan enternecida carne, soltando así, el precioso liquido carmesí que corría por sus venas. En un momento de completo éxtasis la sangre corría lentamente por sus manos, hasta que, una sola gota cayo por la comisura de sus dedos, penetrando el ahora negro líquido. Por un momento su mente quedo en blanco. Al penetrar su carmesí en el negro rápidamente una fuerza bestial salió de pequeño manantial y… todo el blanco se volvió... una luz cegadora lleno.
Después solo se encontró esa escena aquella tan bella que tanta alegría le producía. A la que, con el tiempo se formaría