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Post by Deleted on Jul 25, 2017 6:16:29 GMT
-Haru- el orco repitió el nombre, buscando un rincon en su memoria para guardarlo. Una reverencia acompañó al saludo, de la cual Garrel se libro tomando la pala, y haciendo un pequeño agujero enfrente de la dragona, para luego mover brasas de la hoguera que había hecho, hasta la mas pequeña, donde compartiría con su insomne compañera.
-Garrel Thelnak es mi nombre. Del clan Thelnak -Señaló atras suyo al montículo que se alzaba, las flores apenas visibles a la tenue luz de la lumbre. Su voz sonaba firme, mas sus ojos todavía brillaban por las lagrimas contenidas -Este es un lugar especial para mi clan, pues provenimos de los mares mas allá del atardecer. Aquel es el monumento a los que no lograron llegar a Mirovia con nosotros.
Apunto con su mano al mar, que separaba los recuerdos del pasado con la realidad del presente. Las estrellas señalaban un largo sendero que cubría el cielo para llegar a tocar al mar: la senda de los ancestros, brillos del alma de aquellos que han caído. "Ella tambien miraba mas allá del mar, velando a su gente." Inspiró hondo, buscando que el viento salado evite que las lagrimas caigan
-¿Usted tambien recuerda a los que no llegaron a Mirovia? ¿A quienes se encuentran mas allá del atardecer?- aventuró, con su mirada todavía perdida en el horizonte
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Post by Deleted on Jul 31, 2017 14:27:52 GMT
"Thelnak". ¿No era ese el apellido de uno de los arcanos que se atrevieron a insultar el nombre de su amo? Realmente lo era, ella no olvidaría tan fácil cosas como esa. Sea como sea, ahora no era el momento para pensar profundamente en cosas como esas, sino que era su tiempo a solas, uno de sus pocos momentos siendo ella misma.
Decidió no darle demasiadas vueltas al asunto y postró su mirada al mar, hacia donde Garrel apuntaba mientras hablaba sobre su familia, sobre los que a pesar de sus esfuerzos no llegaron y dejaron marca con su ausencia, aquellos que fueron queridos y ahora eran recordados con respeto y amor. Eso le recordó de cierta manera a los arcanos que solían refugiarse en una aldea vecina a la suya en sus viejos tiempos, al brillo en su mirar cuando se enteraron de que había un lugar seguro, de que había esperanza. Al sudor y a la gallardía que brotaba de sus cuerpos al intentar alcanzar ese destello de luz. Esos rostros que ahora no eran mas que un recuerdo, una memoria a la que pocos tenían acceso. Algo que contrario al significado de aquel monumento, merecía ser olvidado.
El legado de los seres amados siempre son y serán recordados, mientras que de los aborrecidos, siempre son olvidados. ¿A eso es a lo que se le conoce como el cielo y el infierno?
Sus pensamientos hicieron que distrajera la mente por un momento, hasta que una nueva pregunta llegó a ella, la cual hizo que una antigua imagen le fuese traída desde el fondo de su mente e hiciera que el nudo en su garganta se manifestara una vez más. - Podría decirse que así es... Aunque, nosotras no sabíamos de la existencia de éste lugar en aquel entonces... Quizá si lo hubieramos sabido todo sería diferente. - Murmuró lo último, intentando imaginar como hubiesen sido las cosas en ese caso. La sangre se convertía en flores y las lágrimas se transformaban en risas, la infelicidad se convertía en ilusión, y aquella amargura en alegría. Realmente hubiera sido genial que ella estuviera allí.
- Aunque ahora nada se puede hacer... Mientras yo viva, no importa cuanto tiempo pase, seguiré honrando su memoria. Si no lo hago yo, ¿Quien más lo hará? No quiero que sea olvidada. No puedo permitir que su memoria muera. - Sus palabras escaparon solas entre sus labios, llegando acompañadas por la impotencia que la obligó a cerrar sus puños con fuerza y pequeñas gotas saladas y cristalinas que corrían desde sus ojos por sus mejillas, las cuales lentamente apagaban de a poco el fuego de su orgullo, dejándola totalmente indefensa mostrando lo que realmente era... Una niña triste y asustada.
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Post by Deleted on Aug 5, 2017 22:39:57 GMT
El rostro del orco se ensombreció ante las palabras de la Dragona. Cuando las huestes de humanos asolaron las playas de sus islas, como si fueran una marea de odio y guerra, la esperanza de Mirovia, de este mítico refugio que quedaba mas allá del fin del mundo fue la roca a la que se aferraron ¿Como hubiera sido su historia de no haber encontrado aquella esperanza? ¿Hubiera sobrevivido alguien del clan? quizá esos pensamientos eran el reflejo inverso de la mente de la dragona, perdida en un horizonte que la llenaba de melancolía.
-Cargar con este peso es duro, pero no estas sola. Mientras la recuerdes, ella estará a tu lado- La mano del orco se posó en los hombros de la joven, buscando darle apoyo. La carga que ella llevaba era una carga dura, pues no pesaba en los hombros, sino en el alma, y poco a poco, las grietas calaban hondo. Él mismo sabia lo que podía ser ese peso
-Mientras la recuerdes, mientras brille su recuerdo en tu corazón, ella esta allí, en las estrellas. Por ello es importante recordarlos de noche, pues allí brillan para nosotros, y nos pueden ver, nos puedes sentir. Al igual que nosotros a ellos. – El tono era calmo, reafirmante, buscando darle un refugio, o una nueva verdad para poder soportar este dolor. Recordar a los caídos era siempre un trago amargo, pero olvidarlos imperdonable. Y en medio de ese dolor, de esa marea de sentimientos entremezclados, vergüenza, impotencia, tristeza, la joven Haru había logrado mantenerse a flote. Habia decidido no olvidar, había encontrado su propio lugar para recordar. Una fortaleza que Garrel no se esperaba de alguien fuera del clan.
-Si quieres, puedes hablarle. Las chispas de la fogata transmiten las palabras a los cielos, estoy seguro que esta esperando escucharte
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