Post by Deleted on Jul 9, 2017 6:31:00 GMT
La sirena miraba incrédulamente aquellos apuntes que recientemente había hecho en un pequeño cuaderno, el cual comenzó a bajar lentamente con sus manos temblorosas para así poder mirarse en el espejo que tenía en frente. - No. - Murmuraba debido a la terrible revelación que tuvo ante sus ojos. - No puede ser, yo... Tengo mala suerte.-
Para entender apropiadamente la situación, habrá que comenzar por el principio:
Aqualia. 10:21 horas. Tres días antes del descubrimiento.
Después de los recientes acontecimientos traumáticos y desafortunados vividos en la superficie, la pequeña Ondine ha decidido quedarse en casa, a salvo, reviviendo aquellos pasatiempos solían animarla antes de tener amigos, tal como lo eran el salir a pasear y recolectar caracolas vacías, conseguir ingredientes frescos para sus pociones y el cantar para los peces que solían vivir salvajemente a las afueras de Aqualia.
Generalmente todo salía a la perfección, sin embargo ésta vez todo fue diferente. No habrían caracolas que recolectar, los ingredientes que necesitaba o estaban agotados o en mal estado, y cuanto intentó acercarse a los peces, una barracuda salió de la nada y la persiguió desde el arrecife hasta su casa. Todo estaba mal, TODO. Aún así, Ondine trató de ver el lado positivo de todo aquello y continuó sus quehaceres como era debido, por lo que más temprano que tarde terminó topándose con un viejo libro que casualmente le cayó en la cabeza al estar limpiando sus estanterías. "Las desafortunadas aventuras de Debie" ponía en el título, algo que inmediatamente captó la atención de la medusa. Tendría que leerlo sí o sí, pues además de que despertaba su curiosidad, a decir verdad ya no tenía nada más que hacer.
Arrecifes de coral. 11:20 horas: Alimentando a los peces. Dos días antes del descubrimiento.
Desde que la pequeña había comenzado a explorar entre las viejas páginas de aquel libro, la sirena no había podido despegarle la vista casi ni para dormir. Simplemente los relatos descritos en aquel libro eran demasiado interesantes y graciosos; Como la vez que Debie había intentado atrapar una sardina con una red y al final ella terminó en un barco pesquero, o aquella otra ocasión cuando salió a la superficie a buscar romero y terminó siendo perseguida por un perro. ¿Cómo es que alguien podía tener tan mala suerte?
Hey, espera un momento... ¿Eso no era un poquito bastante parecido a algunas de sus experiencias?
Casualidad, fue como decidió catalogarlo en un principio, pero conforme avanzaba capítulo tras capítulo se percató de que Debie había pasado por situaciones muy similares a las que alguna vez ella había vivido en carne propia, por lo que una incógnita se manifestó en su mente.
Zona residencial de Aqualia. 00:04 horas. Día del descubrimiento.
Las pruebas eran irrefutables: Ser abandonada por sus padres debido a un olvido, ser pescada por humanos, haber sido víctima de ataques de diferentes típos (Tiburones, barracudas, el libro que encontró), encuentros cara a cara literalmente con animales venenosos, casi ser comida por un hombre lobo, enamorarse del hombre lobo, que al hombre lobo se le borre la memoria y que no la recuerde, ser acosada por goblins malvados, vampiros que caen del cielo y se ahogan en brea junto contigo... Si eso no era mala suerte, ¿Entonces qué lo era?
Ondine siempre se consideró una persona promedio, alguien normal que como todos de vez en cuando tenía sus altas y sus bajas. Y si bien no estaba vista con buenos ojos en el paraíso porque no le rezaba a ningún dios ella seguía sintiéndose perfectamente... ¡¿Pero ésto?! ¿Por qué el destino le había traicionado de esa manera? ¿Acaso fue tan mala persona en su vida anterior? No lo aceptaba, simplemente no aceptaba la idea de que su vida estaba llena de negatividad. Tendría que hacer algo al respecto para contrarrestarlo. Algo... Radical.
Ciudadela de Mirovia. 13:30 horas.
Y ahí entre la intensa muchedumbre que pasaba de un lado a otro buscando cumplir con sus deberes, se encontraba nuestra pequeña Ondine, la cual nerviosa y firmemente avanzaba mientras sostenía un pequeño trozo de papel que traía a modo de lista entre toda esa gente. ¿Qué le había traído hasta esas agitadas y peligrosas tierras nuevamente? Era fácil de adivinar... ¿Qué estaría buscando una persona desafortunada en un lugar lleno de comercios? ¡Pues un amuleto!
Tréboles de cuatro hojas, herraduras, collares, gemas, talismanes, una limpia de chakras... Lo que sea era bueno si en verdad podía hacer que su mala suerte se desvaneciera de una vez por todas. Así que pensando en el futuro y con una gran fuerza de voluntad y determinación, fue como la medusa comenzó a recorrer calle tras calle y callejón tras callejón hasta que por fin dio con un lugar que le transmitió confianza, ya que se encontraba adornado con un montón de cuarzos, cartitas y decoraciones hechas a mano, las cuales le llamaron la atención y la hicieron acercarse para mirarlas más detalladamente.
- Que bonito... - Fue lo primero que pudo decir al tocar con delicadeza uno de los atrapasueños que colgaban desde los costados el puesto, los cuales realmente estaban muy bien elaborados y diseñados.
- ¡¿En qué puedo ayudarla, señorita?! - Se escuchó un grito animado entre los cacharros abultados que estaban por dentro del puesto, desde donde salió de salto un goblin bastante joven y vestido de una manera un tanto peculiar... Muy llamativa.
Ondine se quedó pasmada ante la abrupta aparición de dicho goblin y sólo pudo sonreír mientras tenía bien abiertos los ojos, manteniéndose en silencio por unos segundos hasta que finalmente comenzó a irse para atrás y cayó desmayada al piso debido a la impresión. ¡¿Cómo es que de todas las razas arcanas que existían el vendedor tenía que ser un goblin?! Pobre Ondine... Tan desafortunada.
El goblin vendedor sólo miró aquella escena con confusión y preguntó en un tono bajo mientras se rascaba la cabeza: - ¿Dije algo malo? -
Para entender apropiadamente la situación, habrá que comenzar por el principio:
Aqualia. 10:21 horas. Tres días antes del descubrimiento.
Después de los recientes acontecimientos traumáticos y desafortunados vividos en la superficie, la pequeña Ondine ha decidido quedarse en casa, a salvo, reviviendo aquellos pasatiempos solían animarla antes de tener amigos, tal como lo eran el salir a pasear y recolectar caracolas vacías, conseguir ingredientes frescos para sus pociones y el cantar para los peces que solían vivir salvajemente a las afueras de Aqualia.
Generalmente todo salía a la perfección, sin embargo ésta vez todo fue diferente. No habrían caracolas que recolectar, los ingredientes que necesitaba o estaban agotados o en mal estado, y cuanto intentó acercarse a los peces, una barracuda salió de la nada y la persiguió desde el arrecife hasta su casa. Todo estaba mal, TODO. Aún así, Ondine trató de ver el lado positivo de todo aquello y continuó sus quehaceres como era debido, por lo que más temprano que tarde terminó topándose con un viejo libro que casualmente le cayó en la cabeza al estar limpiando sus estanterías. "Las desafortunadas aventuras de Debie" ponía en el título, algo que inmediatamente captó la atención de la medusa. Tendría que leerlo sí o sí, pues además de que despertaba su curiosidad, a decir verdad ya no tenía nada más que hacer.
Arrecifes de coral. 11:20 horas: Alimentando a los peces. Dos días antes del descubrimiento.
Desde que la pequeña había comenzado a explorar entre las viejas páginas de aquel libro, la sirena no había podido despegarle la vista casi ni para dormir. Simplemente los relatos descritos en aquel libro eran demasiado interesantes y graciosos; Como la vez que Debie había intentado atrapar una sardina con una red y al final ella terminó en un barco pesquero, o aquella otra ocasión cuando salió a la superficie a buscar romero y terminó siendo perseguida por un perro. ¿Cómo es que alguien podía tener tan mala suerte?
Hey, espera un momento... ¿Eso no era un poquito bastante parecido a algunas de sus experiencias?
Casualidad, fue como decidió catalogarlo en un principio, pero conforme avanzaba capítulo tras capítulo se percató de que Debie había pasado por situaciones muy similares a las que alguna vez ella había vivido en carne propia, por lo que una incógnita se manifestó en su mente.
Ella... ¿Tenía mala suerte?
Zona residencial de Aqualia. 00:04 horas. Día del descubrimiento.
Las pruebas eran irrefutables: Ser abandonada por sus padres debido a un olvido, ser pescada por humanos, haber sido víctima de ataques de diferentes típos (Tiburones, barracudas, el libro que encontró), encuentros cara a cara literalmente con animales venenosos, casi ser comida por un hombre lobo, enamorarse del hombre lobo, que al hombre lobo se le borre la memoria y que no la recuerde, ser acosada por goblins malvados, vampiros que caen del cielo y se ahogan en brea junto contigo... Si eso no era mala suerte, ¿Entonces qué lo era?
Ondine siempre se consideró una persona promedio, alguien normal que como todos de vez en cuando tenía sus altas y sus bajas. Y si bien no estaba vista con buenos ojos en el paraíso porque no le rezaba a ningún dios ella seguía sintiéndose perfectamente... ¡¿Pero ésto?! ¿Por qué el destino le había traicionado de esa manera? ¿Acaso fue tan mala persona en su vida anterior? No lo aceptaba, simplemente no aceptaba la idea de que su vida estaba llena de negatividad. Tendría que hacer algo al respecto para contrarrestarlo. Algo... Radical.
Ciudadela de Mirovia. 13:30 horas.
Y ahí entre la intensa muchedumbre que pasaba de un lado a otro buscando cumplir con sus deberes, se encontraba nuestra pequeña Ondine, la cual nerviosa y firmemente avanzaba mientras sostenía un pequeño trozo de papel que traía a modo de lista entre toda esa gente. ¿Qué le había traído hasta esas agitadas y peligrosas tierras nuevamente? Era fácil de adivinar... ¿Qué estaría buscando una persona desafortunada en un lugar lleno de comercios? ¡Pues un amuleto!
Tréboles de cuatro hojas, herraduras, collares, gemas, talismanes, una limpia de chakras... Lo que sea era bueno si en verdad podía hacer que su mala suerte se desvaneciera de una vez por todas. Así que pensando en el futuro y con una gran fuerza de voluntad y determinación, fue como la medusa comenzó a recorrer calle tras calle y callejón tras callejón hasta que por fin dio con un lugar que le transmitió confianza, ya que se encontraba adornado con un montón de cuarzos, cartitas y decoraciones hechas a mano, las cuales le llamaron la atención y la hicieron acercarse para mirarlas más detalladamente.
- Que bonito... - Fue lo primero que pudo decir al tocar con delicadeza uno de los atrapasueños que colgaban desde los costados el puesto, los cuales realmente estaban muy bien elaborados y diseñados.
- ¡¿En qué puedo ayudarla, señorita?! - Se escuchó un grito animado entre los cacharros abultados que estaban por dentro del puesto, desde donde salió de salto un goblin bastante joven y vestido de una manera un tanto peculiar... Muy llamativa.
Ondine se quedó pasmada ante la abrupta aparición de dicho goblin y sólo pudo sonreír mientras tenía bien abiertos los ojos, manteniéndose en silencio por unos segundos hasta que finalmente comenzó a irse para atrás y cayó desmayada al piso debido a la impresión. ¡¿Cómo es que de todas las razas arcanas que existían el vendedor tenía que ser un goblin?! Pobre Ondine... Tan desafortunada.
El goblin vendedor sólo miró aquella escena con confusión y preguntó en un tono bajo mientras se rascaba la cabeza: - ¿Dije algo malo? -