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Post by Deleted on Jul 13, 2017 7:13:20 GMT
Los pensamientos en su cabeza los ultimos días eran confusos. Mensajes extraños, espejos deformes, sueños desgrabados. La fogata del clan se acercaba, y si bien, Garkal no era el que respetaba mas las tradiciones, el no podía evitar pensar que aquello era una extraña señal que le mandaban los ancestros, un acto de que tenía que avanzar, que hacer algo.
¿ O estaba relacionado al elusivo Black Stag? ¿ O quiza al aún mas elusivo Muerdago? leyendas, historias, el tipo de cosas por la que Garkal vivía. Por las que Garkal podía sentirse util, ahora, solo eran interrogantes en su cabeza.
No ayudaba tampoco, que la mujer que podía quiza, ayudarlo con esas interrogantes, ejerciera nuevas interrogantes sobre él. Itzanami, una investigadora con la mente aguda, el pelo enrolado como una cascada, y unos ojos que a ratos eran demasiado penetrantes para la mente del bardo. Perderse en aquellos ojos podría ser una perdicion mas estaba dispuesto a arriesgarse para descubrir que es lo que necesitaba.
Por ello, su equipaje esta vez era ligero, solamente su guitarra, un morral con provisiones para viaje de un día, unos medicamentos que Lira le había entregado, y mas importante que todo, un espejo, cuya naturaleza era demasiado aterradora como para compartirla por la tableta. Visiones, traidas del mismo averno, sueños de sangre y dolor. Tenía que mostrarle ello a alguien.
Mostrar que no estaba loco.
Atardecía ya, cuando llego hasta la cabaña de Itzanami. Llegó hasta la puerta, y antes de tocar, verifico que su ropa estuviera limpia, su sombrero, en su lugar, arregló su capa, y luego, con la mano izquierda, pues la derecha todavía dolía al usarla, tocó la puerta de la cabaña
- Se busca a la investigadora mas bella de este lado del mar, ¿Tengo la direccion correcta? - Exclamó hacia adentro, con una sonrisa en los labios. Mas esa sonrisa moría en los ojos del bardo, todavía pensando en las visiónes que le traían el infernal espejo.
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Post by Itzanami Aquetzali on Jul 18, 2017 21:45:55 GMT
Ansiosa era una palabra que describiría a la perfección el estado en el que se encontraba. La señorita no era solo un manojo de ansiedad sino también de sentimientos muy confusos para ella. Ambos estaban conscientes, y era algo que no podía esconder, de hecho lo había hecho público alguna vez: El orco le gustaba. Le apenaba que le viera en aquel estado tan lamentable, pero no se encontraba en las mejores condiciones, sus piernas no iban a aguantar largas caminatas, e ir de su jacal al lago que estaba a 5 minutos era un martirio y no imaginaba que tan doloroso sería soportar un viaje más largo. Tenía mil y un cosas en su cabeza: lo que había pasado con Khorial, las investigaciones que no había podido culminar como ella hubiese deseado, la pronta llegada del doctor Marino y un par de oyentes y la ahora visita de Garkal. – Por los dioses… esto es demasiado…- decía mientras que ya vestida, peinaba su cabello e intentaba lucir un mejor semblante todo esto imaginando cuando trabajo le vendría por delante. Se encontraba a la orilla del lago, arreglándose un poco después de un baño. Y una vez terminada esta tarea decidió volver caminando con cuidado a su morada. Se detuvo de tanto en tanto cuando sentía que sus músculos daban un pequeño tirón. Aprovechaba para ver a su alrededor y luego seguir y seguir, así hasta llegar al jacal.
Dentro de su casa un aroma delicioso podía percibirse al entrar, al parecer al Mak Kuum le faltaba poco para salir del pib. Se las había ingeniado para poder atrapar la comida con su canto de sirena; era algo que no le tenía muy buenos recuerdos pero no podía hacer gran cosa. De ninguna manera tenía planeado dejar a su visita sin comer!, sobre todo por el motivo, se había tomado la molestia de venir de lejos para mostrarle algo y mostrarle su nueva canción, lo que hacía que se sintiera honrada. – Como es este orco! –se repetía una y otra vez, estaba animada de hacer las paces con él, sobre todo por lo que sentía. –Si alguien tiene el don de la palabra es Garkal- dijo para si misma mientras buscaba algunas bandas limpias y la medicina que había sido preparada por ella misma con la instrucción de un boticario. Se unto el brebaje en la piel y una vez que fue absorbido por esta paso a colocar las bandas limpias algunas partes de sus piernas.
De golpe sintió como el corazón le latía fuerte, era la voz de Garkal llamándole. Se busca a la investigadora más bella de este lado del mar, ¿Tengo la dirección correcta?- a lo que ella respondió a manera de broma fingiendo haber sido ofendida- Me temo que soy una sirena de agua dulce, ella debe estar en Aqualia. Por qué no partes a buscarla? – Dijo mientras se asomaba por el umbral del jacal con los brazos cruzados y una sonrisa en la boca. Observo sus heridas, sobre todo en los brazos, al orco parecía que le habían propinado una paliza horrible y esa sonrisa cambio a una mueca de preocupación que más que por sus heridas…– Debe ser importante eso que tienes que decir, si viajas en ese estado solo para hacérmelo saber… solo puedo imaginarme malas noticias.- Dijo mientras se movía de la entrada y con una mano le invitaba a pasar a su humilde morada. Esta era un solo cuarto redondo y bastante grande, aparentemente separado por secciones que no eran visibles a la vista, pero se podía distinguir el Koben del resto de la propiedad. Tenía uno que otros muebles menos étnicos que desentonaban con el resto de la casa que había adquirido con el paso del tiempo, entre ellos una mesa y varias sillas para trabajar más a gusto. – Bienvenido y Toma asiento Garkal – le invito con un tono amable mientras ella hacia lo mismo.
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Post by Deleted on Jul 21, 2017 7:04:06 GMT
La luz del atardecer bañaba el rostro de Itzanami mientras se asomaba por el umbral de su pintoresca casa, permitiendo que una sonrisa pícara brillara, sugestiva y bromista. Garkal extendió aún más la suya, alabando la lengua rápida y viva de la sirena mentalmente, su agudeza era una de las cosas que la hacían una compañía tan refrescante y alegre. Mas la alegría en los ojos de Itzanami se apagó cuando notó sus heridas, pasando a la preocupación de nuevo. Ella tampoco estaba del todo bien, como podían revelarlo los vendajes que tenía en sus pies, como podía notar el orco. Hizo una mueca ante los comentarios, y se encogió de hombros. -No estoy tan mal. La vida del aventurero trae riesgos, todo sea por conseguir una gran canción. Tengo que contarte mis andares, y quiero compartir una bella velada con una gran amiga mía…Aunque si hay algo que puede ser una mala noticia – Paso por el umbral de la vivienda, antes de mirar por sobre el hombro, y añadir con un tono conspirador – O mas bien dicho, un gran misterio…
El olor fue lo primero que lo asalto. Parecía que había un estofado en alguna parte, aunque no se veía ollas o algo similar en la cocina calentándose…de hecho, no se veía como si hubiera una cocina propiamente tal, ni una gran separación de las habitaciones, era casi como si la casa fuera mas bien una gran tienda, como las que habían allá en el desierto, pero de materiales duros, con muebles sólidos, era agradable, aunque algo extraña, para el orco que se había acostumbrado a las chozas rústicas de los campos . Soltó un silbido, elogiando el lugar y dejo sus morral en el suelo antes de tomar asiento. -Es una casa increíble, te sienta bien: exótica quizá, pero cómoda, bella, y se puede estar bastante cómodo… Dudo que haya otra casa que se pueda equiparar a esta, así como no hay quien se pueda equiparar a ti. –inhalo hondo, buscando con los ojos la fuente del olor. ¿Eso era un hoyo de cocina? Que delicias deberían salir de allí. Se estiró, y sonrió, mirando a Itzanami con un brillo de picardía en sus ojos - Diría algo sobre el aroma delicioso , pero…algo me dice que sonaría extraño ¿verdad?
Estiró los brazos, desentumeciéndolos, y dejó su capa colgada en el asiento, antes de agacharse y sacar del morral un pequeño objeto: un espejo labrado de plata, en un estado perfecto, brillante, algo extraño, considerando que es algo frágil, y estaba en las manos de Garkal. Contrastándolo, Garkal también tomó su guitarra, gastada ya, con rayas sobre el cuerpo, mostrando su constante uso, y los tiempos que tuvo que pasar desprotegida y a la merced de la intemperie. Dejo ambos implementos sobre la mesa, y dejo que el silencio se formara, como un artista armando expectativas.
-Bueno Itza, ¿Cómo prefieres partir la noche? – Garkal señaló con su mano la guitarra – Podemos partir yo contándote sobre la aventura, mientras nos ponemos al día y nos relajamos…o puedo contarte sobre el espejo- Señalando la reliquia, la mano del orco temblaba levemente, todavía asustado por las visiones que le había compartido, sus ojos mostraban sombras cuando se posaban sobre el artefacto - Y los oscuros secretos que parece guardar
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