Post by Deleted on Jul 18, 2017 5:33:25 GMT
La noche especial estaba llegando, el camino de los ancestros se alineaba con el horizonte, entre las dos crestas de las duras montañas por las que corría el arroyo con el que el clan alimentaba a su gente. El agua se uniría con el río de estrellas que cortaba el cielo, y los espiritus de los ancestros bajarían por el río, para compartir con todos ellos. Hoy mas que nunca, era la noche del Clan Thelnak, hoy mas que nunca, era un momento de celebración, un momento de alegría, de regocijo, pues otro verano llegaba a sus tierras, un nuevo desafío cumplido, un nuevo ciclo terminado. Era el momento donde los ancestros bajaban a darles ánimos, energías, infundirlos de esperanza, y a cambio ellos les contaban sus vivencias, quemaban sus memorias en el fuego, relatandolas enfrente a la tribu, para que aquellos recuerdos llegaran a los cielos, y los ancestros conocieran las historias de su descendencia.
El Fogonero estaba preparando los ultimos arreglos, ajustando la yesca debajo de la gran pira. cinco metros de lado y lado, casi cuatro tendría el mastil, y decenas de brazadas de leña asomaban por detras del circulo que se estaba formando en el clan. Una gran pira que duraría hasta el amanecer. Garrel asintió satisfecho, una sonrisa dibujandose en su rostro al ver a los orcos de su clan desplegarse ante sí. Todavía faltaba que llegaran todos, pero ya habían por lo menos cien, quiza tres decenas más, desplegados ante sí, haciendo correr los brebajes y barriles, dejando las carnes cerca del fogón, esperando el momento indicado.
Revlak, el Fogonero estaba al lado suyo, esperando la señal. Era quiza joven para el puesto, solo cuarenta años, pero era ansioso, y era de los pocos que se interesaban en las constelaciones que ya no tenían nombre, buscando recuperar las memorias que una vez existieron con ellas. Esperaba que fuera un gran fogonero, y un gran anfitrión de esta ceremonia, sin embargo, le faltaba inciativa, o quiza, el nerviosismo de tener a toda la atención del clan sobre él. "Ah, las gracias y debilidades de la juventud"
-Creo que ya es el momento, Revlak. La fogata es tuya- Garrel palmeó el hombro del joven. Dandole el espacio a él.
Revlak asintió grave, mientras cogía una antorcha de sus pies. Las charlas bajaron alrededor de la pira apagada, convirtiendose en murmullos, mientras los orcos miraban expectantes a su par. Cada estación, el fogonero buscaba una manera distinta de iniciar la ceremonia. A veces, cada uno tenía su estilo. Thovarek se enteraba debajo de la arena, saliendo de improvisto al toque de un tambor. Khavara aprovechaba artes arcanas para hacer levitar cuatro antorchas, y encenderlo desde los cuatro puntos cardinales, y Thalev era una acróbata que hacia malabares con fuego, antes de dejarlas caer en la pira. Un pequeño juego, una primera demostración de habilidades. Revlak aceleró, ceremonioso, la antorcha encendida, y luego, tomó un jarro de greda que estaba en sus pies, alzando uno en cada mano.
-Hermanos, Hermanas. Hoy ha llegado la noche de nuesgtra gran fiesta. Hoy nos reunimos de nuevo bajo la luz de nuestros ancestros, a dedicarles nuestras hazañas, a contarles, lo que el Clan Thelnak ha logrado en tierra miroviense. Esta noche, nuestros antepasados bajan de los cielos, por las laderas de las montañas, y danzan con nosotros. Sus espíritus, invadiendo nuestros cuerpos, sus almas, bailando con nuestros cantos. ¡Mirad al cerro, Allá vienen!
Gritando aquella declamación, Revlak apuntó a los cerros, alzando su antorcha. Y como si fuera una señal, un camino de luces empezó a brillar, como si las estrellas bajaran, y se convirtieran en fuego, y corrieran abajo al encuentro con sus hijos. Los mas jóvenes, susurraban emocionados, como si sintieran los ancestros acercarse, aunque algunos de los mas experimentados intentaban contar cabezas, buscando cuales eran los miembros del clan que estaban arriba en la ladera, encendiendo hogueras. Y tras toda la conmición, seguia la declamación de Revlak
- Y así como vienen los fuegos bajando, recibamoslo con nuestro fuego, con el calor de nuestro espíritu, con el furor de nuestra alma. Porque ahora incia el encuentro, porque aquí, yo, Revlak Thelnak, doy por iniciado el Fogón.-
Gritando aquello, se dio la vuelta, y clavó la antorcha, a pocos metros de la pira, mientras apuraba el trago del jarro. Luego, sopló con fuerza dejando que el aceite que guardaba se pulverizara, y al mezclarse con la antorcha, provocara una llamarada.
Y entonces, un milagro. Una corriente de aire, como un torbellino, una exhalacion divina, barrió la llanura, levantando polvo, extendiendo el fuego, e incendiando la pira en un instante, ante los sorpendidos ojos de los orcos. Incluso Garrel se quedo en silencio, boquiaberto durante unos segundos. ¿Habían bajado los ancestros?
La ovación y los gritos de los orcos parecían ser la respuesta, a medida que la bebida corría, y los chivos se calentaban a la lumbre de la hoguera