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Post by Lysander Velfast on Jul 19, 2017 21:26:54 GMT
Cuando la gran turbulencia de la Luna Roja se había calmado y Lysander Velfast, herido y agotado, al fin había podido regresar a su morada, se encontró con la desagradable sorpresa que ninguno de sus sirvientes estaba presente. Y no lo estuvieron por un par de días. Era como si se hubiesen esfumado de la faz de Reapergate. Nisiquiera habían tenido la decencia de dejar una nota, mucho menos pedir permiso para irse del castillo. Recordaba que antes de irse, Lysander les había pedido que no lo buscasen, todo por su seguridad. Estaban mucho mejor protegidos en el castillo que afuera mientras la Luna estaba en su punto más alto. Se sentía colérico. Su expresión era seria y sus cejas estaban tan caidas que por poco tocaban sus pestañas. Cuando por fin los sirvientes habían regresado de unas vacaciones que decidieron tomar por su propia cuenta, pudieron notar el desagrado de su amo, pues todo ese día, Lysander no se dirigió a uno solo, ni siquiera para pedir su té de las 6. Sería completamente inútil castigarlos a todos, y más cuando existían ciertas jerarquías dentro de los mismos sirvientes. Los que tendrían que recibir su merecido eran principalmente Haru y Sven, sus más antiguos lacayos. Aquellos en quienes confiaba plenamente y jamás lo habían defraudado… hasta ahora. Una vez caída la noche y con aquella misma expresión de ultratumba, Lysander le pidió a Sven y a Haru que lo acompañaran. Al principio no dijo a donde exactamente, pero se dió por entendido una vez que cruzar el ala principal y bajaron por unas escaleras de piedra hacia un pasadizo frío como el invierno mismo.
Las mazmorras del Castillo Velfast… Lúgubre. Húmedo, frío y sin nada que lo alumbrase más que unas antorchas acomodadas lejos una de otra. Las mazmorras estaban plagadas de celdas con seres que, se der liberados, desatarían un caos absoluto en Mirovia. Seres de la oscuridad entregados a la locura y a la perversión que no encontraron otro destino más que el de ser encerrados de por vida, esperando el momento en que fuesen ejecutados por uno de los verdugos de Velfast. Sin embargo, el silencio era absoluto. Lo único que se podía escuchar eran goteos y el eco de los tacones que las botas de Lysander hacía resonar con su caminar. Los presos sabían bien que por más que odiaran a aquel vástago, debían guardar silencio, pues a la primera de cambio los asesinaría sin piedad alguna. Lysander abrió una de las celdas más lejanas y con una seña sin palabras, indicó a Haru y Sven que entrasen. Una vez haciendo esto, entró junto a ellos, cerrando la puerta detrás.
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Post by Sven Velfast on Jul 19, 2017 22:17:15 GMT
Todas las señales eran evidentes. El aire era pesado y la fuerte tensión en el aire era tan tangible que se podía sentir a flor de piel sin esfuerzo alguno. La hostilidad y la frialdad eran cosas que Sven, muy a pesar de su falta de empatía y respuesta emocional ante diversas situaciones sociales, podía reconocer al ser presentadas así fuera de una manera sutil, y más aún viniendo del Sire al que ha servido por más de setenta años. Consecuencias de un pasado desafortunado y trágico, que le servirían de experiencia para esperar y comprender cosas que usualmente a otros los tomaría por sorpresa, o siquiera temblarían al respecto de tan sólo imaginarlo.
Junto a Haru, caminaron lado a lado siguiendo por detrás a su amo, tal cual se le fue estipulado por el mismo. La mente del arcano estaba incrustada con la expresión de su Lord, la cual era similar a la suya, mas el derroche de decepción y el contexto en que se presentó fueron a raíz de una indulgencia vacía e innecesaria. Si bien fue disuadido en aquel acto “vacacional”, fue su decisión el haberse quedado en la misma. La curiosidad, su mayor debilidad, había sido la culpable de que cayera presa de dicha invitación. Actos y consecuencias- eligió un momento de embriaguez emocional... pero a cambio de qué?
Se adentraron en las mazmorras del castillo, cada vez evidenciando de forma más clara lo que se aproximaba. Conforme fueron instados a entrar a una celda, era claro que serían reprendidos de forma severa. A lo largo de la caminata el fénix se mantuvo con su espalda erguida, rostro inexpresivo y porte sobrio, muy a pesar de la situación desfavorable que le acechaba. Al estar detrás de los barrotes teñidos despiadadamente por el tiempo, su expresión se mantuvo igual, mas cedió una reverencia a su Lord, inclinando el torso y manteniendo la cabeza baja en forma respetuosa, a espera de las acciones del conde.
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Post by Deleted on Jul 21, 2017 19:49:06 GMT
No habían palabras exactas ni lo suficientemente detalladas para describir lo que la mujer de cabellos violeta sintió en su interior al percatarse de la situación en la que se halló su amo al volver al castillo, encontrándose con que ninguno de los sirvientes estaban presentes debido a algo que ella inició. Una escapada que si bien al principio fue con una buena intención, terminó bastante mal. Arrepentimiento, culpa, decepción hacia ella misma; eran algunas de las sensaciones que Haru podía percibir al ver a su Lord con aquel temperamento sombrío, colérico. Simplemente no podía creer lo que había hecho, había defraudado a quien le extendió la mano, había pagado con traición a quien la resguardó en sus tiempos más grises. ¿Cómo fue capaz de cometer un error tan grande como para perturbar la paz de su amo?
Ahora, después de haber sido llamados, ella y Sven avanzaban por detrás de su amo, siguiéndolo fielmente hacia un futuro incierto. Bueno, sólo fue incierto hasta que entraron a las mazmorras, donde la dragona se pudo imaginar lo que venía a continuación: Una reprimenda ejemplar y totalmente merecida... Al menos por su parte, pues ella sabía que sí lo merecía, y lo aceptaba. Una vez entraron a la celda, Haru, con una expresión seria y sumisa, reverenció a su amo al mismo tiempo que su compañero. Pobre Sven... Incluso su irresponsabilidad había llegado a afectarlo a él.
En silencio, la mujer cerró los ojos y esperó pacientemente a recibir su castigo.
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Post by Lysander Velfast on Jul 21, 2017 20:26:58 GMT
Las puertas de metal hicieron un eco en toda el área tras cerrarse. Sin expresión alguna, Lysander los continuó observando con aquellos ojos tan fríos y despiadados mientras colgaba las llaves de la celda en un clavo atorado en la pared de piedra gruesa. El silencio se rompió en cuanto el vástago suspiró para comenzar a hablar. - ¿Saben por qué estan aquí? - Dijo con esa voz que, por más calmada que fuese, tenía tintes de molestia. - Su silencio y sus cabezas bajas me dicen que lo saben. Después de todo son los líderes de todos los sirvientes, ¿no? Son los más inteligentes, los que tienen la mayor fuerza y en los que depositaría mi vida de ser necesario… - Dió varios pasos hacia adelante. - O… Eso creí. -
- ¿Cuántos años han pasado desde la última vez que reaccioné a la Luna Roja…? - Preguntó al aire mientras se quitaba los guantes de cuero negro que protegían sus delgadas manos. - Doscientos años ¿quizá? Mucho antes de conocerlos a ustedes. Esa primera noche, aprendí que no podía quedarme en el castillo pues mis sirvientes de esos tiempos… - Pausó y cerró los ojos. - Ellos no pudieron salir con vida de esa situación. - Aún se arrepentía de aquel fatídico día, pero solo en base a aquel error pudo aprender que su inestabilidad era quizá lo más peligroso que Mirovia podía tener. - Por eso me alejé, les pedí que no me buscasen… Por su bien. - Volteó a ellos, con la quijada entrincada y los ojos clavados en sus rostros. - Han pasado tantos años… Sven, Haru… Y jamás, JAMÁS, había sentido la necesidad de reprimirles de esta manera. Pero ahora me pregunto en dónde reside su lealtad…¿Era acaso más importante el placer del libertinaje que la obligación que se les encomendó?... -
Lysander caminó hacia una mesa cubierta de la que ambos sirvientes no pudieron haberse percatado al principio, pues estaba débilmente iluminada por la luz de los pasillos que apenas se colaba en la celda. Extendió su mano y tomó algo que enredó entre sus manos. Volteó hacia ellos nuevamente y en ese momento fué cuando pudieron darse cuenta que se trataba de un látigo.
-¿Y cómo llegué aquí…? Con la ayuda de una niña perdida que se encontraba en el bosque de los susurros. Si, me oyeron bien. Una pordiosera niñita Aqualiana que conocí ese mismo día tuvo más corazón y nobleza que ustedes dos juntos en más de ochenta años.- Dijo rechinando los dientes, avergonzado por tenerlo que decir en voz alta. - Y no… No estoy enojado… - Sus ojos de pronto brillaron y en un parpadeo, ambos sirvientes cayeron en sus rodillas en contra de su voluntad. - Estoy profundamente herido y decepcionado. Después de todo este tiempo aprendí a amarlos…y me hiere pensar que yo no significo nada para ambos. -
Silencio.
Lysander dejó ir el enredo del látigo de su brazo, solo para sostenerlo del mango. - Quítense su camisa, y recuerden… Que esto me duele más a mi que a ustedes. -
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Post by Sven Velfast on Jul 21, 2017 21:27:15 GMT
La molestia y la profunda decepción se dejaban entrever en cada palabra que salía de la boca del Lord. Afiladas, certeras e hirientes. Era correcto- en poco menos de un siglo de servicio leal que habían extendido al poderoso vampiro, ambos habían sido impecables por su obra y profesionalismo. Habían.
Aquellos comentarios retumbaban en el ego del fénix, cuyo orgullo comenzaba a ser acribillado de forma despiadada, aunque justa. De ser cualquier otro arcano, el mayordomo habría reiterado de vuelta y discutido al respecto. No que le faltara la intención en ese justo momento, pero el respeto y el voto de servidumbre total en la que se había entregado en las manos de Velfast hacía tantas décadas mantenían a raya cualquier impulso que transgrediera su código de lacayo, por lo que tragó de forma silenciosa y mordió su lengua.
Una fuerza mayor a él lo conllevó a doblar rodilla, y sucumbir a la rocosa superficie de la celda. Conforme fue ordenado a desvestirse, serenamente removió las diferentes prendas que cubrían su torso, sin demostrar emotividad o siquiera dejando entrever un gramo de ansiedad al respecto. Los años de sufrimiento antes de terminar en aquel castillo le enseñaron a reprimir y manejar de manera adecuada sus emociones, por lo que la eterna seriedad que tanto definía su caracter aún se mantenía intacta en dicha situación, mas en su cabeza el ruido producido por una amalgama de sentimientos desconocidos lo aturdía estrepitosamente. Culpa.
Los sacrificios, la lealtad y hasta la sangre que en ocasiones ha derramado en el nombre del que juró servir, fueron tachados en un parpadeo por una burda decisión que tomó a causa de su curiosidad.
Terminó de remover su ropa, para exponer su espalda, en la cual se podía apreciar una cicatriz profunda en la zona renal, como si en algún momento hubiese sido atravesado por una lanza u objeto similar, además de otras marcas menores de viejas cortaduras y heridas posiblemente provocadas por batallas o hasta torturas. Las termas había sido el sitio donde por primera vez había revelado dichas cicatrices, y esa antelación al castigo sería la segunda, desnudando una pincelada de su grotesco pasado ante los ojos de Lysander. Vergonzoso.
No dirigió mirada a Haru, pero un fugaz momento de incertidumbre le hizo inaginarse las cosas que podrían estar pasando por la cabeza de la Lung.
De rodillas, con la espalda erguida, manos descansando sobre sus muslos y en son aceptante y obediente, Sven esperó con paciencia su castigo. ¿Acaso jamás podría rectificar nada en su vida? Destinado a fracasar y seguir en una existencia fatídica y cómica...
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Post by Deleted on Jul 21, 2017 22:54:18 GMT
Aquellas palabras de parte de su Lord eran como navajas que desgarraban corte a corte su sentir. Cada palabra estaba tan cargada de decepción y molestia que inevitablemente hicieron que Haru comenzara a sentir como el pecho se le quebraba por dentro, como su corazón se oprimía cada vez más y más. En ningún momento de su "nueva vida" imaginó que volvería a sentir el mismo dolor, el dolor de fallarle a quien más amaba, en quien confió en ella más que nadie... Y a quien ahora terriblemente defraudó. De un momento a otro, ambos sirvientes habían caído de rodillas sin decir palabra, recibiendo aún aquellas hirientes frases que su amo les dedicaba. Haru no tenía el derecho ni el valor de replicar nada al respecto, por lo que sólo permanecía con la cabeza baja repitiendo una y otra vez en su interior las palabras que ahora ahogaba: "Usted lo significa todo para mi, por favor no mida mi sentir a base de mis irresponsables acciones". Aún no habían golpes, nisiquiera regaños lo suficientemente fuertes, pero aún así la sirvienta se sentía totalmente adolorida, adolorida por las acciones que ella misma había hecho. Ella misma siempre era la fuente de su propio dolor, su verdugo... ¿Será que nunca podría cambiar a pesar de que el tiempo seguía pasando? Una nueva orden fue dada, por lo que la dragona sin dudarlo ni pensarlo obedeció, retirando el moño que adornaba su cuello y desabrochando los botones que unían la parte inferior de su vestido con su camisa, retirándola cuando por fin había terminado. Estaba totalmente avergonzada, no por el hecho de que su amo ahora la mirase de esa manera tan vulnerable, sino porque, en el momento que ella se diese la vuelta, inevitablemente mostraría lo que tanto trataba de ocultar... Las marcas de su pasado. Por ahora, sólo permaneció juntando sus manos por enfrente de ella y de rodillas en el piso de aquella celda fría y húmeda, tratando de no pensar demasiado en nada y simplemente esperando a sentir el hiriente peso de sus acciones en su piel desnuda. Gracioso Deja Vú.
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Post by Lysander Velfast on Jul 21, 2017 23:26:47 GMT
Cuando ambos se despojaron de la ropa que les cubría el torso, Lysander pudo darse cuenta de viejas heridas que ambos tenían en su cuerpo. No sabía como habían sido ocasionadas, pues ahora que lo recordaba, jamás se habían dispuesto a hablar de su pasado. Bien era por que el mismo no había preguntado y, por que quizá, hasta cierto punto no le interesaba. - Detesto tener que ser yo quien les haga marcas nuevas en la piel… - El sabía bien que el pasado debe dejarse enterrado. Después de todo, las heridas nuevas cubren las viejas...
Sin esperar más, alzó el látigo que sostenía entre sus manos, y comenzó a golpear a Sven, creando un ruido que se esparcía por todo el calabozo. El primer golpe fué inesperado pero preciso y seguido a este, fué cuando Haru recibió el suyo. Estaba de más decir que Lysander sabía muy bien que debía intercalar los golpes, pues un golpe tras otro evita que se sintiera el ardor en la carne. Así pues, continuó ejerciendo aquellos latigazos con una fuerza que no podía ser cierta para un hombre de su tamaño. Más bien parecía como si aquella arma fuese blandida por una bestia mayor.
Casi a la docena de aquellos golpes fué cuando la carne se abrió y la sangre comenzó a brotar de su piel. Aunado a esto, la respiración de Lysander empezó a agitarse como si de jadeos bestiales se tratasen. Podía oler la sangre de ambos, tenía que controlar a aquel monstruo interior que le gritaba fervientemente que los matase. Pero su humanidad luchaba contra ello. Aún existía un delgado hilo de piedad dentro de su mente que con una voz enclenque le susurraba que ya era suficiente. No obstante, los golpes no cesaron.
- LES HE DADO TODO CUANTO POSEO… - otro golpe.
- EL CASTILLO ES SU HOGAR… - un golpe más.
- YO… - Aquel último golpe fué más débil que el anterior, y la voz de Lysander comenzaba a quebrarse. - USTEDES… - El golpe después de aquel fue aun más débil.
Lysander alzó al brazo una vez más para poder azotarles una última vez, pero el látigo cayó de su mano temblorosa y ensangrentada, llevándola a su rostro que, salpicado en rojo, abría paso a un pequeño río de lágrimas cristalinas que corrían de sus mejillas hacia su barbilla, acumulandose y cayendo al suelo víctimas de la gravedad.
- Son lo único que tengo. -
Aquella humanidad dormida dentro de Lysander Velfast había renacido alimentada de lástima y el dolor de ver a quienes había protegido y frecuentado por tanto tiempo sufrir bajo sus propias manos.
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Post by Sven Velfast on Jul 22, 2017 19:40:41 GMT
El tiempo se esfumó de la noción del arcano. El primer latigazo envió un choque eléctrico a todos sus sentidos, erizando su piel y aturdiendo cada fibra de su ser. Pero los golpes al ser intercalados permitían que el dolor pudiera saborearse y acumularse de forma más afilada y pesada en sus terminaciones nerviosas. Aún así, mantuvo su espalda erguida, manteniendo su postura inamovible conforme el castigo que recibía afloraba en su espalda, en forma de borbotes carmesís que salpicaban y fluían de entre los canales en su piel que se habían abierto tras ardua y severa penitencia. Tras cada golpe, las manos del ave se tensaban sobre sus muslos, como si quisiera incrustar sus llemas en sus piernas para aliviar la vergüenza por la que estaba siendo arremetido en ese momento. Sus tragos eran amargos y silenciosos, y en ocasiones apretaba los dientes como una flaqueo de autocontrol de su persona. Intentó escudarse en sus propios pensamientos, los cuales eran oscuros y lo invitaron a recordar todas sus pérdidas, todos los horrores que había perpetrado intentando hacer lo correcto. Aquello era una lección más de que sus acciones siempre darían un rumbo a lo negativo, muy a pesar de sus buenas intenciones o esfuerzo continuo por hacer todo de manera impecable y adecuada. Aquella condena era justa y merecida, aunque de cierto modo no lo consideraba suficiente. La transgreción no merecía ser simplemente limpiada con su sangre. Qué fue eso... Acaso Velfast... Su Lord y amo había quebrado tono, y los sonidos consiguientes a este abrieron paso a confirmar algo a lo que el fénix no esperaría, o siquiera imaginaba. Aquella última frase atravesó el pecho del mayordomo de forma aguda. El arcano estaba siendo abrazado por la confusión y no podía entender el enigma que encerraban aquellas claras palabras. Volteó a mirar a Haru, rompiéndo por primera su expresión de inmutable frialdad a una de vulnerabilidad- sus ojos intentaban buscar una respuesta en el rostro de la mujer, asemejando el rostro de un niño herido que cuestionaba el infortunio que estaba atravesando. En ese momento se levantó, girándose hacia su Lord con cabeza baja.
-Un hombre debe de hacer lo que el mismo considera justo- musitó firmemente, conforme empuñaba sus manos. -La traición a su confianza a raíz de banalidades...- continuó, desenvainando la Shaska que siempre cargaba a un lado de su cintura lentamente -no tiene un castigo que merezca su perdón- afirmó, conforme posicionaba la punta de la hoja encontra de sus entrañas, mas sin penetrar aún la carne expuesta -Lysander- se refirió por primera vez a su Lord, sin utilizar su título o pronombre preciso para referirse educadamente a su persona, si no abarcándolo en un contexto de aprecio personal y no de servicio -Yo juré lealtad a su persona, y a pesar de que mis pútridas acciones hayan acribillado el aprecio e imagen en el que me colocaba, aquí me postro- seguido a eso se arrodilló en las cercanías del Vampiro -Aunque mis palabras y acciones hayan perdido valor, esta será mi forma irrefutable de demostrar mi devoción y fidelidad hacia su persona- el hombre presionó la espada en su abdomen -Lo siento.-
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Post by Deleted on Jul 23, 2017 1:17:55 GMT
El sonido del primer golpe la hizo reparar un poco, pero no tanto como lo hizo cuando el primer latigazo le fue dado a ella misma. El ardor no se hizo esperar, ardor que si bien ya se esperaba, aún recorrió cada parte de su ser y la obligó a cerrar con fuerza sus puños, clavándose las uñas inevitablemente en las palmas como tratando de opacar el dolor de su espalda con el de sus manos. Golpe tras golpe, Haru no pudo evitar que su cuerpo comenzase a temblar, sintiendo como su carne lentamente cedía y permitía que se escapasen delgados hilos carmesí, los cuales recorrían su piel y se perdían entre la tela de su falda. Cada segundo parecía una eternidad, pero aún la eternidad tenía un fin, siempre inesperado... Siempre trágico. Al sentir el último golpe débil en su lastimada piel y al recordar lo que su amo acababa de decir, Haru abrió los ojos y se atrevió a mirar hacia su compañero de forma sorprendida, guiada por los sollozos que se escuchaban a espaldas de ambos.
Velfast... ¿Estaba llorando? Las vistas de ambos arcanos se cruzaron, lo cual hizo que la dragona notase aquella expresión tan vulnerable que jamás, en sus 70 años de servicio habría imaginado ver en alguien tan reservado como Sven, lo cual le hizo notar una vez más la seriedad del asunto, el nivel de la situación que ella había ocasionado. Una vez más la culpabilidad invadió su ser, provocando que aquellos rojizos ojos se tornaran cristalinos. [¿Qué he hecho?] Aún estando de espaldas a su amo, su vista fue a dar al suelo, reflexionando. No sólo había logrado hacer que su más antiguo compañero rompiese su semblante serio... Sino que también había hecho llorar al mismísimo Lord de Reapergate... ¿Qué clase de monstruo era ella?No observó como su compañero se puso de pie, pero sus palabras siguientes retumbaron en sus oídos y la hicieron poner atención, además de que todo su cuerpo se puso en alerta al observar como desenvainó el arma que siempre cargaba con él. No podía creer la situación en la que se encontraba, simplemente no lo aceptaba. ¿Cómo es que todo lo que habían construido con el paso de los años se estaba yendo por la borda tan en tan solo un momento? La mujer se puso de pie en cuanto el fénix se arrodilló, y casi sintiendo lo que iba a hacer, no dudó ni un momento en acercarse y hacer lo que, sinceramente, en su vida habría pensado hacer por él. Sosteniendo el filo de la espada con ambas manos y ejerciendo fuerza en sentido contrario al abdomen de Sven, Haru no pudo retener más aquel sentimiento que comenzaba a desgarrarla por dentro, por lo que sin más, permitió que sus lágrimas comenzaran a brotar de sus ojos sólo para después correr libres por sus mejillas, demostrando una parte de ella que jamás había mostrado... Su sensibilidad. - ES MI CULPA. - Replicó ante las palabras del fénix con una voz totalmente quebrada y temblorosa. - Fui yo quien no estuvo allí cuando más lo necesito, fui yo quien ha estado tan distraída con sus propios problemas que nisiquiera me di cuenta que aún no se encontraba de vuelta... Fui yo quien lo traicionó... Quien incitó al resto a salir del castillo. - Su mirada estaba realmente baja, tanto que su violeta cabellera cubría su rostro. - No merezco su aprecio, mi lord... Y si alguien merece la muerte por sus malas acciones soy yo... Por favor... No hagan pagar a alguien más por mis errores.- Con cada palabra dicha, las lágrimas parecían multiplicarse más y más. No sólo estaba diciendo eso porque lo sintiera y porque fuese necesario, sino porque..:Eso le hubiese gustado decir cuando su hermana era la que tomaba su lugar.
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Post by Lysander Velfast on Jul 23, 2017 17:00:46 GMT
Se sentía sumamente avergonzado que el eco de su s sentimientos le hubiese invadido. Lysander Velfast, aquel ser que rara vez mostraba emociones. Aquel tirano y despiadado líder que mataría a toda Mirovia si así lo desease, estaba llorando ante la angustia que le daba provocarles dolor a sus allegados. Se desconoció por un momento, pero tan pronto como sus lágrimas brotaron, sus sirvientes deliberadamente se habían dado la vuelta , postrándose ante el pidiendo perdón con desesperación en sus voces. Culpándose a si mismos por haberlo abandonado. Lo que no esperaba era que Sven, fuese a tomar acción en contra de si mismo. ( O quizá si. Si esperaba que después de la reprimenda alguno de ellos intentase quitarse la vida. Pero no ahora. )
En un movimiento fugaz, Lysander tomó la espada de Sven del mango y la jaló hacia atrás, poniendo un pie sobre el pecho del sirviente y empujándolo para que la espada saliera mucho más rápido de el. Sin embargo, el idiota ya se había creado una herida lo suficientemente grande como para matarlo, lo cual hizo que Velfast tomara acción inmediata ante lo sucedido. Sin pensarlo un segundo más, el vástago mordió su propia mano, haciendo que su propia sangre brotara de su palma. Sus ojos , por un momento, brillaron de color rojo y aquel líquido carmesí comenzó a hervir. Tiró la espada varios metros lejos y tomó a Sven del brazo, acercándose a el, plantando su mano sobre su abdomen, haciendo que un ruido siseante se creara sobre su piel. La estaba quemando , no con fuego, pero con magia prohibida que, ilícita o no, impidió que su herida siguiese emanando más sangre. Una vez hecho esto, soltó a Sven con un rostro dolido. - Eres un imbécil... Los dos son unos imbéciles. -
A si mismo, las lágrimas de Haru le entrincaron aquel hueco en donde su corazón se supone que debería de estar, y no pudo detenerse de caminar hacia ella, ponerse a su nivel y abrazarla, hundiendo la cabeza de la chica de cabello morado en su pecho . - No quería tener que llegar a esto. No quería lastimarlos... Y por ningún motivo quiero que ustedes se lastimen a si mismos. - Alzó la mirada a Sven, mientras acariciaba la cabeza de la chica como si de su propia hija se tratase, extendiendo su brazo para que se acercara.
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Post by Sven Velfast on Jul 26, 2017 21:44:11 GMT
El frío metal de la afilada navaja atravesó su cuerpo, brindando un dulce escalofrío que lo invitaba a la muerte. El sabor a óxido se hizo presente en su lengua, pero el proceso fue interrumpido en un breve parpadeo- su compañera, la otra criatura aparte de él que había estado en los dominios del Lord de Reapergate por casi 8 décadas, con la que mantenía un rol profesional, aunque con su tinte de cinismo cuando la oportunidad se brindaba, intentaba entre amargas lágrimas detener el avance horizontal de la espada en sus entrañas. Sacrificando la salud de sus palmas en aquel acto, pudo avistar la sensibilidad oculta en aquella mujer. Si bien sospechaba, aquello había develado con creces una parte emotiva y vulnerable de la dragona, la cual había dejado su corazón al desnudo ante su amo para cargar la culpa que los había puesto en aquel castigo en primer lugar.
Consiguiente a eso una fracción de segundo pasó, generando una final y efectiva interrupción por parte del mismo Lysander, el cual arrancaría de la carne del fénix y las manos de la dama la Shaska que amenazaba con terminar la existencia del mayordomo. Aún cuando Ulgriff pensaba que era futil, una magia invocada por la sangre del vampiro quemó a través de su ser, sanando de una manera bastante dolorosa la herida. Aquel ardor causado por ritos prohibidos quemaron hasta lo profundo de su esencia, dejándolo desconcertado por varios minutos. Durante aquellos momentos de vulnerabilidad, los comentarios de Velfast resquebrajaron las paredes de su mente, esos rincones donde escondía sus emociones.
La imagen de su amo tirano y frívolo, abrazando a la Lung de forma condescendiente y cálida, extendiendo su brazo con la invitación a acercarse, era una escena que no podía comprender del todo- muchas revelaciones se habían destapado, generando emociones y reacciones nuevas e inesperadas. El se había equivoca. Se habían equivocado. Habían sido castigados. Habían invocado la humanidad empolvada en aquel vampiro, y aún así les ofrecía misericordia. Por obligación mas sin comprender la lógica detrás de las acciones de su Lord, se acercó, sin poder dirigirle la mirada de forma directa. Los pasos del fénix eran arrastrados y dubitativos, como si estuviera intentando luchar contra aquella acción. De forma recia se acercó lo suficiente para que su amo pudiera tocarle, pero evitó iniciar el contacto de su parte.
Con el rabillo del ojo observó a Haru, sangrando de sus palmas y enterrada en el pecho del Lord, tal cual una niña sufriendo amargamente. La imagen solo sacudió su interior y despertó vagos recuerdos indeseables de su pasado.
-No merezco esto- pensó para sí mismo, tratando de encontrar una zona de comfort en la cual posar su cordura.
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Post by Deleted on Jul 31, 2017 18:34:05 GMT
El tormento que sentía en su alma y cuerpo pronto fue apaciguado con el suave tacto que le traía el ser abrazada de tal manera por su amo. Las lágrimas frenaron por un momento debido a la sorpresa que aquello le trajo, más no tardaron en volver, siendo acompañadas por un torpe y tembloroso intento por corresponderlo aún cuando sus palmas estaban prácticamente cortadas por mitad. Haru siempre había anhelado un momento así, en el que Lysander viera en ella algo más que una simple sirvienta, pues no era un secreto el que ella estaba enamorada desde hace tanto tiempo de aquel vástago al que todos miraban cual tirano. Sin embargo, aquello no fue tan dulce como siempre lo imaginó, quizá por el hecho de que ahora aquellas amargas lágrimas lo hacían ver todo tan borroso, o quizá porque aún sentía que en cualquier momento, todo podía derrumbarse y desaparecer.
Intentó refugiarse lo más que pudo en aquel abrazo, tratando de ignorar cualquier tipo de dolor e incluso el frío que comenzaba a sentir, más no pudo evitar voltear la mirada y observar de ésta manera como el brazo de su Lord estaba extendido hacia Sven, el cual se acercó pero no se les unió aún cuando se veía tan confundido y perdido. Aprovechando la corta distancia entre el fénix y ellos, la dragona movió uno de sus brazos lentamente hacia él y tomó apenas tres de sus dedos en un intento por tomarle la mano, llenándolo de sangre y dándole un débil jalón para así hacer que se uniera por fin a su abrazo.
Habían tantas cosas que quería decir en aquel preciso momento, palabras que simplemente no podía articular en ese instante y que sólo la dejaban en un profundo silencio, el cual sólo era interrumpido por algunos de sus inevitables y leves sollozos. Tal vez las palabras ahora no eran necesarias, sólo... Sólo había que dejarlo fluir.
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Post by Lysander Velfast on Aug 1, 2017 17:59:13 GMT
La renuencia de Sven por acercarse pero no tocarlo dejó a Lysander un poco menos que consternado. ¿Qué su misericordia no era suficiente para el? ¿Acaso sus palabras no habían podido tocar al menos un par de fibras de su corazón? Lo miró con extrañeza antes de que Haru lo acercara. Sin embargo, Lysander no le abrazó. Por una décima de segundo, cruzó la mirada con aquel fénix de oscura cabellera, intentando decifrar sus pensamientos sin éxito alguno.
Volteó a Haru, limpiándo las lágrimas de las mejillas de la chica con un roce de sus fríos y largos dedos. - Un día de estos… - Se puso de pié, recobrando su temple y su postura – Les daré la posibilidad de tomar una decisión que cambiará sus destinos para siempre. Hasta entonces… demuéstrenme que sus lágrimas y su sangre derramada no fué en vano. -
Se dió la vuelta, dirigiéndose a la puerta de la celda. -Y una cosa más… Quiero que hagan a las demás serpientes escarmentar. Dejo los castigos a su criterio… - Dicho eso, el Lord de Reapergate había cruzado la puerta de la mazmorra, perdiéndose en la oscuridad de aquel calabozo frío y plagado en desesperanza.
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Post by Sven Velfast on Aug 6, 2017 3:52:11 GMT
El toque por parte de la dragona, que jalarían al fénix a la comunión que ella y su amo tenían, provocó un escalofrío que recorrería la espalda del mayordomo. Su mano había sido manchada por la sangre de la otra, la cual había sido derramada de forma colateral a raíz de su acto desenfrenado por merecer perdón. La mirada del vástago lo atravesó, pero la mente del arcano estaba demasiado ajetreada por el desencadenamiento de sucesos que estaban dando pie. Antes que Lysander recobrara su postura, la única reacción por parte de Sven fue sujetar la mano de su compañera, fuerte, pero sin lastimar.
Las palabras de su amo dejaron un desconcierto que taladraría la mente de Ulgriff en los días consiguientes. Al partir el Lord de la celda, hubo unos momentos de silencio en lo que Sven intentó armarrar sus pensamientos y racionalizar su siguiente acción. Cayendo en cuenta que aún sostenía la mano de Haru, llevó esta a su rostro para inspeccionarla de cerca, tan cerca que su respiración acariciaba el dorso de la misma. Sin palabra alguna, le dejó ir, e inmediatamente le instó a darse la vuelta. Tomó un momento en inspeccionar la espalda de la arcana, antes de tomar las prendas ajenas y con sumo cuidado, vestirle el torso nuevamente.
El fénix no se molestó en tomar sus ropas, y antes de poder decir palabra alguna, abandonó la celda. Sus manos se notaban temblorosas y su rostro perturbado.
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