Post by Skye Difan on Jul 20, 2017 3:29:30 GMT
En los grandes océanos de Mirovia habitaban ciertas criaturas que, cuando vivían en armonía con los humanos, podían ser tanto temidas como honradas. Criaturas sabías por parte de muchas zonas y otras simplemente eran animales feroces que desconocen las palabras. En el caso de estos dos tenían las características de ser sabias y no crear ningún mal hacia los demás. Su facilidad de dar consejos como crear enigmas era para ayudar a los humanos que todo esto cambió con aquella revuelta en donde fueron amenazados y odiados por la raza humana. No por ello dejaron de mantener la misma postura sabia y adorada por ellos antes de todo estos problemas.
Los figuras se acercaban de manera lenta pero sin detenerse, se podía ver aquellos ojos brillantes desde las lejanías; volvían del viaje. La gran figura de colores rojizos con unas líneas casi atigradas cuales eran más oscuras, era el padre del contraste total que iba detrás suyo nadando alrededor del cuerpo ajeno y enloquecía cual trueno al ser disparado desde las nubes oscuras. Aquella dragona que medía no más de 5 metros, dejo de hacer giros alrededor del mayor para salir disparada hacia la arena y continuar girando. Después de un corto plazo la misma se detuvo en seco dejando ver ahora una corta cabellera de una tonalidad como algunas algas. Serpenteó con cierta gracia acercándose a una cueva en donde dejo escapar aquella voz tan fina pero calmada. - ¿Vas a estar cuando despierte? - preguntó con cierta curiosidad hacia el gran dragón marino que lentamente se movía hacia otro costado. - No te preocupes, sabes que estaré antes de que te despiertes. - Aquellas fueron las últimas palabras que se cruzaron. La niña no dio tiempo a esperar para entrar a la gran cueva y dormitar. Cosa que no había logrado.
En este punto todos estarían preguntándose las razones de porque el padre simplemente la dejaba en una cueva y él se marchaba lejos. No había otras razones más que la protección de la misma. Solían tritones o sirenas menospreciarla, hacerle daño físico arrancandole escamas como tirando de sus cuernos que se estaban desarrollando. No eran la minoría pero quienes la trataban con cuidado muchas veces tenían que demostrar que no iban a tratar con aquella "bestia". ¿Cuáles eran las razones?, simplemente se querían divertir de una niña indefensa, que no quería jugar al papel del villano por su apariencia: la esclerótica negra con un iris brillante, unos cuernos azulados rojizos, y su larga cola con aquellas aletas pectorales y claro, no olvidar lo importante era un dragón. Aquellos niños no tenían otro significado para los dragones, así que era muy normal para ellos que todas esas características fueran para darle aquel papel de "villano", cosa que Skye se negaba completamente a aceptarlo aunque quiera jugar siempre con ellos. Siempre eran las mismas respuestas y terminaban lastimándola para enojarla y lograr que comience a tomar aquel juego. Nunca lo lograban ya que la pequeña niña comenzaba a llorar y con esto la gran bestia era su padre que venía a recurrir ante el llamado de su preciada hija.
Siempre se repetía el mismo juego, la misma molestia y la misma falta de juegos entre otros. No había muchos dragones en aquella época cercanos a ella, así que se limitaba a divertirse a tocar la flauta hecha de un hueso grande con varios orificios para poder imitar dicho instrumento y apreciar los sonidos. Muchos peces ingresaban al igual que otros animales marinos para escuchar aquellas tonalidades tristes.
Los figuras se acercaban de manera lenta pero sin detenerse, se podía ver aquellos ojos brillantes desde las lejanías; volvían del viaje. La gran figura de colores rojizos con unas líneas casi atigradas cuales eran más oscuras, era el padre del contraste total que iba detrás suyo nadando alrededor del cuerpo ajeno y enloquecía cual trueno al ser disparado desde las nubes oscuras. Aquella dragona que medía no más de 5 metros, dejo de hacer giros alrededor del mayor para salir disparada hacia la arena y continuar girando. Después de un corto plazo la misma se detuvo en seco dejando ver ahora una corta cabellera de una tonalidad como algunas algas. Serpenteó con cierta gracia acercándose a una cueva en donde dejo escapar aquella voz tan fina pero calmada. - ¿Vas a estar cuando despierte? - preguntó con cierta curiosidad hacia el gran dragón marino que lentamente se movía hacia otro costado. - No te preocupes, sabes que estaré antes de que te despiertes. - Aquellas fueron las últimas palabras que se cruzaron. La niña no dio tiempo a esperar para entrar a la gran cueva y dormitar. Cosa que no había logrado.
En este punto todos estarían preguntándose las razones de porque el padre simplemente la dejaba en una cueva y él se marchaba lejos. No había otras razones más que la protección de la misma. Solían tritones o sirenas menospreciarla, hacerle daño físico arrancandole escamas como tirando de sus cuernos que se estaban desarrollando. No eran la minoría pero quienes la trataban con cuidado muchas veces tenían que demostrar que no iban a tratar con aquella "bestia". ¿Cuáles eran las razones?, simplemente se querían divertir de una niña indefensa, que no quería jugar al papel del villano por su apariencia: la esclerótica negra con un iris brillante, unos cuernos azulados rojizos, y su larga cola con aquellas aletas pectorales y claro, no olvidar lo importante era un dragón. Aquellos niños no tenían otro significado para los dragones, así que era muy normal para ellos que todas esas características fueran para darle aquel papel de "villano", cosa que Skye se negaba completamente a aceptarlo aunque quiera jugar siempre con ellos. Siempre eran las mismas respuestas y terminaban lastimándola para enojarla y lograr que comience a tomar aquel juego. Nunca lo lograban ya que la pequeña niña comenzaba a llorar y con esto la gran bestia era su padre que venía a recurrir ante el llamado de su preciada hija.
Siempre se repetía el mismo juego, la misma molestia y la misma falta de juegos entre otros. No había muchos dragones en aquella época cercanos a ella, así que se limitaba a divertirse a tocar la flauta hecha de un hueso grande con varios orificios para poder imitar dicho instrumento y apreciar los sonidos. Muchos peces ingresaban al igual que otros animales marinos para escuchar aquellas tonalidades tristes.
El eco de la voz, aquella voz tan dulce…
- ¿Hola?-