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Post by Deleted on Sept 12, 2017 4:30:08 GMT
Escucho, asintiendo a las preguntas y balanceando un tronco que intento mover. Apenas rodándolo sobre el costado sombras espesas se arrastraron de nuevo bajo la corteza, como rehuyendo de la tenue luz que apenas les acompañaba. Alimañas y residuos de alguna alma rota. Con una mueca el unicornio dejo reposar el tronco limpiándose las manos, al ser un ser puro el tocar aquello podría afectarle, un unicornio era ciertamente vulnerable.
—Existe algo llamado "Registros Akáshicos", ¿sabes algo de ellos?—Haciendo una pausa pateo el tronco una vez más de forma suave, para no hacerse daño y volvió su atención a la chica, sintiendo como el ambiente se helaba y la tierra se levantaba con el viento que corría vestido de un sollozo entre los arboles. Y todo perdió color, tornándose opaco. Era el tiempo de contar lo que no se dice, de los secretos a voces...de los peligros.
—Pensamientos, palabras, emociones e intenciones que han ocurrido alguna vez en el pasado, presente o por venir llenan un plano, diferente a este, al cielo y al infierno si es que existen como tales...el plano eterico es donde se concentran todas esas vivencias. Akasha es "Eter" o "atmósfera", como lo que nos rodea o el mismo cielo y a veces podemos percibir todas esas cosas en forma de deja vu, clarividencia o un simple presentimiento. —Es en ese mundo—.La garganta del unicornio bombeó un par de veces antes de continuar mirando a la distancia, su cuerno brillaba como una roca de rió pulida, y en el un segundo corazón.—Es donde el Jezabel habita, una gota de néctar atrapado en un cristal.
Pero la explicación se corto de golpe, así como el crepúsculo se traga la luna y la noche cae más hostil y profunda el mensajero hizo una sombra, como un silencio que se extendió bajo sus pies, dejándolo todo en suspenso.
El frío escupió un grito, lleno de dolor y angustia. Uno con el olor del cabello quemado y las voces rodearon sus cuerpos sacudiendo sus huesos y se elevaron en la absoluto oscuridad.
—¡¿Que hiciste?!—Todo cinismo y ternura borrados de su tono. Eerie corrió hacia ella y la tomo por los hombros apartándola para mirar al muñeco. —¡Por los dioses!, ¿Como fuiste tan tonta, Roja?...
Escupió mientras el sello se estiraba y reventaba como burbujas, el sello se sacudía intentando liberarse, Y el ojo del triangulo se agitaba junto a las sombras y dos voces y de pronto el calabozo se extendía bajo los pies de la pelirroja junto al sonido del látigo. Pero el unicornio no lo veía ni era capaz de escuchar.
Para él una mano ensangrentada y el olor de la enfermedad, junto a la voz, el dolor en esa voz que era la de su amante...
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Zaniah Neshmet
Los Invictos
Vive como si tu libertad dependiera de ello
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Post by Zaniah Neshmet on Sept 12, 2017 22:43:00 GMT
Desde el momento en el que había decidido sacar la daga, había dejado de escuchar a Eerie, en ese momento no había nadie más que el Jezabel y la arconte, como si aquella mirada la atrapara para que hiciera lo que él podía ofrecerle…
El grito y la oscuridad la sacaron de sus pensamientos y pronto, el jaloneo de Eerie la regresó a la realidad; Donde debió estar. Zaniah miró al unicornio con los ojos muy abiertos, sorprendida por el hecho de que éste le gritara.
―Yo solo quería… ―Pronto sus palabras fueron carcomidas por un olor conocido; El olor a putrefacción de una mazmorra. Zaniah se dio la media vuelta, ignorando a Eerie para concentrarse a su alrededor, la celda era tal y como la recordaba, las paredes mohosas, el piso ensangrentado, sucio y de piedra, la poca luz del exterior a través de una única ventana con barrotes y los instrumentos de tortura en una mesa lejos del individuo, pero lo suficiente visibles para apretujar su espíritu. La mujer se dio la media vuelta, intentando encontrar al unicornio entre tanta oscuridad, pero lo único que se encontró fue con el agudo dolor de un latigazo en la espalda baja, Zaniah soltó un quejido mientras se volteaba, y acomodó la mano donde debería de estar su espada. “Maldita sea” Zaniah masculló al recordar que la había dejado junto con las otras pertenencias, junto al Jezabel, pero todo había desaparecido, ¿Cómo podía salir de allí? La mujer se dio la media vuelta, buscando alguna salida, pero cada vez que lo hacía sentía el dolor sobre su piel.
―Nunca cambias, ¿Verdad, hermanita?
Zaniah se dio la media vuelta con el corazón retumbante y los párpados temblorosos.
―¿Lu Lim?
El muchacho tan solo estaba parado en medio de la habitación, mientras que los alaridos y golpes a su alrededor no terminaban de cesar.
―Ya está claro que, no importa lo que hagas, siempre serás una niña tonta ―Lu Lim comenzó a reír mientras acomodaba sus lentes, Zaniah frunció el ceño, y acercándose a la visión de su hermano, algo la detuvo, a sus pies la madera emitía chasquidos debido al fuego, Zaniah se hizo hacia atrás asustada, el calor era sofocante, el humo entraba a sus pulmones y podía sentir como las lenguas de fuego devoraban su carne centímetro a centímetro.
Zaniah comenzó a gritar, frotando con ambas manos su piel, intentando volver a la realidad. “Nada de esto es cierto” se repitió varias veces en la cabeza mientras con las palmas de las manos se golpeaba las cienes. Mientras se hacía para atrás, el cuerpo de Eerie se cruzó en su camino, se dio la media vuelta, pero en vez del arcano pálido, una sombra comenzó a crecer hasta que llegó hasta los tres metros, la mujer se mantuvo en completo silencio, con las manos y el corazón tembloroso, y en el rostro de la mujer se mostró algo que nunca creyó volver a sentir otra vez; Terror. Profundo Terror.
La sombra tan solo abrió los ojos azul pálido, y el cabello largo cayó por sus hombros.
Zaniah no tuvo el valor de pronunciar su nombre.
―No… ―Zaniah se hizo hacia atrás ―Tú estás muerto… ―Paso tras paso, la mujer intentaba alejarse, y una sola lágrima recorrió la mejilla ahora de un color pálido enfermizo―Yo… yo te maté ―El hombre dio un paso hacia adelante, dejando arrastrar su capa negra, sin decir una sola palabra, pues todo el odio que podía sentir, lo demostraba con la mirada.
―¡Lárgate! ¡Lárgate! ―Zaniah se puso en cuclillas, cubriendo su rostro con sus manos, y al sentir húmeda la frente y las mejillas, se dio cuenta de que sus manos estaban llenas de aquel líquido carmesí, sangre de inocente. Con un vuelco en el corazón, se quitó los guantes, arrojándolos lejos. La mujer volvió a cubrirse el rostro, era el mismo sentimiento que tenía todas las noches, pero esta vez, ni la piel del zorro ni el abrir los ojos servían de nada. En un intento por salir de allí, la simpatía, las runas y los conjuros alquímicos, fueron parte de sus labios, soltando pequeñas chispas de colores rojizos y violetas.
"Has que se detenga"
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Post by Deleted on Sept 14, 2017 23:28:18 GMT
El fuego ennegrecía la pared de piedra con sus lenguas, intentando consumirlo todo, y el resplandor naranjado le daba un aspecto a viejo, alargando las sombras como garras en el suelo. Lejos había quedado el bosque susurrante o la noche con el cielo espeso, en su lugar olores penetrantes familiares se arrastraban hacia sus fosas nasales agudizando el dolor.
El ch'i-lin no se movía, anclado al suelo su cabeza permanecía inclinada a un punto a distancia, un ovillo oscuro de pieles apretadas junto a la arcaica chimenea. Su sufrimiento era diferente al de la arconte, comía hacia adentro, destruía en lo profundo por eso, ningún sonido escapo de sus labios, ni hizo amago de moverse. Un rictus de dolor teñía sus rasgos volviéndose peor cuando el tono grave y áspero del Jenizaro llamo.
—¡El cuerno!, ¿Qué silencio es este que escucho, mi niño?, ¿y el cuerno?, hace años que lo he atrapado y ahora he olvidado todo...—La mano buscaba en lo alto, se sacudía, conservando aún su robustez y la fuerza de los años pasados. Quemada por el sol los dedos largos intentaban sujetar algo invisible.
El unicornio avanzo, a su encuentro, como quien intenta atrapar una brasa frente al viento, extendió las manos alrededor de la ajena. Inseguro sobre sujetarla o no, por un momento se olvido del sueño. Y se lleno de ira contra la pequeña arconte, contra el mensajero de los muertos y contra si mismo. Por haberle concedido ese punto ciego. Ciertamente la había creído más temerosa, y a él más inteligente.
Y al final...¿que importaba?, este podría ser el fin que estaba buscando.
Girando el rostro se atrevió a bajar la mirada, acariciando los cabellos rubios que se frizaban en las puntas, el puente recto de la nariz y el mentón cuadrado. Aunque todo eso estaba afectado por la enfermedad quedaba la huella del guerrero. ¡Y sus ojos!, esos ojos.
—En tu poder esta el cuerno Bahiye, lo tienes, late en tu puño.—Sus dedos presionaron los ajenos, cálidos.
El guerrero turco lo miro un momento, reconociendo a medias el sobrenombre, e intentando encontrar la información de quien tenía adelante. Una mueca de disgusto adornaba su boca mientras lo escudriñaba deteniéndose en sus ojos, algo brillo en los azules ajenos. —Tu mihi solus places, Eerie.
Y entonces cayó sobre él, el arcano no lo evito, había pasado muchas veces antes, era el producto natural de dos fuerzas que jamás debieron encontrarse. Ningún hombre que ha tenido contacto con lo sobrenatural permanece siendo el mismo hombre. Alguien tan corrupto como él nunca tuvo oportunidad.
Los unicornios se acercan únicamente a doncellas por una razón.
Contra el suelo Eerie sintió que el tiempo no había pasado, con las manos aferradas a su garganta, apretando con fuerza, dos minutos bastaban para robarle la vida a un ser humano. Sobre él, el cazador bullía salivando como un perro, espuma blanca que salpicaba los nudillos blancos. Eerie espero mirando a la nada, orando a los dioses que conocía para que esta vez terminará de la forma en la que el Bahiye deseaba. Si dios lo desea...
Del Jezabel fluía sin parar la oscuridad y las voces, como una red de araña que de a poco se pega a los miembros. Robando con palabras lo que hacía a una persona.
"Tres componentes", canto el Jezabel, "Tres trozos, cuerpo...alma...espiritu"... "y un trato..."
La simpatía se derramaba sin uso, ya que el fuerte del mensajero eran esas conexiones, era él quien regía la palabra.
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Zaniah Neshmet
Los Invictos
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Post by Zaniah Neshmet on Sept 15, 2017 0:48:22 GMT
No supo cuánto tiempo había permanecido arrodillada en el suelo, sollozando para sus adentros, dejando que el fuerte dolor en el pecho y la garganta la carcomieran, prometió no volver a soltar una lágrima por aquello, y que las sombras del pasado nunca la lograrían alcanzar, Zaniah pasó un rato más suspirando temblorosa hasta que sus ojos cedieron a sus pensamientos. Y pronto. Silencio.
Sus manos se toparon con el suelo, y levantando la mirada, escuchó atenta el canto del Jezabel.
Intentó imitar su canto, en un tono tan ligero como a Niwre le gustaba que le cantara, se puso de pie, ignorando por completo la suciedad de sus ropas y de los fragmentos de almas corrompidas que se pegaron a sus botas.
―¿Qué puedo darte que no me hayan arrebatado ya? ―Susurró la arconte, mirando a un punto en específico del suelo, pero con la mente perdida, escondiendo sus orejas emplumadas hacia atrás, sintiendo el ardor en su espalda, en su corazón y sus oídos.
―Algo que una esas tres cosas ―Se escuchó una voz, aquella voz que hizo que la arconte levantara la mirada, se volteó sobre sus talones. Zaniah ladeó la cabeza, buscando entre sus facciones alguna mentira, algo que pudiera quitar el encanto, pero no había nada. Zaniah se acercó al hombre frente a ella, y estirando la mano, tuvo miedo de tocarlo, más él, acomodó sin problemas su mano fornida en la delicada, ahora desnuda de ella. Su cabello negro trenzado caía con tanta delicadeza sobre sus hombros que a Zaniah nunca le pareció verlo tan vivo.
―Te extraño ―Soltó la mujer mientras sentía la piel rasposa de la palma tostada. El hombre no contestó, tan solo una pequeña sonrisa se extendió por sus labios, mientras sus ojos verdes pálido la miraban fijamente. ―¿Qué debo hacer?
El maestro tomó las pequeñas manos entre las suyas, y acercando sus labios al dorso, sopló con suavidad sobre las marcas ajenas, haciendo que éstas se encendieran en un color blanco casi platino. Zaniah soltó una pequeña risita.
―Siempre te obedecieron más que a mí.
―Es porque nunca han sido tuyas ―Soltó las manos de la ajena ―Pero es momento de que lo sean.
Zaniah se quedó parada en completo silencio por unos largos minutos, con la mirada baja, tenía tantas preguntas que hacerle, ¿Por qué se había ido? ¿A dónde? ¿Por qué la había dejado? Quería saber si él la había extrañado también, quería hablarle sobre lo que había hecho todos estos años. Pero cuando levantó la mirada, su maestro ya no se encontraba allí, dejándola completamente sola, más sola de lo que jamás se sintió nunca.
Miró las marcas en sus manos, y levantando la mirada quebrada por el dolor bajo una fina línea sobre sus labios y una lágrima pasando su mejilla, se dio la media vuelta, regresando sus ojos a la oscuridad.
―Jezabel ―Su voz sonaba ronca ―Ya sé qué es lo que voy a darte ―No esperó respuesta, así que solo se puso de rodillas, dejando sus manos descansar en el suelo frente a ella. ―Desde hace siglos, estas han sido las marcas que rigen nuestro mente, cuerpo y alma, los que nos mantiene de algún modo, unidos a la corte, a sus pensamientos y sus reglas, donde el poder de un ser de luz como yo, convoca la parte de su poder ―Zaniah volteó sus manos, mientras las palmas mostraban algo de la luz que yacía en su interior.
>>Pero… yo ya no soy nadie ―Susurró la arconte, observando sus manos ―Ya no soy la misma de antes, ya no soy un súbdito de la luz ―Zaniah bajó la mirada ―Desde aquel momento en el que decidí abandonar la corte, dejé de ser uno ―Sus palabras dejaban mostrar todo el resentimiento y dolor que pudiera darle ―Así que, te ofrezco una de las pocas partes más puras de mi cuerpo, alma y espíritu, pero… ―La mirada oscurecida de la arconte se elevó ―A cambio tú serás mi mensajero, tú me servirás, y yo te serviré.
La mujer clavó su vista en la nada, frunciendo el ceño, apagando sus ojos cual vela que se extinguía.
― Quid pro quo.
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Post by Deleted on Sept 19, 2017 1:52:37 GMT
El unicornio llevaba ya un tiempo galopando entre las hierbas...
Era negro como la noche y el brillo de la luna delineaba su estilizada figura haciéndola ver más larga o más alta de lo que en realidad era. Sus patas, más delgadas que las de un caballo, parecidas a las de los antílopes, perfectas para danzar sobre la roca, su torso más voluminoso y su cabeza pequeña y delicada sostenía el enorme cuerno que parecía absorber los rayos platinados de la luna con un brillo iridiscente. Un corazón extra latía en el cuerno del ch'i-lin.
La formula de la inmortalidad.
Recuerdos viejos, desgranándose, confusos como cuando el vino corre sin control. Las marcas en la piel eran tan reales como sus sentimientos de impotencia. Ocultándose en algún lugar.
Behiye era un trozo de tierra, una tumba. Murió en primavera, luego del deshielo de las ultimas nieves, lo enterró entre los brotes tiernos bajo un enorme pico que escavo con las patas y el cuerno. Se quedo a su lado durante años hasta que, decidido a marcharse, lo llevo como arena para depositarlo al mar, su ultimo destino. Todos estos pequeños listones de memoria se entretejían alrededor de su garganta asfixiandolo, privándolo de todo sentimiento la punta de sus dedos se volvieron frías.
—Y robe, me he convertido en ti, tu ropa, tu forma de hablar, el trato con otros, lo tome...no planeo dar nada más, ni mi alma, ni mi espíritu me pertenecen.
Cerrando los ojos privo el momento del cambio y lo cerro en su pecho como un secreto sintiendo el cuerpo caliente, un halo de energía se estiro sobre su cuerpo y supo que ella había hecho su elección, y algo más.
Pero era demasiado tarde para explicarle, impaciente, siempre asumía riesgos innecesarios.
Tras el rostro silencioso y mudo de su amante vino el turbulento de la pelirroja. "No puedes pedir dos cosas a cambio de una..."
Pensó sintiendo el peso del anillo quemar contra su pierna y entonces supo, lo que tendría que dar. A esos registros para no quedar reducidos a energía a palabras. Ella estaba desprendiéndose de su vitae sin quererlo. El único trato que debía salir de su boca era el de salir de ahí, pero era codiciosa. "Las mujeres siempre lo eran..." No diría nada, se limitaría a pagar y a lamer sus heridas, en soledad.
Sujetando el anillo entre sus dedos lo miro por ultima vez, una pena le hubiera gustado usarlo alguna vez y llevándolo sobre su frente toco el cuerno emitiendo un sonido agudo y extraño como el de las ondas en un estanque. Guiándolo sobre su ojo izquierdo lo coloco sobre el parpado.
No diría nada ella había empezado el intercambio y ningun intercambio era igualitario, la equivalencia no siempre resultaba dar lo mismo a cambio.
—"Chaos natum est"...—susurró como si de pronto se diera por vencido con esos mil días en el tono. Y la oscuridad oscilo reptando al aro traspasándolo, la pequeña gema se volvió negra y reventó en un bizarro "plop" que parecía injusto en comparación con la demostración del muñeco.
Cayendo de lado el Jezabel volvió a dormir el sueño de los niños. Y la oscuridad se movió a su alrededor alterada y hostil incluso ante la perdida del origen del problema.
Eerie cerro su ojo recuperando de a poco la visión, distinguió el cuerpo de la pelirroja entre las sombras murmurando. Le dio una palmada en la mejilla para volverla en si mirándola con tranquilidad fría y le coloco el Jezabel contra el pecho. Las marcas que comenzaban a formarse con la sangre esparcida pertenecieron alguna vez a sus guantes.
Pero el problema no hacía más que empezar...
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Zaniah Neshmet
Los Invictos
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Post by Zaniah Neshmet on Sept 19, 2017 3:11:12 GMT
Al escuchar Zaniah las palabras del Jezabel, la mujer bajó la mirada, hasta que miró las marcas en sus manos, los tatuajes que definían su ser. ―Entiendo ―Zaniah susurró, olvidándose de todo a su alrededor, apretó sus manos contra la tierra y frunció el ceño ―Que así sea, entonces.
El chasquido del látigo fue lo último que escuchó antes de que todo volviera a sumirse en un silencio estremecedor, la oscuridad pareció envolverla por completo, pues aún seguía en su mundo, Zaniah levantó la mirada hacia el cielo una última vez, y aunque todo estaba sumido en una abrumadora penumbra, pudo ver a través de ella las estrellas que se cernían sobre su cabeza.
―Espero que algún día pueda olvidarlos como ustedes se olvidaron de mí ―Zaniah cerró los ojos, con las manos en el suelo, las sombras se arrastraron sobre sus brazos, envolviéndola, estrujándola, atrapándola… Zaniah apretó la mandíbula cuando la onda de electricidad del dolor envolvió su brazo hasta llegar a su garganta, pero no soltó sonido alguno. De las marcas salía un fuego rojo intenso con chispas amarillas, y como si fueran pedazos de papel, los tatuajes se desprendieron de su piel, formando hilos carmesíes por toda la palma.
Las gotas de sudor frío pasaban por la frente de la arcana, y soltó un jadeo antes de volver a bajar la mirada, se atrevió a abrir los ojos, y observó como la sangre que se había derramado sobre su piel comenzaba a deformarse por sus manos.
El ojo de la justicia fue intercambiado por lo que parecía ser una serie de un ojo divido en tres partes, la sentencia. El reloj de arena, el orden, el equilibrio, fue deformado hasta quedar un vórtice con varias flechas zigzagueadas hacia afuera, el caos. La luna y la estrella, la luz y la esperanza, fueron absorbidas por las lenguas de fuego, y la sangre cambió a una estrella invertida rodeada por un aro, y del otro lado, una luna siendo atravesada por un tipo de daga, magia negra y oscuridad.
Las sombras desaparecieron de los brazos de la arconte, escapándose como serpientes de su cuerpo hasta perderse por el suelo. Zaniah sintió como una parte de ella se escapaba junto con las figuras y se sintió terriblemente cansada.
El trato ya estaba hecho.
Y todo volvió a la normalidad, e inclusive, la poca iluminación del Bosque de los susurros lastimó sus ojos.
Zaniah sintió el golpesito contra la mejilla y aquello la regresó al presente, la mujer parpadeó un par de veces, observó las marcas recién puestas sobre su piel, se sentía como si le hubieran puesto un fierro al fuego vivo sobre las manos, dejando alrededor sensible y enrojecido, por lo que no podía moverlas sin que el dolor la aturdiera.
―Eerie ―Pronunció su nombre, y resonó extraño en sus labios, como si hace años que no lo veía. Frunció el ceño, levantando su mano con suma lentitud, acariciando con la yema de los dedos alrededor del ojo del unicornio ―Tu ojo… ―Zaniah sintió un terrible golpe en el pecho, pero no fue hecho por el Jezabel.
Se quedó en completo silencio, sin poderse levantar, lo tomó de las mangas sin fuerzas, evitando que así se separara de ella, ignorando el dolor, su boca tembló un par de veces.
―Lo siento… ―Dijo al fin, bajando la mirada para no tener que verlo directamente al rostro ―Lo siento… ―Algunas lágrimas cayeron al suelo, dejando marcas oscuras sobre la tierra ―Todo esto es mi culpa ―Zaniah levantó la mirada ―¡Puedo hacer que tengas tus dos ojos de nuevo! ―Zaniah quitó sus manos de las mangas, y dirigió su mano temblorosa a su ojo dorado, ahora un poco más brillante por las lágrimas.
―¡P-puedo hacerlo! Con las palabras correctas… ―Aún se sentía tan perdida, como si el camino siguiera siendo incierto bajo sus pies.
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Post by Deleted on Sept 30, 2017 0:07:38 GMT
Bajando la mirada con neutralidad, parpadeó un par de veces consciente apenas de la delgada cicatriz platinada que se extendía casi invisible sobre su ojo izquierdo. Buscando habituarse a la perdida, notó que su visión era un punto oscuro a la mitad que parecía desdibujar sombras extrañas que no se encontraban ahí, seguramente los vapores lejanos de aquel "éter".
Mirando abajo sus brazos asieron a la chiquilla con suavidad, escuchándolo, no dijo nada mientras le palmeaba la cabeza con rudeza como acostumbraba a hacerlo.
—Esta bien, Roja, calma.—Susurró con la voz pastosa mientras miraba alrededor donde las sombras se alargaban, buscando aquello que ella había entregado al mensajero. En la oscuridad las cosas mutan, se convierten en algo más, así como los sonidos, y tal vez fuera por eso que aquel bosque resultaba tan peligroso.
Estrechando los ojos se concentro en atraer toda la atención de la arconte sobre su persona.
—No, es gran cosa, soy un animal, y un animal, incluso uno de fabula, no resiente de en gran medida las perdidas, ¿cuando has visto quejarse a un perro por no poseer una pata?, eso no arruinará su día. Shhh
Palpando su espalda se concentro en su propia debilidad, con "aquello", él había entregado una porción de esas tres cosas. "Una vena peligrosa" se formo con su intercambio involuntario, y ahora que había hecho aquello, no espero que el cielo lo recompensaría o castigaría como lo hizo.
Pero no le diría a la pelirroja.
De todos modos ella siempre supo que él poseía los secretos para la inmortalidad, el saber lo que había ocurrido con su ojo no le serviría y no había nada que hacer para remediarlo. Buscando entre sus prendas, el cigarrillo que había estado fumando cayó a sus pies y bastaron entonar una palabra al fuego para que este se encendiera y escupiera en una bola todo su humo. Mismo que viajo a la pelirroja, llenándola, se metió en sus pulmones. Aquello era el hongo de la mosca, un letárgico potente y natural.
—No hay palabras para este trato, se ha terminado por ahora, y nosotros también hemos terminado aqui...
Sonriendole, una sonrisa acariciarte de dientes blancos, se aseguro de que su mirada bicolor lo enfocara todo el tiempo, antes de deslizar un brazo sobre su cabeza con un certero golpe en la nuca.
Atrapo el liviano cuerpo a medio camino del sueño.
Con un donde y un quien en mente. Se desperezo entre palabras, la sabiduría brilla con su propio brillo así como su inteligencia. Y dentro de él, Eerie llamó a su propio interior, a su naturaleza, convirtiendo las palabras en pelo y musculo, un unicornio negro bruñido agito las patas llevando con cuidado a su jinete inconsciente, rompiendo el viento.
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Zaniah Neshmet
Los Invictos
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Post by Zaniah Neshmet on Sept 30, 2017 20:50:35 GMT
A pesar de las palabras que susurraba, éstas tan solo se resbalaban por sus labios rojizos sin ningún efecto, tan solo las sombras bailarinas bajo su cuerpo se enroscaban contra su cabello. Estaba demasiado débil para hacer conexión alguna, y demasiado confundida para saber lo que estaba sucediendo a su alrededor, observando el ojo faltante, y a pesar de lo que el arcano le decía, la culpa seguía allí.
Las palabras de Eerie, aunque calmaron su cuerpo, su alma seguía agitándose, se apretaba contra su pecho, la oscuridad que ahora en ella habitaba no sabía qué hacer a la falta de la pureza. El ying estaba perdido sin el yang, y aquel, por la necesidad de unirse a su parte faltante, tan solo oscurecía el débil corazón de la arconte.
―Eerie ―Susurró la arconte, repitiendo su nombre constantemente para saber que éste aún existía, manteniendo su vista fija en los ojos vacíos del unicornio ―He cometido un error, Eerie ―El miedo fue parte de su rostro pálido mientras las gotitas saladas adornaban sus mejillas ―Lo lamento tanto…
El golpe fue certero, y pronto la mujer cayó en la delicia de la inconsciencia, olvidándose por un momento acerca de la oscuridad del exterior, y las nuevas marcas, aún en forma de herida abierta de sus manos, perdieron brillo, volviéndose tan oscuras como la sangre coagulada.
Los espíritus del bosque buscaban subirse al cuerpo del unicornio, intentando salir de su condena eterna en ser olvidados por toda la eternidad. La arconte ya no era un completo peligro para ellos. Y entre todos entonaron canciones, aquellas que obligaban a los oídos a quedarse, a dormir entre ellos y vagar por el bosque en busca de alguna otra alma confusa. No era un lugar en el que se debía quedar por mucho tiempo.
Zaniah mientras tanto, dormía plácidamente en el lomo de Eerie, completamente ausente. La oscuridad y la luz se habían calmado por ahora. Aunque aquello no duraría mucho tiempo, pues el espíritu había sido fragmentado.
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Post by Deleted on Oct 6, 2017 0:50:53 GMT
Como unicornio no era más que un animal, y aquello lo debatía, lo sacudía entre la moral y el recuerdo. El instinto se hacía cargo, y lo movía, debía correr y alejarse del resto, debía buscar un lugar seguro, un lugar cómodo. El negro de lado izquierdo se le antojaba extraño, sin embargo solo se fiaba de su cuerno y no del resto. En un principio, en el principio de los tiempos de su raza aquella protuberancia fue una antena, una que recibía y enviaba ondas alrededor redibujando la realidad a un modo aprovechable para las cuatro patas y el grueso cuello.
Galopo, con la carga, era un tanto más pequeño que un caballo, pero también tenía el doble de fuerzas.
Avanzo desgarrando el tiempo, llevándolo consigo como el rastro de las hojas, pendiente del sueño de la arconte, de las sensaciones poderosas que le enviaba. Tenía una ventaja el ser la contraparte de lo femenino. Era mucho más sencillo "sentirla", y atender su humor.
Sabía que se culparía por eso necesitaban hacer distancias, si él se mostraba débil, si ella veía el impacto de su perdida, seguro se volvería peor, se cerraría sobre si misma, mucho más de lo que ya lo hacía, y haría algo, ¡Y como temía que lo hiciera! Sacudiendo el hocico húmedo, encabritado, el olor cálido y dulzón de la hierba golpeo su nariz, junto a la sensación de lo ojos de la vida, el brillo de las hadas relampagueaba como una luciérnaga lejana.
Sin hacer ruido bajo sus patas entro en el bosque de las hadas.
Buscando a quien, era el único que podría auxiliarle, sin saber si debería enfrentarle o no, sin fuerzas el resultado sería contraproducente. Una vez más pensó en usar el humo. Ante aquel arcano y el enorme árbol encantado.
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Niwre
Los Invictos
La muerte es lo único que me separará de mi deber
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Post by Niwre on Oct 8, 2017 3:06:52 GMT
No le gustaban las noches nubladas.
Pues aquellas solo podían significar dos cosas: Guerra y dolor. Nunca supo el por qué siempre le daba esa sensación, quizás era el recuerdo de los campos aprisionados por el olor de muerte, y el humo que los cuerpos quemados desprendían, volviendo las noches más oscuras. No le gustaba quedarse en casa. Y en cierto modo le enfurecía que Zaniah no lo llevara con él entre sus alforjas. Recordó aquella vez en el bosque de los susurros en el que unos bandidos lo habían secuestrado en forma de insecto cuando le quitaron las cosas a su ama, quizás por eso no pensaba llevárselo, aún recordaba su rostro de alivio y profundo miedo cuando lo encontró en la bolsa de manzanas en el campamento de los bandidos. Niwre cerró los ojos, sintiendo la ventisca de la noche. Había olvidado como cuidar a su amo… se sintió avergonzado de sí mismo, pero al mismo tiempo más fuerte. No iba a perderla. No a quien le había mostrado el lado del conocimiento y la libertad.
Un olor extraño lo embriagó, y sus sentidos se encendieron como una chispa de un cañón. Alguien estaba cerca… Su cuerpo se hizo tan pequeño que, aún si supieras que el insecto se encontraba allí, nadie lo vería.
El árbol estaba en completo silencio, mostrando su propia imponencia sobre el unicornio, el silencio era su mayor aliado, su mayor virtud. Pronto un par de luces amarillas se prendieron en la oscuridad, y la rama del árbol comenzó a moverse, como si fuera una enorme serpiente, mortal en la serenidad que poseía. Pronto la rama tomó forma de un dragón oriental que se deslizó por el suelo, y de allí, la figura del arcano se hizo presente, elevándose de la tierra como si él y la naturaleza fueran un mismo elemento.
Niwre se mantuvo a unos cuantos metros de distancia por seguridad, aunque la peste a cenizas y magia que emanaba el unicornio nunca lo olvidaría, pues aquella esencia se había mantenido en la cama de su ama por días. Un olor realmente asqueroso.
“Eerie”
Dijo en sus pensamientos, ¿Qué hacía aquí? ¿Qué quería? Lo único que le sorprendió fue el hecho de que estuviera en aquella forma que nunca había visto más aquella noche que escapó de la casa de su ama, pero solo había visto de lejos.
Pronto un segundo olor lo embriagó, un olor tan conocido, pero a la vez alejado, y entonces su corazón se achicó, y su piel se volvió de un color verde pálido, casi grisáceo, mientras algunas ramas crecían sin su consentimiento alrededor de sus brazos. Los cabellos anaranjados sobre el lomo negro, la mano caída y el olor débil de Zaniah. Quiso correr, pero la preocupación y el orgullo lo frenaron, así que solo comenzó a acercarse, maldiciendo con miles de degradaciones al unicornio, pero también en su interior, suplicando por respuestas. Pronto el sentimiento de culpa pudo más que el enojo y corrió hacia Eerie, tomando a Zaniah entre sus brazos con un cuidado feroz y la apretó contra sí, le tomó el rostro para mirarla, y casi soltó un quejido cuando notó que estaba ardiendo.
Miró al unicornio y se acercó cauteloso.
No dejaría que se fuera tan fácil.
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Post by Deleted on Oct 10, 2017 1:27:40 GMT
Agitado, su hocico húmedo, las fosas del unicornio se sacudieron, captando todos los olores, de todas las criaturas y formas a su alrededor. Y su cuerno era apenas una rama extendida al cielo desesperada por luz y calor. Sacudiendo la equina cabeza el pelo se agito lacio cuando el peso sobre su lomo fue arrancado, girando en luna el resto de las cosas de ella cayeron sin hacer ruido en el colchón de hierba de la entrada. Antes de mutar el unicornio miro fijamente al cambiante espada. En esa forma era incluso más silencioso que el joven rubio. Sus pezuñas no hacían ruido al sacudirse, bailando en su lugar, el chí-lin miro sobre su lomo a los arboles, al llamado de la tierra que cantaba.
Deteniéndose, el ojo blanco se profundizaba como un huevo perfecto, contrastando con el resto, quedando con unas sacudida, oculto tras el cabello. Y lento de nuevo llamo a la palabra oculta, que lo traía de vuelta a su forma bípeda y extraña. En dos piernas Eerie se planteó frente al niño mirándolo desde arriba sin emoción, en ningún momento sus ojos se posaron en la pelirroja. Con un puño firmemente cerrado reunió las cosas a su alrededor teniendo cuidado de llevar cerca el Jezabel se planteó quitárselo pero se contuvo, arrojándolo suavemente sobre el pecho de la arconte. No sabia que podría pasar ahora que estaba inconsciente y el Jezabel desatado.
Escarbando entre sus prendas extrajo un trozo de azúcar cristalizado y deforme y chupándolo lo rodó sobre el Jezabel para que quedara pegado a su cuerpo de tela. —No me mires así. Si tienes energías para estar molesto ocúpate de atender a tu dueña.—Masculló estrechando los ojos, en un tono tranquilo. Estirando una mano acaricio el árbol con la palma pidiendo permiso. Conocía bien de arboles, y los entendía. Así que no tardaría en convencerle de dejarle entrar para depositar los objetos apenas se abriera un hueco. Girándose un cigarrillo descansaba ya sobre sus labios.
—Si tienes preguntas hazlas a ella, no seas indulgente. Amo o no te corresponderá tratar con la peor parte.—Una lánguida sonrisa se arrastro en su boca. Debía darse prisa e irse.— Sus pesadillas se volverán peores, si intenta hacerse daño amarralá, y usa esto. quémalo como incienso. No es la gran cosa, solo un narcótico natural. Le ayudará a llegar al sueño profundo lejos de la conciencia de sus actos.
Colocando el paquete pequeño de hierbas envueltos en tela. Eran pequeños tallos secos de diferentes tonos verduscos. —Puedes culparme si eso quieres, no voy a negar nada ni a defender mi persona. Pero volveré para llevarme el Jezabel tarde o temprano, pero no por ahora...cuídala.
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Niwre
Los Invictos
La muerte es lo único que me separará de mi deber
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Post by Niwre on Oct 13, 2017 1:16:42 GMT
No comprendía lo que pasaba, lo que hizo que dentro del rubio se revolvieran las emociones; ira profunda hacia el unicornio, miedo por Zaniah, remordimiento por no insistir en acompañarla… aquellas tan solo se quedaron varadas dentro de su pecho, pues su rostro estaba frío, y pálido como si Niwre fuera un tosco árbol. Las palabras del unicornio tan solo incrementaron la ira sobre todas las demás sensaciones. ¿Quién se creía que era este imbécil? Viniendo así sin más, con Zaniah herida sobre su espalda y dándole órdenes como si se tratara de un perro, sin siquiera tener la decencia de hacerle saber qué es lo que estaba pasando. El muchacho tembló de furia, aunque aquello cambió cuando el Jezabel se mostró ante él, sus ojos se abrieron de par en par y sus labios se separaron, dejando ver los pequeños colmillos salvajes que el muchacho poseía.
Ya había visto antes uno de aquellos. Utilizado para portar el mal, el caos y por supuesto la maldición a sus servidores. ¿Qué hacía Zaniah con uno de esos? Tomó al Jezabel con un gesto de asco y lo tiró al piso, después de un momento, un tercer brazo sobresalió del cuerpo del arcano, la sensación era igual a cuando estaba en su forma de insecto, y con un burdo cuidado, levantó al Jezabel. No dejaría que su ama lo tocara esa noche.
El árbol reconoció las manos de Eerie, y aunque dudoso, al final lo dejó entrar, abriendo las ramas, dejando ver la residencia de la arconte. Todo estaba igual que siempre, con los libros regados por aquí y por allá, anotaciones, mapas pegados en las paredes y estantes llenos de tesoros, los cuales Niwre no dejaría jamás que Eerie se acercara.
El muchacho dejó entrar al unicornio primero, para asegurarse de que no se fuera en cuanto entraran. Cuando ambos estuvieron dentro, el cuarto brazo se movió hacia la pared de ramas y la aruñó con fuerza, mirando al unicornio, haciendo que el árbol se sintiera nervioso y cerrara sus ramas, impidiendo la apertura de la entrada principal. Sin tiempo que perder, y arrojando al Jezabel al sillón más cercano, corrió escaleras arriba, dejando a Zaniah sobre su cama, le quitó las ropas sucias y apestosas a almas en pena y tierra del bosque de los susurros, y buscó un camisón de aquellos que siempre utilizaba, se lo acomodó sobre el cuerpo con sumo cuidado, mientras lo hacía, observó que unas marcas en su espalda habían aparecido, pasó sus dedos por ellas con gesto preocupado y observó que la arcana se retorció bajo su toque, Niwre retiró la mano asustado y entonces se percató de las nuevas marcas en sus manos, la tomó de la muñeca y la volteó, no eran buenas señales.
Cuando preparó cómodamente a su ama, Niwre bajó las escaleras, y se detuvo en el último escalón, buscando con la mirada al unicornio, escondiendo sus articulaciones hasta que quedó a dos brazos de nuevo.
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Post by Deleted on Oct 21, 2017 1:25:50 GMT
Estrechando los ojos de vuelta a la puerta, se giro a medias para encarar al pequeño rubio. Sacudiendo el cuello como si estuviese aún en su forma equina. En un silencio incomodo y largo que pareció absorber el calor de la estancia apenas iluminada. Su sombra se proyectaba sobre las raíces torcidas signo de que la noche afuera se profundizaba.
—Niwre...—Masculló con un tono cansino, como si todos esos años se hubieran asentado en su cuerpo y se agolparan en su garganta. Su voz, rica en matices, arrastraba un montón de sensaciones diversas. Chasqueando la lengua hurgo entre sus ropas un pitillo para deslizarlo a sus labios jugando con el cilindro de papel aromático a hierbas. De se posible, deseaba evitar usar un tanto más la simpatía de contagio. Podía desplegar el efecto sobre Zaniah hacia su lacayo sin embargo, eso se llevaría el resto de sus energías.
Cruzando los brazos sobre el pecho de forma autoritaria levanto el mentón mirándolo fijamente a los ojos. —Si vas a hacer algo hazlo, pero voy a marcharme, me iré sin que puedas evitarlo porque ahora no hay nada más por hacer. Lo que ella a hecho es desconocido para mi, e incluso el Jezabel no es más que un medio, lo que ella obtuvo, fue lo que busco por sus propias convicciones...
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Niwre
Los Invictos
La muerte es lo único que me separará de mi deber
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Post by Niwre on Oct 23, 2017 1:07:35 GMT
Niwre levantó el mentón, orgulloso, quedándose con las ganas de estirar su cuerpo hasta ser tan alto como el unicornio, para que evitara hacer ese tipo de estupideces en su presencia. El muchacho lo miró con los ojos tan abiertos como se lo permitían, mientras que el amarillo brillaba bajo la poca iluminación del hogar. Se acercó un paso, bajando de la escalera hasta acercarse a él y lo miró con los labios bien cerrados, la falta del ojo del arcano se hizo presente en los pensamientos de Niwre, pensando que quizás, Zaniah no fue la única que había salido comprometida en ese asunto. Con las ganas de sacarle el otro ojo en la punta de los dedos, sus enormes orejas escucharon algunos susurros, provenientes de la parte de arriba, donde su ama se encontraba. Se volteó, y sin mirar al unicornio, frunció el ceño con el orgullo atormentándole en la garganta.
No había tiempo para eso.
Caminó rápidamente a la puerta, acariciando con los dedos el árbol, susurrándole sin palabras cosas que solo Niwre y el árbol podían entender. Niwre era como la naturaleza; salvaje, cruel y fiel con los que amaba, aunque al tener el cuerpo de un… hombre, sabía cuándo las cosas se debían detener y dejar fluir, como el río lo hacía.
El árbol de pronto se abrió, dejando entrar la brisa de la noche y la luz de la Luna. Niwre observó al unicornio desde la entrada. Diciéndole con la pura mirada: “Vete antes de que me arrepienta”
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