"Un hombre de verdad es..."
Aug 5, 2017 3:33:58 GMT
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Post by Aagron on Aug 5, 2017 3:33:58 GMT
Cuando tenía unos diez años, su maestro había defendido a una prostituta del pueblo cuando el cliente alzaba los puños a golpearle. No había entendido los motivos, a esa edad él simplemente pensaban que a aquel que le golpeaban, algo malo debía haber hecho. No preguntó por ello sino varios días después:
—¡Un verdadero hombre jamás de los jamases maltrata a una dama! —le había gritado el hombre. Pero ello generaba otra duda en su pequeña e imaginativa cabeza: "¿Qué era un hombre de verdad?"
Su maestro, le encomendó buscara la respuesta entre los hombres del pueblo y que cada día le dijera que le habían dicho. Algunos le decían que un hombre de verdad no tenía miedo, otros que un verdadero hombre jamás lloraba, muchos muchos otros, le contaron que los hombres de verdad vivían rodeados de mujeres y riquezas, que debían ser respetados cómo reyes.
Su maestro le golpeó la cabeza cuando dijo que estuvo de acuerdo con la última descripción.
—¡Tarado! —le espetó— ¡Un hombre de verdad no es nada de eso!
—Si no es así ¿entonces cómo? —Cuestionó
Su maestro suspiró, se pasó las manos por el cabello y luego se sentó en su vieja butaca encendiendo uno de sus cigarros, su mirada se posó en Aagron y luego extendió las manos en una serie de gestos:
—un hombre de verdad... Es Sabio —contó— Sabio, justo, amable... Son muchas cualidades juntas, y es muy difícil tenerlas todas. Por sobre todo, un hombre de verdad protege a su pueblo hasta de ellos mismos; lo respeta y ama como a sus gentes. Y en mi opinión: un hombre de verdad protege a las mujeres por respeto: ¡Una mujer te trajo al mundo! ¡Lo mínimo que puedes hacer al respecto es cuidarlas y amarlas como es debido!
Con el corazón hinchado por las palabras de aquel hombre, Aagron se levantó del suelo al que había caído, alzó la frente con ímpetu y llenó los pulmones ¡Tenía razón! Su maestro era un gran hombre, ¡Un hombre de verdad!
—¡Un verdadero hombre jamás de los jamases maltrata a una dama! —le había gritado el hombre. Pero ello generaba otra duda en su pequeña e imaginativa cabeza: "¿Qué era un hombre de verdad?"
Su maestro, le encomendó buscara la respuesta entre los hombres del pueblo y que cada día le dijera que le habían dicho. Algunos le decían que un hombre de verdad no tenía miedo, otros que un verdadero hombre jamás lloraba, muchos muchos otros, le contaron que los hombres de verdad vivían rodeados de mujeres y riquezas, que debían ser respetados cómo reyes.
Su maestro le golpeó la cabeza cuando dijo que estuvo de acuerdo con la última descripción.
—¡Tarado! —le espetó— ¡Un hombre de verdad no es nada de eso!
—Si no es así ¿entonces cómo? —Cuestionó
Su maestro suspiró, se pasó las manos por el cabello y luego se sentó en su vieja butaca encendiendo uno de sus cigarros, su mirada se posó en Aagron y luego extendió las manos en una serie de gestos:
—un hombre de verdad... Es Sabio —contó— Sabio, justo, amable... Son muchas cualidades juntas, y es muy difícil tenerlas todas. Por sobre todo, un hombre de verdad protege a su pueblo hasta de ellos mismos; lo respeta y ama como a sus gentes. Y en mi opinión: un hombre de verdad protege a las mujeres por respeto: ¡Una mujer te trajo al mundo! ¡Lo mínimo que puedes hacer al respecto es cuidarlas y amarlas como es debido!
Con el corazón hinchado por las palabras de aquel hombre, Aagron se levantó del suelo al que había caído, alzó la frente con ímpetu y llenó los pulmones ¡Tenía razón! Su maestro era un gran hombre, ¡Un hombre de verdad!