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Post by Viktoria Íriell on Sept 11, 2017 3:59:46 GMT
"Si no hay riesgo no hay gloria"
Aquella frase retumbó en la consciencia de la nephele, alcanzando a tocar algunas esquinas de su alma. Era cierto; el que no se enfrentaba a la adversidad no podría saber jamás la victoria, o siquiera el sabor de haber luchado hacia su objetivo. Bien podía esconderse en la comodidad de su vida actual, refugiarse con los suyos y continuar en su diario vivir al cual ya se estaba acostumbrando con gusto, a costas de la incertidumbre de cómo hubiera sido aquello, si hubiera tenido la valentía suficiente para atreverse a simplemente intentarlo. Una determinación se apoderó de su corazón y no pudo evitar llenarse de energía, vislumbrando una luz única en sus ojos, los cuales asemejaban dos ámbares en plena luz del sol.
El ofrecimiento por parte del dragón para apoyarle agregó con creces a su confianza, que aunque el miedo no había desaparecido, ahora ocupada menor lugar dentro de su pecho. No dudó dos veces y se abalanzó un poco efusiva al cuello del pelirrojo, rodeándolo con sus fríos brazos tal cuales caricias del viento y abrazándolo con estrecho aprecio. Igualmente, plantó un beso de buena fe en su mejilla, y rió un poco al momento que las patillas rojas del otro le causaron cosquilleo en su rostro -Tiene toda la razón, sire Aagron- se explayó con una incontenible alegría, ahora separándose levemente para tener mejor contacto visual con el otro -Nuestras decisiones nos definen, y no quiero tener una historia en mis anécdotas que termine abruptamente por simple miedo de querer encarar el destino- sonrió marcadamente, aquel gesto que parecía darle vida a las flores y hasta al mismo aire.
Viktoria pareció afanarse de repente, llenándose de iniciativa e ideas, pero sin tener un rumbo definido por donde empezar -Quizás debería empezar a preguntar por la tableta... o repartir volantes. Quizás hacer una presentación y atraer arcanos...- balbuceó, tratando de manera críptica elegir un plan adecuado para iniciar su búsqueda. Cierto era es que no tenía muchas pistas, excepto un acertijo en aquella carta que le mostró la verdad y había agitado sus esperanzas. -Un azul que cruza el cielo, fuego que ilumina hasta las más oscuras de las noches- repitió como un murmullo, siendo eso el enigma que sentaría el inicio de su implacable búsqueda.
-¡Necesito volver a casa!- argumentó de repente, no midiendo que aquello podía malinterpretarse como el desistir del gusto de la compañía ajena.
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Post by Aagron on Sept 11, 2017 16:54:49 GMT
¿Qué era lo que le había golpeado el pecho? ¿Su corazón?
El dragón realmente casi hubiera preferido ignorar totalmente lo que fuera que acababa de sentir; no podía ser eso ¿verdad? Quizá solo estaba imaginando cosas. Observó a Viktoria con detenimiento. La energía que ella desprendía era sin duda totalmente única; se podría decir que era capaz de sentir el entusiasmo como propio, esa ansia de aventura que él conocía sumamente bien y que debía admitir no dejaba de encantarle. Sus labios volvieron a curvarse poco a poco en una sonrisa. A cada segundo estaba más encantado con ella, algo que no creía posible por el poco tiempo que llevaba de conocerle. No se precipitaría, el tiempo ya diría si debía hacer caso o no a lo que fuera que había sacudido sus adentros; esperaba que de ser su corazón el que pegaba tales brincos, por lo menos no amenazara con saltar fuera de su pecho.
Se mordió la lengua, luego los labios e incluso la parte interna de las mejillas. El poco dolor que esto le provocó bajó su cabeza de las nubes como si de un asteroide se tratara. Aagron rió un poco al darse cuenta de que los pensamientos de la muchacha iban más rápido de lo que era capaz de procesar. Muchas ideas muy buenas sin duda alguna, pero no tenían la suficiente organización para poder llevarse a cabo. Era como organizar un grupo de aventureros para una expedición, si quería poner un punto de comparación que pudiera comprender mejor ese era el mejor ejemplo.
—Más despacio, más despacio. —recomendó. No con ánimos de bajarle el aliento, todo lo contrario. Solo quería asegurarle que pisara sobre seguro. Hubiera seguido, pero le escuchó decir que debía regresar.
Él simplemente sonrió con tranquilidad. Bueno, la realidad era que a saber que horas serían. Quizá entrada la madrugada para entonces teniendo en cuenta la hora a la que había llegado. Sus manos se apoyaron en el suelo con toda calma y luego habló de nuevo mirándole directamente a los ojos:
—Mi campamento no debería estar muy lejos de aquí. Si gustas puedo acompañarte, solo tendría que recoger un par de cosas y ya está. —Comentó— ¡Y luego con gusto también podría ayudarte con el otro asunto! —completó.
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Post by Viktoria Íriell on Sept 18, 2017 14:23:59 GMT
El rostro de la nephele se iluminó como un bello diamante en plena luz del sol, refractando y exponenciando la luz de forma sublime. Tanta era su alegría que no podía ocultarla, ni tampoco era que lo estuviese intentando de todas maneras. La energía que transpiraba debido a la determinación que la colmaba, y el apoyo incondicional del otro parecían ser cosa de un sueño. -¡Por supuesto!- respondió, tomando las manos del dragón entre las suyas y llevándoselas a un costado de su rostro, frotando su mejilla suavemente como si fuera un felino. -Le agradezco tanto.. no sé cuantas veces se lo he dicho ya, pero es cierto- explicó, con una dulzura directa del corazón. Le regresó las manos y lo miró unos segundos, como si estuviese inspeccionando el alma del contrario a través de su mirada.
Se reincorporó y se dispuso a recoger sus cosas- primero colocó con mucho cuidado su violoncelo dentro del estuche, protegiéndolo de manera adecuada. Luego, se dispuso a recoger sus prendas, las cuales habían estado reposando en el suelo tras haber obtenido su forma verdadera. Se las colocó encima, ignorando completamente si estaba siendo inapropiada o no, y se vistió con prontitud, retornando a su forma sellada. Su piel recuperó el color claro que la caracterizaba, y sus mejillas se tiñeron con un leve rubor que otorgaban vida a su rostro. El castaño de su cabello inundó cada una de sus hebras, y su figura empezó a abastecerse de detalles femeninos que ahora estaban cubiertos por la tela. Sacudió un poco su vestido, y se agachó para finalmente recoger su instrumento. -¡Lista!- exclamó energética, llevándose una de las manos a la frente como si estuviese haciendo un tipo de saludo militar, solo para soltar una leve risa para aligerar el ambiente. Se le podía notar ansiosa de manera positiva, y apenas podía contener la iniciativa tan fuerte que la agitaba como un torbellino por dentro.
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Post by Aagron on Sept 19, 2017 0:21:00 GMT
A él, no le hubiera extrañado si Viktoria hubiera sido realmente capaz de escudriñar cada rincón de su alma. No había posibilidad de que pudiera esconderle nada, sentía que ni esforzándose sería capaz de algo así. Tampoco era que fuera tan complicado de leer cuando era sus emociones siempre estaban plasmadas en su rostro, cualquiera que le conocía sabía de buenas a primeras que el hombre era un libro abierto en todo sentido. Verle tan entusiasmada y alegre se sintió al equivalente de quitarse algo de encima, incluso sus pulmones se sentían más libres de alguna manera.
Y mientras ella recogía sus pertenencias, Aagron prefirió hacer lo mismo en lugar de simplemente mirar como si de un pasmarote se tratara. Recogió su arco, su carcaj con flechas y enfundó nuevamente su segunda arma: la navaja con la que terminaba su trabajo luego de rezar a los dioses para que el espíritu del animal llegara con bien a su siguiente vida. La hombrera se la acomodó sin prisas. Quizá no sería necesaria, pero siempre era mejor prevenir que lamentar (algo que había aprendido con el tiempo). Una vez listo, se puso de pie, sacudió sus ropas (cosa quizá innecesaria, pues en lugar de empolvadas estaban aún empapadas) y entonces le ofreció su mano a Viktoria. Al dragón no le faltaban ganas de ayudarle; fácilmente podría llevarle el instrumento o en su defecto servirle de apoyo para desplazarse entre el escarpado camino que habría que tomar.
—¿Andando?
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Post by Viktoria Íriell on Sept 19, 2017 0:46:00 GMT
La doncella asintió efusivamente, declarando que estaba preparada para embarcarse a donde el otro dirigiese. No dudó un segundo en tomar la mano de otro y estrecharla con aquella delicada fuerza que la caracterizaba, asemejando el amarre de la seda alrededor de un robusto roble Así fue como iniciaron su caminata entre aquella mágica área, en donde el alba empezaba a pronunciarse, anunciando pronta la hora de un hermoso amanecer. Aún faltaban una o dos horas para aquello, lo cual infería en el hecho que el tiempo había volado mientras compartían en aquella velada. Viktoria se encontraba tan ensimismada en sus pensamientos que no reparaba en conversación- su mente estaba acelerada, formulando planes y posibilidades en las cuales llevar a cabo dicha búsqueda.
No obstante, primero lo primero. Debía descansar, ordenar su cabeza y analizar con un corazón sereno todas las variables que se encontraban en juego.
Si se le prestaba atención en aquel momento, se podía notar a la nephele murmurando, suspirando y haciendo uno que otro ruido, como si estuviera debatiendo consigo misma en argumentos complicados. Pero su rostro se mantenía iluminado, y de vez en cuando estrechaba la palma ajena de forma inconsciente. Sus pasos se limitaban a seguir los del dragón, confiando plenamente en donde el otro la dirigiese. -¡Ah! Qué grosero de mi parte... disculpe si desatendí nuestra conversación- cayó en cuenta la mujer, dando algunos pasos difíciles en un terreno algo resbaladizo, debido a la lluvia previa -¿Tiene mucho de residir en la isla?- preguntó casualmente, antes de tropezar torpemente por falta de atención.
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Post by Aagron on Sept 19, 2017 4:03:54 GMT
Y el dragón, se estaba obligando a si mismo a mantener la atención en el entorno. El bosque de las hadas no era hostil gracias al cielo, era una preocupación menos para él, pero debía admitir que el poco espacio que había para caminar era difícil de flanquear. Los árboles enormes tenían raíces tan gruesas como sus piernas. No sería sorprendente que incluso cambiaran de lugar usándolas como piernas de vez en cuando a decir verdad. Aagron andaba con firmeza y seguridad a pesar de ello. Sus oídos atentos a cualquier ruido fuera de lo usual, sus ojos estudiando el trayecto ante la tenue luz que el cielo ofrecía ahora. Sería cuestión de un par de minutos para encontrar su campamento, eso sin duda. Quizá si hubiera dejado una fogata encendida no se hubiera perdido más temprano.
Al escuchar a Viktoria, su atención rebotó directamente hacia ella otra vez. No era molestia en realidad. Apreciaba el silencio y para Aagron, el hecho de sentirle tan segura de que él no le dejaría caer le era más que satisfactorio. No lo permitiría ¡Sería lo mismo a traicionar su confianza!
Con sus pies, técnicamente descalzos, le era mucho más simple tener agarre en el suelo resbaloso, y eso era algo que había olvidado también por culpa de la nula costumbre de servir de guía en esos parajes. Estuvo a punto de contestar, incluso había abierto la boca para hacerlo. Y al verle tropezar su primer reflejo fue extender los brazos a frenar su caída. Había sido un acto reflejo el frenar en seco. Sus manos pasaron directamente por debajo de los hombros, sus rodillas flexionadas a modo de freno. Si: su tiempo de reacción había sido más rápido de lo que incluso él esperaba; y de hecho por culpa de esto, no tenía la mejor estabilidad de todas.
—¿Estás bien? —preguntó. Un tropezón muchas veces podría acarrear una torcedura de tobillo, lo sabía por experiencia y quería asegurarse de que no hubiera sido el caso— ¿Te duele algo?
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Post by Viktoria Íriell on Oct 2, 2017 0:26:28 GMT
Íriell rió un poco, debido a su ingenuidad por no prestar atención. Gracias al cielo, el otro la había atajado antes de que cayera de bruces, dejándola suspendida, apoyada sobre el brazo su fornido brazo -No miraba por donde iba, hah.- admitió con suavidad, con una risa divertida respecto a la situación -Me encuentro bien, no tiene de qué preocuparse- acotó, siendo honesta en aquello. se reincorporó a su propio balance y encontró estabilidad sobre sus dos pies, ahora dirigiendo la mirada a su alrededor sólo para notar lo que estaba en la distancia -¿Es acaso ese su campamento?- pestañeó con sorpresa, levantando una mano en dirección a lo profundo del bosque, donde se divisaba un claro con ciertos utensilios propios de un zona de campamento. Había unos leños ya carcomidos por el fuego que hacían más obvia la naturaleza del área.
Íriell se adelantó en encaminarse al lugar, sin esperar una respuesta. La energía que quería desbordarse de su pecho la apresuraba en llegar a su casa cuanto antes, por lo que no medía su efusividad al respecto. Caminó un poco torpe entre las raíces hasta dar con el claro, volteándose hacía atrás para observar al dragón. Levantó la mano haciendo un ademán de saludo, instándolo a que le alcanzara cuanto antes.
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Post by Aagron on Oct 3, 2017 1:30:08 GMT
En efecto, en ese pequeño claro el dragón había "montado" su humilde campamento, pues lo único que se podría llamar utensilio sería el estandarte improvisado en el que había dejado la carne de su cacería para que el fuego secara y asara (algo inútil teniendo en cuenta la lluvia reciente). Bastante minimalista en realidad; Aagron no llevaba demasiado encima, y se notaba cuando lo único que había junto a las brasas apagadas de la fogata, era un pequeño morral de cuero bastante maltratado y un poco más allá, una hamaca improvisada bajo uno de los árboles. El muchacho, tenía esa clase de vida: simple, sin preocupaciones, y tan lejos como podía de las cuatro paredes de una cabaña que muchas veces sentía le sofocaban. Necesitaba el aire limpio del exterior, eso era parte de él.
Le regresó el gesto con gusto y con una gran sonrisa. Por un momento le dio la sensación de que había llegado a casa y por una vez en mucho lo estaban recibiendo con los brazos abiertos. Aún recordaba con cariño los días en que estando viajando con un buen número de arcanos, luego de regresar de algún pueblo siempre les daban la bienvenida; el cómo algunas mujeres iban al encuentro de sus amantes, los pocos niños que habían entre ellos los saludaban con brincos y sonrisas ansiosos de ver que traían en las bolsas además de la comida que procuraban siempre cederles a ellos primero. No iba a quejarse, el sentimiento era sumamente agradable y tan cálido que desearía no se desvaneciera en ningún momento pronto.
Y realmente, estaba más que feliz de verla a ella con tan buenos ánimos y mejor energía. Casi diría que le veía con la cabeza en las nubes, y tampoco le iba a culpar.
—es bastante simple, lo sé —comentó algo apenado ante el aspecto de su postín. Sus pasos de estar adaptados a la velocidad de la mujer, habían pasado pronto a ser más amplios y algo más rápidos. No muy ágiles, pero sin duda pisaba sobre seguro; no tardó en alcanzarle y detenerse a su lado. Al hablar también se había pasado las manos por el cabello y las había enganchado tras su cabeza; no era una buena impresión para darle a una dama y se lamentaba por ello. Prefirió entonces apresurarse a recoger lo único que tenía, tampoco querría preocuparle; no sería la primera vez tampoco que escucharía llevaba un estilo de vida precario— Es algo desastroso algunas veces, pero vivo bien. No me falta ni la comida ni el agua y tengo dinero para gastos medicinales... En fin, es como más cómodo me siento.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 10, 2017 1:59:53 GMT
Sin un gramo de duda, disgusto o condescendencia- si no con genuina sinceridad la dama esbozó -Es acogedor- sonrió calidamente, mientras juntaba sus palmas tras poner su instrumento en el suelo por unos momentos. -El hogar es lo que deseamos que así sea, y esa energía es fácilmente distinguible al encontrarse en dicho espacio- comentó, con humildad. En un semblante similar, Viktoria residía en la zona más alejada y barata de la ciudadela, lo cual denotaba su estado económico y de comodidad. Muy a pesar de ello, se sentía cómoda siempre y cuando estuviese con los suyos.
Observó con ansias como el otro se preparaba, y no pudo evitar acercarse a posar una mano sobre la espalda del dracónico. -Usted es muy valiente, ¿sabe?- sonrió alegre, dando poco contexto a aquel comentario. Estaba encantada con las cosas que empezaba a descubrir con respecto al diario vivir del otro, lo cual empezaba a generar un perfil más definido sobre el estilo de vida del contrario. -Por su cuenta, aventurándose en lo desconocido, dueño de su propio destino. Sin ataduras o cadenas que lo frenen.- pausó, danzando su palma sobre el hombro del contrario, a forma de caricia. -Es admirable que esté en control de su libertad, a pesar de las penurias que pudieron marcar su pasado- elogió, en un tono más solemne.
La mujer continuaba mirando el quehacer del otro, ensimismada con aquellos movimientos del pelirrojo. Era una curiosidad pura e inocente, tratando de descifrar más cosas sobre el arcano y continuar alimentando aquella conexión que había provocado aquella atípica y singular velada.
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Post by Aagron on Oct 10, 2017 18:06:20 GMT
Las palabras de Viktoria fueron para él algún tipo de tranquilizante. Era de las personas que podía contar con los dedos de una mano que simplemente aceptaba su estilo de vida. Aagron No pudo ocultar su alegría respecto a ello, se hubiera levantado a abrazarle en realidad de no ser porque tenía las manos ocupadas atando y anudando la hamaca de distintas formas; tenía una razón de ser, pero a simple vista teniendo un morral en el que llevar las cosas se podría sentir redundante o absurdo. Sintió la mano de la mujer posarse en su espalda, su piel se estremeció ante el contacto y el siguiente comentario, le borró la sonrisa a duras penas, por muy breves segundos. ¿Valiente? ¿Él?
—No, no puedo decir que sea valiente —corrigió sin prisas, con honestidad y calma— llegué aquí huyendo... eso no es lo que hace alguien valiente. —Y luego de un corto suspiro, sus ánimos volvieron a alzarse; sus emociones eran casi como una montaña rusa o un vuelo turbulento e impredecible—. Aunque creo que huyendo de algo uno aprende a no tener miedo de lo demás.
Y realmente, no sabía si seguía huyendo o no. De ser valiente quizá ya se hubiera asentado en algún lugar, pero no era el caso. Contrario a lo que Viktoria alegaba, Aagron sentía que se frenaba a sí mismo con cada paso que daba, como si tuviera un peso invisible encima; no lo entendía ni él mismo y se avergonzaba de ello. Una vez listo, se puso nuevamente de pie. Entre sus manos tenía la hamaca anudada con el morral dentro, de ese mismo modo, se lo lazó al cuello. Sus ojos se dirigieron a Viktoria un momento, estaba seguro de que no comprendería, por ende luego de tragar grueso por la momentánea inseguridad, prefirió preguntar:
—¿Preferiría ir a pie o a vuelo? —fueron sus palabras— Sería más pronto ir volando, pero entiendo si no es de tu gusto...
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Post by Viktoria Íriell on Oct 12, 2017 19:23:50 GMT
Al ver que la alegría se había difuminado de la sonrisa ajena, y que el comentario consecuente a dicho gesto era igual de opaco, Viktoria inmediatamente sintió la necesdidad de explicar el razonamiento detrás de sus previas palabras -Aagron- inició, en un tono firme mientras tomaba el rostro ajeno entre sus palmas, clavando la mirada en los ojos dracónicos. -Hasta los grandes líderes saben cuando hacer una retirada- comentó algo solemne, aunque con ojos sumamente expresivos -Existe una gran diferencia entre morir en una batalla perdida, y el saber aceptar que una derrota no significa el fin de la guerra- explicó con firmeza, mas la ternura se hacía evidente en sus frases. La guerra, los enfrentamientos y cualquier tipo de acto violento eran cosas que la mujer no aprobaba, pero sin embargo siempre existían. El ignorarlos no hacía que despareciera el problema, ni disminuían el vil necesario que estos la mayoría de veces representaban ante diversos escenarios. -Puede castigarse a sí mismo, pensando que fue la cobardía que lo hizo huir a estas tierras- acotó, mientras sus pulgares daban una leve caricia en el rostro ajeno -O puede considerarlo como una retirada, en que va fortalecer sus destrezas, entrenar su mente y cuerpo, y rectificará aquello que no pudo una vez que esté preparado- antes de retirar sus tersas manos, dio un par de suaves palmadas en la mejilla del pelirrojo, y le regaló una dulce sonrisa.
Al llevar sus manos de vuelta a sus costados, recordó la pregunta anterior que se le había hecho. Pareciera como sus anillados orbes ámbar empezaran a brillar con emoción, ante la posibilidad de aquello. -Volar, si no es mucha la molestia- mencionó con educación, pero en su voz se podía notar la anticipación de aquello. Se agachó a tomar su instrumentos y sujetarlo con firmeza, esperando el siguiente movimiento del arcano.
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Post by Aagron on Oct 13, 2017 18:01:58 GMT
El dragón no pudo haberse sentido más conmovido. Viktoria sorprendentemente sabía qué palabras usar y cómo usarlas; los gestos que ella realizaba por mero impulso eran para él, el complemento perfecto para arrastrar muy muy lejos las penas de cualquier persona. El contacto tan suave y cálido que sintió en su rostro le devolvió la sonrisa, no hubiera querido que le soltara si era honesto consigo mismo. Apenas le estaba conociendo, eso seguro, pero ya empezaba a preguntarse cuanta bondad podría esconderse en ella. Sus manos se quisieron alzar en un deseo egoísta de mantener el contacto, su cerebro las frenó a medio camino por breves instantes antes de que finalmente pudiera tomarlas. Ahora sus acciones hablaban por si solas "gracias" era él quien debía agradecerle, casi sentía estaba abusando de tanta bondad.
Luego, verle ansiosa por tomar el vuelo le regresó a la realidad nuevamente. Asintió, y sus pasos retrocedieron sin darle la espalda, quedó a un par de metros de ella, una distancia prudencial para evitar cualquier percance al momento de liberar su forma.
—Solo... no te asustes —fue lo que dijo al respecto, pues sabía que su aspecto sufría un cambio drástico a un ser que ante los ojos de cualquiera se vería hostil.
Y entonces dejó caer las manos en el suelo; su cuerpo humanoide se desvaneció en cuestión de instantes abriendo paso al de un enorme dragón. Las escamas rojas y brillantes como el fuego adornaban la piel del arcano en abundancia, las encargadas de proteger el cuello relucían en un magnífico dorado y la cabeza coronada por cuernos daban una imagen sumamente opuesta al amable hombre que haría instantes era antes. Aagron lo sabía, y por ello, dejando su cuerpo reposar sobre el suelo y con las alas plegadas sobre el lomo, bajó su cabeza poco a poco. Ella había presenciado el cambio, pero sabía que no todos estaban familiarizados con aquello.
Era importante que se sintiera segura, eso era lo primordial antes de emprender vuelo.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 15, 2017 23:01:25 GMT
Se había hecho la idea de que el arcano debía de ser de alguna especie voladora, a raíz de la pregunta que había formulado al respecto. Al escuchar la pequeña advertencia que rayaba en favor de mantener sus estribos, la curiosidad de la mujer se intensificó aún más, sus orbes ámbares parecían brillar con más intensidad que antes. Miró meticulosamente al pelirrojo alejarse y tomar un espacio prudente de ella, por lo que Viktoria analizó que su forma real debía abarcar mucho diámetro, eran pocas las especies arcanas que podían volar y contar con un tamaño tan pronunciado, por lo que se filtró a dos opciones: un ser de la oscuridad o un dragón.
En el viejo continente, tuvo que lidiar con muchas y distintas razas junto a tipos de personalidades, por lo que conocía, así fuese de mera vista, las posibilidades que encerraban el conocer la forma verdadera de algunas alguien más. Fue entonces, cuando la imponente y majestuosa imagen del contrario se reveló ante sus ojos, develando un rojo intenso y agresivo que recubría sus escamas, difuminándose en tonos dorados y metálicos que intensificaba el baño lunar sobre el masivo cuerpo del dracónico. Un suspiro de admiración escapó de la garganta de la nephele. De ser cualquier otro ser, un extraño principalmente, se hubiera sentido intimidada y hasta asustada, pero sabía que aquella criatura continuaba siendo Aagron, con el cual había logrado conectar estrechamente, por lo que cualquier rastro de miedo o susto, fueron reemplazados por interés y asombro. -Eres apuesto- se atrevió a decir Íriell sin intenciones de cortejo, simplemente elogiando el aspecto ajeno, conforme reía un poco por lo bajo.
La dama se atrevió a acercarse y pasear sus manos sobre el costado del cuello del pelirrojo, perpleja por la belleza que derrochaba su forma real. Cayó en cuenta que quizás estaba siendo descortés, por lo que aclaró su garganta -Haz de estar cansado, lo mejor será apresurarnos- puntualizó, conforme se aferraba al maletín de su instrumento y hacía uso de su habilidad de flote para posicionarse sobre la nuca del dragón, en un punto donde podía sujetarse firmemente de uno de sus cuernos y colgar su maletín sobre otro de forma segura.
-¡Estaré bien!- mencionó, tratando de no preocupar al otro. Recordó que el mismo no conocía su residencia, por lo que inmediatamente retomó la palabra -Vivo en la zona sur de la ciudadela, el área más modesta del pueblo- explicó, tratando de usar las palabras "pobres" o "simples". Era una zona que rayaba a un área de mala muerte, donde los alquileres eran baratos y se le permitía vivir con sus niños en una pensión de la zona. -Al lado de la cantina "Dulce damisela", en el edificio de madera de dos plantas- explicó con calma.
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Post by Aagron on Oct 16, 2017 23:19:23 GMT
Para Aagron fue una alegría que realmente ella no se sintiera intimidada por su apariencia. Había conocido a lo largo de su vida a tantos seres que tendían a espantarse con facilidad ante su figura, que contra su voluntad había aprendido a acostumbrarse a su forma sellada, a las dos piernas y los dos brazos que muchas veces le hacían doler la espalda cuando su cuerpo exigía la necesidad de alzarse en vuelo por los cielos. Una imagen que que para él era motivo de orgullo, para muchos otros era aterradora; haber sido halagado fue más que suficiente para que alzara la cabeza inflando el pecho, inevitablemente era un aire algo arrogante ¿cómo evitarlo? Pocas veces le habían dicho algo así.
Debía admitir, no recordaba la última vez que había volado con alguien montando sobre él. Casi había sentido cosquillas cuando Viktoria había conseguido cómo sujetarse tras su cabeza, aunque las solas palabras no fueran suficiente para tranquilizarlo. Aagron suspiró y alzó la cabeza irguiendo su cuerpo lentamente, sus largas alas se extendieron y batieron con fuerza levantando tierra del suelo a la vez que el enorme arcano se alzaba en vuelo. Fueron unos instantes en los que poco a poco. las copas de los árboles quedaron finalmente muy por debajo de ellos. El dragón, viendo por fin la distancia segura entre ellos y el suelo marcó rumbo hacia la ciudadela; reconocía el nombre de la cantina, había estado allí un par de veces cuando vivió en la ciudadela y los mirvos no le bastaban para costear un trato más lujoso, pero también recordaba que en los alrededores merodeaban los arcanos que simplemente no se hacían a la idea de seguir las normas, incluso tuvo la oportunidad una vez de atrapar a unos rufianes y entregarlos a las autoridades.
¿Ella se estaba quedando ta cerca de aquella zona?
Se tragó la preocupación, sus ojos atentos a no llevarse ningún ave o algún otro arcano volador que pasara por aquellos lares. El vuelo, finalmente había pasado de la turbulencia inicial a la estabilidad que le daban las corrientes de aire a sus alas; no debería agitarlas de nuevo si no se veía muy cerca del suelo, y eso era poco probable a aquella altura. El vuelo, no duraría más de una hora, eso era seguro cuanto menos, pues desde el bosque de las hadas hasta la ciudadela, lo que eran varios días de caminata se convertían en simples minutos cuando se recorrían a vuelo; para su cuerpo poco acostumbrado a las alturas era un alivio, pero para su espíritu no lo era cuando era volando que disfrutaba más de su libertad.
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Post by Viktoria Íriell on Oct 27, 2017 18:02:12 GMT
Se sentía minúscula al observar sus manos aferradas en distintas áreas del dragón, marcando el contraste tan pronunciado de tamñano entre ambas figuras. Sin embargo, eso no significaba que el sentimiento fuese negativo- al contrario, se sentía segura y amena en proximidad con el dracónico. Su fragilidad se veía fácilmente envuelta en la esencia y robusta fortaleza física de Aagron, que sin necesidad de tener que decirlo a un desconocido, a simple vista se podía entender que era una ser capaz de cuidarse y a otros fácilmente.
Al despegar del suelo, abandonando el hábitat de las criaturas terrenales, alzó su mirada a la distancia. Observó fascinada desde el bosque que empequeñecía lo suficiente para ser tapado con unos cuantos dedos, a como en el horizonte acrecentaba la altura de sitios y pueblos que antes eran imperceptibles. Había cierta ironía, siendo una hija de las nubes y bendecida por el cielo, que no contara con alas, o la capacidad de residir en las alturas que formaban parte de su naturaleza.
Algo tan simple como aquello, volar, sentir el aire en su cabello y la frescura de la brisa llenar sus pulmones, fuese tan sanador y placentero.
El sol parecía empezar a salir, marcando el inicio de un nuevo día. Aunque la luz era débil y teñía apenas las nubes cerca del mismo, era una vista mágica que pocas veces alguien como ella podría llegar a apreciar en dicha situación y altura. Conforme sus ojos danzaban en aquel pintoresco acontecimiento, una luz fugaz, vibrante y azul cruzó con una estela a tierras del este. Tal cual un meteoro o una estrella fugaz, cortó el cielo, y estremeció el corazón de la nephele, haciendole saber que aquella era la pista que necesitaba para embarcarse en su aventura.
Intentó seguir aquel trazo celeste que se desvanecía a la distancia, siendo el único indicativo un área que parecía obscurecida por tinieblas. Dio un suspiro, agradecida con los dioses y el destino, que no solo el estrechar un lazo con un allegado, si no también lograr obtener una dirección en su búsqueda.
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